Portada de Santa María la Real de Sangüesa
Una joya del románico navarro
La portada de la iglesia de Santa María la Real de Sangüesa es una de las obras más interesantes y ricas de la escultura monumental románica de Navarra. Con un amplio programa iconográfico que cubre la totalidad del muro del transepto sur, esta obra se sitúa entre finales del siglo XII y principios del siglo XIII, durante los reinados de Sancho VI el Sabio y Sancho VII el Fuerte. Su arco apuntado denota su pertenencia a una fase tardía del románico.
Dos maestros, dos estilos
La autoría de la portada se divide entre dos maestros: Leodegarius, de procedencia francesa, quien trabajó en la parte inferior (tímpano, arquivoltas y jambas), y el maestro de San Juan de la Peña, responsable de la galería alta.
Contexto histórico
La obra se enmarca en el contexto de la vitalidad del sistema feudal del siglo XI. El crecimiento demográfico, la expansión económica y el auge de las rutas de peregrinación dieron lugar al renacer urbano. En Navarra, esto se manifestó en la aparición de nuevos burgos a lo largo del Camino de Santiago, como Sangüesa, en el tramo procedente de Jaca. La iglesia de Santa María la Real se levantó como capilla del palacio real, en torno al cual se asentó una importante comunidad de francos que dio vida al burgo.
Descripción de la portada
Dividida en dos cuerpos separados por una gruesa moldura, la portada se caracteriza por la riqueza y abundancia de sus esculturas, así como por cierto desorden y abigarramiento en algunos espacios. El programa iconográfico exhibe una completa catequesis doctrinal en la que han intervenido diferentes talleres. Se distinguen tres ámbitos escultóricos:
1. Cuerpo inferior
Obra de Leodegarius, consta de:
- Tímpano: Representa el Juicio Final. Cristo Juez, en el centro, bendice y está acompañado por cuatro ángeles trompeteros. A los lados, en dos registros superpuestos, se sitúan los bienaventurados (a la derecha) y los condenados (a la izquierda), junto a San Miguel y el demonio pesando las almas, con horrendas máscaras que representan el infierno.
- Dintel: Bajo una arquería, se representa un apostolado presidido por la Virgen con el Niño. En los capiteles de apoyo aparecen temas de la infancia de Cristo (Redención).
- Arquivoltas: Decoradas con cinco filas de figuras. La primera con ángeles, profetas y monjes; la segunda con estamentos de la sociedad (clérigos, caballeros, herreros, zapateros); y las tres últimas con temas relacionados con el pecado (lujuria, avaricia, músicos, acróbatas, bailarina).
- Jambas: Con estatuas-columna que representan a tres apóstoles (Pedro, Pablo y Judas) a la derecha, y a las tres Marías (María Magdalena, la Virgen y María madre de Santiago) a la izquierda, simbolizando la Pasión y la Resurrección respectivamente. La Virgen lleva la inscripción “Leodegarius me fecit”.
2. Cuerpo superior (galería alta)
Obra del maestro de San Juan de la Peña, está dedicado al cielo. Incluye un doble friso de arquerías presidido por el Pantocrátor rodeado del Tetramorfos, dos ángeles y un apostolado.
3. Enjutas
Con trabajos de ambos talleres, presentan temas variados: animales del bestiario (arpías, grifos, basilisco), escenas bíblicas, imágenes de pecados, leyendas nórdicas y restos de un Tetramorfos.
Valores estéticos
La portada presenta los valores estéticos propios del románico: antinaturalismo, desinterés por la anatomía y la naturaleza, figuras hieráticas, escultura plana, adaptación al marco arquitectónico y horror vacui.
Diferencias estilísticas
- Leodegarius: Canon estilizado, orden y claridad en el programa iconográfico centrado en la Redención.
- Maestro de San Juan de la Peña: Canon corto, figuras cilíndricas con grandes ojos abultados, vestiduras con pliegues paralelos circulares.
Función
Como toda escultura románica, tiene una función religiosa y didáctica. En una sociedad teocrática y analfabeta, transmitía las verdades de la fe. Su carácter admonitorio buscaba el arrepentimiento de los pecados, como se ve en el Juicio Final y las referencias al pecado.
Importancia
La portada de Santa María la Real destaca por su riqueza y completo programa iconográfico. Su ubicación en el Camino de Santiago, junto al puente, la convertía en un lugar idóneo para la transmisión del mensaje evangélico a los peregrinos. Su monumentalidad y la jerarquización social representada en el tímpano son un reflejo del patrocinio real.