Análisis de “Mar” de Juan Ramón Jiménez y “No decía palabras” de Luis Cernuda

Mar

1. Identificación del texto, del autor y contextualización

Juan Ramón Jiménez pertenece a la Generación del 14; sin embargo, tiene influencias de generaciones anteriores. La poesía de Juan Ramón Jiménez pretende la consecución de un triple objetivo: belleza, conocimiento y eternidad. Los temas más tratados por el autor son el amor y la realidad de las cosas. Su objetivo principal era conocer la verdad para poder alcanzar la eternidad.

Su poesía va evolucionando, busca incesantemente una forma poética personal, propia, original: la poesía pura. Es por eso que se puede dividir en tres etapas:

  • La primera, sensitiva, sigue la trayectoria de los poetas románticos y modernistas.
  • En la segunda, intelectual, se aleja del Modernismo, su poesía se convierte en una poesía pura.
  • La tercera, poesía suficiente o verdadera (desde 1936) se caracteriza por una poesía compleja y metafísica.

Este poema, “Mar”, pertenece a “Diario de un poeta recién casado”, de 1917, principios de la segunda etapa de la obra de Juan Ramón Jiménez. Es una etapa intelectualista, halla el amor en el océano del cual queda prendado durante su luna de miel con Zenobia y en él centra todas sus poesías de este momento como podemos ver en este poema. En ella abandona las características del Modernismo: el léxico brillante, la adjetivación sensorial y los ritmos marcados dejan paso a una expresión más escueta, con mayor concentración conceptual y emotiva. En definitiva, queda perfectamente reflejado que el autor ha evolucionado en una poesía libre de complementos innecesarios y de rima. Además, en sus obras predomina la libre estructura, debida a su afán para quedarse con la esencia de la poesía.

2. Argumento, temas y estructuras

El yo lírico habla con ese mar al que, en su trayecto, que presenta en forma de diario, observa con admiración. Le sorprenden su plenitud, su capacidad creadora. Se observa de forma exaltada, como refleja con las exclamaciones; como forma cambiante que recoge en sí el mundo. El mar simboliza la vida, la soledad como forma de conocimiento, el eterno tiempo presente, un universo que se modifica y permanece a la vez.

Nos habla también de sí mismo, de su obsesión por encontrar el mundo, por recrearlo con el lenguaje, con un significativo cambio de entonación en el último verso que manifiesta la vitalidad con que abordará su objetivo intelectual y literario: … “¡por encontrarte o porque yo te encuentre!”.

En la poesía anterior de Juan Ramón todo lo que cambia supone para el poeta melancolía, conciencia de temporalidad, de acabamiento; ahora la mirada es diferente, está llena de entusiasmo. Se ofrece una visión cósmica (verso 8) del hombre y su mundo. La identificación poeta-paisaje ya no es resultado de la nostalgia o la tristeza modernistas, sino de un proceso intelectual, de observación y reflexión.

Poemas como este suponen el inicio de la época Intelectual, el camino hacia la poesía pura, despojada de lo anecdótico y sentimental.

Está formado por 15 versos de 11 y 7 sílabas, salvo dos de 9 sílabas. Sin rima definida, presenta ciertas asonancias. Tiene una estructura circular: el verso “por encontrarte o porque yo te encuentre” (3 y 15), refleja el deseo del autor de encontrar al mundo y de encontrarse a sí mismo.

¿Qué significado tiene el mar en la vida y obra de JRJ?

Es un símbolo importante en su poesía, con varios significados. El mar es centro de su vida:

  • En 1881 nace en el pueblo Moguer, junto al mar.
  • En 1916 viaja por barco a los Estados Unidos de América para contraer matrimonio.
  • Durante 1936, el gobierno de la República Española lo designa asesor cultural en la embajada de ese mismo país americano, al cual se desplaza, otra vez, por barco.
  • En 1948 reencuentra el idioma castellano y el mar en un viaje hacia Argentina.
  • En 1958 fallece en la caribeña isla de Puerto Rico.

Asimismo, también es centro de su poesía:

  • Considera su poesía un mar de belleza.
  • Íntimamente se identifica con el mar y lo asocia a sus renovaciones poéticas.

El mar simboliza la poesía abierta y permanencia en el cambio.

  • En la primera etapa, representa plenitud, fortaleza y eternidad. El poeta anhela aprender del mar una lección metafísica.
  • En la segunda, el mar es el camino del alma. Todo viaje por mar es un viaje espiritual. El mar tiene fondo y representa la patria única y universal para el Juan Ramón desterrado.
  • En la tercera, el mar es un todo único. Unión del yo del poeta que desea a Dios, y de Dios que desea al yo del poeta en una asociación lírico-panteísta.

3. Características formales

El autor emplea una serie de recursos tanto lingüísticos como literarios para acompañar el poema con el tema planteado.

Se trata de una composición lírica en versos endecasílabos y heptasílabos, con dos eneasílabos (8 y 11). Podemos considerarlo verso libre, pero, a pesar de no existir una rima definida, como es propio de este tipo de versificación, encontramos algunas asonancias: versos 2 y 4 (en -ae), versos 6 y 8 (en -eo), versos 11 y 13 (en -ia), versos 3 y 15 (en -ee).

En esta etapa, Juan Ramón se pregunta por la realidad profunda que hay tras las cosas e irá descubriendo la eternidad en todo lo que muda, con lo que presenta en su obra elementos propios del vanguardismo novecentista con el que se le ha relacionado. Es la palabra la que crea el mundo, de ahí las referencias a la forma de mencionar el mar (en masculino o en femenino): …sin compañera o sin compañero / según te diga el mar o la mar, creando / el espectáculo completo / de nuestro mundo de hoy.

Conceptos como desnudez, soledad, plenitud, inmensidad y creación son fundamentales en el texto y encontramos sustantivos, verbos y algunos adjetivos que a ellos nos remiten: “inmenso”, verso 4; “desnudez”, verso 5; “solo”, verso 13; “plenitud”, verso 14. El adjetivo ya no es un recurso que propicia matices sentimentales y coloristas, ahora rebasa lo anecdótico y muestra cómo se ha superado la angustia por el paso del tiempo, el miedo a la muerte y a la desposesión que aparecen en libros anteriores (incesante, verso 2; inmenso, verso 4; completo, verso 8; único, verso 12; sola, verso 14).

No se trata de un texto retórico, pero la sencillez formal esconde una complejidad creciente del contenido. A la adjetivación conceptual y las exclamaciones retóricas (“¡Qué inmenso demostrarte…!”), con las que se observa el mar de forma exaltada (“con qué fatiga”: verso 11; “¡mar único”: verso 12; “por encontrarte…”: v. 15). Juan Ramón añade el uso de la comparación (v. 10: como un parto), el mar en continua creación ; el mar simboliza la vida, la soledad como forma de conocimiento, el gozo del poeta, el eterno tiempo presente, un universo que se modifica y permanece a la vez, ; la anáfora (a ti mismo), como repetición del concepto; la correlación (compañera o compañero / el mar o la mar), el uso de polípote (plenitud de plenitudes) o la modificación de una locución verbal (dándote a luz) para mostrar la identificación del mar con su propia naturaleza infinita y cambiante al mismo tiempo, así como el ansia del poeta de participar en la creación, de ser, como el mar, creador de sí mismo.

Los verbos están en presente “parece, luchas” v. 1; “estás” v. 10, con lo que se trasciende lo anecdótico y se hace universal. O en gerundio, “creando” v. 7; “dándote a luz” v. 11, para señalar lo que es constante y repetido. En algún caso se emplea el subjuntivo (diga, encuentre), porque el anhelo de identificación y perpetuación no se ha cumplido del todo.

En conclusión, Juan Ramón se va aproximando a la llamada poesía pura, “desnuda”, que superará del todo las limitaciones de los sentidos de sus comienzos neobecquerianos y modernistas.

Polípote

Figura retórica que se caracteriza por la repetición de una misma palabra con cierta alteración de los morfemas flexivos (singular, plural, masculino, femenino). Por ejemplo: Los niños, que niños son, tienen el alma de niños y por eso actúan como los niños aniñados que son.

No decía palabras

1. Identificación del texto, del autor y contextualización

Este poema se titula No decía palabras y pertenece al libro Los placeres prohibidos (1931) de Luis Cernuda, poeta sevillano de la Generación del 27. La obra es un libro de poemas cuya estética se acerca al Surrealismo. Se inspira en un joven actor gallego llamado Serafín Fernández Ferro del que el poeta se enamoró. La obra está compuesta de poemas en verso libre y poemas en prosa, y como temas dominan el amor y el erotismo. Durante sus años de universitario en Sevilla fue alumno de Pedro Salinas, el cual influiría años más tarde en sus obras. Años más tarde se trasladó a Madrid, donde residió durante su juventud, además de participar en un lectorado en Toulouse en 1929.

Cernuda posee un importante sustrato romántico, debido también en parte a la temática que utiliza, en la que aparece como elemento fundamental el amor en dos variantes (deseo y pasión), la disociación deseo-realidad, el enfrentamiento contra la sociedad, el odio por el mundo en el que le tocó vivir y la soledad. Se trata del integrante de la generación del 27 que menos comulga con las ideas del grupo. Su confesada homosexualidad constituyó un importante elemento diferenciador que le provocó una cruel marginación social, y una vida solitaria al tratarse de un hombre muy vulnerable y de una sensibilidad exacerbada. En 1936 recopiló toda su obra hasta ese momento en el libro La realidad y el deseo. Hasta esta fecha sus ideales republicanos únicamente habían consistido en una mera influencia en determinados sectores de su obra. Pero al final de la guerra civil, su colaboración con el bando derrotado provocó su emigración a Gran Bretaña, donde impartió literatura española al igual que en Estados Unidos años más tarde. Sus obras en el exilio se encuentran marcadas por la añoranza de su tierra lejana. Falleció en Ciudad de México en 1963, donde se encontraba impartiendo clases.

2. Argumento, temas y estructuras

En este poema, Cernuda intenta dar respuesta a lo que significa el deseo y de qué manera se despierta en él. El tema del poema es el conflicto continuo entre el deseo y la realidad, entre lo que desea y lo que puede conseguir. Sus deseos son mayores que la posibilidad de conseguir lo que quiere y esto le lleva a la insatisfacción y al desengaño.

La estructura interna del poema es una estructura circular, ya que el poeta empieza y termina el poema con la misma definición de deseo (el deseo es una pregunta cuya respuesta no existe y el deseo es pregunta cuya respuesta nadie sabe). A lo largo del poema, el poeta describe un acto amoroso, a base de oponer elementos físicos (piel, huesos, carne…) y elementos ideales (sueño, cielo), así como la angustia y la esperanza; en resumen, la realidad y el deseo.

En la primera estrofa se presenta la figura de un amante que no hablaba, que no necesitaba recurrir a la palabra porque el deseo se expresa de otra manera, por medio del lenguaje corporal, que de manera tan gráfica Cernuda describe en el verso 2 (“acercaba tan sólo un cuerpo interrogante”). El cuerpo es “interrogante”; porque no sabe si la atracción es correspondida, si sus deseos se reflejan en el otro. Pero esa interpelación que el amante dirige al objeto de sus miradas no puede recibir respuesta, porque “el deseo es una pregunta cuya respuesta no existe” (versos 3 y 4). El poeta consigue definir con acierto y un gran poder evocativo el significado del deseo, pues el verdadero deseo se queda latente en un infinito estado de contemplación. Cernuda amplía aún más esta idea en los dos versos siguientes:”una hoja cuya rama no existe, un mundo cuyo cielo no existe” (versos 5 y 6). El deseo no tiene causa, no tiene nexo, no forma parte del orden establecido, y no se puede pretender darle una respuesta coherente.

En la estrofa siguiente se describe por medio de unas imágenes muy orgánicas el camino que recorre el deseo desde que nace en las entrañas del cuerpo hasta que sale al exterior y se manifiesta. El deseo está muy unido a la parte más instintiva del ser humano, a la parte más animal, de ahí que se recurra a estas metáforas que muestran el deseo como algo biológico. Pero, a pesar de ese origen natural, vuelve a convertirse en una pregunta que se lanza al aire: “surtidores de sueño hechos carne en interrogación vuelta a las nubes” (versos 10-11).

A continuación, se analizan distintas situaciones que provocan la aparición del deseo: un roce, una mirada, un simple gesto (versos 12-13) que llevan a que “el cuerpo se abra en dos” (verso 14: otra imagen visceral que refleja esa entrega que genera la pasión amorosa) para recibir en sí a otro cuerpo. En los versos siguientes se aclara la identidad de ese otro cuerpo “mitad y mitad, sueño y sueño, carne y carne; iguales en figura, iguales en amor, iguales en deseo” (versos 16-17). Al igual que ocurría en algunos poemas de Un río, un amor se expone de forma explícita que se trata de un amor homosexual que busca un cuerpo igual. La conclusión del poema retoma la definición de deseo de los versos 3-4, modificando “cuya respuesta no existe” por “cuya respuesta nadie conoce”, dejando abierto un rayo de esperanza (verso 20), pues se pasa de la inexistencia al desconocimiento.

3. Características formales

En este poema se ve claramente una de las características de la poesía de Luis Cernuda: el verso libre. Se trata de 20 versos, sin rima y cuyas estrofas no tienen ningún tipo de orden. Se entremezclan versos de arte mayor (el verso 2 tiene 13 sílabas) y versos de arte menor (el verso 1 tiene 7 sílabas).

En la primera estrofa destaca el uso del paralelismo (repetición de la misma estructura sintáctica) y el uso de la epífora (repetición de las mismas palabras al final de varios versos). El paralelismo aparece en los versos 5 y 6 (una hoja cuya rama no existe, un mundo cuyo cielo no existe) y la epifora, en los versos 4, 5 y 6 (no existe). Se quiere incidir en una idea concreta, en este caso el hecho de que los deseos no se cumplen.

Con la repetición de palabras como “deseo” y “sueño” (versos 3-10-16-17-20), el poeta expresa la esperanza de conseguir a la otra persona, pero difícil de alcanzar por el miedo a ser rechazado. Este recurso, así como la polisíndeton de los últimos versos (verso 17, repetición de la conjunción “y”), dota de un mayor énfasis y movimiento al poema.

En resumen, Cernuda consigue, a base de la repetición de estas figuras, el ritmo que se le supone a un poema como este, que encierra una dualidad existencial de la que el poeta quiere salir.