Materialismo Dialéctico y Capitalismo: Análisis de los Modos de Producción

Estructura de los modos de producción

El materialismo pone hincapié en lo que las sociedades humanas, contempladas estática o sincrónicamente, tienen en común. La infraestructura se descompone en dos componentes principales: las fuerzas productivas y las relaciones de producción. Las fuerzas productivas comprenden varios componentes: la materia prima y los medios de trabajo. Marx daba primacía a la tecnología, y consideraba que los tipos de tecnología utilizados en la producción constituían la característica esencial de las fuerzas materiales de producción y la más potente fuerza productiva capaz de cambiar radicalmente el carácter de una sociedad. Esto significa que el estadio de desarrollo tecnológico o la calidad tecnológica de los instrumentos determina las relaciones sociales de producción y, de esa manera, toda la superestructura, generando así un tipo de sociedad diferente. Los cambios de tecnología conducen a la transformación de una sociedad dada, como la feudal. De esto se desprende que la interpretación marxiana de la historia, más que una interpretación económica, es una interpretación tecnoeconómica. La superestructura se puede definir como el conjunto de fenómenos que pueden explicarse a partir de la estructura económica de la sociedad.

El materialismo en el eje de las relaciones hombre-hombre

En el curso de la actividad productiva, mediante la cual el hombre obtiene los medios para satisfacer sus necesidades y se crea a sí mismo como un tipo determinado de hombre, se producen múltiples formas de relaciones sociales. En el trabajo, el hombre no solo se relaciona con la naturaleza, sino con otros hombres, y las relaciones hombre-naturaleza y hombre-hombre constituyen los principios fundamentales del materialismo de Marx.

El materialismo dialéctico

En el materialismo dialéctico confluyen la herencia de Hegel y la de Feuerbach. De Hegel adopta la dialéctica y rechaza el idealismo. De Feuerbach toma el materialismo, pero se distancia de él por su carácter pasivo y no dialéctico. De la conjunción de ambas herencias surge su materialismo dialéctico como alternativa que se contrapone al idealismo dialéctico del primero y al materialismo no dialéctico del segundo.

La inversión o vuelta del revés por parte de Marx del idealismo hegeliano no partió de la naturaleza y hombres reales, sino de la razón, idea o espíritu. A este idealismo dialéctico le reprocha como principal deficiencia el que marcha de cabeza o boca abajo, pues invierte la correcta relación hombre-espíritu: nos presenta al espíritu como el verdadero sujeto de la realidad, tanto de la naturaleza como de la historia, que son productos del espíritu, en vez de presentar a este como lo que es, un producto del hombre como ser material. El materialismo de Marx camina sobre sus pies o boca arriba, en tanto la naturaleza y el hombre ya no son productos del espíritu, sino un producto de la materia que es la realidad primaria o absoluta que no depende de nada y de la que todo depende.

El materialismo de Marx parte del ser material natural como objeto que se nos ofrece en la experiencia inmediata y de la negación de la existencia de cualquier entidad espiritual, tal como Dios o el alma. Aunque Marx afirma con Feuerbach la prioridad de la materia sobre el pensamiento, no le interesa la naturaleza como tal considerada separadamente del hombre.

El materialismo de Marx gira, en primer lugar, en torno al eje de la relación hombre-naturaleza. El hombre está orientado hacia la naturaleza en el sentido de que tiene necesidades que únicamente pueden satisfacer objetos ajenos a sí mismo y que solo la naturaleza le puede proporcionar.

El materialismo como materialismo dialéctico

La dialéctica es un método de pensamiento o de análisis y una concepción de la realidad. Según la dialéctica, y en especial la historia, son concebidas como una unidad procesual en constante transformación y desarrollo, que tiene lugar en una secuencia de tres etapas o fases: el momento positivo o de la afirmación, el momento negativo y el momento de la superación, que es el resultado del conflicto entre las dos fases procedentes.

El materialismo como materialismo frente al materialismo contemplativo

Marx propone un materialismo activo de acuerdo con el cual la naturaleza no es un mero objeto de conocimiento o de contemplación, sino algo con lo que el hombre mantiene una relación activa, sobre lo que actúa transformadoramente para poder vivir, con lo que se pone en relación por medio del trabajo, creando así sus propias condiciones de existencia.

El capitalismo

De las etapas de la historia antes esbozadas nos detendremos en el análisis del funcionamiento y evolución del capitalismo, el modo de producción característico de la época moderna. Uno de los rasgos distintivos del capitalismo es la concentración del capital, entendida como la inexorable tendencia a la concentración de la producción en fábricas y empresas cada vez mayores para ampliar la escala de la producción y las economías.

En primer lugar, la centralización del capital implica que las empresas más pequeñas de cada rama de la industria se van al garete y son absorbidas por empresas gigantes cuyo número es cada vez menor. El tercer efecto es la tasa decreciente de ganancia o beneficio, ya que todo el beneficio proviene de la explotación de la fuerza de trabajo del obrero y no del capital.

En segundo lugar, el empobrecimiento progresivo del proletariado es considerado por Marx como la segunda ley del movimiento del sistema capitalista.

En tercer lugar, se producen crisis y depresiones económicas cíclicas cada vez más intensas hasta acabar con el colapso del sistema y la revolución proletaria.

Para hacer este análisis, Marx se basó en los conceptos fundamentales de la escuela clásica de economía. De Ricardo adopta la teoría del valor trabajo, según la cual el valor de las cosas viene determinado por la cantidad de trabajo necesario para producirlas. Es decir, la fuerza de trabajo del obrero no es una excepción entre las demás mercancías.

A la diferencia entre el valor del trabajo y el valor de la fuerza del trabajo, Marx la llama plusvalía. Marx no estaba interesado solo en estudiar las leyes explicativas del funcionamiento del sistema capitalista, sino sobre todo las que él denominaba “leyes del movimiento”. La primera de estas leyes es la tendencia del sistema a la acumulación incesante de capital, a la inversión continua por los capitalistas de parte de su ganancia en nueva producción. Esta acumulación tiene tres efectos nocivos sobre el sistema económico. El primero es la concentración de la producción y las economías de la producción en gran escala espoleadas por la competencia.