La Mezquita de Córdoba: Joya Arquitectónica de Al-Ándalus

De Autor Desconocido: Un Conjunto Arquitectónico Influenciado por el Arte Visigodo e Hispanomusulmán

La conquista de la Península Ibérica por las tropas musulmanas comenzó en el año 711, atravesando el estrecho y dominando la región en siete años. Llamaron a la península “al-Ándalus” y permanecieron en ella durante ocho siglos. En 929, al-Ándalus alcanzó su esplendor, con Córdoba como centro, convirtiéndose en la ciudad más poblada de Occidente (250,000 habitantes) y atrayendo a intelectuales y artistas.

Antes de analizar el interior, exterior y ampliaciones de la Mezquita de Córdoba, destaca su orientación hacia el sur (río Guadalquivir), debido a:

  1. La llegada de Abd al-Rahman I por esa dirección.
  2. La nostalgia por su tierra, Damasco.

En el siglo XIII, la mezquita fue convertida en catedral, conservándose hoy como la Catedral de Córdoba. Es considerada:

  • El monumento más importante del arte hispanomusulmán.
  • La tercera mezquita más grande del mundo debido a sus ampliaciones.

Exterior

La enorme muralla presenta contrafuertes con almenas y numerosas puertas de acceso inspiradas en el arte romano, con un cuerpo central de acceso y dos laterales simulando puertas ciegas. La parte superior está decorada con arcos lobulados y celosías.

Dentro de la muralla se encuentra el Patio de los Naranjos (Sahn), que conserva gran parte de su aspecto original. Los naranjos simulan la distribución de los soportes interiores de la sala de oración. El Sahn alberga cuatro sabils o fuentes rituales para las abluciones de los fieles, esenciales para entrar a orar.

El alminar, en la puerta de entrada al Patio de los Naranjos, está oculto bajo un encofrado renacentista del siglo XVII. En el fondo del patio se abren 19 arcos de herradura, correspondientes a las 19 naves del haram o sala de oración. Estas naves, separadas por arcadas sobre columnas, conducen la mirada hacia la qibla, el muro orientado a La Meca. En la qibla se ubica el mihrab, armario sagrado para el Corán, y frente a él, la maqsura, espacio restringido a las autoridades.

Interior

El interior se compone principalmente de la sala de oración, con 514 columnas de jaspe, granito y mármol, reutilizando fustes romanos y visigodos. Para ganar altura, se superpusieron arcos: arcos de herradura sobre pilastras, equilibrando las presiones laterales, y arcos de medio punto que rematan en una cubierta a dos aguas. Se usaron modillones de rollos para suavizar la transición de columna a pilar, proporcionando una base ancha para recoger el agua de lluvia.

Esto permitió elevar la cubierta a 11.5 metros, aparentando ligereza. La construcción fue rápida, utilizando los fustes delgados disponibles.

Ampliaciones

La mezquita, iniciada por Abd al-Rahmán I entre 780 y 785 sobre la basílica visigótica de San Vicente, fue ampliada debido al aumento de la población.

Etapa de Abd al-Rahmán I

Se construyeron once naves con columnas de diversa procedencia. Se utilizó la superposición de arcos de herradura y de medio punto para ganar altura, técnica ya usada por los romanos. La arquería presenta dovelas bicolores (rojo ladrillo y blanco piedra), recordando al mortero romano.

Etapa de Abd al-Rahmán II

En el siglo IX, se añadieron ocho tramos hacia el sur, reutilizando columnas visigodas y añadiendo capiteles árabes de modelo corintio.

Etapa de Al Hakam II (Siglo X)

La ampliación más importante, añadiendo doce tramos a la sala de oración. Se crearon lucernarios para mejorar la iluminación, con cúpulas sobre arcos que forman polígonos estrellados. Se perfeccionó el sistema de arquerías con columnas superpuestas y arcos lobulados entrelazados. El interior se revistió con yeso decorativo y mosaicos bizantinos en la cúpula del mihrab.

Etapa de Almanzor (Finales del Siglo X)

Se añadieron ocho naves hacia el este, debido a la imposibilidad de ampliar hacia el sur por el Guadalquivir, desplazando el mihrab del centro.

La mezquita, inicialmente réplica de la de Damasco, la superó en belleza e innovaciones. Adaptó tradiciones locales, con influencias del norte de África, la arquitectura romana y los arcos de herradura visigodos.

Actualmente, se conserva con magnificencia, a pesar de la construcción de una catedral cristiana en su interior en el siglo XVI, resultando en la actual Catedral de Córdoba.