Utopías Influyentes en la Historia del Pensamiento

Algunas de las Utopías Más Influyentes

Utopía Platónica

La República de Platón es la primera utopía del pensamiento occidental que servirá de modelo a todas las futuras utopías. Platón diseña un sistema político rígido, rigurosamente jerarquizado con una organización basada en el conocimiento racional de la verdadera realidad y fundamentada en la educación de todos los ciudadanos.

Utopías Humanistas

En el Renacimiento encontramos las utopías de los humanistas que se enfrentan a las normas e instituciones sociales desde un distanciamiento intelectual crítico.

  • Utopía, de Tomás Moro, une la crítica a la injusticia social del periodo de transición del feudalismo al capitalismo con una idílica visión retrospectiva de la Edad Media.
  • Nueva Atlántida, de Francis Bacon, se apoya en los conocimientos científicos como medio de obtener la liberación del hombre a la vez que admite un sistema autoritario.
  • La ciudad del Sol del dominico Tommaso Campanella, plantea un “comunismo teocrático”, basado en ideas religiosas, que aúna el odio a la tiranía y la búsqueda intelectual de oportunidades para superar las calamidades sociales.
  • Oceana de James Harrington, es la utopía más realista. Sus ideas influyeron en la Constitución de los EE. UU. Señala que la política está condicionada por la economía y aconseja que el poder quede el menos tiempo posible en manos de los mismos hombres.

Un rasgo común de estas utopías es considerar que la propiedad privada es la base de las desigualdades y de las luchas sociales. En sus ciudades ideales, la propiedad queda suprimida.

Es prueba patente del carácter subversivo de estos escritos la suerte que corrieron sus creadores: Moro fue decapitado, Bacon y Harrington fueron encarcelados en la Torre de Londres. A este último se le prohibió publicar su obra. Campanella también estuvo encarcelado largos años.

Utopías Socialistas

Los nuevos sistemas económicos y políticos de los siglos XVIII y XIX provocaron profundos trastornos sociales que culminaron en las revoluciones burguesas. Éstas encontrarían su expresión natural en otra serie de utopías.

La idea más común de estas utopías es que el hombre no es malo por naturaleza sino que es la sociedad la que lo corrompe. Por eso es necesario luchar para cambiar las estructuras de la sociedad. Aquí nos encontramos con dos variantes. Unos, como Owen, quieren cambiar el medio social para cambiar al hombre. Otros como Fourier consideran que hay que sacar al hombre del medio social en que se encuentra y situarlo en un medio ambiente nuevo, que se ajuste a la verdadera naturaleza humana.

La propiedad sigue siendo considerada la base de todos los males. Asimismo hay que combatir en la vida de los hombres la pereza y la inactividad. Se da importancia a la educación y se considera que los sistemas de fuerza llegarían a ser innecesarios en una sociedad bien organizada.

Muchos de estos autores son considerados socialistas utópicos porque pretenden renovaciones sociales solo con la predicación de ideales abstractos, algunos son Morelly, Babeuf, Saint-Simon, Fourier, Cabet y Owen.

Estas utopías son auténticos programas sociales y muchos de ellos fueron puestos en práctica. Así, los falansterios de Fourier inspiraron colonias de Nueva Inglaterra (EE. UU.). El Viaje a Icaria de Cabet, inspira la fundación de Icaria y más tarde de Nueva Icaria en Illinois (EE. UU.). Owen logra implantar su utopía en Inglaterra en la fábrica de algodón de New Lanark, donde reduce el horario de trabajo, facilita viviendas a obreros, crea escuelas para niños… Intenta también la fundación de comunidades en EE. UU., pero fracasa. Más tarde sin su participación se crean colonias como las suyas en Escocia e Irlanda.

Utopías “Contrautópicas”

Con los avances tecnológicos del siglo XX -desarrollo de la informática y de la genética sobre todo- y los temores que desencadenan, la visión del futuro de nuestro siglo es más pesimista. Desaparece el optimismo de los autores anteriores y su fe en el progreso del desarrollo científico. Se han terminado los sueños humanistas. La utopía es sustituida por la ciencia ficción y se convierte en “contrautópica”, en utopía negativa. Sus rasgos principales son el pesimismo existencial y el fatalismo cultural.

Ya no proyectan lo posible y lo deseable hacia el futuro. Consideran que la dirección hacia lo que apuntan las innovaciones tecnológicas y políticas no sólo no es deseable sino que es peligrosa para el hombre. Las imágenes del futuro reflejan la pérdida de la fe en la posibilidad humana de autodeterminarse libremente.

Esto es lo que encontramos en la mayoría de los representantes del género, entre los que podemos citar a: A. Huxley -“Un mundo feliz“; G. Orwell -“1984“; R. Bradbury -“Fahrenheit 451“; A. Burgess -“La naranja mecánica“; S. Lem -“Congreso de futurología“.

Un caso distinto es el de B. F. Skinner que en Walden Dos presenta un diseño de sociedad al estilo de los utópicos tradicionales, en que todo va bien, pero apoyado en la ingeniería de la conducta, que no deja margen alguno a lo que tradicionalmente entendemos por libertad y dignidad humanas.