El Teatro Español del Siglo XX: De la Comedia Burguesa al Teatro Vanguardista

El Teatro desde Principios del Siglo XX hasta 1939

El Teatro de Principios del Siglo XX: La Comedia Burguesa

El teatro ha sido el género literario más afectado por los gustos estéticos del público. Por esta razón, a pesar de que a finales del siglo XIX se sufre una crisis que provoca un distanciamiento entre los artistas y la burguesía, el teatro proseguirá un rumbo más tradicional y conservador, obligado por la necesidad de satisfacer a su público y seguir persistiendo.

La comedia burguesa, también denominada alta comedia, es un tipo de teatro que continuaba con el Realismo del siglo XIX con pocas innovaciones y realizando críticas sociales muy suaves y generalmente amables. Su principal representante es Jacinto Benavente, premio Nobel en 1922. Este dramaturgo decidió satisfacer al público burgués creando un teatro acomodado a los gustos mayoritarios tras su primera obra El nido ajeno. Logró realizar obras reseñables, entre las que destacan Los intereses creados y La Malquerida.

El Esperpento: Valle-Inclán

La primera gran figura destacable del panorama teatral español del siglo XX es Ramón María del Valle-Inclán. La obra de Valle-Inclan evolucionó progresivamente hasta desarrollar el esperpento, una de las cimas del teatro innovador y crítico de la época. Sus inicios dramatúrgicos estuvieron afectados por el Modernismo. Así desarrolló sus dos primeras etapas dramáticas en torno al ciclo mítico de sus Comedias Bárbaras y a su ciclo de farsas, como muestra en Farsa italiana de la enamorada del rey o en Farsa y licencia de la reina castiza. Finalmente, desarrolló el esperpento, se trata de una de las cimas de nuestro teatro y en el que encontramos obras como Luces de bohemia, Divinas palabras y la trilogía de Martes de Carnaval.

Teatro Poético: García Lorca

La otra gran figura de la dramaturgia española de principios del siglo XX es Federico García Lorca, que desarrollará una obra variada y equilibrada entre la tradición y la vanguardia, logrando un gran éxito entre el público y la crítica intelectual, a diferencia de los casos anteriores, donde la balanza se decantaba hacia uno de los dos lados.

García Lorca desarrolló una constante búsqueda de la pureza original de la palabra evocadora y sutil. En una segunda etapa desarrollaría obras puramente surrealistas como El público y Así que pasen cinco años. No obstante, sería finalmente en su tercera y última etapa donde alcanzaría su plenitud con un gran equilibrio entre el rigor estético de la época y el sentido popular y tradicional del público. En esta etapa escribe obras como Bodas de sangre, Yerma y La casa de Bernarda Alba.

El Teatro desde 1939 hasta Nuestros Días

Años 40: Teatro de Humor

El teatro que triunfaba era defensor de valores conservadores, poco o nada crítico y basado sobre todo en un diálogo bien escrito que aborda situaciones burguesas, y destacan dramaturgos como José María Pemán, Joaquín Calvo Sotelo, etc. Los dramaturgos más relevantes de esta corriente son:

  • Enrique Jardiel Poncela: desarrolla obras con características muy inverosímiles y absurdas enmarcadas en una acción atractiva para el público, como Cuatro corazones con freno y marcha atrás o Eloisa está debajo de un almendro.
  • Miguel Mihura: destaca por realizar obras de un carácter absurdo en el que los protagonistas son hombres pusilánimes que suelen ser engañados como en Tres sombreros de copa o Maribel y la extraña familia.

Años 50: Teatro Realista

Surgen dos corrientes paralelas: El primero lo representa Antonio Buero Vallejo, que realiza un teatro moderado en su crítica para evitar la censura. En sus obras desarrolla un teatro de inmersión o apertura trágica, como en Historia de una escalera o El tragaluz. El segundo lo representa Alfonso Sastre, que acuña el término de teatro imposibilitado, en el que el autor debe escribir lo que piensa y siente, sin censuras. Sus principales piezas dramáticas son Escuadra hacia la muerte y La sangre y la ceniza.

Años 60 y Años 70: Teatro Vanguardista

Surgen dos tipos de vertientes:

  • Autores individuales que crean un teatro underground y heredero de las vanguardias y el absurdo, como en el caso del teatro recargado e irónico de Francisco Nieva o el teatro pánico de Fernando Arrabal en obras como Pic-Nic o Cementerio de automóviles.
  • Grupos independientes, surgidos en los años sesenta, que crearán sus propios espectáculos de diverso tipo, como Els Joglars, Els Comediants, La Fura del Baus, Akelarre o La cuadra.

Desde 1975 a la Actualidad

Con la llegada de la democracia, finaliza la censura y regresaron los escritores exiliados con obras como Las bicicletas son para el verano, de Fernando Fernán Gómez, sobre los recuerdos de adolescencia del autor durante la guerra, y ¡Ay, Carmela!, de José Sanchís Sinisterra, una agridulce historia de unos actores en medio de la guerra. Surgen también autores realistas que abordarán problemáticas del momento, como la expansión de las drogas en los años ochenta dentro de Bajarse al moro, de José Luis Alonso de Santos. De forma general, el teatro queda dividido entre las representaciones del teatro nacional, y un tipo de teatro expresionista y vanguardista que sigue siendo desarrollado por grupos independientes y minoritarios. Algunos nombres relevantes son Emilio Ballesteros, Ernesto Caballero, Carmen Resino.