El Ensayo en el Siglo XVIII
Difusión y Características
En el siglo XVIII, el ensayo se consolidó como un género literario fundamental, impulsado por el auge del periodismo. La prensa, como principal medio de comunicación, desempeñó un papel crucial en la educación y formación de la población, difundiendo nuevas ideas y perspectivas. Los autores neoclásicos encontraron en los diarios un espacio para plasmar sus ideas ilustradas y llegar a un público más amplio.
Aunque el término “ensayo” se utilizaba con frecuencia, no todas las obras etiquetadas como tales se ajustaban completamente al formato ensayístico. Sin embargo, se pueden identificar características distintivas del género en esta época:
- Voz personal: Presencia o ausencia de la primera persona, dependiendo del estilo del autor.
- Tono conversacional: Incorporación de anécdotas y un lenguaje cercano a la realidad de los lectores.
- Argumentación rigurosa: Planteamiento claro del tema, enfoque divulgativo y atención a asuntos de actualidad.
Esta conexión entre prensa y ensayo fortaleció la idea del ensayo como “literatura de ideas”, reflejando la relación intrínseca entre la actualidad y la creación literaria.
El Debate sobre los Derechos de las Mujeres
Un tema central en los ensayos del siglo XVIII fue la inclusión de las mujeres en los derechos alcanzados y su reconocimiento en las diversas esferas del conocimiento. Numerosos autores dedicaron sus reflexiones a esta cuestión, evidenciando la importancia del debate sobre la igualdad de género en la época.
Autores Relevantes: Jovellanos y Feijoo
Gaspar Melchor de Jovellanos y Benito Jerónimo Feijoo se destacaron como figuras prominentes del ensayo en el siglo XVIII. Resulta curioso que ninguno de los dos utilizara el término “ensayo” en los títulos de sus obras más relevantes. Jovellanos tituló su famosa obra “Oración sobre la necesidad de unir el estudio de la literatura al de las ciencias”, mientras que Feijoo optó por “Teatro crítico universal o Discursos varios en todo género de materias, para desengaño de errores comunes”.
La Obra de Feijoo
“Teatro crítico universal”, de Benito Jerónimo Feijoo, gozó de gran popularidad en su tiempo. Su éxito se debió a la destreza narrativa de Feijoo y a la solidez de sus argumentos. En sus discursos, Feijoo condensa las características del ensayo, combatiendo prejuicios y desmintiendo falsos conocimientos que se aprovechaban de la ignorancia popular. Su obra, sorprendentemente moderna, busca un equilibrio entre la fe religiosa y la razón, abogando por el progreso científico y la participación activa de las mujeres en la sociedad.
El Teatro en el Siglo XVIII
El teatro, por su capacidad de conectar directamente con el público, se convirtió en un vehículo eficaz para la difusión de nuevas ideas. Durante el siglo XVIII, coexistieron dos grandes bloques teatrales: el teatro heredado del siglo anterior y una nueva fórmula neoclásica.
Teatro Heredado del Siglo Anterior
- Comedias de Capa y Espada: Representaban escenas del pasado glorioso de España o se centraban en asuntos religiosos.
- Aparato Escénico Espectacular: Se caracterizaban por el uso excesivo de atrezo y efectos especiales para cautivar al público.
- Comedias de Figurón: El personaje del “gracioso”, fundamental en el teatro barroco, adquiría un protagonismo central, a menudo caricaturizado para provocar la risa.
Estas obras fueron criticadas por los teóricos del siglo XVIII por su superficialidad y su enfoque en lo espectacular en detrimento del contenido.
Nueva Fórmula del Teatro Neoclásico
- Afán Didáctico: El teatro neoclásico buscaba educar al público, recuperando la división clásica entre tragedia y comedia.
- Respeto a las Unidades Clásicas: Las obras se ajustaban a las unidades de espacio (un único lugar), tiempo (un solo día) y acción (una trama principal).
Entre las tragedias destacadas se encuentra “Raquel”, de Vicente García de la Huerta. Las comedias sentimentales, como “El delincuente honrado” de Jovellanos y las obras de Leandro Fernández de Moratín, lograron un equilibrio entre lo didáctico y lo sentimental. Moratín, en “El sí de las niñas”, critica la educación de las mujeres y los matrimonios concertados, temas centrales del debate ilustrado.
El Romanticismo en España
El Romanticismo se consolidó en España de manera tardía en comparación con otros países europeos. Aunque ya se encontraban elementos románticos en autores del siglo XVIII, como José Cadalso, el movimiento floreció a mediados del siglo XIX, influenciado por autores como los hermanos Schlegel, Walter Scott y Lord Byron.
Características del Romanticismo Español
- Libertad creativa: Rechazo de las normas neoclásicas y búsqueda de nuevas formas de expresión.
- Subjetividad: Énfasis en la expresión de sentimientos personales y en la visión individual del autor.
- Evasión: Frecuente ambientación en la Edad Media o en culturas exóticas como vía de escape de la realidad.
- Sentimentalidad: Exaltación del amor idealizado y de las emociones intensas.
- Imaginación y fantasía: Incorporación de elementos irracionales, legendarios y sobrenaturales.
Autores Destacados y Obras Relevantes
- Gustavo Adolfo Bécquer: “Leyendas” y “Rimas”.
- Mariano José de Larra: “El doncel de don Enrique el Doliente”.
- Gil y Carrasco: “El señor de Bembibre”.
- García Gutiérrez: “El Trovador”.
- José de Espronceda: “El estudiante de Salamanca”.
El Romanticismo español, aunque tardío, dejó una huella imborrable en la literatura española. Su libertad creativa, su exploración de la subjetividad y su fascinación por lo irracional rompieron con las convenciones anteriores, dando paso a una nueva sensibilidad que influiría en las generaciones posteriores.
Gustavo Adolfo Bécquer: Leyendas y Poesía
Gustavo Adolfo Bécquer es una figura central del Romanticismo español. Sus “Leyendas”, relatos breves cargados de misterio, pasión amorosa y elementos sobrenaturales, reflejan el gusto romántico por lo medieval y lo misterioso. La prosa cuidada y poética de Bécquer dota a sus relatos de una atmósfera única.
En su poesía, Bécquer se inclinó por la brevedad y la sencillez, inspirándose en la poesía alemana de Heine y en las canciones populares. Sus “Rimas”, publicadas póstumamente, exploran temas como el amor idealizado, la melancolía, la muerte y la propia poesía como fusión de inspiración y técnica. La depuración formal de Bécquer lo convierte en un precursor de la poesía moderna.