Diego Velázquez: Etapas Artísticas y Obras Maestras

PRIMERA ETAPA MADRILEÑA (1623-1629)

En 1622, Velázquez realiza su primer viaje a Madrid, donde estudia las colecciones de pintura reales. A partir de entonces, las influencias de los grandes pintores europeos y españoles son claramente apreciables en sus obras. En 1623, decide establecerse en Madrid como retratista. En esta etapa, el retrato será su ocupación principal, pero también cultivó los cuadros históricos y mitológicos.

Características

  • Los tonos madera dejan paso a tonalidades rosadas y blanquecinas.
  • Los retratos de esta época siguen la tradición de Tiziano y Moro, en calidad de retrato aristocrático y detallista, con la particularidad de que la figura se destaca sobre el fondo y aparece prácticamente aislada en el lienzo.
  • Realizó varios retratos del Conde Duque de Olivares, de Felipe IV y uno del Infante Don Carlos (retratos de la “época gris”).

En 1627, comienza a trabajar en cuadros de tema histórico y mitológico, entre los que destaca Los borrachos o El triunfo de Baco. Se dice que el tema es influencia de Rubens, que estuvo en Madrid en 1628. Lo interesante de la obra es el contraste entre el tema mitológico y el tratamiento vulgar de la escena. En ella, todavía muestra influencias naturalistas: delante de los personajes, cuyos tipos son claramente populares, destaca el pequeño bodegón de primer plano, y en el fondo, un paisaje claramente castellano.

PRIMER VIAJE A ITALIA (1629-1630)

Se cree que fue Rubens quien aconsejó a Velázquez que se marchara a Italia para adquirir nuevos conocimientos.

Características

  • En Italia, su paleta se transforma, desapareciendo los tonos oscuros.
  • Su pincelada adquiere una mayor fluidez.
  • Los temas se amplían, interesándose por los desnudos y los paisajes.
  • Es a partir de este momento cuando desarrolla la capacidad de pintar el aire haciendo uso de la perspectiva aérea.

En Italia pintó un tema mitológico, La fragua de Vulcano, donde destaca la figura de Apolo, un tipo clásico e idealizado, enfrentado a un grupo de herreros de inspiración popular, iluminados por un trozo de metal incandescente y las llamas de la chimenea. También realizó en ese país varios retratos, entre ellos el de la hermana de Felipe IV, María de Hungría, de quien el rey quería conservar un recuerdo.

SEGUNDA ETAPA MADRILEÑA (1631-1649)

La segunda etapa madrileña se subdivide en tres periodos:

1631-1635

Al regresar a Madrid, pintó cuadros religiosos, retratos y un tema histórico. Las tentaciones de Santo Tomás de Aquino es un cuadro de colores muy claros y vivos, en el que el santo está representado una vez ha pasado la tentación y la pecadora aparece huyendo por el fondo del cuadro. Su Cristo crucificado es un cuadro sereno de una figura apolínea con escasas gotas de sangre y poco sufrimiento; el dramatismo se recoge en la cabeza caída coronada de espinas, ayudado por una luz procedente del ángulo superior izquierdo que ilumina el cuerpo pálido de Cristo. Los retratos aparecen iluminados con una luz plateada, con la que se aprecia la influencia del Greco y de Veronés. Son retratos realizados para la decoración del Salón de los Reinos del Palacio del Buen Retiro, como el de Felipe III a caballo, Margarita de Austria a caballo y Príncipe Baltasar Carlos a caballo. La obra cumbre de este período es un cuadro de tipo histórico, Las lanzas o Rendición de Breda, acontecimiento que sucedió en el annus mirabilis de 1625. Es el lienzo de mayor tamaño de Velázquez, famoso desde que se pintó para el Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro. El autor convierte una escena inventada (la pintó en 1635 y no conocía el paisaje) en testimonio de la realidad. El centro de la composición es la llave; tras el vencedor, Ambrosio de Spínola, se encuentran los soldados españoles y, detrás de Justino de Nassau, los holandeses, menos numerosos y con las armas inclinadas. En la obra, hace un uso extraordinario de la perspectiva aérea.

1636-1643

Se acrecienta la fluidez de la pincelada y la investigación del paisaje. El retrato del Conde Duque de Olivares continúa la línea de los retratos reales; es el cuadro más barroco de Velázquez. También de esta época son los cuadros de cazadores, donde combina paisaje y retrato. Entre los cuadros de tipo religioso, destaca el de San Antonio y San Pablo ermitaños; en él, probablemente se inspiró en el paisaje de Joaquín Patinir, por el uso de la luz azulada.

1644-1649

En este período, el pintor se hace más impresionista. Realiza la importante serie de los bufones, verdaderos retratos psicológicos, entre ellos debemos mencionar el de Sebastián Calabazas (de la época anterior), El Niño de Vallecas y, en particular, el de Don Sebastián de Morra, obra de extraordinario colorido donde el retratado manifiesta una expresión triste y una mirada que se clava en el espectador. También de este periodo es un cuadro de tema mitológico, Marte, donde muestra una clara influencia de El Pensador de Miguel Ángel en la pose y de Rubens en el colorido. Algunos autores consideran la pintura como una representación burlesca del dios al utilizar como modelo a un bufón de palacio. Entre las obras religiosas, mencionamos La Coronación de la Virgen, donde sigue el modelo del Greco combinándolo con la naturalidad de los personajes.