El teatro español de 1939 a finales del siglo XX

El teatro de 1939 a finales del siglo XX

A partir de 1939 el panorama escénico quedó marcado por la desaparición de dramaturgos como Federico García Lorca y Valle Inclán. La censura afectó a los que se quedaron en España. Algunos apostaron por ir arañando nuevos espacios de libertad. Buero Vallejo, frente a otros como Alfonso Sastre, opinaban que esa actitud favorecía los propósitos represivos del franquismo.

La década de los cuarenta

Las dos líneas dramáticas que triunfaban en los escenarios fueron la comedia burguesa, con autores como Benavente, Pemán, Luca de Tena y Calvo Sotelo, y el teatro de humor de Enrique Jardiel Poncela (Cuatro corazones con freno y marcha atrás, Eloísa está sentada debajo de un almendro) y Miguel Mihura (Tres sombreros de copa, Melocotón en almíbar, Ninette y un señor de Murcia). En la década de los sesenta sigue este teatro de evasión Alfonso Paso y Juan José Alonso Millán.

El estreno en 1949 de Historia de una escalera de Buero Vallejo

Rompe con el inmovilismo del panorama teatral. Este drama refleja el fracaso de todas las ilusiones ahogadas por la Guerra Civil. Otras obras posteriores serán El concierto de San Ovidio, El tragaluz y La Fundación. Este tipo de drama realista continúa con Alfonso Sastre y la obra Escuadra hacia la muerte. De forma paralela dramaturgos como Fernando Arrabal (Pic-nic, El cementerio de automóviles, El arquitecto y el emperador de Asiria) y Francisco Nieva (Pelo de tormenta, Malditas sean Coronada y sus hijas) inician una vía vanguardista influida por el ‘teatro del absurdo’ y ‘teatro de la crueldad’.

La década de los años cincuenta e inicios de los sesenta

Continúan la tendencia realista con autores como Lauro Olmo (La camisa), José María Rodríguez Méndez (Los inocentes de la Moncloa), Carlos Muñiz (El grillo) José Martín Recuerda (Los salvajes en Puente San Gil). Algunos de estos autores como Rodríguez Méndez (Bodas que fueron famosas del Pingajo y la Fandanga) y Carlos Muñiz (El tintero) evolucionan hacia un teatro expansionista, recupera la dramaturgia de Valle-Inclán.

Reacción al teatro realista

Aparece una tendencia simbolista. Entre sus autores más importantes destacan José Ruibal, Miguel Romero Estero y Manuel Martínez Mediero. En los últimos años de los sesenta, el teatro universitario se convierte en ‘teatro independiente’. Aparecen grupos como Els Joglars dirigido por Albert Boadella, Els Comediants, Los Goliardos.

Autores dramaturgos de finales de los sesenta

Comienzan su carrera dramaturgos como Antonio Gala o Ana Diosdado, que llevan a escena un teatro de tesis. Superada la transición, algunos autores dramaturgos comienzan con un teatro neorrealista. Destacan autores como José Sanchis Sinisterra, José Luis Alonso de Santos, Fermín Cabal e Ignacio Amestoy.

Últimas décadas del siglo XX

Hay una nueva promoción de escritores que continúan la labor de autores anteriores. Entre ellos destacan Ernesto Caballero, Juan Mayorga, Sergi Belbel o Paloma Pedrero que expresan a través de sus personajes el desencanto del individuo frente a la realidad.

Teatro anterior a 1939. Tendencias, autores y obras

En el teatro anterior a la Guerra Civil debemos diferenciar dos tendencias: por un lado, hay un teatro comercial, que responde al gusto del público; por otro lado, existen intentos de renovación teatral.

Jacinto Benavente

Es el autor de la tendencia del drama burgués, sus obras se centran en las preocupaciones de su público habitual, la alta burguesía, la farsa de Los intereses creados y el drama rural de La malquerida son sus títulos más destacados.

Teatro cómico

Destacan los hermanos Álvarez Quintero (El traje de luces), Pedro Muñoz Seca (La venganza de don Mendo) y la tragedia grotesca de Carlos Arniches (La señorita de Trevélez).

Teatro en verso

Sigue el teatro francés de la época. Aborda temas históricos o fantásticos. Su principal cultivador fue Eduardo Marquina, en cuyas obras históricas se muestran el férreo espíritu de la raza española (En Flandes se ha puesto el sol). Otros fueron Francisco Villaespesa (La leona de Castilla) y los hermanos Machado (La Lola se va a los puertos).

Primeros intentos de renovación teatral

Se hace necesario mencionar las aportaciones de Unamuno, Azorín y Jacinto Grau. Unamuno abogó por un teatro desnudo en obras como Freda, El otro. Azorín busca un teatro antirrealista como en su trilogía de Lo invisible. Jacinto Grau propone tragedias con la apariencia de farsa como El conde de Alarcos, El señor Pigmalión.

Valle-Inclán

En El marqués de Bradomín y el Yermo de las almas, dramatiza el tema decimónico del adulterio. Bajo la denominación ‘ciclo mítico’ se encuentras Comedias bárbaras, El embrujado, Divinas palabras, localizadas en una Galicia mítica y atemporal. La producción dramática de Valle-Inclán culmina con el esperpento que deforma la realidad Luces de Bohemia y la trilogía Martes de Carnaval (Los cuernos de don Friolera, Las galas del difunto y La hija del Capitán).

Federico García Lorca

Recorrió España con la compañía del teatro universitario ‘La Barraca’. En sus primeros dramas (El maleficio de la mariposa y Mariana Pineda) el autor usó las formas populares del teatro de títeres por medio de farsas para guiñol (Retablillo de don Cristóbal). Las tragedias son las obras más universales del poeta. En Bodas de sangre se dramatiza el poder de la pasión, Yerma trata del conflicto de la mujer estéril, La casa de Bernarda Alba desarrolla la lucha entre el principio de autoridad y el principio de libertad. Para concluir, en las obras Así que pasen cinco años y El Público, se observa la influencia de surrealismo. Finalmente, Max Aub y Rafael Alberti siguen escribiendo desde el exilio en las que practican la experimentación.

La poesía de la Generación del 27

El término ‘Generación del 27’ designa a un grupo de autores que se reúnen para realizar un homenaje a Luis de Góngora en el tercer centenario de su muerte. En este mismo año aparecen las revistas La Gaceta Literaria o España. La mayor parte de estos autores conviven la Residencia de Estudiantes de Madrid, algunos de sus poemas aparecen publicados en la antología Poesía española contemporánea de Gerardo Diego.

Autores más relevantes

Pedro Salinas, Jorge Guillén, Gerardo Diego, Dámaso Alonso, Vicente Aleixandre, Luis Cernuda y Rafael Alberti. Otros fueron Emilio prados, Manuel Altolaguirre, Rosa Chacel y María Zambrano. Miguel Hernández no forma parte de esta generación, aunque su obra poética convive con la de los autores citados.

Vanguardias

Las vanguardias, sobre todo el surrealismo, influyen a estos autores en su rechazo por lo establecido. La influencia de la tradición culta (Garcilaso de la Vega, San Juan de la Cruz, Góngora, Quevedo y Bécquer) y de la tradición popular (El Romancero) se funde en estos poetas junto con las innovaciones formales.

Etapas en la evolución de estos autores

Tradicionalmente se han señalado tres etapas en la evolución de estos autores. La primera va hasta 1928 y se manifiesta por la influencia de las vanguardias, junto con la obra de Góngora. Desde 1928 hasta la Guerra Civil se recuperan los contenidos sociales políticos ‘rehumanización del arte’. Finalmente, después de la Guerra Civil muchos de estos autores tuvieron que exiliarse, los que se quedaron en España iniciaron lo que se ha denominado como el exilio interior’.

Autores destacados

Pedro Salinas destaca por su poesía amorosa en títulos como La voz a ti debida, Razón de amor y Largo lamento. La voz poética busca el verdadero saber del tú. Cántico y Clamor son los poemarios más conocidos de Jorge Guillén. El poeta exalta la belleza del mundo, pero en Clamor, también incluye temas negativos. Gerardo Diego cultiva el creacionismo en Manual de espumas donde sobresalen el afán de experimentación.

Federico García Lorca

Consigue aunar la tradición literaria con la modernidad en su Romancero gitano y Poema de cante jondo. Posteriormente compone Poeta en New York. Entre sus últimos poemas destacan Diván de Tamarit, Llanto por Ignacio Sánchez Mejías y Sonetos del amor oscuro.

Dámaso Alonso

Publica Hijos de la ira que lo vincula a una poética del desarraigo. En esta obra imperan la injusticia y la miseria material y moral. Vicente Aleixandre escribe La destrucción del amor, donde el poeta insta a la fusión amorosa plena entre los amantes. Luis Cernuda escribe La realidad y el deseo donde se muestra la imposibilidad de conciliación entre el deseo y la realidad. Rafael Alberti escribe Marinero en tierra, obra de su primera época, Sobre los ángeles, expresa a través de imágenes surrealistas la desolación interior ante una crisis espiritual. Escribió una poesía comprometida en Poeta en la calle y durante su exilio compone, entre otros, Retorno de lo vivo lejano.

Novecentismo y vanguardias

La generación del 27, también conocida como Novecentismo tiene como objetivo principal reconocer estéticamente la literatura y arte de la época.

Autores representativos

Ramón Pérez de Ayala y Gabriel Miró son los autores más representativos de la novela novecentista. Dentro de la obra del primero se distinguen tres etapas: Novelas autobiográficas (AMDG) novela lírica, social y renovación narrativa (Prometeo, Luz de domingo, La caída de los limones) y novelas intelectuales que tratan temas como el amor y el honor (Luna de miel, luna de hiel y Los trabajos de Urbano y Simona). Por su parte Gabriel Miró se caracteriza por una novela lírica y formalista. Entre sus obras destacan Las cerezas del cementerio y El obispo leproso.

Destacan Ortega y Gasset y Eugenio d’Ors

El primero fundó La Revista de Occidente, entre sus obras más importantes destacan La España invertebrada, La rebelión de las masas y La rehumanización del arte. Eugenio d’Ors creo un tipo de ensayo propio conocido como ‘glosa’ (pequeño comentario periodístico), en la colección La bien plantada se recogen los más importantes.

Poetas de esta promoción

Juan Ramón Jiménez y León Felipe, debe la lírica española la consolidación del verso libre- ensayado ya por los modernistas- Diario de un poeta recién casado es el primer gran poemario que prescinde de los artificio métricos tradicionales.

Nacimiento y auge de las vanguardias

Los ‘ismos’ que fueron surgiendo durante estos años- a excepción del surrealismo- fueron abundantes y fugaces, reflejo de una sociedad cambiante. En España Ramón Gómez de la Serna -director de la revista Prometeo– se esfuerza en abrir las puertas a este nuevo arte con la creación de ‘greguerías’ (metáforas con humor). Los poetas centran su creación artística en las metáforas e imágenes, al tiempo que pierden sus referentes lógicos. Lo que de común se advierte en estas imágenes pertenezcan a un ‘ismo’ u otro es la libertad creativa.

Ultraístas y surrealistas

Los ultraístas se sirven en sus composiciones del humor, los motivos de la vida contemporánea y el ingenio verbal. Aunque el ultraísmo vivó esencialmente en las revistas, no faltan algunos libros representativos como Imagen o Manual de Espumas, de Gerardo Diego. Le herencia ultraístas derivó en el creacionismo de Vicente Huidobro (Altazor o El viaje en paracaídas). La misma fórmula poética se observa también en la obra Biografía incompleta de Gerardo Diego. Son muchos los poetas surrealistas españoles que construyen excelentes poemas con imágenes oníricas. Mencionamos a Rafael Alberti y su obra Sobre los ángeles y a Federico García Lorca con Poeta en New York. El primero expresa un momento de crisis y rebeldía, mientras que el segundo refleja el terror del mundo industrializado.

Modernismo y Generación del 98

Pedro Salinas fue el primero en difer

encias el Modernismo de la Generación del 98. La filosofía existencialista de fin de siglo se manifiesta en la literatura española gracias a autores como Nietzsche, Schopenhauer y Kierkegaard.///

El término modernista fue usado en principio de manera despectiva. Autores como Rubén Darío buscan el aislamiento aristocrático y el exotismo estético, su libro Azul supuso el principio del modernismo propiamente dicho, aunque fue Prosas Profanas el que tuvo éxito entre los autores españoles.///

El modernismo se fija en la figura de Bécquer y en el simbolismo y parnasianismo de autores como Verlaine, Mallarmé o Rimbaud. Podemos hablar de dos etapas, una primera en la que predomina la forma artificiosa y preciosista, y frente a esta un segundo periodo más intimista que cuestiona la vida, la muerte y sus misterios.///

Los modernistas españoles más destacados son Manuel Machado, Francisco Villaespesa y Eduardo Marquina a lo que se les suman: Antonio Machado (Soledades), Valle Inclán (Sonatas) y Don Juan Ramón Jiménez (Jardines Lejanos y Platero y yo). El estilo modernista amplía su repertorio métrico con la creación de nuevas estrofas, versos alejandrinos. El ritmo y la musicalidad vertebran todo el poema, con frecuencia lleno de encabalgamientos.///

El término Generación del 98 engloba a un conjunto de autores que manifiestan su preocupación ante el desastre del 98, y plantean, influenciados por Joaquín Costa y Ángel Ganivet, la necesidad de regenerar el país. Buscan la auténtica raíz de lo español, a lo que Unamuno denomina ‘intrahistoria’ y lo encuentra en el paisaje castellano. Destacan Unamuno y Azorín, a los que se les suman Baroja, Maeztu, Antonio Machado y Valle Inclán.///

Miguel de Unamuno expone sus ideas en los artículos recogidos En torno al casticismo. Es un novelista destacado con obras como Niebla, La tía Tula, Amor y Pedagogía o San Manuel Bueno, mártir. En la obra de Azorín encontramos frecuentes descripciones de Castilla, destaca el ensayo Alma castellana y las novelas La voluntad, Antonio Azorín y Las confesiones de un pequeño filósofo.///


En la narrativa de Pío Baroja predominan los ambiente suburbiales y humildes. Destacan las trilogías La lucha por la vida (La busca, Mala hierba, Aurora roja) y Tierra Vasca (La casa de Aizgorri, El mayorazgo de Labraz y Zalacaín el aventurero). También escribe novelas de aventuras, mencionamos a Las inquietudes de Shanti Andía.///

El poeta Antonio Machado inicia su obra con una poesía simbolista como Soledades, Galerías y otros poemas, sin embargo su segundo poemario se vuelve más historicista y se centra en el paisaje soriano. Con la publicación de Proverbios y cantares vuelve su mirada hacia temas metafísicos.///

Por último Valle Inclán crea el ‘esperpento’ teatral con obras como Luces de Bohemia y la trilogía Martes de Carnaval (Los cuernos de Don friolera, Las galas del difunto y La hija del Capitán). Y Retablo de la avaricia, lujuria y la muerte.


LA NOVELA ESPAÑOLA DE 1975 A FINALES DEL SIGLO XX

El consumo literario ha crecido considerablemente desde 1975, los efectos de la Ley General de Educación de 1970 han hecho crecer el número de potenciales lectores. El auge de la producción se ha producido gracias al desarrollo del campo editorial. El premio Planeta llega a vender cientos de miles de ejemplares. Bien es verdad que, en muchos casos, se trata de encargos ad hoc, concebidos según las reglas del mercado que permiten crear un best seller.///

En la novela española de los setenta irrumpe un grupo a los que se han etiquetado como Generación de 1966 (año en que se promulga la Ley de Prensa de Fraga Iribarne) o de 1968 (mayo francés). Estos autores llegan a la mayoría de edad entre el momento del auge de la literatura comprometida y el desmayo de dicha tendencia al tiempo que aparecen grandes figuras de la novelística hispanoamericana.///

En su primera etapa producen una literatura minoritaria en la que se esfuerzan por la experimentación. En torno a 1975, se advierte en ellos un cambio de actitud que los lleva a buscar una mayor comunicación con los lectores. El cultivo del relato desintegrador va cediendo terreno al deseo de contar una historia. Encontramos abundantes muestras de subgéneros como la novela negra, policiaca, de aventuras, a modo de reportaje o histórica. El relato se convierte en una forma de autoconocimiento en la que lo que importa es la percepción que el individuo tiene del mundo externo y no este mundo en sí mismo.///

Una de las tendencias es aquella en la que el texto se transforma así en metanovela. Algunos ejemplos son El hijo adoptivo, de Álvaro Pombo o Beatus ille, de Antonio Muñoz Molina. No podemos citar aquí a todos los autores de esta promoción. Se encuentran entre ellos Manuel Vázquez Montalbán (Los mares del Sur), Eduardo Mendoza (La verdad sobre el caso Savolta), Javier Marías (Todas las almas), Juan José Millás (Visión del ahogado), Soledad Puértolas (El bandido doblemente armado), Vicente Molina Foix (Museo provincial de los horrores), Juan Madrid (Nada que hacer), etc.///


En los años ochenta surge otro repertorio de narradores, el de los nacidos a partir de 1950. Realismo y experimentalismo coexisten. Este nuevo realismo, no dominante, pero sí perceptible en nuestros días, no se pliega a la tradición decimónica ni a las manifestaciones de los años cincuenta.///

Parece que el ámbito privado ha sustituido definitivamente al colectivo. Predomina el escepticismo. Ya no hay novelas de tesis ni mensajes subyacentes. En los últimos años del S. XX se muestran características varias, sigue en pleno auge la orientación existencial propia de este siglo. Se utiliza más frecuentemente la narración en segunda persona para expresión a los procesos de conciencia , se tiende al tratamiento paródico de los personajes o de los hechos narrados; se siguen cultivando la novela histórica y la próxima a la crónica o reportaje y continúa presente el relato fantástico.///

Entre los muchos nombres representativos de esta última fase destacan los de Esther Tusquets (El mismo mar de todos los veranos), Rosa Montero (Amado amo), Julio Llamazares (La lluvia amarilla), Enrique Vila-Matas (Historia abreviada de la literatura portátil), Daniel Múgica (Uno se vuelve loco), Almudena Grandes (Las edades de Lulú), Arturo Pérez Reverte (La tabla de Flandes).