La crisis financiera comenzó a anunciarse a fines de 2007 y alcanzó su punto culminante en el último trimestre de 2008, cuando: los precios de las viviendas primero dejaron de subir y luego comenzaron a bajar rápido; las tasas de interés para compradores de casas subieron; el crédito se secó y muchas casas recién construidas no se podían vender.
Muchos de aquellos que habían comprado viviendas dejaron de pagar sus hipotecas, creando dificultades para los propietarios de instrumentos financieros, a menudo calificados AAA, que estaban respaldados por pagos hipotecarios. Las instituciones financieras que habían comprado los títulos se enfrentaban con un desastre. Algunas grandes empresas como Lehman Brothers quebraron, o tuvieron que ser absorbidas por gobiernos. Cientos de bancos más pequeños desaparecieron. Las consecuencias fueron que el peso de las crisis cayó desproporcionadamente sobre el trabajo, mientras que el capital se recuperó rápidamente. El desempleo aumenta, los salarios reales y la participación del trabajo en los ingresos disminuye a medida que aumenta la desigualdad y la pobreza. En segundo lugar, las políticas gubernamentales después de las crisis financieras favorecieron el capital, particularmente el capital financiero a expensas de recortes para segmentos más amplios de la sociedad. Tercero, el capital internacional se aprovecha de las crisis financieras adquiriendo capital y activos no financieros a precios de liquidación.
Todo comienza a mediados del 2008 cuando el banco lehman brothers se declara en bancarrota. Los bancos le otorgaban créditos hipotecarios a personas con ingresos muy bajos o sin ningún tipo de empleo, a su vez para facilitar la devolución de los mismos redujo la tasa de interés. Otorgo hipotecas subprime ya que especulaba que el precio de las propiedades no iba a parar de subir. A su vez vende estas hipotecas de gran riesgo a otras entidades para que las mismas le cobren a las personas.
La ventaja comparativa (énfasis en la productividad) dice que un país debe especializarse en las actividades donde más ventaja tiene, en donde más productivo es, que no quiere decir especializarse en todo lo que hace mejor que otros. Esta teoría es la base fundamental que explica el impulso del comercio internacional. Se basa en el costo de oportunidad: nos dice que los recursos son limitados, debemos elegir una alternativa y especializarnos en ella, ya que no se puede hacer todo y debemos concentrarnos en lo que sabemos hacer.
Mitos sobre ventajas comparativas:
- El libre comercio es beneficioso si el país es suficientemente productivo para resistir la competencia internacional. -Catch up – Infant Industries -Modelos de industrialización
- Otros países compiten injustamente por pagar salarios bajos. Si tengo ventajas comparativas en la producción de soja, ¿Qué me importan los bajos salarios chinos en la producción de acero?
- La “explotación” de los países que producen cosas con mucha mano de obra: ¿Cuánto hubiera necesitado para producir lo que importó?
IED Argentina: Durante el periodo del 2012-2015 el país no permitió que haya fuga de dólares, para proteger su balanza comercial, esto provocó que el IED aumente, ya que, las empresas extranjeras estaban obligadas a reinvertir su capital dentro del país.
En 2016, se levantan estas restricciones y se ve una baja en el IED.
- Se adquiere acciones de empresas extranjeras.
- La empresa compra nuevas plantas y equipos, aumentando la producción.
- La empresa envía fondos al exterior para financiar la expansión.
- Reinversión de utilidades en el mismo país.
Sobre el final de 2012, Shinzo Abe fue elegido primer ministro de Japón por segunda vez, luego de haber tenido esa posición entre 2006 y 2007. Abe llegó con un ambicioso plan económico, con el objetivo de mejorar la performance del país en términos de crecimiento. El plan se lanzó ya que la economía Japonesa se vio afectada por dos circunstancias, una fue la crisis del 2008/2009 y la otra fue el Tsunami en 2011. El contexto se dio ya que Japón entró al siglo 21 con muchas dificultades internas. Su plan (popularmente conocido con el nombre de “Abenomics”) se basa en tres pilares, o lo que usualmente se denomina “tres flechas”:
- Política monetaria expansiva del banco central (meta de inflación del 2% anual).
- Un presupuesto con déficit con una fuerte inversión en infraestructura
- Desregulación para mejorar las inversiones privadas.
El plan busca lograr mediante estos pilares mejorar las ganancias de las empresas, generar inflación luego de más de una década de deflación, aumentar el consumo privado, aumentar los salarios y mejorar los niveles de empleo. Este plan se centra principalmente en el desarrollo de las empresas, comparado a planes anteriores que ponían como principal foco el rol del estado o el consumo de los ciudadanos. Los resultados del Abenomics han sido variados. Algunos de los indicadores mostrados arriba han mejorado: nivel de empleo y valor de las empresas, por ejemplo. Otros han mostrado un movimiento levemente positivo, pero lejos de ser un éxito, como el comercio exterior y el crecimiento del PBI. Otros indicadores están lejos de lo esperado por el Abenomics, como el de la inflación y el del nivel de compra del salario. El crecimiento del PBI fue de 1,5% en términos de crecimiento per cápita, un número para nada despreciable, siendo más alto que Francia, Italia y el Reino Unido, por ejemplo. Esto quiere decir que, los resultados obtenidos no han sido de gran relevancia.