El Quijote de Cervantes: Características, Estructura y Personajes

Características de la Novela Moderna en El Quijote

Cervantes se enfrenta al reto de abordar un género prácticamente nuevo, para el que no existían reglas, y consigue dignificarlo y conducirlo al nivel en el que ya estaban la lírica y el teatro. La publicación de El Quijote supuso un cambio radical y un gran avance de cara al surgimiento de la novela moderna. Las particularidades y diferencias con respecto a la narrativa anterior son múltiples:

  • Cervantes, siguiendo la brecha abierta por el Lazarillo, se aplica a la narración de inspiración realista. Se huye de la tan marcada inverosimilitud de novelas de caballerías y otras manifestaciones, para tratar de narrar el mundo contemporáneo con el fin de conocerlo (por supuesto, no debemos confundir este afán de aproximación realista con algunas obras del siglo XIX que pretenden realizar una fotografía literaria de la realidad).
  • La nueva forma de novelar nace como compendio superador de las formas narrativas anteriores, que parcelan con demasiada claridad personajes, espacios, temática… Se apostará por una fórmula abarcadora que da origen a la libertad de la que siempre gozará el género.
  • Los personajes experimentan un proceso de cambio y formación que les hace diferir del molde de los capítulos iniciales. Lo interesante ya no es tanto el cómo son los personajes, sino el cómo se van haciendo. El entretenimiento no consiste únicamente en las más o menos fantásticas aventuras, sino en la reacción y el comportamiento posterior de los personajes. En este sentido, es capital la importancia del diálogo cervantino, por medio del cual los personajes se van construyendo a sí mismos sin que el narrador interfiera. Por otro lado, insiste Cervantes, junto a la picaresca o La Celestina, en la creación de caracteres cercanos, exentos de la heroicidad y desmesura con que se pretende admirar al lector en la novela idealista.
  • La relevancia del orden en los episodios, tal y como sucedía en el Lazarillo, de manera que la mayor parte de los sucesos narrados tienen su función dentro del armazón y estructura del conjunto.
  • La polifonía8 y consecuente perspectivismo a todos los niveles (personajes, narradores…), que hace de la novela una forma plural de interpretar y construir la realidad.
  • Los trasvases y juegos entre ficción y realidad (piénsese, como veremos, en el “diálogo” de la segunda parte con el Quijote de Avellaneda o en la inclusión del autor dentro de la propia narración).

8 Coexistencia de varias voces y formas de interpretar la realidad, sin que una quede por encima o desautorice a las otras.

  • El decoro de sus criaturas, que no han de actuar ni hablar ni pensar como su escritor ni como exigían los tópicos de la literatura de la época. Cervantes deja que cada personaje hable y utilice la lengua como le corresponde.

Circunstancias de Publicación

La obra más universal de la literatura española se publicó en dos partes: la primera, que tuvo mucho éxito, y cuyas ediciones y traducciones se sucedieron en el mismo siglo XVII, en 1605, y la segunda, en 1615. La primera recibe el título de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, título que en 1615 sufre una ligera variación: Segunda parte del ingenioso caballero Don Quijote de la Mancha. Ambas fueron editadas en Madrid por el librero Juan de la Cuesta.

Fuentes y Sentido

Entre sus antecedentes se cuentan una obrita corta llamada El entremés de los romances, en la que el labrador Bartolo se trastorna por leer romances; la tradición del amor cortés (don Quijote es el vasallo de Dulcinea, de quien procede la fuerza del caballero); los libros de caballería (Cervantes organiza las aventuras de don Quijote y Sancho, entre las que se intercalan las historias secundarias, como se hace en estas novelas y parodia elementos de estos libros); y las novelas de moda en su época: pastoril, morisca, picaresca, sentimental y de aventuras, que Cervantes incluye en su obra para dar amenidad y seguir el proyecto de variedad dentro de la unidad.

La intención primordial de Cervantes parece ser la de realizar una parodia de la novela de caballerías para “poner en aborrecimiento de los hombres las fingidas y disparatadas historias de los libros de caballerías, que por las de mi verdadero don Quijote van ya tropezando, y han de caer del todo, sin duda alguna” (segunda parte, cap. 74). Para llevar a cabo su propósito, recurre a la inversión de los elementos característicos del género y a la inclusión de esos elementos en un entorno completamente realista. Así, por ejemplo, Cervantes, en vez de optar por los espacios exóticos y lejanos de las aventuras caballerescas, coloca a su antihéroe en un lugar tan reconocible como La Mancha; en vez de aventuras fantásticas, plagadas de gigantes, encantadores y castillos, nos enfrentamos a sucesos y actos de la vida cotidiana; en vez de la dama, hija de rey, que se enamora perdidamente del caballero, Dulcinea es una tosca labradora de “pelo en pecho”, producto imaginario de don Quijote, que no la ha visto más que un par de veces… Sin embargo, el proyecto de Cervantes supera con creces esa inicial meta paródica. Don Quijote de la Mancha no es una simple obra cómico-burlesca, sino que va mucho más allá en sus posibilidades de significación.

Estructura y Argumento de El Quijote

Las dos partes en que se divide el Quijote repiten la misma estructura interna: salida de la aldea, aventuras, regreso a la aldea. En ellas, se narran algunos meses de la vida de Don Quijote, hidalgo manchego que cree que la literatura es verdad y que, por lo tanto, lo son los libros de caballería de los que es ávido lector, y de su crédulo vecino y escudero Sancho Panza en su viaje de ida y vuelta desde la Mancha hasta Barcelona, al final del cual se produce la muerte del protagonista. Don Quijote pretende llevar la caballería andante a la España del siglo XVII para vivir como los caballeros literarios. Por ello se mezcla en muchas aventuras, a veces divertidas, a veces tiernas, que se interrumpen en ocasiones con la inserción de distintas historias secundarias: pastoriles, picarescas, sentimentales, moriscas o bizantinas.

Primera Parte (1605)

La primera parte (1605) va precedida de unos textos preliminares: la dedicatoria al duque de Béjar, el prólogo al desocupado lector y una serie de poemas burlescos dedicados por héroes de novelas de caballería a personajes del Quijote. Ya en el primer capítulo se describe al hidalgo que nace al mundo literario con 50 años y cuyo pasado nos es desconocido. Sabemos que lee libros de caballerías a los que cree verdaderos y que decide hacerse caballero andante: limpia unas armas antiguas, llama Rocinante a su caballo y busca una dama: Dulcinea del Toboso. Entre los capítulos II y VII, realiza la primera salida. Confunde una venta con un castillo y es nombrado caballero por escarnio. Tras la aventura de Andrés, en la que don Quijote provoca un mayor daño al mozo que quiere socorrer, vuelve a casa con un vecino suyo. El cura y el barbero queman los libros que consideran causantes de su locura.

La segunda salida la constituyen los capítulos VII a LII. Sale con Sancho, su escudero, que lo acompaña con la esperanza de obtener una ínsula. A partir de aquí, el diálogo entre caballero y escudero marca la obra. Pasan por una serie de aventuras y llegan a Sierra Morena para que don Quijote haga penitencia. El cura y el barbero salen a buscarlos. Confluyen en la venta de Juan Palomeque y allí se plantean y desarrollan historias secundarias, mientras otras tienen su desenlace. Vuelven Sancho y don Quijote a la aldea, conducidos por el cura y el barbero. Esta narración central se corta con una serie de historias intercaladas, que se corresponden con las novelas que se leían en la época y que permiten además la introducción del tema amoroso.

Segunda Parte (1615)

La segunda parte (1615) se inicia en casa. En ella transcurren los capítulos I-VII y los personajes saben que se ha publicado la primera parte de El Quijote. Aparece el bachiller Sansón Carrasco, lector y gran admirador de la misma. Los capítulos VIII-LXXIV constituyen la tercera salida. Don Quijote y Sancho van hacia el Toboso a rendir pleitesía a Dulcinea. Tras una serie de aventuras, llegan, en tierras de Aragón, a casa de los duques que les preparan toda una imaginería caballeresca y, dentro de ella, Sancho es gobernador de la ínsula Barataria. Dejan a los duques y, cuando en el viaje hacia Zaragoza tropiezan con algunos personajes del Quijote de Avellaneda, don Quijote decide ir a Barcelona para hacer más patente la falsedad de ese libro. En la playa de Barcelona, don Quijote es vencido por el fingido caballero de la Blanca Luna, que realmente es Sansón Carrasco, quien le ordena volver a casa. El fracaso le produce enorme dolor y, a poco de su llegada, don Quijote recupera el juicio y muere. Como sucede en la primera parte, esta narración central se corta con una serie de historias secundarias.

El Quijote de Avellaneda

En 1614, un autor que posiblemente se sintió agraviado por alguna referencia inserta en la primera parte de El Quijote publicó, bajo el seudónimo de Alonso Fernández de Avellaneda, una segunda parte apócrifa de la novela. En ella se hacen comentarios y ataques contra el verdadero autor a modo de respuesta. La publicación del Quijote de Avellaneda posiblemente cogió por sorpresa a Cervantes, quien debió alterar parte de sus planes narrativos para así poder ajustar cuentas con el falso autor. Se inicia de este modo un fructífero y moderno juego en el que personajes de ficción (Don Quijote y Sancho) conocen y han leído partes de una obra real (el Quijote de Avellaneda) que trata sobre ellos mismos, y tratan desde la ficción de sacar a la luz su falsedad. Esa es la razón por la cual, por ejemplo, el Quijote se dirige a Barcelona en vez de a Zaragoza, tal y como hace el falso personaje de Avellaneda. En este sentido, se puede decir que el Quijote de Avellaneda ha servido como acicate para Miguel de Cervantes. Por otro, ha dado lugar a uno de los enigmas más perseguidos de la historia literaria española, ya que nadie ha llegado a averiguar la verdadera personalidad que se esconde tras el seudónimo de Alonso Fernández de Avellaneda.

Modalización y Personajes en El Quijote

En cuanto a sus elementos estructurales, en el Quijote existe una gran complejidad narrativa. Por un lado, existe un narrador principal, omnisciente, que, a veces, hace referencia a sí mismo en primera persona. A partir del capítulo noveno, aparecen otros autores ficticios: el historiador árabe Cide Hamete Benengeli, autor del manuscrito con la historia de don Quijote encontrado en Toledo por el primer narrador, y el morisco traductor del mismo. Además, en las narraciones secundarias, toman la palabra diversos personajes, que a veces son protagonistas, otras, testigos de los hechos y otras, lectores de papeles olvidados como sucede en El curioso impertinente.

Por otra parte, en El Quijote aparece un gran número de personajes (más de 600) que hablan como corresponde a sus diversas profesiones y escala social y que forman un enorme abanico de la sociedad de la época. Los principales son don Quijote y Sancho, que dialogan y se enfrentan a toda una serie de aventuras que les influyen y acercan.

Personajes Principales

Don Quijote es el personaje que Alonso Quijano, humilde hidalgo que vive aburrido en una aldea de La Mancha, se inventa como resultado de su desmedida afición a la lectura de libros de caballerías: “en resolución, él se enfrascó tanto en su lectura, que se le pasaban las noches leyendo de claro en claro, y los días de turbio en turbio; y así, del poco dormir y del mucho leer se le secó el celebro de manera que vino a perder el juicio” (I parte, cap. 1). Don Quijote seguirá siendo un hombre cuerdo y cabal, de notable cultura y capacidad oratoria, en tanto su mente desvariada no establezca paralelismos entre la realidad y el mundo inverosímil de las novelas de caballerías, que él en su locura cree ciertas e históricas. Pero su capacidad paranoica de transfiguración del entorno no continuará igual durante todo el relato, sino que irá cediendo a medida que avanza la novela: si en la primera parte Don Quijote achaca el fracaso de sus acciones a la actuación de malvados encantadores, que mutan la realidad para frustrar la fama de sus hazañas, en la segunda don Quijote comienza a dudar de sí mismo para explicar los desajustes entre la realidad y sus vivencias. Por otro lado, es el momento en que otros personajes alteran las situaciones con el fin de burlarse de Don Quijote. Ese progresivo derrumbamiento del ánimo don Quijote culmina con la total recuperación de la cordura, ya en el lecho de muerte.

Sancho, como personaje antitético –piénsese sólo en las diferencias físicas-, sigue una línea de formación un tanto inversa a Don Quijote. Si al comienzo de la obra Sancho representa al hombre rústico, de pocas luces y apegado a lo material, que sólo se mueve ante la posibilidad de aumentar su fortuna, hacia el final de la obra nos encontramos con un personaje más crédulo, deseoso de continuar la vida de aventuras, y al que incluso se le ha contagiado la forma de expresarse de su amo en sustitución de sus omnipresentes refranes y dichos populares. Hay quien se ha referido al proceso de aproximación psicológica que experimentan caballero y escudero durante la obra como la “sanchificación” de don Quijote y la “quijotización” de Sancho. En Sancho siempre es apreciable, de todos modos, un gran fondo de bondad y fidelidad hacia su señor, que a veces flaquea únicamente ante la abundancia de palos y la escasez de riquezas o “ínsulas”.

Algún crítico, como el novelista gallego Torrente Ballester, ha llamado la atención sobre la importancia del componente lúdico en la configuración de los dos personajes fundamentales de la obra. Por momentos, da la sensación de que tanto la credulidad de Sancho como la locura de don Quijote no son más que una impostura consciente, un juego que les permite llevar una vida más plena y amena que la que llevan en el pequeño lugar en el que habitan. Así, por ejemplo, cuando, mediada la primera parte, don Quijote encarga a Sancho que entregue una misiva a Dulcinea, éste se queda pasmado por el hecho de que Dulcinea y Aldonza Lorenzo, vecina del Toboso, coincidan en la misma persona; don Quijote se ve forzado a responder:

Porque has de saber, Sancho, si no lo sabes, que dos cosas solas incitan a amar más que otras, que son la mucha hermosura y la buena fama, y estas dos cosas se hallan consumadamente en Dulcinea, porque en ser hermosa ninguna le iguala, y la buena fama, pocas le llegan. Y para concluir con todo, yo imagino que todo lo que digo es así, sin que sobre ni falte nada, y píntola en mi imaginación como la deseo, así en la belleza como en la principalidad, y ni la llega Elena, ni la alcanza Lucrecia, ni otra alguna de las famosas mujeres de las edades pretéritas, griega, bárbara o latina.

Unas líneas más adelante, Sancho protestará por el hecho de que don Quijote quede en Sierra Morena haciendo penitencia por su dama:

-¡Por amor de Dios, señor mío, que no vea yo en cueros a vuestra merced, que me dará mucha lástima y no podré dejar de llorar!; y tengo tal la cabeza, del llanto que anoche hice por el rucio9, que no estoy para meterme en nuevos lloros; y si es que vuestra merced gusta de que yo vea algunas locuras, hágalas vestido, breves y las que le vinieran más a cuento. Cuanto más, que para mí no era menester nada deso, y, como ya tengo dicho, fuera ahorrar el camino de mi vuelta, que ha de ser con las nuevas que vuestra merced desea y merece10. Y si no, aparéjese la señora Dulcinea; que si no responde como es razón, voto hago solene a quien puedo que le tengo de sacar la buena respuesta del estómago a coces y a bofetones. Porque, ¿dónde se ha de sufrir que un caballero andante, tan famoso como vuestra merced, se vuelva loco, sin qué ni para qué, por una…? No me lo haga decir la señora, porque por Dios que despotrique y lo eche todo a doce, aunque nunca se venda11. ¡Bonico soy yo para eso! ¡Mal me conoce! ¡Pues a fe que si me conociese, que me ayunase!

-Así, Sancho –dijo don Quijote-, que, a lo que parece, que no estás tú más cuerdo que yo.”

9 Se refiere al burro, que poco antes había desaparecido.

10 Las noticias o nuevas que Don Quijote desea son las palabras de amor que Dulcinea le entregará a Sancho. Don Quijote podrá así dejar de hacer penitencia en Sierra Morena.

11 Hacer algo sin reparar en las posibles consecuencias.

Espacio y Tiempo

También el tratamiento del espacio es complejo: por una parte, existe uno real, que se concreta en la primera parte en el viaje desde la Mancha hasta sierra Morena, cuyo centro es la venta de Juan Palomeque, y en la segunda, en el viaje por Aragón hacia Cataluña, con centro en la casa de los duques; y, por otra, existen en la mente de don Quijote otros espacios propios de los libros de caballería: castillos, caminos llenos de aventuras, barcos encantados… En lo que se refiere al tiempo, la narración es lineal y ocupa unos pocos meses de un verano (con ciertas incoherencias temporales, a modo de ironía contra los errores de construcción de algunas novelas de caballerías), pero se expande con la inclusión de historias secundarias que tienen sus propios referentes temporales.

Estilo y Significado de El Quijote

La lengua y el estilo de la novela no son uniformes: cada personaje y cada narrador se expresa según la situación y según su pertenencia a un determinado grupo social. Frente al habla culta, arcaizante y retórica de Don Quijote, hallamos la coloquialidad del estilo refranero de Sancho, o la expresión popular de pastores y venteros, la artificiosidad de los nobles, etc. El respeto del decoro lingüístico resalta una preocupación clara de Cervantes por el lenguaje, algo que afecta también a sus personajes, quienes a lo largo de la novela discuten o conversan sobre el universo de la palabra, literaria o no. Durante toda la obra los personajes leen, se corrigen formas de expresarse, disertan sobre literatura…

Destaca también el diálogo como recurso constante. Se nos permite con su uso acceder a la interioridad e interacción de los personajes, a la vez que constituye una fuente inagotable de comicidad, donde destaca Sancho con sus constantes fallos o “prevaricaciones lingüísticas”.

Significado

Por fin, para calibrar el significado del Quijote, hay que tener en cuenta diversos aspectos. Aunque en 1600 no existía conciencia de realismo; el Quijote consigue dar impresión de realidad mediante la aparición de lo cotidiano y de las necesidades corporales propias de los seres humanos (los caballeros no dormían ni comían ni pagaban), mediante el diálogo entre don Quijote y Sancho (que opone puntos de vista cada vez más cercanos), y mediante la contraposición del mundo real de estos personajes al de los libros de caballerías o a los de las historias secundarias.

Por otro lado, los héroes cervantinos permiten el relativismo: los personajes son libres para buscar su verdad y tienen dobleces; su vida depende de sus propios intereses, no de los valores que les vienen impuestos. Se defiende la coexistencia de puntos de vista distintos, de formas diferentes de ver la realidad y construir la verdad. El humor como parodia, como forma de interpretar el mundo y de caracterizar a los seres humanos, será también importante a la hora de entender el Quijote, sin olvidar otras interpretaciones que inciden en la existencia como juego, en la defensa de un cierto idealismo…