El Novecentismo fue un movimiento estético español, inicialmente artístico y literario, que se extendió a otros ámbitos de la cultura. Se asocia genéricamente a las vanguardias artísticas y literarias de principios del siglo XX. Este movimiento agrupa a un conjunto de autores, principalmente ensayistas, situados entre la Generación del 98 y la Generación del 27, nacidos en torno a 1880, por lo que también se identifica con la denominada Generación del 14.
Características del Novecentismo
Entre sus características generales están:
- Racionalismo y antirromanticismo: Frente al irracionalismo modernista, rechazan lo sentimental y prefieren lo clásico, las actitudes equilibradas y serenas, y la expresión intelectualizada de las emociones, lejos de todo patetismo.
- Arte puro: Defienden un arte con entidad por sí mismo, que debe limitarse a proporcionar placer estético y no ser vehículo de preocupaciones religiosas o políticas ni de emociones privadas.
- Elitismo: Estos autores buscan la objetividad y la perfección dentro de un estilo muy cuidado y se dirigen a un público entendido. La literatura, por tanto, está concebida para minorías selectas.
Tendencias similares se dan en Francia, Inglaterra, Alemania e Italia, muy vinculadas a la política del momento.
Principales figuras del Novecentismo
Eugenio D’Ors
Destaca como ensayista, en catalán y castellano, y como creador de un particular género de ensayo: la glosa. Apuesta por un nuevo talante vital en la sociedad española a través de la educación estética. Su profunda sintonía con los planteamientos estéticos del arte clásico le hizo romper con el Modernismo, principalmente porque rechaza el individualismo, así como el sentimentalismo y la espontaneidad en la creación artística. El proyecto ético y político está ligado al estético porque solo son dos áreas de acción diferentes de una misma idea: la reforma del ser humano.
José Ortega y Gasset
El filósofo funda la Revista de Occidente, en la que hallarán cabida las nuevas corrientes europeas y españolas de todos los campos del pensamiento y de la creación. Desde el punto de vista filosófico, sus teorías se sitúan entre el racionalismo y el vitalismo (ratiovitalismo: la razón es una función de la vida y la vida no tiene sentido sin la razón). Sus meditaciones sobre el hombre y su entorno le conducen a un interés creciente por la historia.
Con La deshumanización del arte pretende realizar una descripción fenomenológica de la vanguardia en España. El arte moderno, nos dice, “no sólo es impopular sino que es también antipopular, siempre tendrá a las masas en contra”. El arte moderno divide a los receptores en minoría-élite, capaz de entenderlo, y mayoría incapacitada.
En La España invertebrada y La rebelión de las masas afronta temas sociológicos, analizando las causas de las tensiones sociales que vive España con el auge del movimiento obrero y los nacionalismos. Las crisis de España y de Europa se deben a la «indocilidad de las masas», que se niegan a acatar las directrices de las «minorías egregias», los únicos grupos capaces de regir el destino de los pueblos.
Ramón Pérez de Ayala
Es considerado el más claro representante de la novela intelectual. Su original enfoque narrativo no deja nunca de lado la amenidad, el humor muy incisivo y la ironía, dentro de la apuesta innovadora de la novela novecentista, en la que la acción disminuye y los personajes encarnan ideas o actitudes vitales. Abundan las disquisiciones sobre política, moral y estética. En ellas se intenta buscar una armonía o principio ordenador de un universo de contrarios. Estructuralmente, las obras se basan en un relativismo perspectivista: la realidad se bifurca, de todo se nos da dos visiones. La novela más representativa de esto es Belarmino y Apolonio.
Gabriel Miró
Escribe sus novelas con un preciosismo formal que recuerda el Modernismo decadentista, y entronca con la novela lírica de Azorín, de importante influencia, por otra parte, entre los autores del 14. Destaca por su sensualidad y por su excepcional capacidad de captar sensaciones: luz, aromas, sonidos, colores. La belleza formal prevalece en sus novelas, pasando la acción a ser algo secundario. El obispo leproso es representación de un mundo casi desaparecido, que el autor pretende rescatar y la acción es mínima, pues lo fundamental es la creación de ambientes y de personajes.
Juan Ramón Jiménez
Es reconocido como uno de los máximos exponentes de la poesía novecentista. Experimentó una evolución notable en su obra a lo largo de distintas etapas:
- Etapa sensitiva: Cultiva el Modernismo más brillante, aunque con tonos grises e intimistas, entre el fervor por la belleza y la naturaleza y la presencia del amor, la tristeza y la nostalgia, siempre con la influencia de Bécquer. La obra en prosa poética Platero y yo refleja esta etapa, así como Jardines lejanos o Arias tristes.
- Etapa intelectual: Se produce un giro hacia una poesía más depurada y abstracta. Diario de un poeta recién casado supone la ruptura definitiva con el Modernismo y el paso claro hacia una nueva sencillez: la poesía “desnuda” o intelectual, en la que se elimina lo anecdótico para dejar paso a la concentración conceptual y emotiva. Por eso predominan los poemas breves, densos, en versos escuetos y libres. Busca la esencia de las cosas y abandona lo externo, es decir, lo ornamental y lo sensorial.
- Etapa suficiente: El poeta profundiza en su búsqueda de lo absoluto y lo eterno. Utiliza el verso libre, fluido. Son obras de plenitud: se logra el éxtasis (real o poético), punto final del camino de interiorización, pues el poeta es un dios porque crea y conoce. Obras como Dios deseado y deseante muestran una poesía más introspectiva y hermética, donde el deseo de plenitud y la aspiración al conocimiento interior son temas recurrentes.