Evolución del Teatro Español: De la Renovación a la Vanguardía

La escena española se caracterizó por un teatro convencional, plagado de un humor superficial, hasta que en 1949 se inició el camino de la renovación hacia el teatro social con la obra Historia de una escalera, de Buero Vallejo. La influencia del teatro europeo no llega hasta los años sesenta. Entonces se crea un teatro experimental que triunfa fuera de los circuitos comerciales. Aparecen los Grupos de Teatro Independiente, que elaboran obras colectivas en las que el texto va perdiendo importancia en beneficio del espectáculo. Tras la muerte de Franco, el experimentalismo pierde fuerza y se impone un teatro realista con un nuevo enfoque acorde a los nuevos tiempos, el cual se alterna con algunas tendencias más vanguardistas. Camino que se ha consolidado en los últimos años con la creación de festivales de teatro y con la convocatoria de numerosos premios para autores noveles, gracias a los cuales se dan a conocer.

I. EL TEATRO RENOVADOR Y EXPERIMENTALISTA (década de los 60)
Poco a poco la influencia vanguardista europea llega a los autores españoles, de forma que a mediados de los 60 se produce un movimiento de renovación teatral opuesto a la estética realista. Se les ha llamado autores de teatro soterrado.

TEMAS: Todos se muestran disconformes con el sistema establecido y quieren elevar su protesta a través del teatro: la injusticia social, la pobreza, la soledad y la incomunicación en el mundo moderno.

PERSONAJES: El personaje dramático es rara vez una persona. Es más bien un signo, una figura simbólica como el poder, la dictadura, la presión social. El escenario se convierte en alegorías del mundo moderno y del progreso.

ASPECTOS FORMALES: Se busca un nuevo lenguaje dramático basado en el espectáculo, en la escenografía y en las técnicas audiovisuales. Casi se destruye la acción y se utiliza la alegoría y la abstracción. Es un teatro-espectáculo de creación colectiva.

II. EL TEATRO DESDE 1975
Tras la muerte de Francisco Franco, cambia el panorama social y cultural en España. Desaparece la censura y se recuperan autores prohibidos como Alberti o Casona, que habían continuado escribiendo en el exilio. Se huye del experimentalismo y se vuelve a la tradición teatral. En los 80-90 conviven espectáculos de grupos independientes, autores experimentales como Francisco Nieva, que ve representadas sus obras por primera vez, y los nuevos autores dramáticos que se inclinan hacia la comedia neorrealista (realismo renovado).

TEMAS Y VALORES: Pretenden un equilibrio entre el teatro de consumo y el teatro vanguardista, para que el público acuda al teatro. Y se abordan temas de la época: el problema de las drogas, la marginación, los problemas de la juventud y los conflictos generacionales.

PERSONAJES: Muestran preferencia por personajes arraigados en el medio urbano y una actitud crítica. El teatro es expresión del desencanto generacional, tanto de su fracaso en lo público (desengaño respecto a personajes, instituciones y valores) como en lo que respecta al terreno de lo privado: aspiraciones profesionales o fracasos afectivos.

ASPECTOS FORMALES: Adoptan ética y estéticamente un cierto realismo, entendido como compromiso social, el cual se manifiesta en la elección de un lenguaje coloquial y de jerga. El humor es un factor dominante como instrumento crítico.

A mediados de los 80 se dan a conocer tres importantes dramaturgos: José Luis Alonso de Santos (La estanquera de Vallecas, Bajarse al moro). Son crónicas del Madrid de los ochenta. Presentan una nueva temática social como la droga o el desencanto, con personajes humildes, perdedores y fracasados que se expresan con un lenguaje callejero, urbano, que abarca diferentes generaciones; Fermín Cabal (Esta noche, gran velada, Caballito del diablo, Travesía).

Trata en sus obras problemas de su tiempo: el pasado histórico, el oportunismo político, el vacío moral, las drogas y la indiferencia social. Es un teatro comprometido y testimonial; y José Sanchís Sinisterra (¡Ay, Carmela!, El cerco de Leningrado y El lector por horas). Utiliza recursos como la intertextualidad, el humor, el teatro dentro del teatro y las canciones. No respeta géneros y pretende un público activo. Los dramaturgos más jóvenes siguen la línea del realismo renovado y desarrollan su carrera teatral en Madrid, en torno a la RESAD (Real Escuela Superior de Arte Dramático) o en Barcelona, en torno a la Sala Beckett. Pero se observa además una tendencia más vanguardista, que algunos críticos han denominado “pastiche”. Consiste en servirse de materiales de otras artes y espectáculos como el cine, la televisión, el cómic, la poesía, la música, la ópera y hasta el fútbol. Destacan autores como Rodrigo García (Martillo, Reloj y Notas de Cocina) y Juan Mayorga (Cartas de amor a Stalin y El chico de la última fila). Un teatro más imaginativo y onírico, con un lenguaje barroco y un humor ácido. En la lista de nombres del teatro más reciente destacan, entre otros, Miguel Murillo, Perfume de mimosas (primera vez que se introduce el tema de la transexualidad en la literatura extremeña); o Soliloquio de grillos, Juan Copete; o La piedra oscura, de Alberto Conejero, sobre la Guerra Civil española.

En la actualidad, se han incrementado los premios literarios y los festivales de teatro (como el de Almagro en Ciudad Real o el Teatro grecolatino en Mérida). Las subvenciones a los espectáculos teatrales crecen y se recuperan numerosas salas teatrales, en las que se da vida a nuestro teatro anterior (teatro clásico, Valle Inclán, García Lorca…) con magníficos montajes y excelentes puestas en escena. Pero lo más destacado del nuevo siglo es la apertura a nuevos modos escénicos como el teatro en la calle, que quiere acercar la cultura al público que no frecuenta los teatros convencionales; las salas alternativas, donde se escenifican obras más vanguardistas y desconocidas; el microteatro, representaciones de corta duración (unos 15 minutos) que se desarrollan en espacios reducidos y espectáculos musicales que incorporan la música y la danza, mucha fama han tenido El rey león o Billy Eliot, en los últimos años. Todo ello contribuye a una mejora sustancial del espectáculo teatral, que constituye una forma de ocio que compite actualmente con la televisión, el cine o el internet.