Contexto histórico:
En España, tras los duros años de la posguerra, en los que la sociedad española había quedado anclada en un tipo de sociedad arcaica, los años sesenta presenciaron un acelerado cambio social. Estos fueron algunos de sus principales rasgos: Masiva emigración rural a las ciudades y a Europa occidental. Más de un millón de españoles se desplazaron para trabajar a Francia, Alemania, Suiza, Bélgica y otros países europeos. Agudización de las diferencias de riqueza entre las diversas regiones del país y un fuerte incremento de la población. Pese a sus limitaciones, el desarrollo económico propició la aparición de la sociedad de consumo en España. La sociedad de consumo, caracterizada por el acceso a más información y por una mayor movilidad, trajo, especialmente entre los más jóvenes, una nueva mentalidad que chocaba con el tradicionalismo del régimen: progresiva relajación de la importancia de la Iglesia, nuevos hábitos de relación social y nuevas pautas de relación entre ambos sexos, modas, costumbres e indumentarias que llegaron a través del turismo. A nivel internacional, en los años 1960 se asiste a los momentos de mayor conflicto político entre los bloques formados por Estados Unidos y la Uníón Soviética, en la llamada Guerra Fría, la cual tuvo sus momentos álgidos durante la crisis de los misiles en Cuba y en la creación del Telón de acero. Este comienzo de la década es representativo de un período que estaría caracterizado por las confrontaciones internacionales y las protestas de una ciudadanía cada vez más crítica con las acciones de sus gobernantes y la situación que se dibujaba en el mundo tras la recuperación económica de la posguerra: movimientos de protesta contra la guerra de Vietnam; contra la invasión de las tropas soviéticas en Checoslovaquía, en la Primavera de Praga; y en Mayo del 68 contra el orden establecido, durante las revueltas estudiantiles y sindicales que se inician en Francia y se extienden rápidamente por otros países. Es la época de la contracultura. La China de Mao Zedong, por otro lado, vivíó en esta década la llamada «Revolución cultural», que supuso una transformación de la milenaria sociedad de este país. Los efectos socioculturales de estos movimientos de protesta aún se sienten actualmente. También es una década en la que se producen gran cantidad de asesinatos políticos, siendo ejemplo de ello las muertes de John F. Kennedy, Malcolm X, Martín Luther King, Robert F. Kennedy, o el Che Guevara. Se trata de un período que coincide con cierta apertura del régimen franquista y con la traducción por vez primera de muchas obras de autores extranjeros.
Carácterísticas generales
Hacia el final de los años 50 surge en el panorama poético español un nuevo grupos de poetas nacidos entre 1925 y 1939 que publican sus primeros libros hacia los años 50 pero llegan a su madurez artística durante la década de los sesenta. Estos poetas son, entre otros: Ángel González, José Ángel Valente, Jaime Gil de Biedma, Claudio Rodríguez, José Agustín Goytisolo. Son los llamados “niños de la guerra”, conocieron la Guerra Civil durante su infancia y vivieron plenamente la dureza de la posguerra. Son, por otro lado, de origen burgués y con formación universitaria todos ellos, por lo que con frecuencia se autocriticaban. Se trata de autores que, sin renunciar al compromiso que había marcado la poesía social, tratan de abrir nuevos caminos poéticos en vista del agotamiento de ésta que había experimentado un empobrecimiento estilístico (era una poesía reiterativa) sin lograr ningún resultado social. Se distancian del garcilasismo clasicista y del estridente desgarramiento existencial, respectivamente, de la poesía arraigada y desarraigada en la promoción anterior y poco a poco se van separando de la literatura comprometida, que no persigue la elegancia en el lenguaje, seguida por Blas de Otero, Gabriel Celaya y otros autores estrechamente asociados a la lucha política contra el franquismo. Por el contrario, la Generación del 50 sustituye la reivindicación social, que en el fondo sentían ajena, por preocupaciones civiles y éticas, con una nueva lírica intimista que se preocupa por el lenguaje, y aporta un cierto coloquialismo que no separa demasiado la lengua poética de la hablada; también incorpora reflexiones metafísicas y filosóficas. No siguen, por ello, una línea academicista. Es una generación que huye de lo impostado y del tono solemne, tan frecuente en la dominante literatura falangista de la época como en la propaganda antifranquista que la refleja, usando con frecuencia una cierta ironía distanciadora. Les liga su condición de intimistas. La mayoría de estos autores comparten una serie de rasgos comunes: 1. Para estos nuevos poetas, el concepto de poesía ha cambiado, ya no es solo comunicación, sino que también es un medio de conocimiento de la realidad, una revelación de lo encubierto, a través de lo cual el poeta indaga sobre su propia experiencia vital y sobre el mundo. Apuestan por un lenguaje intimista, cuidado y pulcro. Sin llegar a ser academicista, el lenguaje es mucho más cuidado que el de los autores precedentes. 2. Combaten el régimen franquista desde posiciones cercanas al comunismo. Sin embargo, experimentan una contradicción interna: pertenecen a la burguésía pero se solidarizan.
3. Muestran su despego estético hacia la poesía social aunque comparten su inconformismo frente a la sociedad, pero desde una postura escéptica y distanciada sobre la posibilidad de cambiar la situación. 4. Expresan una preocupación fundamental por el hombre (línea existencial), pero huyen de todo tratamiento patético. Lo propio de estos poetas es la creación y consolidación de una poesía de la experiencia personal (de aquí la denominada poesía de la experiencia para esta corriente). 5. La vida cotidiana (el trabajo, la amistad), la evocación nostálgica de la infancia y la adolescencia perdidas, la poesía como conocimiento de la realidad y de la intimidad y la denuncia de las injusticias sociales son sus temas preferidos, si bien aparecen en sus poemas con un tratamiento distanciado. 6. Estilísticamente el tono coloquial se depura y se eleva a un nivel artístico: se busca un estilo personal y más poético que el de la poesía social. Incorporan, además, la ironía y el humor. Se percibe en ellos una voluntad de alejarse de los modos expresivos de la poesía social, y un rechazo del patetismo de la poesía desarraigada y del prosaísmo de la poesía social.
Autores más representativos:
Jaime Gil de Biedma
Es el autor que mejor ilustra el cambio poético de los años sesenta. Publicó poca poesía: Compañeros de viaje, Moralidades, Poemas póstumos, y otros, recogidos todos con el título de Las personas del verbo. El tema principal de su obra es el paso del tiempo, vinculado con el recuerdo y el análisis de las experiencias personales, desde la infancia a la madurez, evocadas por el yo poético; el discurrir contrasta el punto de vista del presente y el del pasado. El amor y los espacios urbanos son otros de los temas importantes en su obra. Combina el lenguaje conversacional y antirretórico con la expresión precisa y elegante (juegos semánticos, alusiones culturales, etc). Su poesía busca la contemporaneidad y la racionalidad a toda costa a través de un lenguaje coloquial e irónico, si bien desnudo de toda referencia innecesaria. Su obra, aun cuando no es muy extensa (siempre prefirió la calidad a la cantidad), se ha considerado como una de las más interesantes e influyentes de su generación.
Ángel González
Está considerado como el más “social” de los poetas de los años 60, si bien su obra evoluciona de la poesía social a los temas íntimos. En su primera etapa, el tema fundamental es el paso del tiempo, al que se supeditan una serie de subtemas, como el amor, el desengaño, el absurdo de la vida, la infancia como paraíso perdido y el transcurrir histórico. Esto lo apreciamos en sus obras Áspero mundo o Sin esperanza, con convencimiento. En su segunda etapa incorpora a sus obras lo lúdico y humorístico,
y en su tercera etapa continúa en sus obras la obsesión por el paso del tiempo y el testimonio del tiempo histórico.
José Ángel Valente
Autor único, ajeno a toda tendencia establecida, aunque su poesía está marcada por el intimismo.Los tonos existenciales y sociales de sus primeras obras, A modo de esperanza, Poemas a Lázaro, se vuelven más densos y complejos (herméticos) en la La memoria y los signos, y en El inocente. Su obra llega a la condensación máxima en lo que habría de llamarse poesía del silencio. Le gustaba el silencio de las cosas, la materia sonora como vibración del universo. Le interesaban las palabras por su musicalidad, no por su semántica. Buscaba la precisión de la palabra poética, eliminando de ella todo lo superfluo, y eso conducía a la escritura de unos poemas de gran brevedad. Un ejemplo podría ser Interior con figuras.
Contexto histórico
En la década de los 70 se producen en España una serie de hechos históricos fundamentales para el desarrollo posterior del país. Se produce la muerte del dictador Francisco Franco en 1975 y se inicia la transición a una monarquía parlamentaria con el rey Juan Carlos I. Durante esta década el nivel de vida se elevó, en parte gracias al fenómeno del turismo. Éste, unido a la movilidad social y la emigración (interna a las ciudades y externa a Alemania, Suiza o Francia) generaron un cambio en las costumbres. Los partidos políticos se legalizan y tienen lugar las primeras elecciones generales democráticas. Ya en los años ochenta, España se adhiere a la Comunidad Económico Europea y a la OTAN. Son años en los que la actividad del terrorismo se hace más evidente, actividad que no cesó hasta 2011. En el plano internacional, en los años 70 asistimos a la escalada en el conflicto árabe-Israelí, al fin de la guerra de Vietnam y a la crisis petrolera que repercutíó en la economía mundial. Los 80 son los años de la caída del muro de Berlín (1989) y el posterior derrumbamiento de la Uníón Soviética, dando lugar al fin de la Guerra Fría y al posicionamiento de EE.UU como única superpotencia. Culturalmente, la década de 1990 se caracterizó por el auge del multiculturalismo y de los medios alternativos, que continuó en los años 2000. Se produjo el auge de nuevas tecnologías, como la televisión por cable, la telefonía móvil (analógica y posteriormente digital), y de Internet.
Tendencias poéticas a partir de 1970
La poesía de los años 70 viene marcada por dos hechos fundamentales. En 1966, Pere Gimferrer publica Arde el mar, obra que rompe con las poéticas anteriores, precursora de la posterior línea novísima por su irracionalismo poético, sus sorprendentes imágenes y por el gusto por la palabra bella y el cuidadísimo ritmo poético. En 1970, José María Castellet publica Nueve novísimos poetas españoles, antología poética que da nombre a la generación literaria que domina la década.
Los novísimos
Hacia finales de los 60 surge un grupo de poetas que van a suponer un giro radical respecto de la generación anterior. Son conocidos como “los novísimos”, debido a la antología de José María Castellet, Nueve novísimos poetas españoles, que muestra la producción de este grupo. Estos poetas muestran un sesgo culturalista, dado su elevado conocimiento literario, el desdén por la poesía moral de la generación anterior, una vuelta a la experimentación vanguardista, que se traduce en unos textos más herméticos y difíciles, el cosmopolitismo de sus fuentes, pues toman elementos de poetas contemporáneos y de la sociedad de consumo.
Carnero , Manuel Vázquez Montalbán, Ana María Moix, Vicente Molina Foix, Félix de Azúa o Leopoldo María Panero. Todos ellos habían nacido después de la Guerra Civil, entre 1939 y 1948. Castellet los presenta como escritores con una decidida voluntad rupturista con toda la literatura anterior y un talante provocador muy en la línea de los movimientos vanguardistas de entreguerras. Estos poetas ya no piensan que la poesía pueda cambiar la realidad, así que se alejan del compromiso social y político y se preocupan más por la forma. Su esfuerzo se centra en ignorar la tradición literaria española a excepción de Aleixandre, Cernuda y Gil de Biedma. Por el contrario, y para marcar su diferencia con respecto a la literatura española, conocen y admiran la poesía extranjera de T. S. Eliot, Wallace Stevens y Cavafis y a autores hispanamericanos como Octavio Paz, Neruda o Lezama Lima. La rica formación literaria de estos escritores contribuye a dar un tono muy distinto a sus composiciones.
Carácterísticas generales
Las carácterísticas que distinguen las obras de esta promoción son: 1. Rechazo del Realismo social. Defienden la autosuficiencia del poema, que vale por sí mismo. Preocupación máxima por el lenguaje y por el poema como creación autónoma. Priorizan los aspectos estilísticos o formales. Esta actitud lleva a una ausencia de los sentimental y cierta frialdad en los poemas. 2. Contenido culturalista. Abundan las referencias a elementos culturales del arte, la historia, la mitología y la literatura que muestran la sensibilidad del poeta. Revalorizan lo lujoso, decadente, al mismo tiempo que lo lúdico. Este esteticismo se relaciona con el culturalismo y el exotismo de que hacen gala. 3. Presencia de mitos culturales. Incorporan en su poesía mitos popularizados por los medios de comunicación (del cine, de la política, del cómic…). 4. Metapoesía. Sus poemas tratan sobre la literatura o sobre el tema de la propia poesía. Muchos de estos autores llegan a separar completamente realidad y poesía; se proclama la autonomía del mundo poético respecto de cualquier referente externo. 5. Entre los rasgos lingüísticos, cabe destacar la tendencia a la experimentación mediante una gran riqueza léxica, imágenes irracionales, ruptura del verso, disposición gráfica no normal, supresión de signos de puntuación, collages con textos, refranes, recortes de anuncios, enumeraciones caóticas y la intertextualidad (cita de otros textos en el propio poema).
Tendencias poéticas a partir de 1975
Desde 1975 y hasta principios de la década de los 80 prevalece la estética de los novísimos. A partir de ahí, el panorama poético se caracteriza por una gran complejidad debido a que hay
muchos poetas de distintas generaciones y tendencias. Durante las décadas de los años 80 y 90 se van desarrollando distintas corrientes y se producen influencias mutuas, por lo que resulta difícil su clasificación, si bien la corriente dominante hasta bien entrados los años 90 es la de la poesía de la experiencia.
Poesía de la experiencia
Aunque existe gran diversidad de rasgos entre los poetas de esta tendencia, como carácterísticas generales se podrían citar: rechazo del culturalismo y experimentalismo de los novísimos; la insistencia en el carácter ficticio del poema y, en consecuencia, del yo poético; temas extraídos de las reflexiones sobre sus experiencias individuales como las relaciones amorosas, el desengaño, el fracaso o el paso del tiempo; mantienen una estética verosímil y realista, lo que les lleva a incluir en sus poemas referencias a elementos de la realidad y la cotidianidad (vehículos, bares…); estilo cuidado pero sencillo, con rasgos conversacionales y léxico propio de la cultura urbana, empleo de citas y también humorismo; predominio de formas métricas tradicionales. Autores vinculados a esta tendencia son Luís García Montero (El jardín extranjero), Felipe Benítez Reyes (Los vanos mundos), Vicente Gallego, Carlos Marzal o Benjamín Prado.
Poesía del silencio
Otra tendencia cultivada en este período es la denominada poesía del silencio. Se trata de una poesía que enlaza con la poesía pura, con su desolada visión del hombre, y con la obra de Jorge Guillén (generación del 27). Entre sus carácterísticas encontramos que se trata de de una poesía de versos fragmentados (para que se oiga el silencio); son poemas breves con el objeto de alcanzar la mayor desnudez posible; buscan emocionar a través del reto a la inteligencia y a la sensibilidad del lector; es una poesía minimalista, donde se elimina la anécdota, poesía reflexiva, filosófica e intelectual. Uno de sus autores más destacado es Jaime Siles (Música de agua).
Poesía neosurrealista
En esta estética se recupera la libertad creativa y el irracionalismo y hermetismo propios del Surrealismo. Se sirven del verso largo, las metáforas innovadoras y el mundo de la alucinación y del sueño. Entre los cultivadores de esta tendencia encontramos a Blanca Andreu (De una niña de provincias que se vino a vivir en un Chagall), Amalia Iglesias o Eduardo Moga.
Poesía metafísica
Durante la última década del Siglo XX, un grupo de poetas cultiva una poesía de carácter conceptual que elimina lo anecdótico y circunstancial y elige una expresión concentrada, cargada de resonancias. Destacan Olvido García Valdés, Lorenzo Oliván o Vicente Valero.
Poesía entrometida
Los poetas que se agrupan en esta tendencia, entre los que destacan Jorge Riechmann (Cántico de la erosión), Fernando Beltrán (Aquelarre en Madrid) y Juan Carlos Suñén, cultivan una poesía que compagina la expresión de los sentimientos individuales con el compromiso colectivo y la crítica de los principios en los que se asienta la sociedad. En la poesía de estos autores se abordan temas como la globalización, la ecología, las guerras, la crítica del neoliberalismo depredador o el subdesarrollo. Se considera la poesía como el espacio de la resistencia, es una poesía rehumanizada y reflexiva. Las corrientes poéticas de los años de transición del Siglo XX al XXI son difíciles de percibir, debido a la maraña de nombres, libros, manifiestos, revistas… Alguna ayuda prestan las antologías literarias, como grandes escaparates donde se visualizan las tendencias generales. Pero lo más carácterístico de estas últimas décadas es la convivencia de diversas corrientes.