1. Introducción
En el año 1910 la Real Orden reconoció el derecho de las españolas de cursar estudios universitarios y matricularse libremente en todos los centros de enseñanza oficial. Hoy, más de un siglo después, las mujeres representan más de la mitad de los estudiantes universitarios, alcanzan mejores rendimientos académicos que los varones y abandonan menos el sistema escolar.
A esta nueva realidad social se le debe sumar la relevancia que los legisladores han concedido a la igualdad de sexos en la más reciente norma educativa, Ley Orgánica de Educación, la cual destaca en sus principios la igualdad de derechos y oportunidades y la educación en el respeto de derechos y libertades. Esta protección legal y la importante presencia de las mujeres en el sistema educativo ha sido el resultado de un largo recorrido histórico. Las mujeres pasaron de formarse en las escuelas de “amigas” donde recibían enseñanzas domésticas y religiosas. Desde mediados del S. XIX, la ley establece que todas las niñas debían acudir a la escuela primaria, sin embargo, existía un elevado nivel de absentismo. Cuando algunas consiguieron finalizar sus estudios superiores con éxito, fue necesario esperar más tiempo para que se reconocieran que conocimientos adquiridos podían ejecutarse profesionalmente. Durante el primer tercio del S. XX, la educación femenina avanzó. A pesar de los avances existe un techo de cristal para las mujeres que además de ser una injusticia, es un desperdicio de talento que como sociedad no nos podemos permitir.
2. Coser y rezar: un modelo de educación diferente para las niñas
La educación de las niñas ha respondido a la función que en cada momento histórico la sociedad ha reservado para ellas. Durante muchos siglos la función fue la crianza y el cuidado familiar, pero había que dilucidar que la formación de las futuras madres debía tener alguna utilidad social.
Sin embargo, la legislación liberal reguló de manera diferente la formación de niños y niñas, ya que en la base de la educación de las niñas no estaban recogidos sus derechos sino sus obligaciones. Durante el Trienio Liberal, el Reglamento General de Instrucción Pública, introdujo novedades: delimitación escuela pública- privada. La vuelta al absolutismo en 1823 no supuso el abandono de interés por la educación. El Plan y Reglamento de primeras letras del Reino de 1825 reguló la enseñanza primaria con intención de formar buenos cristianos y buenos vasallos.
La Ley Moyano tuvo una repercusión importante en educación femenina ya que estableció la obligatoriedad de la enseñanza para los niños y niñas de 6 a 9 años. Esta ley también supuso la implantación de un modelo educativo diferente para ambos sexos. Las niñas recibían una alfabetización básica, un adoctrinamiento moral y enseñanza de labores. Finalmente, se mejoró la formación de las maestras y las Escuelas Normales contaron con un número de alumnas matriculadas y tituladas, lo que favoreció el proceso de feminización de la docencia.
3. La alfabetización de la población femenina al finalizar el S. XIX
La alfabetización femenina en España durante todo el siglo fue inferior a la de otros países europeos, siendo el alfabetismo mayor en las zonas rurales que en las ciudades. Las primeras jóvenes que iniciaron estudios secundarios aprovecharon el vacío legal del Sexenio Democrático, que no prohibió expresamente la presencia de mujeres en los estudios medios y universitarios.
4. El Siglo XX: de excepción a mayoría en los estudios universitarios
El siglo XX ha sido definido por muchos autores como el “Siglo de las mujeres”. En los albores del siglo, los defensores de la educación femenina tenían entre sus principales objetivos ampliar el número de mujeres con derecho a instruirse, a potenciar la enseñanza femenina secundaria y terminar con las trabas legales que dificultaban el acceso de la mujer a los estudios superiores.
La Ley de 23 de junio en 1909 estableció la escolarización obligatoria hasta los 12 años, con lo que aumentó la cifra de alumnas en primaria. Esto favoreció a la caída del analfabetismo femenino. El programa de estudios para la enseñanza primaria pública ampliaba las materias recogidas en la Ley Moyano: los estudios comunes para ambos sexos, sumándose las labores en caso de las niñas. Además, se asumió la coeducación en una Real Orden de 1911, sin embargo, su aplicación estuvo muy limitada.
5. Las primeras alumnas de bachillerato, enseñanzas profesionales y universitarias
Las mujeres que cursaban estudios secundarios y superiores dejaron de ser una excepción. Las primeras alumnas de estos institutos eran hijas de profesionales liberales, y su presencia provocó algunos problemas prácticos que las autoridades solventaron manteniendo distancia física entre alumnos y alumnas: las alumnas entraban a clase acompañadas por el profesor y ocupaban los bancos más próximos a su mesa, separadas del resto de alumnos.
El acceso de las mujeres a los estudios universitarios concitó una mayor oposición y a pesar de las nuevas disposiciones legales, las pioneras que entraron a las facultades tuvieron que quebrantar barreras: había pocas mujeres matriculadas en bachillerato, por lo que pocas tenían la oportunidad de cursar estos estudios.
6. El impulso educativo de la II República
En la II República la educación se convirtió en una prioridad. Se crearon escuela y se impulsó la atención social a la infancia; se crearon cantinas, colonias y roperos escolares. Se igualó la matrícula de niñas y niños y se dignificaron los conocimientos femeninos. También se produjeron cambios en los textos escolares. Durante la II República se produjo un incremento cualitativo y cuantitativo de universitarias, que se matricularon sobre todo en estudios de Farmacia, Filosofía y Letras, Medicina y Ciencias.
7. La escuela franquista: de la autarquía al desarrollismo
La victoria de Franco en la Guerra Civil implicó la restauración del sentido tradicional de la familia y se derogan las leyes de la etapa republicana, instalándose el control ideológico de la iglesia sobre la enseñanza. Se prohibió la coeducación con la justificación de que se pretendía “liberar a la mujer del taller y de la fábrica”.
El desarrollo industrial demandaba mano de obra femenina. La sociedad ya no ve con malos ojos que las mujeres trabajen fuera de casa. Estos cambios económicos y sociales están en la base de la Ley General de Educación de 1970, la cual provocó cambios en la educación española. La nueva ley reconoce la igualdad de oportunidades en materia educativa y rompe la tradición franquista de la segregación por sexos. Se establece la escolarización mixta, el currículum compartido y el mismo profesor y espacios escolares. La escolarización será obligatoria hasta los 14 años para niños y niñas.
8. La implantación de la escuela mixta: logros y carencias
Los efectos de la LGE y de la Ley Orgánica del Derecho a la Educación, fueron muy positivos para el acceso de amplios sectores de población antes excluidos a todos los niveles educativos. Durante los años 80 se consolida la presencia femenina en todas las etapas, superando en muchos casos a los varones.
A pesar de esto, se mantiene una diferencia fundamental a la hora de elegir estudios, las mujeres tenían una mayor presencia en las ramas de Formación Profesional dedicadas al cuidado de las personas y cuidados del hogar.
A pesar de los avances en educación femenina, la escuela mixta no siempre ha sido sinónimo de coeducación. En los años 80 algunas investigaciones sobre la práctica educativa desde la óptica feminista evidenciaron que la escuela mixta no había logrado eliminar las desigualdades ya que la escuela contribuía a legitimarlas gracias al sexismo del lenguaje y el androcentrismo científico. El orden masculino predominaba, mientras el modelo femenino no tiene cabida.
En 1990 con la LOGSE se reconocía la discriminación por sexos en el sistema educativo. Se pretendió ir más allá de la escolarización, se amplió la enseñanza obligatoria hasta los 16 años y se procuró introducir la igualdad en todos los aspectos de la vida escolar. Sin embargo, no tuvo el éxito esperado.
9. La mayor educación y formación de las mujeres ¿sinónimo de igualdad de oportunidades?
El éxito educativo de las mujeres es indudable, pero tiene límites: hay que trabajar mucho para que la coeducación sea efectiva en los centros educativos y exista paridad en los puestos de prestigio entre sexos. La desigualdad es también patente fuera de la escuela, en el mercado laboral, y sobre todo en el reparto del trabajo doméstico no remunerado. También existe gran diferencia salarial respecto a los varones.
Si queremos lograr una igualdad efectiva entre sexos, debemos apostar por las políticas públicas que busquen favorecer la conciliación entre la vida laboral y la familiar. Por tanto, si la escuela quiere convertirse en un factor de igualdad debe revisar el sistema de valores y actitudes que se transmiten, repensar los contenidos educativos, evitando los estereotipos y la invisibilidad de las mujeres en los materiales escolares, reintroduciendo pautas, saberes y puntos de vista tradicionalmente elaborado por mujeres.