Pedro Machuca: (Toledo, 1490 – Granada, 1550) fue un hidalgo toledano, pintor y arquitecto manierista español. Sus primeros estudios fueron en Italia, posiblemente junto al gran maestro Miguel Ángel. Otras fuentes aseguran que también tuvo contacto con Rafael. De cualquier forma, la espléndida formación que recibió en la península itálica le sirvió, una vez de vuelta en Toledo, para fijar un estilo claramente renacentista español: la más importante de sus obras como arquitecto, el Palacio de Carlos V de La Alhambra, se presentó como una obra renacentista puramente italiana.
Juan de Herrera: Fue un gran humanista que conoció los tratados de Serlio y Vignola, la obra de Vitruvio, pero también fue caballero y combatió al servicio de Carlos I y de su hijo Felipe II. Esto le sirvió para conocer Flandes y Alemania y empaparse de los movimientos renacentistas de estos lugares.
Es el creador de un estilo propio que se basa en la falta total de ornamentación en los paramentos, la proporción matemática entre los elementos constructivos y el empleo de un orden gigante de las columnas. De ahí que la arquitectura del último tercio del siglo XVI se la conozca con el nombre de herreriana, nombre que hace referencia a su gran obra, el Monasterio del Escorial.
El Greco: (1541-1616) Pintor español. Aunque nacido en Creta, isla que en aquella época pertenecía a la República de Venecia, El Greco desarrolló su peculiar estilo y la mayor parte de su trayectoria artística en España. Se formó en su isla natal como pintor de iconos, antes de trasladarse a Venecia, donde conoció la obra de Tiziano y Tintoretto, artistas que, junto con Miguel Ángel, fueron los que más influyeron en su pintura. De Miguel Ángel adoptó la monumentalidad y el vigor de sus figuras. Atraído por la grandiosidad de la obra del Escorial y la riqueza artística de la corte de Felipe II, se desplazó a Madrid y se instaló en Toledo. La pintura del Greco se caracteriza por dos etapas: en la primera etapa las figuras son monumentales, el color veneciano y la paleta cálida; en la etapa final las figuras adquieren un mayor alargamiento, aparecen los paisajes oníricos y una gama cromática fría. El Greco realiza sobre todo obras religiosas y retratos, como por ejemplo “El caballero de la mano en el pecho”.
Carlo Maderno: Arquitecto italiano, nacido en Capolago, Canton Ticino, en 1556, y muerto en Roma en 1629. Perteneciente a una familia de canteros, se formó con su tío Domenico Fontana, en Roma, como cantero y estucador. Su primera obra importante es la fachada de Santa Susana, realizada entre 1595 y 1603, en la que se utiliza el modelo de la fachada del Gesú de Roma de Della Porta, aunque introduce una mayor volumetría que acentúa el claroscuro, precedente directo de lo que se hará en el barroco.
Bernini: Arquitecto, escultor y pintor italiano. Nacido en Nápoles en 1598 y muerto en Roma en 1680. Se formó en el taller de su padre, escultor manierista, y se enriqueció con el estudio de las obras más importantes del Cinquecento italiano.
La actividad de su padre en Santa María Maggiore determina el comienzo de su carrera. Fue cuando la atención del Papa y del cardenal Scipione Borghese reparan en él; para este último realiza, entre 1619 y 1625, los importantes grupos escultóricos de Aneas y Anquises, El Rapto de Proserpina, David, y la genial obra Apolo y Dafne, donde el movimiento es el elemento más importante. Hasta 1624 permanece al servicio del cardenal.
Borromini: (1599-1667) Descartó la concepción antropomórfica de la arquitectura, por esa razón, su obra fue considerada a menudo como extravagante y fantástica. En una primera época fue colaborador de Bernini, aunque con el tiempo llegaron a un abierto enfrentamiento. Nació cerca del lago de Lugano. Originales diseños ya se observan en algunas de las ventanas que realizó en el Palacio Barberini, donde se interesó por ahondar en el detalle arquitectónico. Una de sus obras más destacadas es “San Carlos de las Cuatro Fuentes”.
Annibale Carracci: Estuvo considerado en su época al mismo nivel que Rafael o Miguel Ángel debido a la maestría de sus composiciones. Fue el encargado de revitalizar la pintura italiana gracias a sus frescos monumentales. En su obra es importante la participación de otros dos parientes suyos, Agostino y Ludovico, con los que abrió una academia privada en Bolonia. Además, acapararon multitud de encargos que les reportaron merecida fama y reconocimiento. Su primer trabajo lo realizó en una sala de pequeñas dimensiones del palacio Farnese, el camerino, donde pintó algunas historias mitológicas y alegóricas de Hércules y Ulises. Poco después pintó, en el mismo palacio, una de sus obras más importantes, en la que destaca el panel central de la bóveda que representa el episodio del Triunfo de Baco y Ariadna.
Caravaggio: Michelangelo Merisi da Caravaggio, pintor italiano, considerado el primer gran exponente del barroco. Caravaggio aprendió el arte de pintar en una escuela de pintura manierista; sin embargo, realmente su mayor y mejor escuela fueron las callejuelas de las ciudades del norte de Italia. En estos lugares el joven adquirió su peculiar estilo tenebrista. Su estilo advierte una marcada y discontinua tendencia al realismo y al tenebrismo. El tenebrismo consiste en llevar hasta sus últimas consecuencias la técnica del claroscuro: los fondos de las composiciones aparecen oscuros y solo se iluminan aquellas figuras o partes de estas que tienen un especial interés para el artista. Caravaggio desarrolló sus primeros pasos artísticos en un taller de Milán ligado a los cánones manieristas. Al comenzar su periodo de madurez, el tenebrismo alcanza su plenitud.
Rubens: (1577-1640) Pintor que mejor representa a la escuela barroca flamenca. Tuvo una gran influencia sobre los pintores de su época. Trató todos los géneros pictóricos: retrato, pintura religiosa, mitológica, histórica, etc. Trabajó tanto para la Iglesia Católica como para los monarcas. En Roma conoció las obras de la antigüedad clásica, del Renacimiento y del primer barroco. De los artistas italianos tomó el sentido de la tridimensionalidad, las composiciones dramáticas y los colores de las pinturas venecianas. Sus composiciones se caracterizan por las líneas diagonales, intensos contrastes de luz influenciados por Caravaggio, las figuras musculosas y dramáticas de tipo miguelangelesco, actitudes expresivas y grupos asimétricos. Algunos ejemplos son la Adoración de los Reyes Magos y la Elevación de la Cruz. A partir de 1621 su obra se hizo más equilibrada, mejor organizada y más simétrica, pero hacia 1628 el estilo de Rubens cambió notablemente, se hizo más alegre y comenzó a dedicarse especialmente al paisaje, y los colores y los trazos se hicieron más ligeros, con lo que sus obras adquirieron un aspecto más impresionista, como puede ser su obra más famosa, Las Tres Gracias.
Rembrandt: (1606-1669) Fue el pintor más importante de la escuela holandesa, destacó especialmente como retratista. Se ayudó de los efectos creados por el claroscuro para resaltar las expresiones faciales de los personajes. Representó a los retratados con total realismo, mostrando tanto defectos como virtudes. También estudió su propia fisonomía y sus estados de ánimo a lo largo de su vida. Por ello se conocen casi un centenar de autorretratos. En ellos se muestra la transformación física propia del paso de los años y la evolución de su técnica pictórica, donde la pincelada se hace cada vez más suelta. Fue un gran grabador y está considerado como el mejor experto de su tiempo en la técnica del aguafuerte. Su vida artística se puede dividir en cuatro periodos.
Juan Gómez de Mora: Se formó en la obra del Escorial, por lo que su clasicismo desornamentado y su estilo anclado en el siglo XVI serán una constante en su producción arquitectónica. Realizó gran parte de su labor artística en Madrid, donde edificó la cárcel de la corte y la Casa de la Villa, aunque la Plaza Mayor fue su obra más conocida.
Pedro de Ribera: (1681-1742) Se le considera uno de los grandes arquitectos de su época. Fue discípulo de José Benito de Churriguera. Su labor urbanística como arquitecto de la ciudad de Madrid fue muy relevante. Entre sus obras más destacadas de la capital cabe citar el Puente de Toledo, la remodelación de la Iglesia benedictina de Montserrat y el antiguo cuartel del Conde-Duque. Quizá su obra más original y a la vez más recargada de ornamentación sea la fachada del Hospicio de San Fernando.
Gregorio Fernández: (1576-1636) Se formó con su padre, influenciado por la obra de Juan de Juni, y pronto se trasladó a Madrid y después a Valladolid. Realizó su primera obra, las estatuas de cuatro apóstoles, unos arcángeles y un calvario, para la Iglesia vallisoletana de San Miguel. Sus esculturas están elaboradas con gran maestría y destacan la delicada anatomía, el dinamismo en los suaves pliegues de las telas, la talla primorosa y la calidad de las encarnaciones. Felipe III le encargó la realización de un Cristo yacente, que tiene sus precedentes en el gótico y representa a Jesús muerto. En los últimos años se adhirió sin fisuras al barroco y sus obras adquirieron mayor carga de expresionismo: movilidad, dramatismo, suntuosidad y vigor en sus drapeados.
Pedro de Mena: (1628-1688) Era granadino, hijo de un conocido escultor llamado Alonso de Mena. En sus primeras obras se ve el influjo de su padre. Más adelante se sintió atraído por la obra de Alonso Cano y su personalidad, lo que le impulsó a colaborar con él. De Cano influyó en sus obras, que adoptaron un mayor movimiento. De esta fase de trabajo conjunto son sus primeras obras inmaculadas. Durante su estancia en Madrid recibió el encargo de la que sería una de sus obras más famosas, La Magdalena Penitente.
José Benito Churriguera: (1665-1725) Fue un reputado arquitecto y un consumado escultor de retablos. Es el creador del retablo cascarón, en el que desaparece el plano y se desarrolla un juego de volúmenes, espacios y decoraciones a través del cual la escultura se convierte en secundaria ante su concepción arquitectónica. Algunos de sus retablos son el de la iglesia de San Esteban de Salamanca o el de la iglesia de las Calatravas en Madrid.