Influencias en el Pensamiento de Marx
Tradición Alemana: Marx se vio influenciado por la filosofía de Hegel y sus seguidores. Hegel concebía la realidad como un proceso dialéctico, donde los opuestos se enfrentan y se resuelven en una síntesis superior. Marx adoptó la dialéctica hegeliana pero la transformó en una herramienta para analizar las relaciones sociales y económicas.
Tradición Francesa: Marx también incorporó ideas del socialismo utópico francés, especialmente la crítica a las desigualdades sociales y la búsqueda de una sociedad más justa.
Tradición Inglesa: La economía clásica de Adam Smith y David Ricardo proporcionó a Marx una base conceptual para su teoría económica. Marx desarrolló su teoría del valor-trabajo y criticó la concepción de la economía clásica sobre la distribución de la riqueza.
La Concepción Materialista de la Historia
Se basa en la dialéctica hegeliana, pero adopta el materialismo en lugar del idealismo, enfocándose en el desarrollo de las fuerzas productivas como motor de cambio.
Marx parte considerando la escasez como una situación predominante en la historia del ser humano, que viven en un comunismo primitivo, pero con la aparición de la técnica y la división del trabajo surgen las clases sociales y el nacimiento de la historia que acabará con la llegada del comunismo moderno donde se restablecerá la unidad original, pero con los avances tecnológicos conseguidos.
La historia, pues, tiene un comienzo: el nacimiento de las clases sociales, y tendrá un final: la supresión definitiva de la división de clases.
Características principales:
- La historia se define como una lucha de clases que culmina en una transformación revolucionaria de la sociedad, impulsada por la búsqueda de satisfacer necesidades materiales.
- El progreso humano se explica por el crecimiento de las fuerzas productivas, y la clase dominante suele liderar este desarrollo.
- Aunque Marx y Engels ven al capitalismo como necesario para controlar la naturaleza, predicen que la aparición del proletariado sin propiedad llevará a su colapso.
- La historia avanza a través de etapas con diferentes modos de producción, y el cambio surge de la contradicción entre relaciones de producción y fuerzas productivas.
- La revolución social se desencadena cuando esta contradicción se vuelve insostenible.
Evolución del Teatro Español
Teatro de principios del siglo XX
La comedia burguesa: realista y suavemente crítica. Se trata de un teatro continuador del realismo del XIX, renovando algunos aspectos para adaptarse a los gustos del público burgués. Su principal representante es Jacinto Benavente (Los intereses creados, La Malquerida).
El teatro cómico: de raíz romántica y sin pretensiones críticas: su único propósito es entretener al público. Dentro de esta tendencia se encuadran los hermanos Álvarez Quintero, representantes del teatro regionalista andaluz (El genio alegre); Carlos Arniches, autor regionalista madrileño y creador de la “tragedia grotesca” (La señorita de Trevélez); y Pedro Muñoz Seca, inventor del “astracán”, parodia en verso del teatro romántico (La venganza de don Mendo).
El drama romántico: de ideología marcadamente conservadora y tradicional, con continuas alusiones al glorioso pasado del Imperio español. Representan esta tendencia autores como Eduardo Marquina y Francisco Villaespesa.
El teatro del 98 y el Novecentismo: Unamuno, Azorín, Ramón Gómez de la Serna, Jacinto Grau.
El teatro del 27: Salinas, Max Aub, Alberti, Miguel Hernández, a los que habría que unir a Jardiel Poncela y Miguel Mihura, renovadores del teatro humorístico: ambos alcanzarían su plenitud tras la guerra civil.
Federico García Lorca
Impulsa el teatro total en el cual importa tanto la poetización del lenguaje como los recursos escénicos visuales, acústicos y escenográficos (colorido, iluminación, volúmenes, canciones populares). Es muy vanguardista, aunque siempre partiendo de escenarios frontales. Lorca pretendía popularizar el espectáculo teatral; de hecho, creó una compañía de teatro universitario, La Barraca, con la que viajó por España. Su teatro está presidido por la constante lucha entre el principio de autoridad y el principio de libertad, de la que resulta un sentimiento de frustración que casi siempre encarna en mujeres cuyos deseos son irrealizables.
Dejando aparte sus comienzos modernistas, su obra se clasifica en tres bloques:
- Las farsas: aparecen problemas derivados de los matrimonios de conveniencia entre un viejo y la joven.
- El teatro surrealista: Así que pasen cinco años y El público, irrepresentable en su época y que anticipa la ruptura de la lógica espacio-temporal, el desdoblamiento de la personalidad y la posibilidad de varias interpretaciones. La más “subversiva” es El Público, en que defiende la realización del deseo individual, concretamente el homosexual pues dos actores varones interpretan Romeo y Julieta de Shakespeare.
- Las tragedias de ambiente rural: Bodas de sangre, Yerma y La casa de Bernarda Alba tienen como protagonistas a mujeres que deben reprimir su amor y sexualidad por imposición de la sociedad.
Ramón María del Valle-Inclán
Arranca su producción teatral en dramas decadentes próximos al Modernismo para continuar con el llamado teatro en libertad, concebido más para ser leído que representado, por las audaces puestas en escena imposibles para la época y las acotaciones tan literarias.
- Dramas del ciclo mítico: Empieza con los dramas del ciclo mítico y sigue con la farsa. Las míticas son obras de ambiente gallego atemporal, regido por fuerza primitivas (poder, sexo, avaricia, miedo): en la trilogía de las Comedias bárbaras asistimos a la rapiña de los hijos de un aristócrata por la herencia y en Divinas palabras a la historia de la familia de un enano hidrocéfalo que gana dinero mostrándolo en ferias hasta que este muere por la cantidad de alcohol que le obligan a beber en una broma pesada. El ambiente es sórdido y cruel. No falta un escarnio público a una adúltera y los elementos mágicos (un trasgo cabrío y unas palabras en latín que por incomprensibles surten efecto pacificador).
- Farsas: En las farsas, Valle-Inclán rompe con la realidad incluyendo personajes disfrazados, de la farándula. Introduce técnicas cinematográficas (enfoques de cerca, movimientos rápidos de situaciones) y hace parodias o sátiras como la de La Reina castiza sobre la corte de Isabel II.
- El esperpento: comprende cuatro obras: Luces de Bohemia, Los cuernos de don Friolera, Las galas del difunto y La hija del capitán. El esperpento es una deformación sistemática de la realidad a través de caricaturas cómicas y macabras producto de una visión ácida y disconforme de la realidad. En Luces de Bohemia se cuenta el dantesco viaje de Max Estrella, poeta ciego guiado por Latino de Híspalis, a través de la noche madrileña hasta su muerte en el portal. Esta anécdota se convierte en parábola trágica y grotesca de la imposibilidad de vivir en una España deforme, injusta, opresiva, absurda. La degeneración de los personajes está en las animalizaciones, cosificaciones o muñequizaciones de los mismos. El entronque con el expresionismo europeo es claro.
Teatro de posguerra
Años 40: Pemán, Calvo Sotelo, Luca de Tena o Ruiz Iriarte. No deja de haber, sin embargo, algunos intentos renovadores, centrados en el teatro de humor: Miguel Mihura, Jardiel Poncela. Mihura es autor de un teatro cercano al del absurdo aunque siempre con intencionalidad crítica. Su obra más importante es Tres sombreros de copa. Muy próxima en el tratamiento del absurdo, pero acentuando aún más las características inverosímiles de la acción, está la obra de Jardiel Poncela: Eloísa está debajo de un almendro, Cuatro corazones con freno y marcha atrás…
Generación realista (1950-1965): Buero Vallejo, Alfonso Sastre, Lauro Olmo, Rodríguez Méndez…
Renovación dramática (a partir de 1965): se produce una renovación dramática y teatral, al mismo tiempo que se mantiene la línea más tradicional, basada en la importancia de los diálogos, y representada por autores como Antonio Gala, José Luis Alonso de Santos, José Sanchís Sinisterra o Fernando Fernán Gómez.
La renovación se fundamenta en el abandono del realismo puro para orientarse hacia otras fórmulas más expresionistas, concediendo por primera vez más importancia a los factores teatrales por encima del propio texto. Esta renovación, por supuesto en la mayoría de los casos al margen de los circuitos comerciales, se desarrolla en dos líneas:
- Autores individuales (el teatro “underground”): Francisco Nieva, Miguel Romero Esteo y, sobre todo, Fernando Arrabal, creador del “teatro pánico”, que pretende unir lo absurdo con lo cruel (Pic-Nic, Cementerio de automóviles).
- Grupos independientes: que crean sus espectáculos de forma colectiva: TEI, Tábano, Els Joglars, Els Comediants, La Fura dels Baus… Dentro del colectivo de grupos independientes caben muchos tipos diferentes, por sus propósitos y sus medios: teatro amateur, teatro de cámara, teatro universitario, teatro experimental…