El Renacimiento Italiano: Un Legado Artístico Inigualable
El Renacimiento italiano, un período de florecimiento artístico y cultural, dejó un legado imborrable en la historia del arte. Este movimiento, que se desarrolló principalmente durante los siglos XV y XVI, se caracterizó por un renovado interés en la Antigüedad clásica, el humanismo y la búsqueda de la perfección estética. A continuación, exploraremos las contribuciones de algunos de los artistas más destacados de este período:
Filippo Brunelleschi (1377-1446)
Filippo Brunelleschi, artista renacentista italiano de la primera mitad del siglo XV, encuadrado estilísticamente en el Quattrocento. Aunque fue también escultor, destacó especialmente por su faceta de arquitecto. Gran conocedor de la Antigüedad clásica, sentó las bases del primer Renacimiento a través del estudio de la perspectiva, sus conocimientos matemáticos y geométricos y el desarrollo de técnicas novedosas de construcción. Su gran obra es la cúpula de Santa María de las Flores en Florencia, donde construyó una monumental doble cúpula con uso de ladrillo y ocho nervios de mármol que se apoyan sobre un gran tambor octogonal y en la que no empleó cimbras. Otras de sus obras, todas en Florencia, fueron el Hospital de los Inocentes y las basílicas del Santo Espíritu y San Lorenzo, en las que aplica la perspectiva lineal y una estricta proporción geométrica, en base a un módulo, y que se caracterizan por su bicromatismo con el uso de la pietra serena diferenciando los elementos estructurales del edificio.
Michelozzo di Bartolomeo (1396-1472)
Michelozzo di Bartolomeo, arquitecto renacentista italiano de la primera mitad del siglo XV, encuadrado estilísticamente en el Quattrocento, con Florencia como capital artística. Fue discípulo de Brunelleschi y alcanzó su fama gracias a la construcción del Palacio Médici-Riccardi en Florencia. En esta obra, fijó el modelo de palacio renacentista florentino, caracterizado por su planta cuadrada con un patio o cortile cuadrangular cerrado por arquerías y una fachada organizada en tres pisos bien diferenciados por cornisas, aparejo rústico que decrece y se alisa en cada piso y gran cornisa volada en la parte superior; dando al edificio un característico aspecto macizo y horizontal.
Leon Battista Alberti (1404-1472)
Leon Battista Alberti, humanista, tratadista y arquitecto italiano del Quattrocento. Destacó como primer gran teórico del arte del renacimiento con sus tratados sobre pintura, escultura y arquitectura. En este último (De re aedificatoria) teoriza sobre la belleza del edificio, que reside en una armonía procedente de la proporción matemática. Sus obras destacan por el uso de la cúpula y el pilar como elemento sustentante, fachadas inspiradas en arcos de triunfo y estructuras basadas en modelos geométricos, equilibradas y elegantes (San Andrés de Mantua y Templo Malatestiano de Rímini). En Santa Maria Novella proyectó dos cuerpos cuadrangulares superpuestos, unidos mediante volutas laterales, de gran desarrollo posterior y avanzó en el modelo de palacio florentino de Michelozzo con la incorporación de pilastras adosadas con órdenes superpuestos en el Palacio Rucellai.
Lorenzo Ghiberti (1378-1455)
Lorenzo Ghiberti, escultor, arquitecto y escritor italiano encuadrado estilísticamente en el Renacimiento, concretamente siglo XV, Quattrocento. Desarrolló su obra en Florencia, donde destacó inicialmente por ganar el concurso de las segundas puertas del Baptisterio realizando 28 relieves enmarcados aún en cuadrifolios góticos. Esta obra le permitió realizar las terceras puertas del Baptisterio, conocidas como las Puertas del Paraíso, según la descripción de Miguel Ángel. Formadas por diez paneles con escenas bíblicas del Antiguo Testamento, se caracterizan por su cuidadoso relieve pictórico, cuyo modelado decrece desde el altorelieve al relieve aplanado (schiacciato), permitiendo el desarrollo de la perspectiva en unas escenas en que desarrollan varios momentos del mismo tema bíblico.
Donatello (1386-1466)
Donatello (1386-1466), escultor italiano encuadrado estilísticamente en el Renacimiento, concretamente siglo XV, Quattrocento. Desarrolló su obra principalmente en Florencia y se caracterizó por un estilo estilizado y expresivo que, tomando las características de la escultura clásica (contrapposto, serenidad, proporción, técnica del bronce), se centró en la representación del hombre a través de diversos estados de ánimo y diferentes edades. Se le considera el primer escultor plenamente renacentista, así como el primero desde la antigüedad clásica en representar un cuerpo desnudo a tamaño natural (David) y una estatua ecuestre (Gattamelata). Destacó también por su trabajo en mármol y madera y en escultura desarrolló la técnica del schiacciato, consiguiendo transmitir sensación de profundidad a pesar de su mínimo resalte. Entre sus obras hay que destacar además las esculturas de la iglesia de Or San Michelle como el San Jorge y el profeta Habacuc y al final de su vida la María Magdalena cuya expresividad se aleja de los principios renacentistas.
Fra Angelico (1395-1455)
Fra Angelico, pintor renacentista italiano de la primera mitad del siglo XV, encuadrado estilísticamente en el Quattrocento, con Florencia como capital artística. Combinó su vida de fraile dominico con su trabajo como pintor. Representa la transición entre el goticismo final de la escuela de Siena (abundancia de dorados, colorido ornamental e importancia de la línea) y el inicio del renacimiento (introducción de la perspectiva y líneas de fuga). Destacan sus frescos del convento de San Marcos de Florencia, así como su Anunciación del Museo del Prado, sobre tabla. En ambas se observan figuras delicadas y estilizadas, encuadradas en espacios arquitectónicos y paisajes caracterizados por gran detallismo y colorido ornamental.
Masaccio (1401-1428)
Masaccio, pintor renacentista italiano de la primera mitad del siglo XV, encuadrado estilísticamente en el Quattrocento, con Florencia como capital artística. Considerado el iniciador del renacimiento en pintura, retomó el interés de Giotto por los valores plásticos y el volumen de las figuras a los que añadió los hallazgos de Brunelleschi en perspectiva y de Donatello en anatomía. Su obra destaca por la aplicación de la perspectiva lineal, el empleo de un sistema de proporción geométrica y el análisis de la incidencia de la luz sobre los cuerpos, permitiendo articular los volúmenes y situarlos en el espacio. Sus composiciones están ordenadas minuciosamente y entre ellas destacan: la Trinidad de Santa María Novella, pintada al fresco, usando una perspectiva que confunde los límites del espacio real y el pintado, y los frescos de la capilla Brancacci en la iglesia del Carmine de Florencia donde destacan escenas como la expulsión de Adán y Eva del Paraíso o el Tributo de la Moneda.
Piero della Francesca (1415-1492)
Piero della Francesca, pintor y tratadista renacentista italiano de la segunda mitad del siglo XV, encuadrado estilísticamente en el Quattrocento. Su obra se caracteriza por la presencia de personajes severos, voluminosos y envueltos en una suave atmósfera de luz blanca, diáfana y uniforme. A través de esa luz modela unas figuras que permanecen estáticas, pero le sirve también para crear la sensación de profundidad espacial a través de los efectos de luces y sombras. Además, aplicó la perspectiva lineal y sus formas y composiciones presentan un riguroso estudio geométrico. Entre sus obras, en ocasiones de compleja interpretación, destacan la Madonna del Duque de Urbino, y los frescos de la leyenda de la Vera Cruz en la iglesia de San Francisco en Arezzo.
Donato Bramante (1444-1514)
Donato Bramante, arquitecto renacentista italiano encuadrado estilísticamente en el Cinquecento. Es el principal representante del clasicismo del primer tercio del siglo XVI. Su obra destaca por la perfecta unidad de orden, medida, simetría y proporción, expresadas a través del uso del plan central. Su principal obra es el Templete de San Pietro in Montorio, donde tomando como referencia el tholos clásico, realiza un edificio caracterizado por la pureza de sus volúmenes, su austeridad decorativa, monumentalidad y juego de luces y sombras. El éxito de esta obra le abrió las puertas del Vaticano, y Julio II le encarga la dirección de las obras de la Basílica de San Pedro; su proyecto se basaba en una planta de cruz griega con una gran cúpula central que dominaba el espacio interior, este proyecto será modificado tras su muerte por Rafael y Sangallo pero la idea de plan central será retomada posteriormente por Miguel Ángel.