La Flagelación de Cristo de Piero della Francesca: Un Enigma Renacentista

La Flagelación de Cristo de Piero della Francesca: Un Enigma del Renacimiento

La tabla está dividida en dos áreas rectangulares: desde la izquierda hasta la columna en la zona central, el área en la que se representa la flagelación y desde la columna hasta el extremo derecho, el área ocupada por tres personajes en primer plano. Las dos áreas mantienen entre sí una relación áurea. En esta obra, la escena sacra, relegada a un segundo término, tiene lugar en un aireado pórtico de arquitectura clásica, mientras a la derecha, en primer plano y ajenos al acontecimiento, tres personajes conversan en una plaza adyacente. Piero solapa la celebración laica con el motivo religioso en este cuadro que parece haber sido realizado en memoria de Oddantonio de Montefeltro, asesinado en la conjura de los Serafini en 1444. Estableciendo un franco paralelismo entre su sacrificio y el de Cristo, Piero le sitúa en primer plano con el rostro lleno de presentimientos, acompañado por sus dos traidores consejeros, Manfredo dei Pio y Tommaso dell’Angnello, ambos participantes en la conjura.

No ha de extrañar que en este, quizá su primer trabajo para la refinada corte ducal de Urbino, el pintor hiciese alarde de su dominio del vocabulario arquitectónico clásico y de su virtuosismo en el uso de la perspectiva. Podemos construir un diagrama con las principales líneas de perspectiva: las vigas del techo, el mosaico del suelo, las diagonales del tejado de la derecha… y veremos que todas coinciden en un punto que muestra la posición del bajo nivel óptico que contribuye a disociar dramáticamente las figuras situadas en primer plano (mediante el brusco cambio de escala) de la escena en segundo término, tan ostentosamente ignorada por los primeros.

La línea de las columnas está dibujada en tan acusada perspectiva que se convierte casi en una pared continua, subrayando la separación entre dos visiones del mundo: moda, frivolidad e indiferencia fría y personal por un lado; pasión, dolor y compromiso personal con el sufrimiento humano por otro. La luz proviene del espectador, es diáfana e ilumina también el recuadro bajo el que está situado Cristo; la extraordinaria fuerza del arte de Piero se encuentra en la maestría con la que usa el color, que en él se transforma en luz, y en la forma, con la que alcanza un gran valor plástico. Gana en abstracción cuanto pierde en movimiento, dando a la representación una fijeza atemporal. El resultado expresivo es la impersonalidad, la ausencia de emociones, la calma solemne en la digna severidad manifestada por los personajes representados. Es esa luz clara y fría la que “inmoviliza a las figuras en una expresión impasible y silenciosa”.

Interpretaciones Icónicas

Este cuadro es controvertido en cuanto a su significado exacto, y en particular quiénes son o qué representan los tres hombres que aparecen a la derecha, en primer plano.

Interpretación Tradicional

Los tres personajes situados a la derecha son: Oddantonio II de Montefeltro, en el centro, el duque de Urbino asesinado el 22 de julio de 1444 por una conjuración urdida por los nobles de Urbino, Serafini y Ricciarelli, que serían los dos personajes situados a ambos lados. Pero estos personajes laterales también podrían ser sus consejeros Manfredo dei Pio y Tommaso di Guido dell’Agnello, también responsables de su muerte a causa de su impopular política que llevó a la conjura; la muerte de Oddantonio, como víctima inocente, se asimilaría a la Pasión de Cristo. Esta interpretación se basa en elementos circunstanciales, que no parecen justificar el sentido complejo del cuadro, por lo que los estudiosos han tratado de hallar otras vías para descifrar lo que se definió como el “enigma de Piero della Francesca“.

Interpretación Dinástica

Interpretación tardía que ve en el cuadro una celebración dinástica encargada por el duque Federico de Montefeltro, hermanastro y sucesor de Oddantonio: los tres personajes serían sus predecesores. En un manuscrito del siglo XVIII del Duomo de Urbino, en el que se hallaba la pintura, la tabla está descrita de hecho como “La flagelación de Nuestro Señor Jesucristo, con las figuras y los retratos de los Duques Guidobaldo y Oddo d’Antonio”.

Interpretación Teológica

Esta interpretación ve en la figura del centro a un ángel con la iglesia latina y la ortodoxa a sus lados. La división entre ambas acerca de la cuestión teológica de la procedencia del Espíritu Santo solo del Padre, como sostienen los ortodoxos, o también del Hijo, como afirman los católicos romanos, produciría los sufrimientos del Cristianismo.

Otras Interpretaciones

  • En 1951 el estudioso Kenneth Clark interpretó que el personaje barbudo era un sabio griego, y la pintura haría alusión a las dificultades de la Iglesia y del Cristianismo tras la caída de Constantinopla en 1453 y a los proyectos de cruzada que se trataron en el Concilio de Mantua en 1459.
  • Para Carlo Ginzburg la pintura representa la invitación que recibe Federico da Montefeltro para participar en la cruzada antiturca del cardenal Giovanni Bessarione y del humanista Giovanni Bacci. El joven rubio absorto en el centro es Bonconte II de Montefeltro, pupilo de Bessarione muerto a causa de la peste en 1458; de este modo las penas de Cristo se asimilan tanto a las de los griegos oprimidos por los turcos como a las de Buonconte.
  • Para Silvia Ronchey y otros estudiosos la tabla representa el mensaje político de Giovanni Bessarione, el delegado bizantino que abrió el Concilio de Ferrara y Florencia de 1438-1439, para conseguir la reunificación de las iglesias oriental y occidental. El Cristo flagelado representaría tanto a la lejana Bizancio, por esa época sitiada por los musulmanes, como a toda la cristiandad, en sentido más amplio. A la izquierda, la figura con turbante que asiste a la escena sería el sultán turco, mientras en Poncio Pilatos habría que identificar al emperador bizantino Juan VIII Paleólogo sentado, con calzado de color púrpura, símbolo imperial. Las tres figuras a la derecha representarían, partiendo de la izquierda, a Bessarione, el hermano del emperador bizantino Tomás Paleólogo y Nicolás III de Este, dirigente de la ciudad en la que se celebraba el concilio. Cuando Piero pintó la tabla habían pasado 20 años desde los hechos del concilio y Bizancio había pasado a manos de los turcos (1453). El papa Pío II Piccolomini, a sugerencia de Bessarione, había propugnado una cruzada, a cuya llamada respondieron muy pocos. En efecto, la tabla de Piero plasmaría exactamente el momento de las discusiones de esa segunda intervención, ocurrida históricamente con motivo de una reunión llamada Concilio de Mantua. Más allá del mensaje religioso, representa un tema político actual en el ambiente romano en que probablemente la tabla fue pintada, como una especie de manifiesto de la reconciliación entre Roma y Bizancio, vinculándose a otras obras, empezando por la Capilla de los Magos del Palazzo Medici Riccardi de Florencia.
  • Actualmente, según explica de Rynck, hay otra alternativa a la exposición tradicional y es reinterpretar el cuadro en su conjunto no como un episodio de la vida de Jesús, sino de san Jerónimo, el cual relata que tuvo un sueño en el que se ve llevado ante un juez que, cuando Jerónimo le dice que es cristiano, le acusa de ser en realidad ciceroniano, y después proceden a flagelarle. Jerónimo se percata de que no debe seguir admirando y leyendo la literatura clásica y entonces se despierta. En esta interpretación el título que se sugiere es El sueño de san Jerónimo, siendo el juez el personaje que aparece sentado y san Jerónimo quien está siendo azotado. Quedaría por determinar quiénes serían según ello las tres figuras de la derecha. Parecen dos caballeros hablando del tema y, entre ellos, un ángel.