I. Introducción: contexto histórico y cultural
El teatro durante la Guerra Civil y la posguerra
Durante la Guerra Civil, ambos bandos promovieron un teatro comprometido, destinado a concienciar al espectador y estimular a los combatientes. Simultáneamente, el teatro comercial se mantuvo para el público acomodado. La posguerra dejó un panorama desolador: penuria económica, sociedad fragmentada y una fuerte censura. Muchos autores progresistas murieron (García Lorca, Valle-Inclán) o se exiliaron (Casona, Alberti). La censura, la destrucción de teatros y la falta de medios económicos agravaron la situación.
II. Teatro de la década de los cuarenta
Tendencias teatrales
En la década de 1940, varias tendencias teatrales dirigidas a la burguesía triunfaron en los escenarios:
a) Teatro continuista o burgués
Este teatro, heredero de la comedia de Jacinto Benavente, buscaba entretener a la burguesía con obras bien construidas que defendían las tradiciones, la familia y la religiosidad. Autores destacados: José López Rubio (Celos del aire), José María Pemán (El divino impaciente) y Joaquín Calvo Sotelo (La muralla).
b) Teatro del humor
Vanguardista, este teatro planteaba situaciones inverosímiles y juegos con el lenguaje. Autores destacados: Enrique Jardiel Poncela (Eloísa está debajo de un almendro, Cuatro corazones con freno y marcha atrás) y Miguel Mihura (Tres sombreros de copa), antecedente del teatro del absurdo.
c) Teatro en el exilio
Autores representativos: Alejandro Casona (La dama del Alba) y Max Aub (San Juan).
III. Teatro social de los años cincuenta
El auge del teatro social
En los años cincuenta, obras que reflejaban la injusticia social, utilizando el lenguaje de la calle y situaciones cotidianas, encontraron la oposición de la censura. Autores representativos:
- Antonio Buero Vallejo (Historia de una escalera, En la ardiente oscuridad, El sueño de la razón, El tragaluz)
- Alfonso Sastre (Escuadra hacia la muerte, La mordaza), fundador del Teatro de Agitación Social (T.A.S.).
A finales de los 50 y principios de los 60, surge la “generación realista”, con autores como Laura Olmo (La camisa) o José Martín Recuerda (Las Salvajes de Puente San Gil). Otros, como Antonio Gala (Anillos para una dama), optaron por un teatro menos crítico.
IV. El teatro experimental de los sesenta y setenta
Renovación y experimentación
Este teatro, influenciado por las corrientes europeas, se caracterizaba por obras alegóricas, de interpretación simbólica, que buscaban la provocación y movilización del espectador. Autores destacados:
- Francisco Nieva (El combate de Ópalos y Tasia, Pelo de Tormenta)
- Fernando Arrabal (Pic-Nic, El cementerio de automóviles), cuyo “teatro pánico” estuvo prohibido durante la dictadura.
Grupos de teatro independiente como Els Joglars, La Fura dels Baus y Dagol Dagom jugaron un papel fundamental, dando mayor importancia a la escenografía, la música y el espectáculo.
V. El teatro en democracia (desde 1975). Conclusión
El teatro tras el franquismo
Tras la dictadura, los grupos de teatro independiente siguieron triunfando. Se representaron obras de autores silenciados durante el franquismo y surgieron nuevos dramaturgos que abordaron temas de actualidad con tono cómico. José Luis Alonso de Santos (Bajarse al moro, La estanquera de Vallecas) destaca entre ellos. También se recuperó la memoria histórica de la Guerra Civil, con obras como ¡Ay, Carmela! de José Sánchis Sinisterra o Las bicicletas son para el verano de Fernando Fernán Gómez.
Desde los años 90, el teatro ha sido subvencionado y promocionado por las administraciones públicas, con la creación de centros como el Centro Dramático Nacional y festivales como el Festival de Teatro Clásico de Almagro. El monólogo y el musical experimentaron un auge a finales de los noventa.