Años 40
Hasta los años cuarenta, la influencia de las vanguardias, sobre todo del surrealismo, fue importante en la narrativa hispanoamericana. A partir de ese momento, en el aspecto estético se tiende a una prosa muy cuidada. Hay varias tendencias:
1. La novela regionalista o indigenista
Durante las tres primeras décadas del siglo XX se dio una novela que reflejaba la realidad social y la vida de las comunidades indígenas que allí habitaban. Las obras planteaban la lucha del hombre contra una naturaleza salvaje y contra una sociedad de rancias costumbres. Esta novela denunció la realidad social de las distintas regiones de América. Las obras más importantes son:
1.1.1 La novela de la tierra
porque se ambienta en diferentes espacios americanos:
- La vorágine de José Eustasio Rivera. (la selva amazónica)
- Don Segundo Sombra de Ricardo Güiraldes. (La Pampa argentina)
- Doña Bárbara de Rómulo Gallegos. (los llanos venezolanos)
1.1.2 La novela indigenista
que defiende al indio desde dos perspectivas: paternalista (La vorágine) y reivindicativa y denuncia la situación de explotación en que se encuentra.
- Huasipungo de Jorge Icaza y El mundo es ancho y ajeno de Ciro Alegría.
1.1.3 La novela de la revolución mejicana
Los de debajo de Mariano Azuela.
La renovación de la narrativa a partir de los años 40.
2. El realismo mágico
Este concepto, denominado también “lo real maravilloso”, podría definirse como la integración de lo maravilloso en la realidad cotidiana de los personajes sin que produzca extrañeza o se perciba como opuesto a lo real. Los autores que iniciaron esta tendencia fueron Miguel Ángel Asturias y Alejo Carpentier.
La obra de Miguel Ángel Asturias El señor presidente (1946) señala el comienzo de esta nueva narrativa. En la novela, llena de elementos caricaturescos e irónicos, el autor guatemalteco retrata las dictaduras hispanoamericanas. En la obra del cubano Alejo Carpentier se combinan la corriente indigenista y algunas técnicas vanguardistas. Su novela principal es El siglo de las luces (1962)
Otro de los autores más relevantes de esta etapa es el mexicano Juan Rulfo. Su creación es escasa: se reduce a una colección de cuentos titulada El llano en llamas (1953) y a la novela Pedro Páramo (1955). Esta última presenta características formales innovadoras, como el desarrollo no lineal de la narración, la combinación de varias perspectivas, la mezcla del lenguaje culto y popular, la intervención de personajes aparentemente muertos y la enorme influencia del paisaje.
2.2. El realismo fantástico
El argentino Jorge Luis Borges construyó en sus obras mundos de ficción que cuestionan la lógica de la realidad. Su creación narrativa se compone de relatos cortos, subgénero muy cultivado en la literatura hispanoamericana de esta época; por ejemplo, Ficciones (1944) o El Aleph (1949). Sus relatos tienden a ser juegos imaginativos que ponen al lector ante insólitos ejercicios intelectuales. Su tema principal es el tiempo circular, el eterno retorno.
3. El boom de la novela hispanoamericana
La década de los sesenta supone para la novela hispanoamericana una etapa de máximo esplendor con obras como La ciudad y los perros (1963) de Vargas Llosa, Cien años de soledad (1967) de García Márquez, o Rayuela (1963) de Julio Cortázar. A esto se añade la gran difusión internacional y el éxito editorial. Este fenómeno literario se conoce como el boom de la novela hispanoamericana. Entre las principales técnicas narrativas de la novela del boom se encuentran:
- La complicación en la estructura, ya que se produce constantemente la ruptura de la línea argumental para introducir diversas historias o continuos saltos en el espacio y en el tiempo.
- Mezcla de la experimentación técnica con la tradición narrativa.
- El punto de vista de la narración es múltiple, ya que en el relato se combinan distintas voces narrativas o se incluye el monólogo interior.
- Existe una búsqueda de un nuevo lenguaje literario, en la que destaca la mezcla de personas narrativas, el estilo indirecto libre, el monólogo interior, etc.
- Gran cuidado del lenguaje.
- Se mezclan elementos reales y sucesos fantásticos que difuminan los límites entre la realidad y la ficción (realismo mágico).
- Interés tanto por temas urbanos como rurales.
3.1 Los autores más importantes dentro de esta corriente son: Julio Cortázar, Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa.
3.1.1 La obra narrativa del argentino Julio Cortázar
se compone de relatos breves y de novelas. Sus cuentos son verdaderos juegos de ingenio y de imaginación. Entre los diversos títulos de relatos destacan Bestiario (1951) o Historias de cronopios y de famas (1962). Sin embargo, la obra más conocida en la narrativa de Cortázar es su novela Rayuela, obra experimental que rompe totalmente con la estructura de la narración tradicional, organizándose como un rompecabezas.
3.1.2 La obra del colombiano Gabriel García Márquez
(Nobel de Literatura en 1982) transcurre en gran parte en Macondo, un lugar geográfico inventado, inspirado en la realidad colombiana. Algunas de sus novelas más importantes son: El coronel no tiene quien le escriba (1961), Crónica de una muerte anunciada (1981) o El amor en los tiempos del cólera (1985); pero, su obra cumbre es Cien años de soledad, en la que se presenta la historia de siete generaciones de una misma familia que acaba desapareciendo. En estos relatos se advierten las características de su narrativa: mezcla de lo real e imaginario, mitos, historia, etc.
3.1.3 La primera novela de Mario Vargas Llosa
inaugura el boom de la narrativa de los 60: La ciudad y los perros. Esta obra está ambientada en su Perú natal. Satiriza el mundo cerrado y violento de una institución militar. Otras obras son: Pantaleón y las visitadoras, Lituma en los Andes o Conversaciones en la catedral.. . En los últimos años han tenido bastante éxito dos novelas que revisan la historia del siglo XX: La fiesta del chivo (2000), Travesuras de la niña mala (2006) o El sueño del celta (2010).
3.1.4 Otros autores importantes ligados a esta tendencia son: Carlos Fuentes, Jorge Volpi, Ernesto Sábato, Juan Carlos Onetti, Augusto Roa Bastos, José Lezama Lima…
El desarrollo económico de algunos países, la brutal represión de las dictaduras en otros y la proliferación de movimientos inspirados en la Revolución cubana provocaron que, en los años setenta, se iniciara una nueva etapa en la narrativa hispanoamericana. Resulta significativo que Alejo Carpentier, que había introducido el realismo mágico en América, abogara ahora por la vuelta a una novela comprometida. Sin embargo, fue Antonio Skármeta, (El cartero de Pablo Neruda) joven escritor chileno, quien inició esta nueva corriente literaria, que podemos denominar posboom, con su novela Soñé que la nieve ardía (1975). Según Skármeta, las novelas de esta etapa comparten algunos rasgos:
- Gana importancia el contenido de compromiso social frente al experimentalismo. Renace así la literatura testimonial: el narrador es testigo de las injusticias que padece el grupo social oprimido al que pertenece.
- No se rechaza el elemento fantástico de las obras, pero se reflejan ambientes reales (a menudo urbanos), y situaciones concretas y cotidianas.
- El lenguaje es coloquial y espontáneo.
Junto a los autores propios del boom, surgen otras figuras significativas de esta nueva etapa, como Manuel Puig, Luis Sepúlveda, Alfredo Bryce Echenique, Roberto Bolaño, Guillermo Cabrera Infante etc.