El Ensayo
El origen del ensayo se remonta al siglo XVI, y fue acuñado por Montaigne, a quien podemos considerar el creador de este género. El ensayo puede ser definido como un texto literario de carácter ideológico, escrito en prosa, en el que el autor expone sus opiniones acerca de temas diversos. Según Ortega y Gasset, el ensayo es una disertación científica sin prueba explícita. Podríamos incluir desde reflexiones sobre temas diversos, hasta comentarios de experiencias personales y opiniones de carácter crítico.
Tiene dos características fundamentales: precisión y claridad. Además, hay otros aspectos relevantes: carácter didáctico y divulgativo dirigido a un lector común no especializado en la materia; gran amplitud temática; predominio del interés por temas contemporáneos (también es frecuente la aparición de temas del pasado que adquieren interés en la actualidad y que son tratados desde una perspectiva contemporánea); y su objetivo de incitar al lector a la reflexión. El ensayo es subjetivo, porque, de una manera explícita o implícita, se reflejan las actitudes personales del autor.
Suele presentar intencionalidad estética.
Las formas de elocución que más utiliza son la exposición y la argumentación.
El Ensayo Actual
A partir de la década de 1970, comienza a abundar la producción ensayística.
A esto contribuyen hechos culturales como el desarrollo de las ciencias humanas, la divulgación en España de las corrientes de pensamiento europeo y estadounidense más significativas, y la aparición de una serie de revistas y editoriales.
Todo esto hace que, poco a poco, el ensayo comience a presentar cambios: va abandonando su carácter comprometido para acentuar sus perfiles lúdicos y reflexivos, que lo aproximan más a la literatura. Además, la meditación ética y estética sustituye a las preocupaciones ideológicas y políticas.
Comienza a haber una gran amplitud de temas, desde el pasado histórico e intelectual de España hasta las filosofías orientales, pasando por temas como el exilio, el cine, los medios de comunicación, etc.
Estas características se mantienen en el ensayo más próximo a nuestros días. El género ensayístico no se ciñe al ámbito filosófico, sino que abarca múltiples intereses.
La estabilidad democrática ha reducido la importancia del ensayo de carácter ideológico y, pese a haber un predominio de reflexiones éticas y estéticas, se incorporan temas que tienen que ver con la realidad inmediata.
Su medio de difusión más importante son la prensa diaria y los suplementos de los periódicos.
Los ensayistas adoptan un lenguaje más sencillo para favorecer su divulgación.
Ahora se aprecia una libertad creadora y de estilo. Se busca la originalidad, la sorpresa, la amenidad.
Autores Representativos del Ensayo
Uno de los autores más representativos es Fernando Savater. En sus escritos están presentes los valores de la sociedad democrática; defiende la libertad contra todo tipo de imposiciones. Sus ensayos destacan por su voluntad de estilo, amenidad, espontaneidad y alejamiento de todo rigor académico. Su estilo sencillo favorece su divulgación. Destacan: La infancia recuperada, La tarea del héroe, Ética para Amador, El valor de educar, etc.
Entre los cultivadores del ensayo destacan:
- Jon Juaristi: con obras ensayísticas importantes como Literatura vasca.
- José Manuel Gómez de la Llana: con su ensayo sobre la lengua, El idioma de la imaginación.
- Otros autores relevantes son: Carmen Martín Gaite, José Antonio Marina, Armando de Miguel, Francisco Umbral, Julián Marías, Antonio Muñoz Molina y Vicente Verdú.
Vicente Verdú
Nacido en Elche en 1942, Vicente Verdú es escritor, periodista y doctor en Ciencias Sociales.
Ha desempeñado cargos en El País y escrito en Cuadernos para el Diálogo. Recibió distintos premios, desde el Premio González Ruano de Periodismo, pasando por el Premio Nacional de Periodismo Miguel Delibes por su artículo La vida sorda, hasta el Premio Anagrama.
Entre sus obras podemos destacar: Si usted no hace regalos, le asesinamos, Noviazgo y matrimonio en la burguesía española, El fútbol: mitos, ritos y símbolos, Días sin fumar, Héroes y vecinos, El planeta americano, Emociones, Señoras y señores: Impresiones de los 50 y El capitalismo federal.
Análisis de “El Planeta Americano”
El planeta americano nos ayuda a conocer los contextos sociales, económicos y políticos de Estados Unidos. Verdú hace hincapié en la mayor parte de las características, y defectos, de los estadounidenses, de forma que podamos ver las diferencias culturales que tenemos con ellos. Se divide en doce capítulos, y cada capítulo abarca un tema diferente:
- El orgullo americano: el escaso conocimiento geográfico de los estadounidenses.
- El amor a Dios: la importancia de la religión.
- El amor al dinero: la importancia del dólar y el consumismo.
- La soberanía del capital: la jerarquía social marcada por el dinero.
- El miedo al crimen: la proliferación de armas y la violencia.
- El amor al miedo: la fascinación por el terror.
- El gusto por lo obsceno: la mala alimentación y el sobrepeso.
- El odio a los intelectuales: el antiintelectualismo.
- La generación sin padres: la cultura de la televisión y la desintegración familiar.
- Las Edge Cities: la ciudad interminable y el odio a las grandes urbes.
- El cibercapitalismo: el impacto de internet y las nuevas tecnologías.
- El planeta americano: una conclusión que invita a la reflexión.
Verdú nos cuenta sus opiniones sobre la Norteamérica actual y expone los aspectos más destacados de este país. Cada capítulo se centra en un tema, y, al final de cada capítulo, el autor enlaza el tema del que se habla con el siguiente.
Podemos ver que la obra sigue la estructura clásica de introducción, nudo y desenlace. Es complicado definirla con una sola función del lenguaje, ya que se utilizan varias. Las más características serían la representativa, porque se dan datos; la expresiva, porque se escribe de forma subjetiva; y la poética, porque busca producir belleza.
La mayor parte del texto está formada por oraciones enunciativas, aunque también encontramos interrogativas y exclamativas.
El texto es de un nivel elevado y culto, sin las argumentaciones propias de un texto filosófico. Hay cultismos y frases complejas, abundan los nombres abstractos, encontramos palabras y frases en inglés, y, sobre todo, destaca la cantidad de cifras, porcentajes, fechas y estadísticas.
El texto es subjetivo. Desde el principio, se ve la opinión del autor. La única parte objetiva serían las cifras, pero, incluso estas, son comparadas y expuestas de forma subjetiva.
La forma que tiene Verdú de mostrarnos Estados Unidos es drástica y exagerada; “aceptar el modelo americano equivaldría a suicidarse”. Se crea una caricatura de la verdad, que puede generar prejuicios en contra del país. La obra es una constante crítica destructiva, y no se ofrece ninguna solución a los problemas planteados.