Catedral de Santiago de Compostela: Arte Románico y Peregrinación

Catedral de Santiago de Compostela: Un Ícono del Arte Románico y la Peregrinación

Nos encontramos ante una catedral cumbre del arte románico: la Catedral de Santiago de Compostela, situada en Santiago de Compostela, en La Coruña, Galicia. Esta catedral tiene una función religiosa y es una Iglesia de Peregrinación. El autor de esta obra es desconocido, aunque se sabe que fue encargada por los obispos Diego Peláez y Diego Gelmírez. Posteriormente, se le añadió el Pórtico de la Gloria, obra del maestro Mateo en la segunda mitad del siglo XII.

Esta catedral es el destino final del Camino de Santiago, un acto propio de la religión cristiana cuyo fin es llegar a Santiago tras días de caminata para obtener la absolución de los pecados.

Análisis Arquitectónico

Forma

La catedral es de estilo románico, siguiendo el modelo típico de iglesia de peregrinación, con planta de cruz latina de tres naves y cabecera con girola y absidiolos. La longitud del edificio es de 97 metros.

Material

Obra arquitectónica realizada en sillares de granito.

Descripción General

El edificio, una de las mayores construcciones del estilo románico, presenta a sus pies un nártex, en el que se sitúa el Pórtico de la Gloria. En la construcción primitiva, se situaban a cada lado sendas torres de planta cuadrada. El interior del templo se divide en tres naves longitudinales.

  • La nave central posee un ancho de 10 metros y alcanza una altura de 22, cubriéndose con bóveda de cañón.
  • Las naves laterales, de menor altura y unos 5 metros de anchura, lo hacen con bóvedas de aristas.
  • Sobre dichas naves laterales se alza la tribuna que asoma a la nave central mediante arcos geminados y se prolonga por el transepto. Sus vanos exteriores, abocinados, proporcionan iluminación a la parte superior de la nave central, lo que contrasta con la mayor penumbra de la zona inferior.

Elementos Sustentantes

Las bóvedas se sostienen mediante pilares compuestos. Las columnas interiores se prolongan hasta el arranque del arco fajón. El peso también recae en los muros, y las naves laterales trasladan el peso a los contrafuertes exteriores. Predomina el muro sobre el vano. El interior invita al recogimiento, acentuado por la escasa iluminación.

El transepto se organiza también en tres naves, en cuyos extremos se abren portadas al exterior. Por otra parte, en uno de sus lados mayores, este transepto presenta cuatro absidiolos, dispuestos dos a cada lado de la cabecera. Sobre el crucero se alza un cimborrio. En todo este enorme transepto se alzan también tribunas sobre las naves laterales.

La cabecera de la catedral es de amplias dimensiones y dispone de una girola con cinco capillas radiales en los absidiolos. De ellas, la central presenta al interior forma absidiada, mientras que el exterior se cierra con testero plano.

Espacio Interior y Significado

Todo el espacio interior del templo está organizado de manera que los fieles (tras concluir aquí su peregrinación hasta la tumba del apóstol Santiago) pudiesen acceder a la catedral por la portada de los pies y recorrerla hasta llegar a la girola, en cuyo espacio central se encuentra el sepulcro del citado apóstol. Todo este camino interior del edificio permite que puedan desarrollarse sin interferencias las ceremonias religiosas.

Comentario e Importancia Histórica

La Catedral de Santiago de Compostela es uno de los mejores ejemplos de iglesia de peregrinación construida durante el Románico. Esta obra resume perfectamente las ideas de este estilo, que nació en Francia y se difundió por Europa a través de los caminos de peregrinación, cruzadas y monasterios. Un estilo al servicio de la religión, los privilegiados y el feudalismo.

La Catedral de Santiago simboliza la importancia de la ciudad y de la sede obispal en la que se encuentra situado el sepulcro de uno de los doce apóstoles. En este sentido, la propia planta de la iglesia es imagen de la cruz de Cristo, quien murió para la salvación del mundo.

Pero, por otro lado, la construcción simboliza el poder que van adquiriendo los reinos cristianos del Norte frente al mundo musulmán, Al-Ándalus, que dominaba la mayor parte de la Península.

El sepulcro del apóstol Santiago fue redescubierto hacia el año 829. El hecho de ser la única tumba conservada de uno de los doce discípulos de Jesús (junto con la de San Pedro, en Roma), convirtió a la antigua Iria Flavia en el centro de un movimiento de peregrinaciones que alcanzó a toda la cristiandad europea. Surgió así el Camino de Santiago, una ruta de peregrinación que acababa precisamente aquí su recorrido. Los distintos ramales de esta vía se unían tras cruzar los Pirineos, para recorrer a continuación todo el norte peninsular y concluir en Compostela. De esta manera, el camino facilitó los intercambios culturales entre las distintas zonas del continente y llevó más allá de las fronteras de la península la fama de una ciudad y de una monarquía (la astur-leonesa) que impulsó la devoción a las reliquias del apóstol. Sucedía todo ello en una Europa ruralizada y feudal, pero que lentamente se iría abriendo al desarrollo de las ciudades, del comercio y de las actividades burguesas, siempre bajo la atenta mirada de la Iglesia cristiana como controladora única de las conciencias. Hoy, a Santiago de Compostela siguen acudiendo miles de peregrinos todos los años. Es uno de los centros artísticos y culturales españoles con más repercusión exterior.