Características de los Cantares de Gesta

Entre los siglos XII y XIV se compusieron una serie de poemas épicos de gran extensión, cuya difusión era realizada por los juglares, que los recitaban y cantaban en las plazas de los pueblos y ciudades o en los salones de los castillos.

Estos poemas épicos son los cantares de gesta, que unen a su valor literario el histórico, pues servían también como noticia de hechos bélicos o políticos. Incluso fueron tomados por los cronistas como fuentes históricas ciertas. Además, eran empleados con fines propagandísticos para exaltar determinados sentimientos nacionalistas, sociales o religiosos entre la población de los reinos.

Rasgos característicos:

  • Métrica irregular: a diferencia de la épica francesa, la épica castellana no se somete a un número determinado de sílabas. Se trata de series de versos monorrimos asonantados, de extensión variable y rima irregular. Suelen tener entre 12 y 16 sílabas. Divididos en dos hemistiquios con una cesura central.

Periodos de la evolución:

  1. Poemas cortos entrada a los musulmanes
  2. Luego se hacen más extensos y mayor complejidad
  3. Superan los 8000 versos y hay muchos episodios novelescos
  4. Son mas largos y la veracidad inicial se sustituye por lo fantástico y maravilloso

Por lo que respecta a la métrica, el Cantar está escrito en versos de medida irregular, en torno a las dieciséis sílabas, y de rima asonante única. Los versos con la misma rima forman una tirada o serie, pero la rima cambia al inicio de la tirada siguiente. El número de versos de los que consta cada tirada es muy variable: los hay de tres o cuatro versos y otras de casi doscientos.

El arte narrativo del autor es rico y complejo:

  • Utiliza diversas perspectivas: domina la actitud objetiva, pero son frecuentes las intervenciones del juglar para dirigir la narración o para hacer participar a los oyentes en los sucesos relatados.
  • Alterna los estilos directo e indirecto, varía los tiempos verbales y acelera o retarda el ritmo de la narración a voluntad, según el efecto que pretenda causar.
  • Introduce elementos humorísticos para aligerar los momentos de transición. En las descripciones de lugares y de personajes tiende a la concisión y brevedad.

Algunos rasgos de estilo son los siguientes:

  • La actitud arcaizante en el uso de la lengua. Ejemplo claro es el empleo de la -e final paragógica en las palabras.
  • La abundancia de epítetos dignificadores o epítetos épicos con que aparecen exaltados personajes y lugares.
  • El predominio de las oraciones yuxtapuestas y coordinadas sobre las subordinadas.
  • El ajuste del léxico a las distintas realidades que aparecen en el poema.
  • El recurso a figuras retóricas como los paralelismos, las comparaciones y los pleonasmos.

La Celestina, nombre por el que se conoce generalmente la Comedia o Tragicomedia de Calisto y Melibea, es para muchos, la obra de la literatura española más importante después del Quijote y una aportación decisiva al desarrollo del realismo literario.

Ediciones, variantes y autoría

La primera edición conservada fue impresa en Burgos en 1499, anónima y sin título, constaba de una carta del autor y de dieciséis actos dialogados.

Pronto aparecieron otras dos ediciones, ya con el título Comedia de Calisto y Melibea. En ellas aparece la carta de El autor a un su amigo, en la cual se dice que el primer acto había sido escrito por alguien desconocido y que fue “el autor” quien la completó durante quince días de vacaciones. Además, aparece en estas ediciones por primera vez el nombre de Fernando de Rojas como autor.

A partir de 1502, queda como título: Tragicomedia de Calisto y Melibea y se intercalan cinco nuevos actos a partir del XIV, con lo que el XV y el XVI pasan ahora a ser el XX y XXI. En la edición de la Tragicomedia de Calisto y Melibea o La Celestina, de Fernando de Rojas, se denomina Tratado de Centurio a los cinco actos intercalados entre el XIII y el XIX, en que se modifica el acto XIV para aplazar la muerte de Calisto al día siguiente. Además, el autor selecciona este título porque Celestina es el personaje más sugestivo y protagonista indiscutible.

Sobre la autoría de la obra hay muchas conjeturas. La opinión más aceptada asegura que el primer acto pertenece a un autor anónimo y el resto a Rojas.

Intención

Rojas declara haber compuesto la obra “en representación de los locos enamorados”. El amor se convierte así en una pasión sin freno que desencadena todos los males de la obra.

La moralidad actúa en forma de castigo para los personajes: a Celestina la mata su codicia, y lo mismo les ocurre a Pármeno y Sempronio; Calisto y Melibea mueren y se condenan por ser “locos enamorados”. Pero Rojas pinta a los personajes y sus actos con la crudeza de toda su humanidad: sus motivaciones poco espirituales, sus engaños, sus actos innobles.

La visión del mundo que ofrece la obra es una visión pesimista y terrible. El resquebrajamiento de la sociedad y de la moral, la desaparición del elemento religioso, la urgencia por vivir de modo placentero, el destructivo egoísmo individualista

Emisor. Constituye el origen de todo el proceso, ya que es quien construye el mensaje y convierte la información que desea transmitir en una señal física capaz de viajar a través del canal.

Receptor. Es el elemento que se encuentra al final del proceso. Es quien recibe el mensaje y lo interpreta.

Canal. Es el medio físico, la vía o el conducto que une a emisor y receptor, y que hace que el mensaje viaje de uno a otro; como la conexión de Internet.

Mensaje. Es el elemento portador de la información. Para que pueda viajar del emisor al receptor a través de un canal, debe adquirir forma de señal física.

Código. Es el sistema de signos con el que se ha construido o codificado el mensaje. Para que la comunicación sea posible, emisor y receptor deben compartir el mismo código.

Contexto. Es el conjunto de circunstancias en que se produce el acto comunicativo. Es un elemento decisivo para que se interprete correctamente el mensaje.

Primer Renacimiento

Tanto la lírica culta como la lírica tradicional son apreciadas por cortesanos y escritores, que perciben en la lírica italiana una agresión a la tradición poética castellana. Los poetas cortesanos siguen cultivando una poesía de temática amorosa, en la que emplean el verso octosilábico característico de la lírica tradicional.

Los autores cultos recopilan coplas y poemas de la tradición oral y los publican en unos volúmenes llamados cancioneros: la lírica cortesana es un arte literario desarrollado en las cortes durante los siglos XIV y XV, y es esta lírica la que se recoge en los cancioneros. A lo largo del siglo XVI aparecen publicadas diferentes antologías poéticas: La lírica culta continuará cultivándose con éxito a partir de la segunda mitad del siglo XVI con la aparición del Romancero nuevo o artístico

Varios autores cultos (Cervantes, Lope, Quevedo…) escriben romances en sus obras, contribuyendo así a su difusión. El Romancero nuevo introduce el metro octosilábico con fines artísticos, también se caracteriza por su transmisión escrita, son de autor conocido y ya no están sujetas a las variantes propias de la tradición oral.

En los siguientes romances se puede observar la diferencia entre el Romancero viejo y el Romancero nuevo. En el primero se aprecia la cercanía del autor a los hechos narrados; mientras que en el segundo el autor describe sus sentimientos.

Subgéneros y expresión poética

La mayoría de los subgéneros líricos se introducen en el Renacimiento. El poeta emplea un tipo de estrofa determinado según el tema y la intención. Por ejemplo, la oda y la elegía se escriben en tercetos encadenados; las églogas, en estancias. Los subgéneros más utilizados en el Renacimiento son:

  • La elegía: lamentación por la pérdida de un ser querido.
  • La oda: composición de tono elevado en la que el autor expone su opinión sobre diversos temas: sagrado, heroico, filosófico.
  • La égloga: el autor expresa sus sentimientos por medio del diálogo, generalmente entre pastores, en un paisaje idílico.

Aparecen dos tipos de composiciones características del Renacimiento:

  • El soneto: consta de 14 versos endecasílabos distribuidos en dos cuartetos y dos tercetos encadenados con rima consonante. Su extensión corta y la estructura simétrica lo convierten en un medio perfecto para expresar ideas y emociones.

Fue la composición más empleada en el Renacimiento.

La canción italiana: Está compuesta por varias estancias de versos heptasílabos y endecasílabos, con rima consonante, en los que el poeta expresa su emoción.