La genealogía de la ciencia
La ciencia en las actividades cotidianas
La ciencia y la filosofía nacen como un saber unificado con el objetivo de encontrar el sistema ordenado y coherente que rige los fenómenos naturales que no encontrará caminos separados hasta el siglo XVII, durante la Revolución Científica. La ciencia, tal y como hoy la entendemos, es una actividad relativamente reciente en la historia de la humanidad. Galileo y Newton, los dos grandes científicos asociados al inicio de la ciencia moderna, marcan el comienzo y el final del siglo XVII. En el siglo XIX, este modelo científico alcanza su madurez y llega a su plenitud ya en el siglo XX. Pese a esto, no se puede hablar de un inicio claro de la actividad científica, pero si tomamos la ciencia en un sentido más amplio, casi podríamos decir que es tan antigua como la humanidad, pues desde la Antigüedad, nuestros antepasados no se regían solo por un pensamiento mágico o animista, de algún modo ya incluyeron la ciencia entre sus actividades más distintivas, como el fuego, instrumentos de caza y corte, conservación de alimentos y vasijas resistentes al fuego.
- Desde el principio, nuestros antepasados cazaban y recolectaban, algo que hacen muchos animales, e incluso todo indica que, en los primeros tiempos, fueron “animales” carroñeros.
- Pronto aprendieron a controlar el fuego y mejoraron cualitativamente la fabricación de instrumentos. En sus relaciones con el mundo introdujeron la tecnología y esta les permitió cazar mucho mejor, trocear bien las piezas, conservarlas adecuadamente y luego cocinarlas en vasijas resistentes al fuego.
- La comida pasó a ser algo más que alimentarse. Se transformó en actividad social y cultural: desde tiempos muy remotos está regida por unos modales y por preceptos religiosos y también cumple funciones sociales.
- La alimentación se convirtió también en un campo de estudio racional y sistemático encaminado a tener un conocimiento riguroso de la producción, elaboración y conservación de los alimentos, guiado por el método del ensayo y error, la elaboración de hipótesis y la contrastación de las mismas. Tras la aparición de la escritura se escribieron tratados sobre este tema.
La búsqueda del conocimiento
Existe un esfuerzo por alcanzar un conocimiento más profundo de la realidad que nos rodea encaminado a lograr entender mejor cómo se producen las cosas, con 2 objetivos fundamentales:
- Por un lado se trata de satisfacer nuestra enorme curiosidad. Es algo que sigue presente en la actualidad y podemos constatarlo, por ejemplo en la aceptación que tienen los documentales de divulgación científica, en especial cuando abordan temas que nos interesan o nos afectan más directamente.
- Por otra parte, en nuestra difícil y a veces dura relación con la naturaleza y en la sociedad en la que vivimos tenemos que ir resolviendo problemas. Cuanto mejor sepamos cómo funcionan las cosas, cuáles son las leyes que rigen su comportamiento, más fácil será esa relación y con más eficacia resolveremos los problemas y, en consecuencia, más calidad tendrá la vida que llevemos.
Continuidades y rupturas en la ciencia
El planteamiento general de qué es la ciencia ha sido constante y sigue siéndolo, aunque entre las Físicas de Aristoteles, Newton y Heisenberg existen enormes diferencias, pero también hay rasgos compartidos.
Continuidad y progreso – Algunos como Pierre Duhem mantienen que hay continuidad en la historia de la ciencia, es decir, la ciencia avanza de manera continua con pequeñas modificaciones apenas perceptibles que se van acumulando.
Karl Popper – considera que hay continuidad entre el nivel precientífico y el científico, pues en ambos casos se progresa en la búsqueda de la verdad a base de acumular observaciones y buscar errores, sustituyendo unas teorías por otras mejores y más satisfactorias. Gracias a la contrastación empírica las tesis se corrigen y se mejoran. Los genuinos científicos son los que provocan esas sustituciones, que más bien son rupturas. Se trata de una visión optimista y de progreso.
Revoluciones científicas – Para otros como Thomas Kuhn solo existe continuidad en la llamada ciencia normal. En la ciencia tienen lugar auténticas revoluciones, procesos en los que no solo se producen nuevos acontecimientos, sino que además cambia completamente el paradigma, que dota de sentido a toda la investigación. Es decir, cambia el consenso respecto al tipo de problemas que se deben estudiar, las preguntas que hay que formular y la manera de interpretar los resultados. El desarrollo histórico de la ciencia consta de varias fases.
Discontinuidad radical – Paul Feyerabend considera que no es posible hablar ni de acumulación ni de progreso en la ciencia. En efecto, en la ciencia genuina impera, y debe imperar, la completa libertad de investigación, sin atenerse a ningún método cerrado ni a lo que la Academia considera científico. La ciencia sufre cambios importantes, pero no progresa.
La ciencia moderna y contemporánea
La gran ciencia
A finales del siglo XIX y principios del XX se producen cambios profundos en las ciencias que permiten hablar de otra nueva revolución. Principalmente en el campo de la física. Tras un experimento fallido que intentaba encontrar evidencia empírica de la existencia del éter, y tras la imposibilidad de explicar la radiación de un cuerpo negro partiendo de los principios básicos de la física clásica, se inicia una gran transformación que conduce a la teoría de la relatividad, por un lado, y a la física cuántica, por el otro. Los cambios no han terminado, al menos en el sentido de que más de 100 años después, con un enorme desarrollo en la comprensión de la física, sigue pendiente encontrar una teoría unificada que reconcilie la física relativista y la cuántica.
El cambio pone en cuestión los supuestos filosóficos en que se basaba la ciencia anterior, dejan de estar claros los conceptos de verdad y objetividad desde el momento en que debe tenerse en cuenta de que el observador modifica el elemento observado.
El determinismo clásico tiene que ser reformulado, dado paso a la indeterminación y al cálculo probabilístico. El tiempo se introduce como una magnitud física fundamental dando paso a un universo de 4 dimensiones, y modificando los conceptos básicos de espacio y tiempo. Deja de estar claro que sea posible concebir la realidad como una máquina y tampoco se ve con claridad que el desarrollo científico conduzca necesariamente a una sociedad mejor.
Se modifican profundamente las estructuras sobre las que se sustenta la práctica científica, dando paso a lo que hoy día podemos llamar “gran ciencia”. Hasta el siglo XIX había sido una actividad individual, que se movía en pequeños círculos.
A partir del siglo XX se inicia algo distinto, con consecuencias importantes en todos los ámbitos.
- Institucionalización de la ciencia – primero en las universidades, pero casi al mismo tiempo en centros de investigación asociados a empresas.
- Incremento de la relación estrecha e influencias entre la ciencia y la tecnología.
- Tendencia al gigantismo – por la necesidad de que algunas investigaciones requieren instalaciones muy costosas, con miles de científicos trabajando en inversiones millonarias de diferentes gobiernos.
- Militarización e industrialización – se establecen complejas relaciones entre la ciencia y la industria, por un lado, y también entre la ciencia y el Ejército por el otro.