El Arte Gótico Flamenco
La pintura gótica flamenca, con precedente en el gótico en miniatura, se caracteriza por su minuciosidad y detallismo. La plumilla permite la perfección de los objetos en todos los planos.
Una de las principales aportaciones técnicas del gótico flamenco es el uso del aceite como aglutinante. Esta técnica, conocida como pintura al óleo sobre tabla, permite mayor precisión y la posibilidad de corregir errores, algo que no ocurre con el fresco. Otras características son:
- Pinturas de pequeño tamaño.
- Gusto por los paisajes, representados tanto en fondos como en interiores de casas, a menudo en escenas religiosas.
- Carácter simbólico con gusto por la reproducción de la vida cotidiana con gran detalle.
- Uso de la perspectiva con un punto de fuga y líneas que convergen hacia él.
- Gran reconocimiento económico y social de los artistas.
Jan van Eyck, gran retratista e iniciador de la pintura flamenca, realizó obras como El Políptico de la Adoración del Cordero Místico. En esta obra, el tema principal es la Anunciación en el interior de una casa. En la parte inferior, en un espacio abierto, se representa la adoración a Cristo, mientras que en la parte superior se muestra a Cristo entronizado con la Virgen y San Juan. También destacan obras como El Matrimonio Arnolfini o La Virgen del Canciller Rolin.
Otros artistas importantes son Roger van der Weyden, autor de El Descendimiento; el Maestro de Flémalle, con El Tríptico de la Anunciación; y Hans Memling, con La Adoración de los Magos.
La Arquitectura del Renacimiento
El Quattrocento (siglo XV)
Florencia fue el centro de producción más importante de la arquitectura renacentista del Quattrocento. Se utilizaron elementos constructivos clásicos interpretados con libertad, como arcos de medio punto, columnas y pilastras de órdenes clásicos, bóvedas de cañón, cúpulas de media naranja y plantas basilicales y centralizadas. Además, surgieron nuevas tipologías de iglesias, con fachadas a modo de arco del triunfo romano rematado en frontón, y de palacios, con tres cuerpos horizontales rematados por cornisa, almohadillado rústico en la base y superposición de órdenes clásicos.
En Florencia destaca Filippo Brunelleschi, el primer arquitecto del Renacimiento, también escultor. Realizó obras como la cúpula de Santa Maria del Fiore, la Iglesia de San Lorenzo y la de San Spirito, la Capilla Pazzi y el Palazzo Pitti. Otro autor importante es León Battista Alberti, gran teórico del Renacimiento, quien diseñó la Iglesia de San Andrés de Mantua y el Palazzo Rucellai.
El Cinquecento (siglo XVI)
En el siglo XVI, el centro de producción se trasladó a Roma. La arquitectura del Cinquecento se caracteriza por el dominio de los elementos clásicos. Destacan artistas como Donato Bramante, autor del proyecto de la Basílica de San Pedro del Vaticano y del Templete de San Pietro in Montorio. Miguel Ángel, arquitecto, escultor, poeta y pintor, realizó obras como la Basílica de San Pedro del Vaticano y la Capilla de los Médici. Jacopo Vignola, discípulo de Miguel Ángel, diseñó la Iglesia del Gesù. Finalmente, Andrea Palladio construyó la Iglesia de San Giorgio Maggiore en Venecia.
La Escultura del Renacimiento
El Quattrocento (siglo XV)
Los inicios de la escultura renacentista fueron años de experimentación sobre una base medieval, que culminaron en un gran avance. Se recuperó el papel de la escultura de la antigüedad clásica, buscando la proporción y mostrando gusto por el desnudo. Se resucitó el retrato ecuestre y la técnica de la cera perdida. Los materiales empleados eran clásicos, como el bronce y el mármol. La temática solía ser religiosa, civil y clásica.
Lorenzo Ghiberti, el primer gran escultor del Renacimiento, realizó las Puertas del Baptisterio de la Catedral de Florencia. Donatello, discípulo de Ghiberti, fue la figura más importante de la escultura del Quattrocento. Cultivó el bulto redondo y el relieve, y tuvo diferentes etapas. En la primera realizó el David; en su estancia en Padua, el retrato ecuestre del Condottiero Gattamelata; y en la etapa final florentina, obras como Judith y Holofernes. Luca della Robbia es conocido por su obra La Resurrección de Cristo.
El Cinquecento (siglo XVI)
En el Cinquecento destaca Miguel Ángel, con diferentes etapas. En la primera realizó el Baco ebrio y la Piedad. En la segunda, la Tumba del Papa Julio II y los sepulcros de Julián y Lorenzo de Médici. En la última, la Piedad Rondanini. El manierismo se caracteriza por la distorsión de las figuras, el movimiento y dramatismo, la multiplicidad de puntos de vista y los temas fantásticos. Un ejemplo es Giambologna, con la estatua ecuestre de Felipe II.
La Pintura del Renacimiento
El Quattrocento (siglo XV)
La pintura del Quattrocento mira a la antigüedad. Los temas religiosos decoran capillas funerarias y monasterios. Se preocupaban por representar la realidad, dando importancia a la luz y al tratamiento meticuloso del color. Valoraban el dibujo y la línea.
Fra Angelico, cuyo tema favorito es la iconografía mariana, conservaba rasgos italogóticos y realizó La Anunciación. Masaccio, inspirado en Giotto, integraba las figuras en el espacio y realizó los frescos de la Capilla Brancacci y La Trinidad. Paolo Uccello pintó La Batalla de San Romano. Andrea Mantegna es autor del Cristo muerto. Sandro Botticelli, pintor favorito de los Médici, pintó El Nacimiento de Venus, La Primavera y La Calumnia.
El Cinquecento (siglo XVI)
En Roma, el Cinquecento fue la culminación del Renacimiento y, simultáneamente, su crisis, dando lugar al manierismo. Fue un momento álgido del humanismo y de las reformas religiosas, y el centro máximo de producción artística. Destacan autores como Leonardo da Vinci, con La Última Cena, La Virgen de las Rocas y La Gioconda. Rafael Sanzio, de Urbino, buscaba el ideal de belleza humano en las vírgenes, con amplitud y profundidad en sus obras, y usaba la técnica del sfumato leonardesco. Pintó Las Madonnas, La Escuela de Atenas y El Incendio del Borgo. Miguel Ángel realizó La Sagrada Familia y los frescos de la Capilla Sixtina.
En Venecia, rica metrópoli comercial, la sociedad rebosaba alegría de vivir. El colorido es rico, con multitud de figuras, riqueza de ropajes. Destacan Giorgione, con La Tempestad; Tiziano, gran realista que daba importancia a la luz, con pincelada pastosa y suelta, autor de La Bacanal, Carlos V a caballo y La Venus de Urbino; Paolo Veronés, con Las Bodas de Caná; y Tintoretto, con El Lavatorio.