El Coliseo
El exterior de esta obra arquitectónica nos presenta cuatro cuerpos bien diferenciados: en los tres primeros se abren arcadas y en el último, unas pequeñas ventanas. Como elementos sustentantes, en los tres primeros cuerpos, vemos los muros en los que se abren huecos con arcos de medio punto y, entre los arcos, semicolumnas adosadas de estilo dórico-toscano en el primero, jónico en el segundo y corintio en el tercero. El último cuerpo, más macizo, presenta pilastras. La separación de cada cuerpo se hace por medio de entablamentos y cornisas. El material de construcción es la piedra (travertino), dispuesta en sillares, el hormigón y el ladrillo. En los tres primeros cuerpos predomina el vano sobre el macizo, en la que parece infinita sucesión de arcos. La planta helicoidal, junto a las arcadas, le da una sensación dinámica al conjunto, que sólo queda amortiguada por la horizontalidad de los entablamentos de cada cuerpo, que equilibran la obra. Los huecos, junto a las columnas y otros elementos que sobresalen en la fachada, producen un importante juego de luces y sombras, que le dan gran plasticidad. El edificio, tal y como lo vemos hoy en día, es monocromo.
Inconfundiblemente, el edificio es el Coliseo de Roma, obra iniciada por el emperador Vespasiano en el 77 d. C., en plena época imperial, e inaugurado por su hijo Tito en el 80 d. C. Su autor es desconocido. Seguramente tomó su nombre de una escultura de casi 20 m. de altura de Nerón que estaba en un lugar próximo. Su construcción fue necesaria por el incendio provocado por este último emperador, que hizo desaparecer el antiguo anfiteatro. El Coliseo es una de las mejores muestras del gusto de los ciudadanos romanos por la diversión, destacando la construcción de teatros, anfiteatros, circos y termas. Aquí tenían lugar las luchas de gladiadores e incluso batallas navales. El edificio llegó a tener un aforo de 50.000 espectadores, después de que se le añadió el último cuerpo, sobre el que se colocaban grandes mástiles para instalar toldos que daban sombra a los espectadores. En el interior, la “Cávea” o graderío tenía tres pisos comunicados entre sí, con corredores que se cubrían con bóvedas de arista o de cañón. Bajo la arena había una complicada estructura de pasillos donde se guardaban objetos, máquinas, jaulas, armas, etc. La arena se colocaba sobre una estructura de madera. Para dar una mayor riqueza decorativa al edificio, el exterior estaba recubierto por placas de mármol y, en las arcadas de los pisos segundo y tercero, se colocaron esculturas.
Arquitectura romana: características y ejemplos
Roma hereda de Grecia los principios de su arquitectura, pero añadiendo su espíritu práctico. En la arquitectura romana se funden los sistemas arquitrabados griegos con las soluciones en arco y bóveda. A diferencia de Grecia, es más importante el espacio interno que el exterior, la captación y modelación de ese espacio. Es una arquitectura fundamentalmente civil y funcional que se manifiesta tanto en la arquitectura como en la ingeniería de obras públicas: carreteras, acueductos (Segovia), puentes (Pont du Gard, en Nimes), baños públicos (termas, como las de Caracalla en Roma), teatros (Mérida), anfiteatros (como el que estamos comentando), circos, etc. En la época imperial (27 a.C. al 476 d.C.) se desarrollará también una arquitectura conmemorativa, simbólica y monumental, que representa el poder imperial: foros imperiales, arcos de triunfo (Tito o Constantino, en Roma), columnas conmemorativas (columna de Trajano, también en Roma), mausoleos…
El carácter práctico de los romanos se reflejó no sólo en el desarrollo de la arquitectura como arte más utilitario, sino que también se refleja en el planeamiento de las ciudades nuevas, donde se va a adoptar un sistema de cuadrícula cuyo origen se encuentra en la estructura de sus campamentos militares (castrum). Su planificación es, pues, racional, distribuye el espacio de una manera funcional, de tal manera que sus habitantes pueden orientarse y desplazarse con facilidad por sus calles. La ciudad queda estructurada en torno a dos grandes ejes: la vía decumana (eje Este-Oeste) y el cardo (eje Norte-Sur). En el cruce de ambos ejes se situaban los edificios públicos más representativos: el foro o gran plaza central, centro de reunión y recreo y, alrededor, los templos y la basílica, el teatro, etc.
En los templos será donde más se vea la influencia de la arquitectura griega, aunque ya no ocupan el lugar preeminente de Grecia. Introdujeron algunas modificaciones: suelen ser tetrástilos, pseudoperípteros (columnas adosadas a los muros laterales de la cella), sobre pódium y con acceso por escalinata única que pone énfasis en la fachada principal. Sólo hay pórtico en la entrada. Una construcción original son los templos circulares cerrados con cúpula, como el Panteón de Roma, todo él realizado en cemento, que combina un pórtico a la griega y una estructura circular cubierta con una cúpula de grandes dimensiones.
Elementos importantes de su arquitectura son el arco de medio punto, utilizado en puentes y acueductos, también fue muy usado en las puertas y ventanas de los edificios. La bóveda, ejecutando grandes espacios abovedados, usando la bóveda de medio cañón, la bóveda de arista y la cúpula. El hormigón, sobre todo para la construcción de estas formas abovedadas. Este material, una vez seco, se convertía en algo tan duro como la piedra. El aspecto poco noble del material se ocultaba al ser revestido con mármol, mosaicos, pinturas al fresco, etc. Y el uso de los órdenes griegos, además de crear el orden toscano, que frecuentemente sustituye al dórico (sobre basa, con fuste liso y sin éntasis), y surge el orden compuesto, donde combinan los capiteles jónico y corintio.
Como ya indicamos, los antecedentes de la arquitectura romana están en la arquitectura griega, no en vano la estructura del anfiteatro podemos decir que viene de la unión de dos teatros, cuya estructura original la encontramos ya en Grecia, aunque aquí no eran edificios exentos, sino pegados a las laderas de un terreno, aprovechando su desnivel para hacer su graderío. Los consecuentes de la arquitectura romana los podemos encontrar en Occidente hasta nuestros días: desde el Románico, como su propio nombre indica, hasta el Renacimiento, el Barroco, el Neoclasicismo, etc.
Sociedad romana: economía y cultura
La época imperial fue el periodo de mayor esplendor de la civilización romana, cuando llegó a la máxima expansión territorial alrededor del Mediterráneo o “Mare Nostrum”. La sociedad romana tenía, más que la griega, un sistema de producción esclavista, basada sobre todo en prisioneros de guerra. Del gran número de esclavos obtenían los romanos su gran producción agrícola, artesanal, comercial y también la producción de las grandes obras de arquitectura e ingeniería ya citadas. Sin este sistema sería impensable la construcción de estas grandes y numerosas obras. Los que disfrutaban de ellas eran los ciudadanos romanos, que se dividían en dos grupos: los patricios, que eran la clase dominante, y los plebeyos, que no tenían todos los derechos y privilegios. El comercio, al igual que los griegos, también fue principal actividad económica, junto a la continua conquista de territorios, que aportaban no sólo las tierras, sino también los necesarios esclavos.
Por otra parte, el Coliseo fue escenario del martirio de los primeros cristianos, en los inicios de una religión que terminaría por convertirse, años más tarde, en la religión del imperio con Constantino. Emperadores y patricios no tenían remilgo alguno en disponer de vidas de esclavos y prisioneros, en muchas ocasiones en condiciones atroces, para entretener a los ciudadanos.
Roma había comenzado siendo una Ciudad-Estado situada en el centro del Mediterráneo para luego construir un vasto imperio que va a asumir la cultura griega: su estética, su pensamiento, su lógica y raciocinio. Roma fue fundada por los latinos en el 753 a.C. y se siente cautivada por el refinamiento y la belleza griega. Cuando conquista Grecia a partir del siglo II a. C., cargamentos enteros de escultura y de elementos arquitectónicos griegos se trasladan a Roma; con ellos llegan también artistas que pronto tendrán una poderosa clientela. Gracias a las copias que realizan estos artistas, conocemos mejor la escultura griega. Como hemos visto, el arte romano puede considerarse un continuador del griego, pero con una personalidad propia, que viene dada principalmente por su carácter práctico y utilitario, que se reflejó sobre todo en la arquitectura.
El David de Miguel Ángel
Nos encontramos ante una escultura individual y exenta, de bulto redondo. Está esculpida en mármol de Carrara. La obra es estrecha y de considerable altura, ya que sus dimensiones son de 4,34 metros, con un peso de 5,5 toneladas.
La escultura está concebida para ser observada desde múltiples puntos de vista, aunque domina el frontal, ya que el escultor recibe el encargo de tallar un bloque de mármol (ya devastado) alto y plano que llevaba cuarenta años abandonado en el patio de la catedral florentina. Observamos movimiento en la actitud del personaje, que parece estar a la espera de que ocurra un acontecimiento. La composición es cerrada, tendente al movimiento centrípeto (hacia el centro), con líneas de fuerza que vuelven hacia el bloque de mármol, como se muestra en ambos brazos mantenidos cerca del cuerpo. Es una estatua colosal que representa al David como un joven desnudo, musculoso y atlético, con la mirada penetrante y fija en busca de su enemigo Goliat, al que va a enfrentarse con sus armas sencillas: una honda, que le cruza sobre su espalda, y una piedra, elementos que sostiene con ambas manos. Observamos cierta sobredimensión en las proporciones de la cabeza y las manos robustas, que las hacen más poderosas. El cuerpo desnudo se nos muestra en tensión, del que emana una fuerza contenida, la “terribilitá”. La figura es realista, destacando su estudio anatómico que nos lleva a la búsqueda de la belleza del desnudo clásico. Destaca su cabello, musculatura, tendones y venas con exquisito detalle, sacándole el artista partido al estrecho bloque de mármol, que casi tiene tratamiento de relieve, huyendo de la visión frontal al mostrarnos al personaje con un giro de cabeza que nos invita a rodear la figura. Por último, intuimos un claro contraposto clásico que rompe la rigidez de la pieza al apoyarse más en su pierna derecha (que se fija a un pequeño tronco de árbol que ayuda a su sustentación) y manteniendo la otra pierna en flexión.
Contexto artístico e histórico de El David
La obra pertenece al arte del Renacimiento y, más concretamente, a su segundo período, el Cinquecento. Fue ejecutada en el siglo XVI, entre los años 1501 y 1504. Los escultores de este momento buscaban el clasicismo y la monumentalidad; el antropocentrismo estaba presente, intentando mostrar la belleza del cuerpo humano a través del desnudo.
El Renacimiento surge en Italia entre los siglos XV y XVI por la coincidencia de varios factores:
- Un gran crecimiento económico basado en la industria y el comercio, apareciendo una aristocracia mercantil culta.
- Italia no era un estado unificado, pues sus territorios eran ciudades-estado independientes, parecidas a las del mundo antiguo, donde la vida urbana era muy importante.
- La península italiana siempre estuvo marcada por el sello de Roma y sus tradiciones artísticas, manteniendo viva la llama del pasado que ahora se pretende recuperar y superar.
Intelectuales italianos como Petrarca, Dante o Boccaccio tienen un papel primordial en la aparición del Renacimiento. No les interesa la Edad Media, monopolizada por la figura de Dios (teocentrismo), donde el hombre quedaba eclipsado por la religión; de esta manera, estos pensadores vuelven la mirada hacia el mundo clásico: Grecia y Roma. El Renacimiento considera que en la Antigüedad eran aspectos básicos el ser humano y la búsqueda racional de la verdad. Por todo ello, el hombre se coloca como centro de la creación (antropocentrismo), sustituyendo al Dios medieval. La razón se opone a la fe. Copérnico descubre que la Tierra no era el centro del universo, sino que gira alrededor del Sol. También hay avances en el campo de la navegación, descubriéndose nuevos territorios. Se inicia un nuevo método de estudio y análisis de la realidad, basado en la observación, formulación de una ley y su comprobación. Por lo que respecta a la anatomía, se experimenta un gran desarrollo que se refleja en las obras artísticas. Además, todos los conocimientos se difunden rápidamente, y a bajo costo, gracias a la invención de la imprenta. Las obras de arte dejan de ser patrimonio exclusivo de la monarquía o de la Iglesia, ya que aparecen nobles y burgueses que actúan como mecenas, al igual que los papas, promoviendo y patrocinando a los artistas y sus obras. Conviene recordar que todos los estudios efectuados en el Renacimiento son recogidos en tratados, cuyos textos hacen referencia a la arquitectura, escultura o pintura. Por primera vez, la obra de arte se analiza desde el punto de vista del espectador; los humanistas discutían sobre la belleza y la cosa bella, naciendo la crítica de arte.
Arquitectura, escultura y pintura renacentistas
En cuanto a la arquitectura renacentista, diremos que muchos elementos constructivos se recuperan del mundo clásico: arcos de medio punto, columnas y pilastras rematadas con los órdenes clásicos, cúpulas, bóvedas de cañón decoradas con casetones… Se aplica rigurosamente la geometría y la matemática, con el fin de conseguir la perfección del ideal clásico, tal y como observamos en las villas y palacios urbanos o en las iglesias.
Referente a la escultura del Renacimiento, diremos que ésta se independiza de la arquitectura, deja de ser un simple elemento decorativo para cobrar vida propia. Busca la belleza y el equilibrio, teniendo al desnudo como uno de sus temas más recurrentes, ya que exalta al ser humano como centro de la Creación. En cuanto a los materiales, destacan el mármol y el bronce. El relieve merece especial mención, pues están muy trabajados e introducen la perspectiva en sus composiciones.
Por lo que respecta a la pintura renacentista, resaltamos el desarrollo de la técnica del fresco y del óleo, teniendo este último el lienzo como soporte básico. La temática es religiosa o profana, predominando temas mitológicos, alegóricos o históricos. El retrato adquiere gran importancia. Pero el logro principal de la pintura renacentista es el uso de la perspectiva, al conseguir representar en un plano la tercera dimensión o profundidad, logrado con la perspectiva lineal (líneas que confluyen en un punto de fuga) o aérea (que difumina los contornos que están más alejados). Las figuras se enmarcan en fondos de naturaleza o arquitectura, llamando la atención los acusados escorzos.
Análisis de El David
La función de la obra que estamos comentando es decorativa, aunque también se convierte en símbolo político de la ciudad de Florencia. En cuanto al significado, diremos que nos encontramos ante el triunfo del Neoplatonismo, es decir, la fusión de lo cristiano (el tema) y lo pagano (la representación a la manera de la Antigüedad). La obra muestra el triunfo de la condición humana renacentista como expresión del valor del hombre en la nueva sociedad, de la belleza, de su anatomía y de los sentimientos nobles.
Los antecedentes quedan patentes en la estatuaria griega y romana, así como en otras esculturas renacentistas, como el propio David de Donatello. Los consecuentes se reflejan en obras posteriores pertenecientes al Manierismo, Barroco, Neoclasicismo e incluso anticipó el Expresionismo contemporáneo del siglo XX, quedando patente en la “Piedad Rondanini” de 1564.
La obra se encuentra actualmente en la Galería de la Academia, de Florencia, aunque su emplazamiento original se hizo para un espacio público, la Plaza de la Signoría, de dicha ciudad, como símbolo cívico-patriótico de la República Florentina, donde en la actualidad se emplaza una copia moderna de El David. Recordemos que estamos en el contexto histórico en que los Médicis (gobernantes, mecenas y banqueros) están, momentáneamente, exiliados de Florencia, siendo sustituidos por el gobierno republicano de los ciudadanos. En el Cinquecento, siglo XVI, la ciudad de Roma toma el relevo de Florencia como principal foco artístico; el Renacimiento se va extendiendo por toda Europa occidental y se regionaliza. El artista deja de ser un simple artesano para convertirse en un intelectual. La escultura es “El David” y el artífice de la misma fue Miguel Ángel Buonarroti (1475-1564). Era un auténtico “homo universale” renacentista, al destacar como arquitecto, escultor y pintor. Se consideraba un perfeccionista que nunca estaba enteramente satisfecho con su trabajo, lo que le hacía estar siempre de mal humor y en tensión; dicha personalidad se reflejaba en los rostros de sus esculturas, su famosa “terribilitá”. Realiza la talla con 26 años, por tanto, estamos ante una obra de juventud. Miguel Ángel estudió el pasado clásico, impactándole los restos arqueológicos, fruto de su estancia en Roma, influencia que se reflejará en toda su obra.
A fines del Renacimiento, Alto Renacimiento, los ideales clásicos se hicieron insuficientes, hasta resultaban monótonos, se necesitaban nuevos retos artísticos y Miguel Ángel trató de romper dichos moldes de armonía, equilibrio, belleza serena o edificios perfectos y simétricos. El artista huyó de estos principios, aunque bebiera de sus fuentes, y perseguiría la belleza más allá de las formas, le interesaba su fuerza interior. Por tanto, su lenguaje es más manierista que clásico. Hace unos años, en 2004, con motivo de la celebración de su 500 aniversario, la obra fue sometida a una profunda limpieza y restauración debido al deterioro que presentaba.
Catedral de Santiago de Compostela
Descripción arquitectónica
La planta es de cruz latina, con gran proporción y armonía. Un nartex antecede a las tres naves longitudinales; la central es doble de ancha que las laterales, cortadas por el transepto, que, a su vez, se divide en otras tres naves, con dos absidiolos en cada brazo de la cruz y, en ellos, dos portadas, y, sobre el crucero, una cúpula. Las naves laterales se prolongan en la cabecera del templo, dando lugar a la girola, donde existen cinco capillas radiales.
La bóveda de la nave central es de cañón y las bóvedas de las naves laterales son de aristas. Como elementos sustentantes, destacan los pilares compuestos, los muros macizos y los grandes contrafuertes. La portada principal queda enmarcada en dos torres de base cuadrada.
En el alzado se distinguen dos alturas o plantas:
- La primera planta corresponde a la nave lateral, cubierta por una bóveda de aristas.
- En la segunda planta se aprecia una tribuna, elevada sobre una gran arcada de medio punto que separa la nave central de la lateral, sustentada sobre pilares con columnas adosadas. Destacan las columnas que se prolongan por ambas plantas e inician los arcos fajones, que sostienen la bóveda de cañón de la nave central.
La tribuna recorre el templo, permitiendo una mayor capacidad de acogida de personas, que pueden asomarse a la nave central y seguir los oficios religiosos a través de los grandes vanos de medio punto, divididos, a su vez, por dos columnas pareadas.
Otros aspectos importantes a considerar: los sillares de piedra como material empleado en la construcción; la oscuridad del edificio, a pesar de su grandiosidad, debida ésta a las técnicas constructivas empleadas, las ventanas son estrechas y no dejan pasar suficientemente la luz.
- Elementos sustentantes: Los muros son de piedra y gruesos, reforzados en el exterior por contrafuertes. El peso de las bóvedas de piedra obliga a utilizar pilares reforzados con columnillas adosadas.
- Cubiertas: bóvedas de cañón en la nave central y de arista en las laterales. La girola está cubierta por bóvedas de aristas que se adaptan a su forma semicircular.
- Sistema de soportes: la bóveda de cañón de la nave central, reforzada por arcos fajones, descarga su peso en los pilares y en la media bóveda de cañón que cubre la tribuna y que lleva el empuje hacia los muros exteriores. Las naves laterales, a su vez, llevan parte del peso de la nave central hacia los muros exteriores, reforzados con contrafuertes. Todo el edificio está reforzado por profundos cimientos y unos muros de piedra gruesos y recios.
- Iluminación escasa: el peso de las bóvedas de piedra no permite abrir muchos vanos. Hay un predominio del muro sobre el vano, que se refleja en un dominio de la penumbra en el interior del edificio.
Lenguaje estilístico
La catedral, por todo lo anteriormente descrito, se encuadra en el estilo románico y, por sus dimensiones, se adscribe a las iglesias de peregrinación. Esta expresión artística es eminentemente religiosa, rural y ligada a los monasterios, salvo el tipo de iglesia de peregrinación, que se puede encontrar en lugares o ciudades determinadas. Sus características son:
- La planta de cruz latina, tres naves en sentido longitudinal, cortadas cerca de la cabecera por otra u otras naves transversales, el transepto, que forman los brazos de la cruz. El lugar donde se cruzan las naves es el crucero, lugar donde se suele colocar una cúpula o un cimborrio.
- El ábside, en la cabecera, es de forma semicircular; en las grandes iglesias suele presentar un deambulatorio o girola.
- Las cubiertas románicas son abovedadas, utilizándose el arco de medio punto, que dará lugar a la bóveda de cañón. Además, el cruce de dos bóvedas de cañón dará lugar a la bóveda de aristas y, para cerrar el espacio del crucero, se recurrirá a las trompas o las pechinas, que soportarán el peso de la cúpula o del cimborrio.
- Los soportes son diversos: en el exterior, los contrafuertes, macizos pilares que apuntalan los muros gruesos que han de cargar las enormes presiones de las cubiertas; en el interior, los pilares compuestos, a los que se adosan columnas, algunas de ellas recogen los arcos fajones que refuerzan el peso de la bóveda.
- Los interiores son oscuros debido a los estrechos y escasos vanos, ya que el muro no se puede abrir porque se debilitaría. Los maestros arquitectos idearon un sistema de ventanas abocinadas, que se abren de forma oblicua hacia el interior, mientras que, vistas desde el exterior, son estrechísimas, convirtiéndose en saeteras.
- Las portadas reúnen el máximo interés decorativo y se encuentran representados los dogmas cristianos.
Cronología
El románico, en su apogeo, se encuentra entre los siglos XI y XII; para muchos historiadores, está considerado el primer estilo europeo, ya que hay más elementos comunes que divergentes. Sin embargo, no hay que obviar las diferencias regionales europeas, con sus particularidades.
Función y significado
El templo tenía la función de congregar a una inmensa multitud de fieles que llegaban desde toda Europa para rezar ante la tumba del Apóstol Santiago. El templo tiene, como todos los medievales, una simbología. Ejemplo: la orientación de la construcción: la cabecera está orientada hacia Oriente y representa el nacimiento de la luz divina; la fachada principal, orientada al Occidente, representa el ocaso; el crucero es el tránsito de la vida; la fachada norte representa el frío y lo oculto; la fachada sur, la calidez y el optimismo. Otro ejemplo es su carácter didáctico y la disposición de los personajes: ante una sociedad supersticiosa y analfabeta, las imágenes en las portadas, capiteles y pinturas murales instruían a los fieles.
Antecedentes y consecuentes
Los antecedentes históricos de la catedral se localizan en el siglo IX, cuando el rey asturiano Alfonso II el Casto mandó construir una basílica sobre los restos olvidados de una tumba romana, descubierta siglos antes, de la que se decía que guardaba los restos del Apóstol Santiago. La basílica sirvió para unir los territorios del rey ganados a los musulmanes, y Santiago se convirtió en lugar de peregrinación de los europeos. No obstante, la basílica fue destruida por Almanzor, por lo que fue construida de nuevo bajo el impulso de los obispos Diego Peláez (s. XI) y Diego Gelmírez (s. XII). Los antecedentes estilísticos se encuentran en los monasterios, abadías y basílicas construidas en estilo románico por los monjes de Cluny, quienes lo difundieron a través del Camino de Santiago. Se han encontrado similitudes entre las iglesias de peregrinación francesas y Santiago, no solo en las plantas, sino también en las portadas. Así, se le relaciona con San Martín de Tours y Saint-Sernin de Toulouse. La catedral es uno de los mejores ejemplos del románico europeo.
Contexto histórico y localización
La obra se encuentra en la ciudad de Santiago de Compostela, provincia de A Coruña, en Galicia. Como se ha dicho anteriormente, la catedral es el fin del Camino de peregrinación más importante de Europa, que supuso no solo la reafirmación de la fe cristiana, sino también la difusión de ideas, noticias, cultura y relaciones comerciales.
En España, el Camino de Santiago afianzó la Reconquista en el norte y el desarrollo económico, por lo que fue apoyado por los reyes, que vieron en la figura de Santiago Matamoros un aliado.
Identificación de la obra y autoría
El nombre del templo, aunque se ha ido nombrando durante el análisis, es la Catedral de Santiago de Compostela.
Se han encontrado referencias a algunos maestros constructores franceses de nombres Bernardo y Roberto, y a discípulos de estos: el maestro Esteban y Bernardo el Joven, sin olvidar al maestro Mateo, a quien se le ha atribuido la realización del Pórtico de la Gloria.