La Celestina: Una Obra de Transición
La Celestina se encuentra entre dos mentalidades: la vieja concepción medieval y la nueva visión renacentista. La obra refleja el propósito moralizador en la muerte de los amantes y criados como castigo divino por su vida desordenada. Los aspectos relacionados con la nueva actitud renacentista son la sensualidad y la búsqueda de placer, el individualismo, el paganismo o la secularización de la vida.
El Argumento de La Celestina
El argumento de La Celestina desarrolla una historia de amor intenso. Calisto se enamora de Melibea, es rechazado y, siguiendo los consejos de su siervo Sempronio, recurre a la ayuda de Celestina, una vieja bruja y alcahueta. Los planes de la vieja se encuentran con la firme resistencia de Pármeno, un noble criado de Calisto, a quien este no presta atención. Por medio de brujería, Celestina logra el acceso a Melibea, y por medio de su habilidad psicológica (tal vez por medio de la brujería también) gana a la doncella; pronto reconocerá esta su amor hacia Calisto y mientras tanto Celestina logra vencer la resistencia por parte de Pármeno. La ingratitud de Calisto debilitó su resolución, que acaba desmoronándose por completo ante la habilidad de Celestina y su propio deseo hacia su protegida, la prostituta Areusa. Calisto se encuentra con Melibea en secreto y casi en el mismo instante sus criados disputan con Celestina a causa de la recompensa generosa que su amo le había dado; matan a la vieja, son gravemente heridos en su intento de huida y son, finalmente, ejecutados sumariamente. La próxima noche, Calisto entra en el jardín de Melibea y la seduce.
Dos Versiones de la Tragedia
En la versión original de La Celestina, Calisto cae y muere al salir del jardín; Melibea se ve incapaz de vivir sin su amante, así se lo confiesa a su padre Pleberio, y termina con el suicidio. Acaba el libro con el lamento de Pleberio por la desolación a que se ve obligado a hacer frente solo. En la versión ampliada, Calisto vuelve a casa después de haber tenido lugar la seducción, y continúan los encuentros de los dos enamorados durante un mes, pero Areusa y Elicia (la amante de Sempronio y otra de las protegidas de Celestina) planean vengarse de los dos amantes; como resultado de una cadena de sucesos que su plan pone en marcha, Calisto cae y muere cuando trata de defender a dos de sus criados de un peligro que en realidad no existe. A partir de aquí la tragedia se desarrolla como en la versión anterior, con el suicidio de Melibea y el lamento de Pleberio.
La Poesía Culta del Siglo XV
La poesía culta o cortesana tiene una doble influencia: de la poesía provenzal trovadoresca, de versos cortos y tema esencialmente amoroso y de la poesía alegórico-dantesca italiana que dan lugar a largos poemas que desarrollan temas elevados. Esta poesía se ha conservado en diversos cancioneros, como el de Baena y el de Stúñiga. Los grandes poetas de la época son El Marqués de Santillana, Juan de Mena, Jorge Manrique y March.
El Marqués de Santillana
Íñigo López de Mendoza escribe sus versos en la primera mitad del siglo XV. Su obra poética está teñida de una actitud señorial, de un espíritu refinado y elegante, y de un talante aristocrático. Se puede clasificar en poesía de influencia provenzal, poesía de influencia italiana y poesía didáctico-moral. Sus 10 serranillas son lo mejor de sus versos.
Juan de Mena
Es un escritor contemporáneo del Marqués de Santillana. Su obra más importante es el largo poema filosófico-moral “Laberinto de Fortuna”. Juan de Mena sigue los procedimientos propios de la poesía alegórico-dantesca. Con un lenguaje culto y gran fuerza expresiva, desarrolla en estos versos rotundos y sonoros la idea de la influencia de la Fortuna en la vida de los hombres.
Las Danzas de la Muerte
Las danzas de la muerte son un género muy difundido en la literatura medieval europea. En las danzas de la muerte, un esqueleto convoca a los hombres, para recordarles su condición de mortales e invitarles a bailar una danza macabra.
Jorge Manrique y las Coplas por la Muerte de su Padre
Jorge Manrique es el poeta más relevante de la segunda mitad del siglo XV. Su producción poética está formada por unas cincuenta composiciones que agrupamos en dos bloques: la poesía amorosa y las Coplas.
Poesía Amorosa
Es parcialmente heredera de la poesía cortesana y cancioneril. Sin embargo, su estilo es menos cultista, rebuscado y artificioso. Se advierten en ella algunas influencias de Petrarca y de la estética renacentista italiana.
Coplas por la Muerte de su Padre: Estructura y Contenido
El poema puede dividirse en tres partes. En la primera se hacen unas consideraciones generales y abstractas sobre la muerte. A continuación, el poeta se detiene en la evocación de personajes históricos o contemporáneos ilustres ya desaparecidos; por último, se cuenta la muerte particular del maestre Rodrigo, padre de Manrique.
El esquema sigue una línea que va de lo general a lo particular. Si el orden fuera inverso, la elegía iría perdiendo intensidad, ya que lo más sentido es el dolor concreto del hijo ante la muerte del padre: la emoción va creciendo, con lo que el resultado artístico es superior.
Primera Parte: Coplas I-XIII
Incluye motivos de carácter religioso, filosófico y moral. Abundan las ideas propias de la tradición cristiana: la fugacidad de la vida, la caducidad de lo terreno, la imagen de la vida como un río, la consideración de este mundo como camino que conduce a la vida eterna, la inestabilidad de la Fortuna, la igualdad de todos los hombres ante la muerte, etc.
Segunda Parte: Coplas XIV-XXIV
En esta segunda parte, Manrique ejemplifica con casos concretos lo que ha expuesto en sus versos anteriores. Utiliza para ello el tópico del ubi sunt? (‘¿dónde están?’). Mediante él, se quiere resaltar lo transitorio del hombre y de todas las cosas, así como la poca importancia que tienen las ambiciones mundanas. Para mostrar esta idea, y frente a lo que solía ser común, el poeta no recurre a ejemplos del mundo clásico, sino a personajes cercanos a su propio tiempo, muertos recientemente.
Tercera Parte: Coplas XXV-XL
Esta última parte se centra ya en el padre, en el héroe. Pueden distinguirse, a su vez, dos momentos:
- Coplas XXV-XXXIII: el poeta hace el elogio del padre. Se aplican a don Rodrigo virtudes ejemplares propias de los grandes personajes de la Antigüedad y se relacionan hechos políticos y militares particulares del Maestre.
- Coplas XXXIV-XXXIX: diálogo entre don Rodrigo y la Muerte. La muerte es inevitable pero puede ser vencida por una vida de honor y heroísmo, que no sólo conquista la salvación eterna, sino también una nueva vida terrena: la de la fama. Es la propia muerte, personificada, quien ofrece el galardón de la fama al maestre. Por lo tanto, la última resonancia del poema constituye una afirmación de la vida, lo que se ha interpretado como un rasgo prerrenacentista. El maestre acepta la muerte con la tranquilidad de haber seguido una vida acorde con los principios del cristianismo.
La copla XL expresa la cristiana muerte del padre y el consuelo que deja.