La Importancia del Fichero en la Oratoria
Para llegar al público, es fundamental crear un fichero. Aprender a leer con un lápiz en la mano nos ayuda a marcar las ideas, citas o modos de decir que nos resulten atractivos. Se debe marcar en el margen lo que nos parezca interesante, repasarlo y, lo que nos guste, pasarlo a un fichero que confeccionaremos como mejor nos convenga. El mejor fichero es aquel que a su dueño le resulta más práctico.
El fichero es una inversión muy rentable. Son los cimientos de lo que luego serán nuestras conferencias, cursos, artículos, informes y presentaciones. No sólo debemos fijarnos en los libros, también nos serán de utilidad periódicos y revistas, así como sucesos cotidianos. No hacer un fichero es valorar pretenciosamente las posibilidades de la memoria. Otra herramienta útil para preparar discursos es la utilización del diccionario.
Cualidades de un Orador Exitoso
No es la voz, ni la perfección del gesto, ni la mirada, ni el tema, ni siquiera el dominio de las técnicas de expresión y comunicación lo que hace brillar a un orador, sino el conjunto de cualidades que posee y, muy especialmente, su personalidad.
El orador es una persona que siente y transmite, y esa es la razón por la que los mejores oradores son aquellos que comunican lo que llevan dentro de sí, sacando a relucir sus cualidades más específicas. Existen tres clases de oradores: aquellos a quienes se escucha, aquellos a quienes se puede escuchar y aquellos a quienes no se puede dejar de escuchar. Si queremos estar entre los últimos, hay que conocer y potenciar aquellas cualidades que caracterizan a los mejores oradores.
Cualidades Clave de un Buen Orador
- Autoconfianza: Es importante tener una amplia seguridad en uno mismo. El ponerse delante de un auditorio requiere, además de superar el miedo y controlar los nervios iniciales, transmitir un mensaje importante e interesante para el auditorio. Si uno se pone delante de un auditorio pensando que es mal comunicador, que no vale para hablar, que nadie le va a hacer caso, seguro que tiene razón, nadie le prestará atención y producirá una lamentable impresión. Todo comunicador tiene que estar convencido de lo que dice, creer en el mensaje que emite y tener la suficiente confianza en sí mismo de que es capaz de transmitirlo de forma satisfactoria.
- Sensibilidad: Consiste en tener en cuenta aspectos tan esenciales como fijarse unos objetivos claros a alcanzar, contemplar a quién vamos a hablar, qué medios vamos a utilizar, buscar ejemplos y anécdotas que clarifiquen y faciliten la comprensión del mensaje, tener un cierto sentido de la oportunidad, etc. La sensibilidad comunicativa es una cualidad que se desarrolla claramente con el ejercicio de su práctica.
- Proximidad: Todo orador debe ser próximo a su auditorio. Es imposible hacer una buena disertación desde el pedestal, desde la distancia. Todo buen orador debe ser próximo a su público, tanto física como emocionalmente. La proximidad física permite la implicación con el auditorio, hacer sentir que está con él, que participa de sus problemas e intereses. La proximidad emocional se realiza de diversas formas: la primera, desde la propia actitud interior de querer ser útil y valioso a todos los oyentes; pero además, se manifiesta a través del contacto visual y facilitando la participación.
- Naturalidad: Hay que manifestarse como uno es, sin fingimientos ni dobleces. Nunca hay que tratar de ser distinto a como se es, no hay que tratar de imitar a nadie, ya que al final surge nuestro yo profundo y nos desenmascara. Aceptarse tal como uno es, ser naturales con nuestras virtudes y defectos, es una cualidad básica en la que coinciden todos los buenos oradores.
- Sinceridad y Credibilidad: Al auditorio se le engaña una vez, quizás dos, pero pronto percibirá que el comunicador miente. Nunca debe decirse nada en contra de las propias convicciones. Las palabras deben ajustarse siempre a la verdad, por lo que no se debe expresar cariño, simpatía, admiración o respeto si no se experimenta. El público percibe de inmediato la falsedad que puede esconderse detrás de las palabras y no tarda en perder el respeto y la credibilidad.
- Humildad: Es indispensable para crear un clima favorable. El orador debe evitar ser arrogante, puesto que es una actitud que produce un efecto desagradable en el auditorio. Si el orador se complace en escucharse a sí mismo, busca ser admirado o trata de deslumbrar con su sabiduría, el público se sentirá menospreciado y perderá interés en las palabras que está escuchando. En cambio, si el orador no se siente superior a los demás y adopta una actitud humilde, los oyentes escucharán con interés, respeto y admiración.
- Cortesía: El orador debe ser amable y respetar a los oyentes y sus ideas, aunque no las comparta. El respeto se manifiesta en el vocabulario, en los gestos y en los ejemplos y chistes utilizados, como en el vestuario y el arreglo personal del orador. Esconder las manos en los bolsillos o lucir prendas demasiado provocativas son signos de poco respeto hacia el auditorio.
- Entusiasmo
- Capacidad de Trabajo
La Estructura del Discurso según Cicerón
Ya decían los clásicos que después de recabar ideas (Inventio) es preciso ordenarlas adecuadamente (Dispositio), antes de lanzarse a exponerlas (Elocutio).
El Interés en la Comunicación
La teoría clásica clasifica el interés que despiertan los hechos en interés objetivo, subjetivo y formal.
- Interés Objetivo: El acontecimiento tiene tal entidad que la mayoría de la sociedad le presta atención.
- Interés Subjetivo: Tiene gran importancia para uno o varios individuos, pero no para la mayoría de los ciudadanos.
- Interés Formal: Es aquel que adquieren los hechos en función de la forma o el modo en que son presentados. Este es especialmente importante en cualquier tipo de comunicación pública.
Uso Efectivo de los Tiempos Verbales
Aunque en el lenguaje escrito el tiempo verbal que más se emplea es el pasado (llovió, ha llovido, llovía), en el lenguaje oral es más frecuente el tiempo presente (llueve) y las formas continuas y perifrásticas (estaba lloviendo, está lloviendo, va a llover). Además, el mensaje se actualiza más si al usar el pasado se emplean tiempos compuestos en vez de tiempos simples y si al usar el futuro recurrimos a los simples en vez de a los compuestos.
Si utilizamos el pretérito indefinido (yo conté una historia), estamos señalando que la acción de contar sucedió en un pasado lejano y que está definitivamente acabada. Si usamos el pretérito perfecto (yo he contado una historia), la acción se encuentra psicológicamente más cercana y de alguna manera sigue formando parte del presente contextual, ya que no ha finalizado. De esta forma, actualizamos el discurso. Del mismo modo, podemos usar el futuro perfecto (yo habré contado una historia), pero tiene más fuerza el imperfecto (yo contaré una historia), y aún más el futuro continuo (yo voy a contar una historia). Cuanto más se aproximen los tiempos y las formas verbales al momento psicológico presente, tanto más actualizada resultará la acción.
Por esta razón, la radio y la televisión (basadas en la instantaneidad y la rapidez) actualizan la mayor parte de sus mensajes, sobre todo si son informativos. Se intenta trasladar la acción al momento presente que comparten el comunicador y el público.
Las locuciones y perífrasis adverbiales de tiempo —tan frecuentes en el habla coloquial— también resultan de gran utilidad para actualizar los mensajes orales y hacerlos más novedosos y atractivos: acaba de señalar, está a punto de intervenir, esta misma mañana, hace apenas media hora, en un instante…