Arte Románico: Un Legado Medieval
El arte románico se desarrolló en Europa entre los siglos XI y XIII, abarcando el territorio que aproximadamente cubrió el Imperio de Carlomagno, incluyendo la mitad norte de España, Italia y Gran Bretaña. Este estilo es el resultado de la tradición romana, enriquecida con influencias orientales provenientes de Bizancio y del mundo árabe, que se introdujeron a través de España.
Tras el cese de las invasiones bárbaras, la Europa cristiana experimentó una etapa de estabilidad, gracias a tres factores principales: la tranquilidad política de los distintos reinos europeos, la consolidación del feudalismo y la supremacía de la Iglesia cristiana como institución y centro cultural. Las órdenes monásticas, guardianas de la cultura europea, jugaron un papel decisivo en su desarrollo, destacando las órdenes cluniacenses (orden benedictina, fundada en el siglo VI, basada en la vida en común dedicada a Dios bajo el lema “Ora et labora”. Los monjes debían guardar tres votos fundamentales: obediencia a su superior, castidad y pobreza, aunque estos votos terminaron corrompiéndose, conduciendo a un enriquecimiento y lujo) y la cisterciense, que con su espíritu de humildad y pobreza, influyó en el desarrollo del nuevo estilo.
Este arte recibió una marcada influencia germánica, traída del norte de Europa por los pueblos bárbaros, además de las influencias bizantinas, clásicas y musulmanas, todas ellas impregnadas por el espíritu cristiano triunfante en el continente. En el siglo XI, con el auge demográfico y el dinamismo rural, aumentaron los rendimientos agrarios y los progresos técnicos. Esto facilitó que la sociedad europea entrara en una fase de evolución económica, política y cultural, que se reflejó principalmente en las ciudades. Los centros urbanos se convirtieron en núcleos vitales, repoblados y enriquecidos por el florecimiento del artesanado y el comercio, y fueron testigos de la formación de una nueva clase social, la burguesía, cuyo papel sería vital en el devenir histórico-artístico de la Europa gótica.
Evolución del Arte Románico
El arte románico adquirió un significado y valor europeos, extendiéndose desde los países escandinavos hasta el sur de Italia y el norte de la península ibérica, incluyendo las islas Británicas y buena parte de la Europa central. Además de ser el primer estilo internacional europeo, presenta una variedad de peculiaridades nacionales y regionales. En su evolución, se pueden distinguir tres etapas:
- Primer Románico: Desde finales del siglo X hasta finales del XI. Se conocía bien la arquitectura, pero las artes figurativas no se sistematizaron, sin diferencias notables entre regiones. Fue un estilo que abrió Europa, a diferencia del prerrománico, que era un estilo más cerrado.
- Románico Pleno: Desde el tercer cuarto del siglo XI hasta el tercer cuarto del siglo XII. Fase en la que se generalizó en toda Europa.
- Románico Tardío: Desde finales del siglo XII hasta finales del XIII. Se confunde con el Protogótico, aunque son distintos.
Arquitectura Románica
La arquitectura románica es fundamentalmente religiosa, caracterizada por su variedad y riqueza formal, utilizando el arco de medio punto y sus derivaciones. Surgió como solución al problema de los techos de madera de las iglesias, propensos a incendios y hundimientos. La solución fue la cubrición con bóvedas, lo que llevó a una readaptación de las estructuras. Las bóvedas más empleadas fueron las de cañón y las de arista, lo que requirió muros más sólidos, con mayor espesor, pocos vanos (predominando el muro sobre el vano, creando interiores oscuros que invitaban al recogimiento), contrafuertes, pilares compuestos, crucerías y arcos de medio punto.
Las bóvedas se reforzaban con arcos fajones, y la columna se sustituyó por pilares con columnas adosadas. La columna exenta solo se encontraba en el claustro y en la girola (deambulatorio), con fustes sin éntasis y capiteles derivados del corintio o con decoración de temas históricos, evangélicos o geométricos. Los vanos estaban formados por arquivoltas sobre columnas. En las portadas, se colocaba un parteluz sobre el que descansaba el dintel, y en el tímpano se desarrollaban relieves religiosos o simbólicos.
La decoración se desarrollaba en las jambas de puertas y ventanas, capiteles, columnas y arquivoltas, con motivos vegetales, animales estilizados y geométricos. Los relieves presentaban un perfil limpio, con figuras como los cuartos de sierra en zig-zag, los de billete ajedrezado, de cable o funículo, arquillos lombardos y de clavos. Las iglesias, concebidas como fortalezas de Dios, adoptaban la forma de cruz latina, con una nave central más alta y ancha, y naves laterales que se prolongaban rodeando el coro y el altar, dando lugar a la girola, donde a veces se construía una corona de capillas. Sobre el crucero se erigía una cúpula, normalmente octogonal, gracias a la introducción de trompas. Las torres, además de servir como contrafuertes, tenían una función decorativa.
La estructura interior de la iglesia se caracterizaba por una bóveda de cañón, sustentada por columnas y pilares. Las naves se dividían en espacios cuadrados para sujetar las bóvedas, reforzadas con arcos fajones. El ábside se cubría con una bóveda de cuarto de esfera y el cimborrio con una cúpula sobre trompas. La cabecera se orientaba al este y solía tener tres entradas. Las iglesias, de gran tamaño y aspecto pesado, estaban construidas en piedra, con una correspondencia entre el espacio interior y el exterior austero. Contaban con un triforio sobre las naves laterales, que servía para dar alojamiento a los peregrinos y como galería hacia la nave central. Al exterior, la iglesia se asentaba sobre un gran pedestal, con vigas que sobresalían como canecillos. La decoración se concentraba en el ábside, capiteles y portadas, con una finalidad didáctica. En el tímpano se representaban escenas del Juicio Final, y en las arquivoltas, decoración vegetal y epigráfica. El parteluz se aprovechaba para colocar una escultura.
El castillo, ya existente antes del siglo XI, se situaba en zonas estratégicas, con un foso alrededor y almenas. El monasterio, centro cultural y económico, giraba en torno a un claustro, desde donde surgían las dependencias principales, como dormitorios, cocinas, almacenes e iglesia.
La Arquitectura Románica en Europa
Francia
El románico francés presenta las características típicas mencionadas, dividiéndose en cuatro grupos de iglesias:
- Iglesias con bóveda de cañón o arista, con triforio poco desarrollado o sin él.
- Iglesias con bóveda de cañón o arista, con triforio y girola: iglesias de peregrinación.
- Iglesias cubiertas con cúpulas sobre pechinas (influencia bizantina).
- Iglesias lombardas, precedentes del Gótico.
Alemania
Se caracteriza por la elevación de las proporciones, ábsides dobles y torres flanqueándolas. Su arte se difundió a Hungría y Polonia (influencia bizantina) y Escandinavia (influencia inglesa).
Inglaterra
Relacionado con la escuela francesa de Normandía, presenta dos tipos de iglesias:
- Tres naves con cabecera de ábside rectangular, flanqueada por otras dos más pequeñas (iglesia abacial de Westminster).
- Cabecera con girola y capillas.
Italia
El románico italiano presenta mayores diferencias con el resto de Europa, debido a la fuerte tradición clásica y la influencia bizantina. Presenta diferentes tipos:
- Con figuras de animales fantásticos en la decoración.
- Marcado por mosaicos, propios del sur.
- Influencias variadas propias del sur.
- Iglesias de cinco naves, cúpula elíptica y fachadas con arquerías. Decoración policromada de mármoles, típica de la Toscana.
En general, muestra un gusto por la columna y el color, empleando mármol policromado, galerías de arcos vivos, torres y baptisterios exentos. Predominan elementos que recuerdan a la época clásica, como el frontón o la pintura en la fachada. El Conjunto de Pisa, con su iglesia del siglo XI y la torre y el baptisterio del siglo XII, es un ejemplo destacado. La iglesia presenta muros predominantes sobre los vanos, cúpula bizantina, arcadas de arcos vivos, entrada adintelada y tímpanos decorados con pinturas. El capitel es de tipo corintio y el techo de madera a casetones. San Miniato al Monte destaca por el mármol policromado, cinco naves, arcos de medio punto y decoración geométrica.
La Arquitectura Románica en España
El arte románico español se caracteriza por su carácter rural, con soluciones sencillas, sobriedad decorativa y cierta tendencia a la pesadez. Se empleaba el ladrillo o la piedra. Los vestigios se encuentran en Castilla y León, a principios del siglo XI, alcanzando su plenitud en la segunda mitad del siglo, aunque en el XII ya comenzaba a surgir el Gótico. Durante el siglo XIII, el románico continuó construyéndose en Segovia y Soria.
En el siglo XI destacan iglesias como la Catedral de Santiago de Compostela o San Martín de Fromista. Del siglo XII, las catedrales de Zamora, Salamanca o la Colegiata de Toro. Se pueden distinguir diferentes escuelas:
- Escuela castellano-leonesa: Con influencias francesas de Portau y Borgoña. Iglesias de planta rectangular o en cruz latina y naves con bóveda de cañón. San Martín de Fromista y San Vicente de Ávila. La segoviana se diferencia por un pórtico lateral. San Andrés de Ávila.
- Escuela salmantina: Con bóvedas de crucería o arista. Algunos autores la consideran un estilo de transición. Zamora, Ciudad Rodrigo o la catedral vieja de Salamanca. Colegiata de Toro, San Isidoro de León, la Catedral de Zamora.
- Escuela gallega: Con la Catedral de Santiago de Compostela como eje, modelo para la construcción de iglesias hasta finales de la Edad Media.
- Escuela catalana: Con influencias lombardas del prerrománico italiano. Iglesias de líneas sencillas y pequeñas proporciones. Bóveda de cañón y torres cuadradas, decoradas con arcos. Monasterio de Ripoll, Catedral de Tarragona y Monasterio de Poblet.
- Escuela aragonesa: En su primera fase, sobriedad y rudeza. En la segunda, influencia catalana.
Artes Figurativas
Las artes figurativas románicas tenían una finalidad didáctica, transmitiendo el conocimiento y la presencia de Dios al pueblo iletrado a través de representaciones y alegorías. En cuanto a la perspectiva, se atendía al principio de primer término, mostrando el cuerpo entero de las figuras en primer plano, y al principio de jerarquía. La composición se caracterizaba por la simetría, el hieratismo y el reposo, contrastando con las figuras geométricas y vegetales.
Escultura Románica
La escultura románica estuvo subordinada a la arquitectura, sirviendo como elemento ornamental. Su evolución se presenta en tres etapas: un primer arte de frisos, donde las figuras se encuadraban en un marco rectangular; un segundo arte, donde la obra se concebía para un lugar determinado y se definía por un marco arquitectónico; y un románico de la última época, caracterizado por la riqueza de movimientos y ropajes. Los escultores se alejaron del estudio de la naturaleza, introduciendo obras con faltas en la representación anatómica, pero con gran estilización y espiritualidad. Los rostros eran severos y ascéticos, con ojos grandes y mirada profunda. Los pliegues eran rígidos, y las manos estilizadas, con dedos largos y finos. Las composiciones eran geométricas y simétricas. Dominaban las representaciones exentas, como un Cristo rígido en la cruz y la Virgen con el niño sin naturalismo. Las mejores muestras se apreciaban en las portadas, con apóstoles y profetas en las jambas; en el tímpano, el Cristo pantocrátor; y en los claustros, en los relieves de los capiteles y machones angulares.
En España, las obras más antiguas se conservan en los relieves de Santo Domingo de Silos, culminando con el Pórtico de la Gloria de Santiago de Compostela, obra del maestro Mateo. El Cristo románico se caracterizaba por su rigidez, simetría y ricos ropajes, sin mostrar sufrimiento. La Virgen románica aparecía sentada, sosteniendo al Niño Jesús, con rostros inexpresivos. Ejemplos de relieve son la Duda de Santo Tomás, la Anunciación del Arcángel San Gabriel y el Pórtico de la Gloria.
Pintura Románica
La pintura románica, al igual que la escultura, estuvo supeditada a la arquitectura. Las dos principales representaciones fueron la pintura mural al fresco, que decoraba muros, bóvedas y ábsides, y la pintura al temple sobre tabla, utilizada para frontales de altar. El predominio de la temática religiosa fue absoluto, con iconografía simbólica o alegórica. Las historias del Antiguo y Nuevo Testamento proporcionaron múltiples escenas, reservándose la imagen del Cristo en Majestad y de María para la decoración del ábside y los frontales de altar. Bajo estas representaciones, se presentaba un friso con santos o apóstoles, seguido de escenas evangélicas y una decoración de cortinas figuradas.
La pintura románica, con orígenes en la pintura bizantina, atendía a una función decorativa más que narrativa, con una tendencia a la esquematización e hieratismo mayestático. En cuanto a la representación formal y estilística, se pueden encontrar características comunes:
- Adaptación de las figuras al espacio y al marco arquitectónico.
- Ausencia de perspectiva y tendencia a crear fondos monocromáticos.
- Horror vacui, tendencia a rellenar todo el espacio compositivo.
- Perspectiva jerárquica, representando al personaje más importante de mayor tamaño.
- Tendencia a la geometrización y simetría de las formas.
- Definición de las formas mediante zonas de color uniforme y delimitación de los contornos con trazos oscuros.
- Uso de una amplia variedad cromática de tonalidades intensas.
A pesar de estas coincidencias, se pueden diferenciar dos líneas pictóricas: el estilo francorrománico, localizado en el oeste de Francia y en Castilla, con mayor naturalismo escénico, gusto por el detalle, expresividad, movimiento y fondos claros; y el estilo bizantino, con muestras en Italia y Cataluña, caracterizado por la ausencia de efectos espaciales y volumétricos, hieratismo, frontalidad, alargamiento y estilización de los cuerpos, grandiosidad compositiva y obsesión por la simetría, creando obras espirituales y solemnes.
En España, se conservan magníficos ejemplos de pintura mural catalana, con un sentido decorativo lleno de elegancia y espiritualidad. La pintura románica española se caracteriza por su simbolismo y estilización, con pliegues rígidos, manos con dedos largos y lisos, rostros estáticos, ojos grandes y oscuros, y nariz larga y recta. Otro tipo de pintura son los frontales, con composiciones sobre tabla, y las vidrieras, que aunque son fundamentalmente góticas, se originaron en el románico francés, buscando el efectismo con el uso de la luz y el color.