Teatro en los años 40 y 50
Los años 40 (posguerra) suponen limitaciones ideológicas y comerciales (censura). Prosiguen autores tradicionales como la continuación del teatro benaventino. Las obras, construidas, son poco innovadoras y críticas. Con temas como el adulterio y rebeldía. Abunda el humor y sentimentalismo. Destaca Luca de Tena con ¿Dónde vas Alfonso XII?
El teatro de humor, es cómico e inofensivo. Introduce lo inverosímil y un “teatro del absurdo”. Jardiel Poncela escribe Eloísa está debajo de un almendro, una obra inverosímil e inteligente. Las obras de Mihura son absurdas, críticas con ternura; como Tres sombreros de copa, un choque entre una vida acomodada y otra bohemia.
Narra el encuentro en un hotel entre 2 personas en la víspera de la boda de uno de ellos.
En el exilio destacan Aub, Grau, Alberti y Casona, cuyas obras misteriosas tienen mucho éxito.
Los años 50 suponen un teatro crítico.
En el realismo social destacan autores de la “generación realista” como Buero Vallejo que ven el teatro como un medio para transformar la sociedad, de compromiso ético y social.
Y Sastre, que tuvo dificultades por la censura; en sus obras como La mordaza, protesta contra la injusticia, una crítica social.
En las preocupaciones existenciales, destaca Buero Vallejo. Defiende la dignidad del hombre, de manera trágica y con el “efecto de inmersión” (recursos escénicos como la luz, música… con significado alegórico), acentuado en La tejedora de sueños, una obra histórica y simbólica.
Historia de una escalera narra las frustraciones, miserias y fracasos, de 4 familias en una escalera de vecinos, con el paso del tiempo.
Los años 60 suponen un teatro social, con temas como las injusticias sociales, las condiciones de vida, los abusos del poder…
Destacan: Olmo con La camisa, sobre la emigración. Muñiz, con El tintero, sobre la esclavitud. Rodríguez Méndez con Los inocentes de la Moncloa, sobre opositores.
Y Martín Recuerda con Las salvajes en Puente San Gil.
En los años 60 y 70 se buscan nuevas formas.
El teatro renovador, experimenta nuevas fórmulas. Destacan:
Arrabal, que emplea vanguardias, el teatro del absurdo y humor, como El emperador de Asiria. Nieva, escribe Malditas sean Coronada y sus hijas.
Y Buero Vallejo, que emplea lo simbólico, lo realista y lo experimental, en El tragaluz.
El teatro independiente es un teatro comercial. Destaca Tábano, con obras colectivas como Castañuela 70. En estas obras el actor puede cantar, bailar… y el texto pierde importancia.
A partir del 75 el teatro compite con otros espectáculos.
Fernando F. Gómez escribe Las bicicletas son para el verano.
Ana Diosdado escribe Los ochenta son nuestros.
Juan Mayorga escribe Silencio.
Se crea el C.D.N (Centro Dramático Nacional), organizando festivales y recuperando autores. Hay producciones colectivas de grupos como La Fura del Baus, que atrae a los jóvenes.
Poesía en España hasta los años 50
La poesía del exilio, caracterizada por la censura, destaca Miguel Hernández con Cancionero y romancero de ausencias. JRJ sigue su etapa de poesía “intelectual” que busca belleza, Dios… Alberti muestra compromiso. Y León Felipe estuvo al margen de grupos pero fue portavoz de los españoles emigrados, destacando Español del éxodo y del llanto, que añora la patria.
Hasta los años 50 hay tres tipos de poesía.
La poesía arraigada, influenciada por Garcilaso y el Renacimiento, presenta temas como el amor, religión, familia… Está hecha por y para los vencedores de la guerra, se preocupa más por el verso y la belleza, que por la situación del momento. Evita el dolor y la angustia.
Destacan revistas poéticas: Garcilaso y Escorial, y autores: Rosales con La casa encendida.
La poesía desarraigada se contrapone al garcilasismo, y expone tonos más humanos, inquietudes y las circunstancias de la posguerra; un mundo lleno de caos y angustia.
Se publica en la revista Españada, fundada por de Nora y Crémer. Destaca Dámaso Alonso con Hijos de la ira, obra desgarrada y existencial, donde menciona la mala situación existente. Aleixandre con Sombra del paraíso, donde muestra un dolor por el paraíso y la humanidad alejada del destino; emplea el versículo.
La poesía social, es objetiva y denuncia las injusticias, pobreza, falta de libertad… Son testigos de la vida cotidiana, y exponen el sufrimiento con un lenguaje prosaico y sencillo, y coloquial. Escriben a la “inmensa mayoría” y están influenciados por Macahado y Aleixandre.
Destaca Blas de Otero, que va evolucionando, con Ángel fieramente humano y Redoble de conciencia, obra existencial y desarraigada que está en contra de la poesía religiosa del momento y de la imagen tradicional de Dios; el hombre está en un mundo solitario lleno de sufrimiento. Pido la paz y la palabra: obra comprometida, sencilla y directa, con deseo de libertad y justicia. Celaya con Cantos iberos, obra directa y prosaica. Y José Hierro.
De los años 50 a los 70 supone otra tipo de poesía.
A mediados de los 50, en pleno auge de la poesía social, surge la “Generación de los 50”, pero su poesía marca los años 60.
Destaca Ángel González, que combina la ironía con lo íntimo en Áspero mundo.
Gil de Biedma escribe Las personas del verbo, obra irónica y sarcástica.
Claudio Rodrígez, escribe Don de la ebriedad, con versos densos y sensibilidad.
En la poesía femenina, Gloria Fuertes con Que estás en la tierra, con ternura y compromiso.
Sus características: Presenta una posición crítica ante la realidad, pero un tono menos dramático y un lenguaje más cuidado. Vuelve a lo personal y presencia de humor e ironía. Entienden la poesía como una forma de experiencia personal y de exploración de la realidad.
Los Novísimos, llamados “culturalistas” por los aspectos culturales de su poesía, se alejan de lo social acercándose a la renovación formal. Se inspiran en los medios de comunicación, cine… Destaca Gimferre con La muerte de Beverly Hills, y Luis Alberto Cuenca.
A partir del 75 destacan los escritores consagrados y los Novísimos.
En los 80 destaca la poesía de la experiencia, llena de asuntos cotidianos y entorno urbano, lo biográfico e intimista, la claridad y la soberbia.
Destaca García Montero con Completamente viernes, Juaristi y Ana Rosetti.
Surgen otras corrientes como el Neosurrealismo o el Neopurismo.