El Arte Clásico: Doríforo, Panteón y Columna Trajana

Doríforo

Perteneciente a la escultura griega de la época clásica, coincidiendo con el gobierno de Pericles y el impulso de obras arquitectónicas como la reconstrucción de la Acrópolis. Su autor, Policleto, destacado broncista, se trasladó a Atenas, pero las Guerras del Peloponeso lo obligaron a regresar a Argos, donde esculpió la estatua de Hera. La obra original, en bronce, no se conserva; el Doríforo que conocemos es una copia en mármol. Esta escultura de bulto redondo representa a un joven portador de lanza, desnudo y en actitud de marcha. El cuerpo humano es el tema central. La escultura griega clásica, como se aprecia en el Doríforo, alcanza un ideal de equilibrio e idealismo, idealizando el cuerpo humano y buscando movimiento y expresividad. Se abandonan los rasgos arcaicos de rigidez y frontalidad mediante el contrapposto: la oposición armónica de las partes del cuerpo que genera movimiento. Ambos lados de la estatua, aunque distintos, son armoniosos: el derecho transmite reposo, el izquierdo, movimiento. El joven atleta se presenta sereno, casi heroico. La obra ejemplifica el canon de siete cabezas de Policleto (la cabeza es la séptima parte del cuerpo). Se observa cierta rigidez y un tratamiento anatómico algo duro y plano. El Doríforo se convirtió en modelo de la escultura clásica, influyendo en obras como el Augusto de Prima Porta y el David de Miguel Ángel.

Panteón

Emblemático templo romano, construido por Agripa para honrar a todas las divinidades. Tras varios incendios, Adriano lo reconstruyó. Los emperadores romanos usaban la arquitectura para mostrar su poder. Su construcción fue posible gracias al hormigón. A diferencia de los templos romanos rectangulares, el Panteón es circular. El pórtico de acceso tiene una escalinata y ocho columnas corintias con basas y capiteles de mármol blanco, sobre las que se apoya un entablamento con arquitrabe, friso y cornisa, coronado por un frontón triangular. El interior es un gran espacio circular cubierto por una cúpula. Esta, construida con una armazón de arcos verticales y horizontales reforzada con hormigón, se apoya en arcos de descarga que transfieren el peso a ocho pilares. La cúpula está decorada con casetones escalonados en cinco filas decrecientes hacia el oculus. En el exterior, una amplia cornisa controla el sistema de empujes. La cúpula desciende escalonadamente hacia un cilindro dividido en tres partes; las dos superiores encierran arcos de descarga en ladrillo. La técnica constructiva es admirable: ladrillo y piedra pómez para la cúpula, reforzada con anillos de ladrillo, y revestimiento de mármoles, estuco y dorado en los casetones. En el siglo VII se convirtió en iglesia (Santa María ad Martyres). En el siglo XVII, Bernini añadió dos campanarios, luego demolidos. Se conservan los mármoles interiores y las puertas de bronce. Hoy es iglesia nacional. Su perfección y monumentalidad reflejan la estabilidad y prosperidad del mandato de Adriano. La cúpula, dividida en 5 círculos de 28 casetones cada uno, simboliza el culto a las divinidades. Su maestría técnica influyó en obras como Santa Sofía y San Pedro del Vaticano.

Columna Trajana

Obra del arte romano, construida en memoria de las victorias de Trajano en Dacia, dedicada por el Senado y el pueblo romano. Formaba parte del foro de Trajano, proyectado por Apolodoro de Damasco. Hecha de mármol blanco, estuvo coronada por una estatua de Trajano, luego sustituida por una de San Pedro. La inscripción del pedestal indica su función: señalar la altura de la colina retirada para construir el foro. Cumple también funciones propagandística y funeraria. La columna tiene una base con una corona de laurel. Los relieves del pedestal muestran armas dacias y guirnaldas. Una escalera interior permitía subir al capitel. Su peculiaridad es el friso en espiral de 200 metros, con 23 vueltas y anchura creciente, que narra las guerras dacias. El friso documenta la historia dacia, las tácticas militares romanas y su arte narrativo. El fuste, quizás liso en origen, podría ser un homenaje póstumo. Los relieves, ejemplo de relieve histórico romano, se concibieron como un libro histórico. Destacan por su sentido pictórico, jugando con la lejanía, el claroscuro y la perspectiva, similar al Ara Pacis y el Arco de Tito. Inspiró otras columnas, como la de Antonino Pío y Marco Aurelio.