El teatro español del siglo XX
El teatro es un género literario que necesita ser representado por unos actores y ante un público para comunicar su sentido completo. Esta condición explica la existencia de dos condicionamientos comerciales:
- La necesidad de disponer de unos locales apropiados para la representación.
- La necesidad de contar con un público receptivo.
Dos formas de entender el teatro
La primera de ellas, el teatro comercial (triunfante), se orientó hacia el público burgués, se acogió a una ideología conservadora en lo político y continuó la tradición realista en lo artístico. Este teatro buscaba la diversión y el entretenimiento. La comedia burguesa se caracteriza por la escenografía realista y por sus cuestiones de la vida cotidiana. Algunos representantes son:
- Jacinto Benavente: Se limitó a criticar pequeños vicios. Sus mejores obras: Los intereses creados y La malquerida.
- Teatro en verso: Imitaba las formas y asuntos del teatro clásico español del siglo XVII: dramas de honor, recreación de episodios de la historia española, lenguaje arcaizante… Algunos autores destacados son Eduardo Marquina (En Flandes se ha puesto el sol), Francisco Villaespesa o los hermanos Machado (La Lola se va a los puertos).
- La comedia de costumbres: trataba conflictos amorosos con final feliz en ambientes populares idealizados. Estas obras aspiraban a lograr la comicidad mediante el uso de un lenguaje coloquial y vulgar, sus características son la agudeza, el ingenio y la frescura y sus recursos son los equívocos, juegos de palabras, ironía y exageraciones. Destacan los hermanos Álvarez Quintero o Pedro Muñoz Seca, creador del astracán con La venganza de Don Mendo.
El teatro innovador pretendía dirigirse a un espectador no específicamente burgués o de clase media, a quien ofreció un nuevo tipo de obras por su contenido social y existencial y por sus nuevas propuestas técnicas y formales. Su crítica, normalmente antiburguesa. Sus autores más destacados son Unamuno y Lorca.
VALLE-INCLÁN
Fueron la novela y el teatro las modalidades que han situado al escritor gallego en la primera línea de la literatura española de la mitad del siglo XX. Su producción se divide en tres etapas que responden a un proceso que va del esteticismo inicial y de una posición política conservadora hasta el creciente compromiso ideológico y la innovación técnica de sus últimas obras. La época final de Valle-Inclán se define por la denuncia de un mundo dominado por la brutalidad y el absurdo. El objetivo de los «esperpentos» es deformar y degradar la imagen que se tiene de la realidad para mostrar su verdadero rostro: lo grotesco y absurdo de la vida española contemporánea. Obras fundamentales de estos años fueron Luces de bohemia y tres «esperpentos».
FEDERICO GARCÍA LORCA
Los temas clave del teatro de Lorca giran en torno al conflicto entre los impulsos de libertad y realización personal -casi siempre eróticos- frente a las fuerzas externas que intentan ahogarlos -normas o tabúes-. El resultado es siempre la frustración, que recae sobre la mujer-protagonista en la mayoría de los dramas.
Por sus características formales, puede dividirse el teatro de Lorca en tres grandes ciclos: teatro menor, teatro o de ensayo y teatro mayor. El ciclo de teatro mayor, compuesto de dramas y comedias de tres actos, lo inicia con Mariana Pineda (1923) y culmina en sus tres tragedias más famosas: Bodas de sangre, Yerma y La casa de Bernarda Alba.
- Bodas de sangre (1932): Desde el comienzo de la obra una atmósfera de tragedia y violencia inunda la escena. El conflicto entre los impulsos y las normas es irremediable. El simbolismo de la obra es clave: el hombre, al igual que el toro, está destinado al sacrificio; la Madre representa el culto a la tierra y a la procreación.
- Yerma (1934): imagen de la fecundidad castigada a la esterilidad. Las normas sociales -la propia honra- impiden a la protagonista entregarse a otro hombre.
- La casa de Bernarda Alba (1936): supone, dentro del teatro de Lorca, la máxima depuración de los elementos líricos en beneficio de la acción dramática. Bernarda, la madre que trata de impedir la satisfacción de los deseos de sus hijas, representa la autoridad y, al mismo tiempo, la opresión. Adela, la hija menor, encarna la lucha hasta la muerte contra las normas sociales. Josefa, madre de Bernarda, ejemplifica una tercera reacción frente a las normas: la locura.
El teatro español tras la Guerra Civil
Al finalizar la Guerra Civil Española, nuestro teatro se encuentra con tres graves problemas:
- El agravamiento de los condicionantes comerciales del género teatral: la crisis económica hace que solamente los más poderosos puedan asistir a las representaciones, y la censura impide todo contenido político crítico en las obras.
- Se produce un corte muy profundo con respecto a lo que había sido el teatro con anterioridad a la Guerra, debido a la muerte de algunos de los grandes maestros (Valle-Inclán, Unamuno y García Lorca) o al exilio de otros (Max Aub, Alejandro Casona, Rafael Alberti).
- Se habla del inicio de una crisis del teatro que puede explicarse por varias razones:
- Al no quedar grandes autores españoles (muerte y exilio), los empresarios recurren a traducciones de obras de autores extranjeros.
- El cine se convierte en el gran espectáculo de masas y desplaza al teatro en los gustos del público.
1. El teatro de posguerra (1939-1955)
En este período nos encontramos con tres tendencias principales:
1.1. Teatro de “continuidad sin ruptura”
- Continúa la comedia de salón de Benavente.
- Ideológicamente se caracterizan por la defensa de los valores tradicionales: Dios, patria y familia.
- Introduce siempre una ligera crítica de costumbres (hipocresía, fundamentalmente).
- Uso de una escenografía realista, por el seguimiento de las normas aristotélicas (tres unidades, estructuración, etc…) y por la búsqueda de la perfección formal.
1.2. Teatro de humor
Busca renovar la risa, intentando provocarla mediante situaciones, personajes, argumentos y lenguaje inverosímil, casi absurdo. Destaca Miguel Mihura.
1.3. Teatro existencialista
Conjunto de obras que pretenden representar los conflictos existenciales del ser humano (soledad, incomunicación, falta de sentido vital, melancolía, fluir del tiempo, etc…). Junto con estas preocupaciones existenciales aparecerán las preocupaciones sociales, pero en estos primeros años no será fácil exponer la crítica y la denuncia social en las obras debido a la presión de la censura. Debemos considerar dos posturas dentro de esta tendencia:
- Teatro posibilista, representado por Antonio Buero Vallejo e iniciado con Historia de una escalera. Este teatro introduce la denuncia social de una forma indirecta para burlar la censura del momento.
- Teatro radical, que ejerce la denuncia política directamente. El mejor representante es Alfonso Sastre con Escuadras hacia la muerte.
2. El teatro de protesta y denuncia (1955-1965)
A partir del año 1955 se puede decir que aparece el teatro social en España. La aparición de estas obras de contenido crítico y denunciador es posible gracias a tres razones:
- La necesidad de que el teatro exprese los problemas del momento.
- Aparición de un nuevo tipo de público –joven y universitario- que pide un nuevo concepto de teatro, crítico con la situación histórica que vive España.
- La relajación de la censura.
3. Teatro renovador (1965-1975)
En torno al año 1965 los autores españoles se cansan de un teatro técnicamente sencillo y comienzan a aplicar en sus obras las tendencias vanguardistas europeas y americanas. Las obras de estos momentos se caracterizan por un abandono del realismo. Los temas de las obras debemos decir que seguirán siendo los mismos del período anterior: la injusticia, la falta de libertades, la crítica de la dictadura, la denuncia de la pobreza, etc. En la renovación de nuestro teatro fueron importantes algunos autores como Fernando Arrabal, y sobre todo los grupos de teatro independientes.
4. Últimas tendencias teatrales (desde 1975)
En los últimos años nos hemos encontrado en España con una paulatina desaparición de los autores teatrales. Las causas hay que buscarlas en dos problemas:
- Los empresarios privados no se arriesgan con las obras de los autores jóvenes.
- Los teatros públicos (cada vez más abundantes) prefieren representar obras de autores clásicos con la supuesta intención de proteger y difundir nuestra cultura literaria.
A pesar de lo dicho nos encontraremos con una gran diversidad de tendencias. Algunas de las más significativas:
- Obras de técnica vanguardista que continúan las experimentaciones del período anterior. Destacan Francisco Nieva, Fernando Arrabal y los Grupos de Teatro Independientes (Els Joglars, Els Comediants).
- Obras de técnica y orientación realista. (¡Ay, Carmela, de José Sanchís Sinisterra).
- Renovación de la comedia de costumbres de principios de siglo ambientada en la ciudad moderna con los problemas que en ella se encuentran: paro, delincuencia, droga (Bajarse al moro, de Jose Luis Alonso de Santos).
- Nuevas obras de autores ya consagrados (Buero Vallejo, Sastre o Antonio Gala, por ejemplo) que se han ido adaptando a las nuevas tendencias y a los nuevos problemas de nuestra sociedad.