La Transmisión Cultural: La Tradición y la Innovación
El proceso de socialización consiste básicamente en asumir la tradición de la generación anterior; es decir, sus costumbres, pautas de comportamiento, valores, etc.
La tradición sería el bagaje de elementos culturales ya elaborados por la sociedad que nos ha precedido. Esta se transmite a las generaciones siguientes mediante el proceso educativo y se compone de conocimientos, experiencias, creencias y normas que abarcan todo el quehacer humano, desde la moral y el conocimiento hasta los rituales sociales.
De la generación anterior recogemos muchísimos elementos que configuran nuestro ser en el mundo: la forma de contar el tiempo, las fiestas, el lenguaje, la manera de expresarse, los valores positivos y apreciables, los contravalores negativos o despreciables, la forma de alimentarnos, los horarios, el ocio, etc.
La Importancia de la Tradición y la Innovación
La tradición es fundamental para la construcción de una sociedad. Es fruto de un proceso histórico donde las generaciones anteriores van entregando a las posteriores sentido, experiencias y posibilidades. Esta entrega no se realiza de manera automática ni exacta, sino que existe una ligera modificación en cada generación. A esto le llamamos la novedad cultural o social, que con el tiempo se podrá asentar como una nueva tradición o simplemente se disolverá sin instalarse en la sociedad.
Cada generación reinterpreta la tradición que hereda, modificándola levemente. Incluso, cada persona acepta de una u otra manera la tradición de sus mayores, integrando en su vida más algunos aspectos que otros. Por ejemplo: la forma de cocinar de los padres puede transmitirse peor, o no poderse continuar por la forma diferente de vivir; en cambio, la concepción sobre el trabajo y la lealtad puede ser mejor asumida.
Esto no significa que los valores novedosos sean mejores que los tradicionales. Tampoco podemos decir que todas las tradiciones sean buenas o no sean mejorables. Tales juicios de valor suelen estar fuertemente ideologizados. Para algunos sectores, los valores modernos y progresistas son los buenos, y se deben imponer “reeducando” a la sociedad. Se demonizan algunos de los valores clásicos asumidos y arraigados en la sociedad. El debate suele terminar pronto, pues la subjetividad a la hora de escoger y despreciar valores clásicos es muy discutible.
Así encontramos que algunos valores clásicos como la “fidelidad” o la “templanza”, se han visto sustituidos por otros como el “individualismo” o el “hedonismo”. Vivimos en una sociedad donde se tiende a ver los valores tradicionales como antiguos y aburridos, o “carcas”; frente a los valores progresistas y modernos que suelen ser aplaudidos aunque sean perjudiciales para la sociedad.
A ello contribuye nuestra sociedad de consumo donde se establece que “todo lo nuevo es bueno y todo lo antiguo es malo”. Este principio de mercado se traslada al mundo de lo cultural y de los valores, convirtiéndose en un principio disgregador y fragmentador de la sociedad.
El resultado puede ser un sujeto fuertemente infeliz, desarraigado de los valores que socializó, y necesitado de una resocialización permanente.
Ejemplo: La Vida Sexual
Un ejemplo de esto es la vida sexual. La socialización que tuvieron nuestros abuelos para las relaciones con el otro sexo, el matrimonio y la crianza de los hijos, ha sido distinta a la que han tenido nuestros padres; que seguramente será distinta a la que tengamos nosotros. Si la vida afectiva familiar aprendida en la socialización primaria no logra encontrar su desarrollo en la socialización secundaria, y no se ve plasmada en los valores que los individuos viven, entonces hay un salto excesivo en la superación de las tradiciones, lo que puede conllevar la necesidad de resocializarse de nuevo siguiendo las nuevas pautas culturales. Esto creará desconcierto, falta de orientación y fracaso en la vida sexual y familiar. Se genera un estrés social y cultural cuyos resultados son, a corto plazo, el fracaso personal, y a largo plazo, el estancamiento social. Si la novedad y la moda (también en lo ético) es la pauta que marca los comportamientos, entonces estamos obligados a resocializarnos permanentemente, y eso deteriora a las personas.
Esta desorientación es generalizada en nuestra sociedad, de ahí la afluencia plural de comportamientos éticos, con valores antitéticos que son asumidos de igual forma por unos individuos y otros. Una sociedad donde el valor del egoísmo es visto bien o mal según la circunstancia es una sociedad llamada a su fractura y fracaso colectivo.
La Autoridad de la Tradición
Gadamer dice que un elemento fundamental de la interpretación de la realidad, sea cual sea ésta, es la autoridad de la tradición. Nuestra sociedad es reinterpretada constantemente desde las tradiciones del pasado que son reelaboradas. Un elemento importante de la tradición es que integra un principio de autoridad. Lo que hacen los mayores y lo que está ya en la sociedad tiene autoridad. Es la autoridad de la experiencia, la autoridad de lo que se debe hacer, la autoridad de lo que siempre se ha hecho. Por eso, la fortaleza de la noción de autoridad discurre en paralelo con la noción de tradición que se tenga. Nuestra sociedad occidental, donde la idea de autoridad es percibida como algo negativo, hace que la idea o noción de tradición sea igual de negativa.
Pero esta autoridad puede no ser menos exigente que la contestación a la misma. Igual de imposición es seguir la tradición sin reflexionar, como ser antitradicionalista sin reflexionar. En algunos sectores sociales cualquier tradición es mal vista, y en otros cualquier novedad es lo desechable. Esto forma parte de cierto borreguismo social.
Gadamer dice que la conservación de algo es siempre un acto de razón, por eso la tradición incorpora siempre una reflexión, incluso en una revolución o con cambios tumultuosos se conserva más el legado antiguo que las innovaciones, y en todo caso «la conservación representa una conducta tan libre como la transformación y la innovación». Lo más adecuado es asumir las tradiciones siendo conscientes y críticos con las mismas, no de manera automática, sino reflexiva. Lo más probable es que entendamos que la mayoría de los valores que heredamos sean los más adecuados para construir la sociedad. En cambio, los valores novedosos necesitan tiempo para ser contrastados y asentados en la sociedad. Responden a modas pasajeras, y no siempre logran el beneplácito de la sociedad en su conjunto. Cuando son adecuadas y buenas para la sociedad, se suelen aceptar y asumir de manera sencilla, sin excesiva contestación social.
Subculturas y Contraculturas
Subculturas
Dentro de una cultura es posible que se den diferentes subculturas. Una subcultura es un grupo que, dentro de una sociedad, mantiene estilos de vida que no son compartidos por el resto de la sociedad. Así, nos encontramos en casi todas las culturas estilos diversos dentro de la misma sociedad o cultura. El ejemplo más inmediato y generalizado suele ser la diversidad en comportamientos de mujeres y hombres. Son frecuentes las sociedades de hombres, que se preparan para la guerra, diferentes de las sociedades de mujeres con otros intereses distintos. También es diferente fácilmente los estilos de vida de los jóvenes respecto de los adultos o de los ancianos y niños. Estos grupos suelen presentar vidas y estilos de vida diferentes.
En nuestra sociedad aparecen subculturas vinculadas a grupos con orígenes distintos. Es lo que suele suceder, por ejemplo, en las grandes ciudades que acogen emigrantes: el barrio pakistaní es harto diferente del barrio irlandés de una gran ciudad norteamericana. Pero estas diferencias también pueden darse por la edad. Por ejemplo, los jóvenes funcionan en muchos lugares formando una verdadera subcultura, con sus “argots” particulares y con valores distintos a los del mundo adulto.
El nivel socioeconómico suele marcar de manera señalada las subculturas. El mundo de los multimillonarios es bastante distinto del mundo de la clase media, y eso sucede en cualquier país del mundo. A veces puede ser una subcultura el mundo de los artistas o famosos, o el mundo de la universidad; donde lo habitual son las relaciones endogámicas y las relaciones internas.
Contraculturas
Una contracultura es algo diferente. Se llama así a movimientos de rebelión contra la cultura hegemónica en la que tratan de presentar un proyecto de cultura diferente y una sociedad alternativa. Sería, por ejemplo, los movimientos hippies de los años 60, determinadas tribus urbanas antisistema, grupos de delincuencia organizado en bandas de adolescentes, etc. Existen también en otros países grupos aislados de ciudadanos que hacen una opción diferente de vida, por ejemplo, los cuáqueros en USA.
El gran problema de estos grupos es perfilar hasta qué punto son realmente contraculturales o simplemente son modas pasajeras perfectamente integradas en el sistema o la cultura hegemónica. Por ejemplo, un grupo antisistema tipo “ocupa”, su única manifestación contracultural puede ser vivir en una propiedad ajena, pero si luego están perfectamente integrados con un trabajo y compran en un supermercado no están reflejando más que parcialmente algún aspecto contestatario, pero menor a lo que podría indicar una contracultura.
La Evolución Cultural
Las culturas no existen ajenas unas a otras, sino que es frecuente el intercambio y la comunicación entre ellas. Esto puede propiciar, no pocas veces, que algunas culturas evolucionen dramáticamente ante la presencia de una cultura diferente. Fue el caso de las culturas polinésicas o africanas en el siglo XIX y XX. El contacto de éstas con el hombre blanco occidental trajo consigo la modificación, evolución y, a menudo, extinción de las mismas. Algo parecido podemos decir que sucedió con la llegada de los españoles a América en el siglo XVI y encontrarse con las culturas indígenas diferentes a la autóctona.
Toda cultura evoluciona por dos razones: por contacto con otras culturas o por elementos internos.
Endoculturación
La endoculturación sería la experiencia de aprendizaje, parcialmente consciente y parcialmente inconsciente, por la cual la generación de más edad invita, induce y obliga a la generación más joven a adoptar los modos de pensar y actuar tradicionales. Se basa en el control de las generaciones, replicando las conductas y asumiendo algunas novedades.
Sin embargo, no puede explicar una parte de los estilos de vida porque la replicación de pautas culturales de una generación a otra no es completa ni exacta. Ese salto o carencia de continuidad es lo que llamamos el abismo generacional, que hace que no podamos dar cuenta de la evolución que va a tener una cultura en el futuro. Esta transmisión la llamamos “tradición”, y se presenta así en dialéctica con las innovaciones culturales. Las culturas cambian, por tanto, con el paso del tiempo, modificando sus valores y sus instituciones. Cuando la cultura se encuentra poco amenazada y es estable los cambios serán mínimos, pues la seguridad y la supervivencia están garantizadas repitiendo las tradiciones. Cuando las culturas se ven amenazadas por desequilibrios internos o externos los cambios serán frecuentes buscando la adaptación, que, si no se consigue, llevará a la autodestrucción de la cultura. Un ejemplo de cultura estable sería la de los pigmeos, donde apenas han modificado sus hábitos de vida desde hace varios milenios. En cambio, la cultura islámica se está adaptando al mundo occidental desde principios y valores distintos a los propios, lo que genera una alta conflictividad interna.
Influencia Externa
Las culturas también evolucionan y cambian por contacto con unas y otras. Generalmente, la cultura más poderosa económicamente suele imponerse respecto a la cultura débil, pero no siempre es así. En la historia tenemos el ejemplo de Roma, que conquista militarmente Grecia, pero que sucumbió culturalmente a muchas de sus creaciones artísticas y religiosas.
Las culturas suelen propiciar en estos contactos dos reacciones diversas: difusión y resistencia.
- Difusión: es la transmisión de rasgos culturales de una cultura a otra. Todas las culturas, por contacto directo o indirecto, pueden impregnarse de rasgos culturales de otros grupos humanos. En nuestra sociedad contemporánea es muy fuerte la difusión de la cultura norteamericana y anglosajona. A su vez, la cultura occidental se ha difundido en culturas tradicionalmente resistentes o distintas, que, sin embargo, aparecen tan adaptadas al mundo de vida occidental como nosotros. Serían los casos de Japón, Taiwán, China, Hong Kong y Corea del Sur. Sus culturas autóctonas han asumido gran cantidad de elementos culturales ajenos, con los que se sienten muy a gusto. O eso parece. La difusión supone un intercambio no igualitario entre dos culturas, lo que puede provocar la reacción de rechazo a la cultura invasora por parte de la cultura más débil. El problema de la lengua en nuestro país tiene algo que ver con esto. El castellano es la lengua poderosa que se difunde sin problemas, mientras que el catalán, el vasco, el gallego y el valenciano sufren si no son protegidas y potenciadas por los poderes públicos.
- Resistencia: es tan frecuente como la difusión. La resistencia indica tanto el miedo a la desaparición de las señas de identidad propias, como la reacción a una imposición cultural progresiva. A nivel interno sería un conservadurismo a ultranza, donde cualquier cambio se percibe siempre como “a peor”. También la resistencia indica una invasión cultural real. El ejemplo más claro de resistencia sería la visión que se tiene en gran parte de los países musulmanes respecto a Occidente, cuya influencia cultural está “arrastrando” (así lo entienden muchos islámicos) a muchos a formas de vida occidentalizadas y poco adecuadas para un buen musulmán.
Infraestructura, Estructura y Superestructura
Infraestructura
La infraestructura la componen los mecanismos de producción y de reproducción de la cultura. Para Harris, la forma de producir tiene que ver con los recursos económicos y las innovaciones tecnológicas en la producción y explotación de esos recursos. Es importante conocer la abundancia o no de alimento, la capacidad de almacenarlo y por cuánto tiempo, y las posibilidades de obtener recursos en los alrededores. Esto varía en función de la tecnología que se disponga, por ejemplo, en una sociedad neolítica con agricultura, las técnicas de colección y la abundancia de cosecha es distinta a una sociedad de cazadores-recolectores.
Esta infraestructura está muy vinculada a la estructura cultural. La economía decidirá la organización política del grupo. Por ejemplo: cuanto más tiempo podamos almacenar grano, más jerárquica y autoritaria será la organización política encargada de repartir los recursos.
En cuanto a lo reproductivo, Harris entiende que está muy vinculado a la capacidad productiva del grupo y la subsistencia del grupo en relación con los recursos. Una sociedad con abundantes recursos, sin competencia y en expansión tenderá a crecer en natalidad; habrá normas y pautas para lograr que haya más hijos. Se potenciarán las relaciones sexuales pronto y estará bien visto tener muchos hijos. En cambio, en una cultura con recursos escasos o con fuerte competencia tendrá normas que restrinjan la natalidad, la sexualidad será más tardía, para evitar una superpoblación que ponga en riesgo la escasez de recursos y la supervivencia del grupo.
Estructura
La estructura la componen la organización económica, el parentesco, las normas legales y la organización política. Las culturas se organizan económicamente de manera muy diversa. Lógicamente, en el origen de tal diversidad encontramos la infraestructura económica. Así, nos encontramos con sociedades de bandas y aldeas sin comercio y con abundantes recursos; sociedades con domesticación de especies animales y plantas, que les permite intercambiar sus productos mediante el trueque; y en las sociedades más complejas encontramos el comercio con el uso de moneda, o de algún patrón estable fijado por la cultura (oro, pieles, conchas, etc.).
En cuanto al parentesco, la mayoría de las culturas son poligámicas, lo que garantiza mejor la supervivencia familiar. Los parentescos pueden ser matrilineales o patrilineales, según la línea de parentesco preferencial, o mixta, también muy frecuente.
En cuanto al control de las actividades políticas y comerciales, la mayoría de las sociedades son patriarcales. La explicación a esta primacía del sexo masculino viene dada por la mayor fuerza física del hombre respecto a la mujer, y por tanto su preferencia para el cultivo agrícola, la ganadería, la guerra; y por extensión para el comercio y las decisiones políticas. Las culturas matriarcales son muy escasas y no existen nunca en estado puro. Se suelen dar en lugares donde los varones se ausentan frecuentemente para la guerra. En estos casos ni siquiera hay un matriarcado semejante al patriarcado, sino sólo organizado en ausencia de “hombres”. Solo las sociedades donde no es decisiva la mayor fuerza física muestran pautas de comportamiento más igualitarios, con ausencia de roles masculinos y femeninos. Sería el caso de las sociedades de cazadores-recolectores y, actualmente, de la occidental, donde el empleo de máquinas iguala la condición física de todos.
Todos los grupos culturales tienen y necesitan normas legales imprescindibles para mantener la estabilidad y supervivencia del grupo. Es importante resolver conflictos de la manera más “ordenada” posible para que el grupo no se resienta, se deteriore la relación o termine enfrentándose internamente. Encontramos todo tipo de soluciones a esas cuestiones: desde enfrentamientos públicos dialécticos donde se da la razón a uno u a otro, hasta enfrentamientos con cánticos. En algunos casos los chamanes del grupo deciden quiénes poseen malos espíritus y deben ser apartados del grupo, generalmente recae en personas especialmente conflictivas y perjudiciales para la supervivencia y la unidad del grupo.
La vida sexual en los grupos culturales es también muy variada. Lógicamente esta cuestión está relacionada con la infraestructura reproductiva del grupo. Grupos de natalidad restringida practican poco la sexualidad y de manera tardía. La necesidad de estos grupos hace que el aborto y el infanticidio vayan de la mano a fin de que sobrevivan los niños y bebés más fuertes.
Las relaciones de pareja, lo que llamamos matrimonio, tienen también todo tipo de variantes. Desde matrimonios donde la mujer es una esclava de la familia del marido (bastante frecuente) y sus hijos son educados por los parientes del hombre, hasta los matrimonios con partes del cuerpo del cónyuge (que se puede comprar o vender por partes), y manteniendo relaciones sexuales con cualquier otro miembro del grupo.
Relaciones homosexuales y pedófilas con adultos durante unos años antes de tener relaciones heterosexuales y procrear son tan frecuentes culturalmente como aquellas donde está rigurosamente prohibido la homosexualidad y la pedofilia. También encontramos grupos donde la educación de los hijos la realizan en exclusividad los hermanos de la madre (avunculocalidad).
Superestructura
La superestructura está compuesta por la religión y el arte, incorporando la cosmovisión y la mentalidad del grupo. Son los discursos que justifican las conductas del grupo y su mentalidad. Entrarían aquí las razones que explican el infanticidio, la matrilinealidad o el porqué de la homosexualidad. Son esenciales para cohesionar un grupo y mantenerlo unido, alimentado las conductas que sirven para sobrevivir, y rechazando las peligrosas.
La religión se organizará y estructurará de manera semejante al resto de la sociedad. Por ejemplo, si es un grupo jerarquizado y complejo, su estructura religiosa será compleja y jerárquica. Si es un grupo que pasa mucho tiempo en soledad (inuit o esquimales) tendrán muchos rituales individuales de tipo religioso.
Es muy importante que lo ideológico del grupo dé una respuesta existencial y colme las aspiraciones y las preguntas elementales de las personas del grupo. Lo religioso juega aquí un papel fundamental para situar a los miembros del grupo en el mundo y ante los problemas esenciales de la vida: la enfermedad, la vida, la reproducción, los demás y la muerte.
El Origen de la Especie Humana
- Teoría Poligenista: todos los sapiens (arcaico y neandertal) llevan a cabo un proceso de sapientización en una evolución paralela y conjunta. Habría una sola y única especie hacia el 40.000. Todos los individuos sapiens fueron evolucionando desde lugares dispares y múltiples. Esta tesis tiene a ser cada vez más difícil de sostener, especialmente ante la fuerza de las teorías de origen único o monogenistas.
- Teoría Monogenista: es hoy la más aceptada por los datos genéticos. A partir de los estudios del ADN de las mujeres, se puede rastrear el ADN mitocondrial que transmiten las madres. Así, la primera mujer sapiens sapiens es de hace unos 200.000 años. Se le denomina así “Eva mitocondrial”, y pertenecería ese código genético distinto a un grupo muy pequeño (entre 10.000 y 150.000 individuos) que evoluciona en lo que es nuestra especie, y cuyo origen situamos, por restos arqueológicos, en Etiopía. Todas las demás mujeres de nuestra especie han evolucionado desde ese ADN mitocondrial. Las tesis monogenistas afirmarían que, desde ese pequeño grupo de individuos, que se ha situado en África, en Etiopía, se irradiaría a los demás continentes con el consiguiente éxito evolutivo.