Cronología y períodos
Las primeras experiencias artísticas románicas hay que situarlas hacia el año 1000 y parecen bastante bien definidas hacia mediados del siglo XI, a través de las siguientes características.
Sillares regularmente tallados, escultura aplicada que obedece a un programa iconográfico, pilares y muros articulados, bóvedas en lugar de cubiertas de madera y construcciones monumentales, levantadas con deseos de perdurar. El área geográfica inicial se extiende por una franja que va a ambos lados de los ríos Ródano y Rhin, y desde Cataluña al norte de Italia, lugares, pues, donde la tradición tardoantigua está presente o se ha mirado con deseos de renovación.
A fines del siglo X cristaliza este primer momento, que culmina hacia el año 1100 o 1125 con el llamado románico pleno, un estilo unificado en todo Occidente gracias a las órdenes religiosas, que imponen en sus monasterios las mismas soluciones técnicas, así como la aplicación de la liturgia romana en toda la Cristiandad que acaba con las particularidades de cada lugar, y al establecimiento de cauces de intercambio a través de los caminos de peregrinación que se abren para venerar las reliquias de los santos. San Martín de Fromistra, en Palencia, es un ejemplo de ello.
Hacia mediados del siglo XII, se produce el románico tardío, que coincide en el tiempo con la expansión cisterciense y las primeras experiencias góticas.
La iglesia románica
La planta tiende a ser de cruz latina, con cabecera semicircular, aunque hay algunas iglesias de planta centralizada, ligadas a ámbitos funerarios, como Santa María de Euinate, en Navarra, de finales del siglo XII. La nave del transepto acentúa la separación entre el espacio de los fieles y el espacio sagrado del presbiterio. Esta disposición traduce la sencillez de un estilo donde los espacios se generan por adicción. En ella se reconocen todos los elementos estructurales que se desarrollan en el alzado, lo que suponen una nítida distinción de los volúmenes que configuran externamente el edificio. La escultura y la pintura que constituyen parte inseparable del edificio, contribuyen a ofrecer una imagen más dinámica. En el exterior, un elemento importante es la torre o campanario, a veces aislado, como en Pisa, pero siempre destacado, como en las pequeñas iglesias de los Pirineos, decorados con arquillos ciegos de influencia lombarda, o en las proporcionadas iglesias castellanas, como San Esteban en Segovia.
Muros El muro de las iglesias románicas es grueso, a veces reforzado por contrafuertes, en el se abren vanos pequeños, pero siempre está articulado, es decir, obedece a una lógica constructiva, donde todos los elementos se encadenan: vanos, líneas de imposta, columnas, remates. Las puertas y ventanas se abocinan y reciben esculturas en las arquivoltas que apoyan sobre columnas. La cornisa puede llevar elementos clásicos y puede llevar canecillos decorados. Los empujes se distribuyen a través de las columnas, que pueden ser exentas, adosadas o semicolumnas formando un núcleo en torno a un pilar más o menos complejo. Conserva las mismas partes que la columna corintia del mundo romano, aunque las proporciones son distintas y el capitel suele ser historiado.
Las cubiertas. En las cubiertas se utiliza la bóveda de cañón, a menudo reforzada con arcos fajones, en especial en la nave central, la bóveda de arista, sobre todo en las naves laterales, y la media naranja o de horno. En el crucero suelen levantarse cúpulas, sobre pechinas o trompas.
El pórtico de la iglesia románica. La abundante decoración escultórica externa de la iglesia románica revela la necesidad de hacer visible el mensaje religioso, como una forma de adoctrinamiento, especialmente en la portada, que se abre como un gran espectáculo místico o sobre la plaza, invitando al fiel a acercarse a Dios.
Las arquivoltas aparecen, al principio, solo molduradas, pero, en un segundo momento, las dovelas que las forman llevan esculturas de personas o animales fantásticos. El tímpano se decora con un relieve, donde se resume el mensaje teológico principal. La decoración se extiende por los capiteles, canecillos, metopas y cornisas, con un sentido parlante.
Los programas iconográficos, en principio, eran ideados por expertos teólogos, aunque terminaran por repetirse figuras y motivos al margen del sentido inicial, habían de ser ‘leídos’ para comprender los contenidos que encerraban. A través de ellos se enseña el dogma, se combate la herejía y se fomentan idearios orales y espirituales. Junto a los sermones, contribuían a formar la cultura de los iletrados.
Un tipo especial, las iglesias de peregrinación.
Aunque se ha exagerado la importancia de las peregrinaciones para explicar afinidades culturales, es cierto que los movimientos migratorios, ya fuera por razones religiosas, comerciales o por expansión militar, produjeron un importante flujo de viajeros e intercambios artísticos. Por eso las iglesias son hitos monumentales que el caminante tiende a percibir como emblemas de un mismo poder extendido por los territorios que recorre. Suele hablarse de un tipo de ‘iglesias de peregrinación’. Entre ellas destacan iglesias como las San Saturinino, en Toulouse, o, sobre todo, la de Santiago de Compostela, última etapa de un camino muy recorrido.
La iglesia de peregrinación es un edificio típico del románico pleno, aunque su forma no se deba solo a la existencia de aquel. Está caracterizada por tener tres o cinco naves, la central cubierta con bóveda de cañón y las laterales con bóveda de arista y, sobre ellas, una tribuna, el transepto es de estructura similar y la cabecera está provista de girola y capillas radiales para la veneración de las reliquias o celebración de oficios, las fachadas son torreadas y con portadas monumentales.
Ámbitos europeos
El románico francés
La región francesa de Borgoña es una zona muy importante para el románico, impulsado por Cluny. Las iglesias son grandes y bien iluminadas, con muros muy articulados y rica decoración. En Provenza, por ejemplo, en San Trofimo de Arles, se detectan influencias clásicas. En Auvenia, con Santa Fe de Conques y en el Languedoc, con San Sernin de Toulouse, se sigue el modelo de peregrinación.
El románico italiano. En la península itálica hay diferencias notables según las zonas geográficas. En Lombardía tiene bóvedas bajas y arquillos ciegos llamados arcos lombardos que adornan las fachadas, como San Ambrosio de Milán, en Emilia Romagna y en Toscana se reconocen modelos clásicos en las catedrales de Módena, Parma y Pisa, en el sur y en Sicilia se mezclan influencias diversas, bizantinas, normandas y árabes, que dan como resultado unas construcciones muy peculiares, decoradas con mosaicos, como en la catedral de Monreale.
El románico español. En la península Ibérica hay un temprano desarrollo en Cataluña. En Aragón se empieza hacia el año 1080 la catedral de Jaca, el monumento más importante. Como en Navarra, el Camino de Santiago actúa como difusor de influencias que se perciben en iglesias como la de Sangüesa. En los reinos de Castilla y León se difunde gradualmente a ambos lados del Camino de Compostela, cuya catedral es una obra cumbre del estilo.