La Lírica Española desde 1936: De la Posguerra a la Democracia

: La Lírica Española desde 1936

A) La Lírica. Poesía a partir de 1936

1. Poetas entre los dos movimientos: Generación del 27 y la poesía de los años 40

Miguel Hernández (1910-1942). Su principal obra fue Cancionero y romancero de ausencias (1939-1942). Escribió Cancionero y romancero de ausencias en prisión, publicado póstumamente. Los temas dominantes son la paternidad y el amor como formas de trascender el sentido trágico de la existencia y la ausencia.

2. Poesía de los años cuarenta

2.1 Dos obras importantes publicadas

En 1944 se publican en España dos poemarios fundamentales que constituyen el arranque de la poesía de posguerra y, a la vez, engarzan con la poesía anterior:

  • Sombra del paraíso, de Vicente Aleixandre. El yo poético, desde un presente de inquietud y postración («Miro los cielos de plomo pesaroso / diviso los hierros de las torres que elevaron los hombres»), recuerda una edad de oro o paraíso perdido, «cuando la vida sonaba en las gargantas felices / de las aves, los ríos, los aires y los hombres», que puede asociarse a la infancia y juventud, o al tiempo anterior a la guerra.
  • Hijos de la ira, de Dámaso Alonso. El poema inicial («Insomnio») contiene ya las claves del libro: el empleo del verso libre para expresar, en tono imprecativo, la protesta del yo poético contra el mundo. De los veinticinco poemas de los que consta la obra, destaca «Mujer con alcuza», en el que, a través de la imagen de una anciana que se arrastra por la ciudad y viaja interminablemente en un tren, se sintetizan sus temas esenciales: la soledad y la falta de sentido de la existencia.

La poesía de los años cuarenta, marcada por las inquietudes existenciales y religiosas, se ha organizado tradicionalmente en dos tendencias, que Dámaso Alonso denominó poesía desarraigada y poesía arraigada.

2.2 Poesía arraigada

Se trata de una poesía intimista, caracterizada por la búsqueda de la perfección formal y por el regreso a estructuras métricas clásicas (en particular, el soneto); sus temas característicos son Dios (como figura protectora, lejos del Dios silencioso o ausente de la poesía existencial), el amor (que acostumbra a ser un amor sereno y doméstico, que halla su plenitud en la familia) y el paisaje.

El poemario La casa encendida, de Luis Rosales, es una de las obras fundamentales del periodo de posguerra. Al comienzo del libro, la voz poética entra en su casa vencido por la soledad y la monotonía, en una atmósfera que recuerda a las obras de la poesía desarraigada. La «casa encendida» que el emisor encuentra en los versos finales del libro resulta, sin embargo, expresión simbólica del hogar, o de un mundo acogedor en el que el yo se siente a salvo al fin.

2.3 Poesía desarraigada

Entre las manifestaciones de la poesía desarraigada destacan los primeros poemarios de Blas de Otero (1916-1979), José Hierro (1922-2002) o Gabriel Celaya (1911-1991): Tranquilamente hablando (1947),

  • Ángel fieramente humano (1950) y Redoble de conciencia (1951). En estos dos libros, Blas de Otero reflexiona sobre el sentido de la existencia humana, marcada por la búsqueda de lo eterno pero enfrentada a la soledad y la mortalidad. Sus poemas están llenos de invocaciones a la divinidad en medio de un silencio exasperante, mientras el amor se presenta como un intento desesperado de salvación, pero que inevitablemente termina en fracaso.
  • Tierra sin nosotros (1947) y Alegría (1947). Los dos primeros poemarios del autor madrileño José Hierro se encuadran también en la poesía existencial. En el segundo libro, el dolor («Llegué por el dolor a la alegría. / Supe por el dolor que el alma existe») se erige en la condición necesaria para alcanzar la alegría, entendida como una forma de afirmación vital en la desolación («Todo roto, / a punto de ya no ser. / Pero toco la alegría, / porque aunque todo esté muerto / yo aún estoy vivo y lo sé»).

3. Poesía de los años cincuenta

Las principales características de la poesía social son:

  • La literatura es un instrumento de transformación política y social cuya finalidad principal es dar testimonio crítico de la realidad de la época a fin de agitar las conciencias de los lectores.
  • La denuncia de la injusticia y la falta de libertad se erige en el eje de las composiciones; se proscribe la expresión sentimental o autobiográfica.
  • La voluntad de escribir una poesía útil que llegue a la inmensa mayoría se traduce en el uso de un lenguaje claro, deliberadamente prosaico, que adquiere un tono enfático. Algunos factores que contribuyen al desarrollo de este tipo de poesía son la lenta y progresiva flexibilización de la censura, la difusión de textos prohibidos hasta entonces, y la mayor conciencia social y política de las nuevas generaciones.
Autores
  • Gabriel Celaya (1911-1991). En Cantos iberos (1955) muestra una concepción instrumental de la poesía y un compromiso sociopolítico explícito. El poema «La poesía es un arma cargada de futuro» es todo un manifiesto de la poesía social.
  • Blas de Otero (1916-1979) cambia su enfoque poético hacia la poesía social con su libro Pido la paz y la palabra (1955), marcado por el lema «Con la inmensa mayoría». Explora temas colectivos en lugar del individualismo, abordando la realidad circundante con versos como «Escribo por necesidad para contribuir (con poco) a borrar la sangre y la iniquidad del mundo». En 1958, agrupa sus obras Ángel fieramente humano y Redoble de conciencia en el volumen Ancia, añadiendo nuevos poemas que consolidan esta nueva dirección poética.
  • José Hierro (1922-2002) organiza sus poemas en dos grupos desde su obra Tierra sin nosotros o Alegría: reportajes y alucinaciones. Los reportajes son textos testimoniales con narrativa aparentemente objetiva, algunos con tintes de poesía social como «Réquiem» de Cuanto sé de mí (1957). En las alucinaciones, más herméticas y surrealistas, Hierro explora la expresión de la intimidad y las emociones, como en «Teoría y alucinación de Dublín» del Libro de las alucinaciones (1964).

4. Poesía de los años sesenta

La generación del Medio Siglo. A finales de los años cincuenta se dio a conocer una promoción de poetas nacidos en los años previos a la Guerra Civil que recibe el nombre de generación del medio siglo; se inscriben en ella Jaime Gil de Biedma (1925-2008), Ángel González (1929-1990), José Ángel Valente (1929-2000), y María Victoria Atencia (1931).

El abuso de la poesía social abre un debate sobre la función de la poesía: los nuevos autores proponen que pase de ser instrumento de comunicación a vehículo de conocimiento, un cauce de indagación en la propia experiencia. Este cambio genera en sus obras rasgos específicos.

Características:
  • Autobiografismo. Desaparece el compromiso ideológico explícito y cobra importancia el componente autobiográfico («Autobiografía», en Salmos al viento [1958], de José Agustín Goytisolo), buscando integrar la vivencia individual en la circunstancia histórica.
  • Diversidad temática. Aún es una poesía atenta a la realidad inmediata de España que, a menudo, aparece como fondo en el que se recortan las experiencias personales, pero se amplían los temas: el amor, la amistad, la conciencia del paso del tiempo, las vivencias de la Guerra Civil o la evocación de la infancia y adolescencia como paraísos perdidos.
  • Lenguaje conversacional e intimista. La poesía del medio siglo se caracteriza por una aparente sencillez y claridad, y por el distanciamiento irónico respecto a las propias emociones, que contrasta con el tono declamatorio característico de los poetas sociales.
Jaime Gil de Biedma

Perteneciente a la alta burguesía catalana, a la que se refiere con culpa y crítica, desarrolló una profunda conciencia social y política. Escribió sobre un personaje llamado Jaime Gil de Biedma, encarnación de su yo juvenil y bohemio, con el que mantiene una relación conflictiva y al que termina matando. Gil de Biedma reunió su reducida producción poética en Las personas del verbo. Sus composiciones suelen partir de anécdotas de aire realista a partir de las cuales indaga en temas como la identidad, el recuerdo, el paso del tiempo y la derrota de las ilusiones.

5. Los Novísimos

Los Novísimos fueron una generación de poetas españoles que emergieron en la década de 1970, destacando por su originalidad y ruptura con las corrientes poéticas precedentes. Su irrupción en la escena literaria española fue marcada por la publicación de Arde el mar (1966) de Pere Gimferrer, quien se convirtió en uno de los líderes del movimiento. La antología Nueve novísimos poetas españoles (1970), compilada por José M.° Castellet, consolidó este grupo y certificó su importancia en la poesía española contemporánea.

Entre los integrantes de esta promoción se encuentran Manuel Vázquez Montalbán, Antonio Martínez Sarrión, Félix de Azúa, Vicente Molina Foix, Guillermo Carnero, Ana M.° Moix y Leopoldo M. Panero, entre otros. Aunque inicialmente se incluyeron nueve poetas en la antología, posteriormente se sumaron otros autores como Luis Antonio de Villena, Antonio Colinas y Luis Alberto de Cuenca, quienes compartían afinidades estilísticas y temáticas con el grupo original.

Una de las características distintivas de la poesía de los novísimos fue su culturalismo. Muchos de sus poemas se inspiraron en personajes históricos, obras de arte y referencias culturales diversas, lo que refleja la influencia del modernismo español, el modernismo anglosajón y otros movimientos literarios. Además, incorporaron elementos de la cultura de masas, como el cine, la música popular y el cómic, en una suerte de diálogo intertextual que enriqueció su obra.

El escapismo fue otra característica notable en la poesía de los novísimos. Aunque evitaban hacer referencias directas a la situación política y social de la España tardofranquista, creaban espacios de evasión en sus poemas, utilizando el arte y la cultura como formas de protesta implícita. Este enfoque les permitía explorar temas como la belleza, el erotismo y la sensualidad, en un estilo marcado por el esteticismo y el decadentismo.

El lenguaje utilizado por los novísimos era rico, elaborado y barroco, en contraste con la prosaísmo de la poesía social de la época. Recuperaron estrategias de las vanguardias artísticas, especialmente del surrealismo, utilizando técnicas como la escritura automática y la supresión de signos de puntuación. Esta influencia se observa en obras de autores como Antonio Martínez Sarrión y Leopoldo M. Panero.

6. La poesía en la democracia

A) La poesía de la experiencia

La otra sentimentalidad (1983), de Luis García Montero (n. 1958), dio nombre a esta corriente a la que se adhirieron otros poetas granadinos como Álvaro Salvador (n. 1950) y Javier Egea (1952-1999). En la obra de estos poetas se propugna una combinación de cotidianidad, intimidad y voluntad de incardinarse en el presente que remite a los autores del medio siglo, a Ángel González y Jaime Gil de Biedma y, a través de ellos, a Antonio Machado. Pretenden recuperar el vínculo con el lector, en un movimiento similar al que, en las mismas fechas, se producirá en la narrativa y en el teatro.

Entre sus características destacan:

  • Antivanguardismo y anticulturalismo. El poeta es una persona normal, que habla de las vivencias y emociones de la gente normal.
  • Ambientación urbana y contemporánea. En estos poemas el lector encuentra bares, taxis, cines, teléfonos, hoteles…, que los sitúan en el contexto de la España de la época.
  • Ficcionalización del yo e inclusión de elementos narrativos. Se configura un yo poético distinto del autor y los poemas cuentan una historia o anécdota con una mínima progresión argumental.
  • Función civil de la poesía y temática amorosa. Aunque no hay un compromiso político explícito, la poesía debe enraizarse en la realidad histórica y servir como reducto de los valores éticos esenciales frente a una sociedad deshumanizada.
  • Tono conversacional. Se utiliza, en general, un lenguaje coloquial, que recurre a la ternura, el humor o la parodia, a fin de garantizar la comunicación con el receptor y alejar el poema de toda grandilocuencia o gravedad.
  • Recuperación de formas métricas tradicionales.
B) La poesía del silencio

Desde finales de los años setenta, poetas de diversas generaciones como José Ángel Valente, Antonio Gamoneda (n. 1931), Clara Janés (n. 1951), Ada Salas (1965) han incursionado en una vertiente poética marcada por la depuración formal y la exploración de temas metafísicos. El mentor de esta corriente es el escritor gallego José Ángel Valente, cuyo poemario Material memoria (1979) marcó el inicio de lo que se conoce como poesía del silencio.

Entre los temas recurrentes en esta corriente se destacan:

  • La reflexión metalingüística, donde el lenguaje se considera el fundamento del ser, como se observa en obras como Tres lecciones de tinieblas (1980) de Valente y Columnae (1985) de Jaime Siles.
  • La preocupación por la muerte, explorando los límites entre la existencia y la extinción, como se evidencia en Libro del frío (1992-2004) de Antonio Gamoneda y Fragmentos de un libro futuro (2000) de Valente.
  • La apertura a la trascendencia y un afán por alcanzar el absoluto o la plenitud.
C) La lírica reciente

En el cambio de siglo, los poetas de la experiencia y del silencio se encuentran con otros autores que exploran una poesía meditativa, que oscila entre la celebración de la existencia y la melancolía por el paso del tiempo, con elementos autobiográficos. Destacan obras como Ánima mía de Carlos Marzal, Escaparate de venenos de Felipe Benítez, Las veces de Esperanza López Parada, La certeza de Eloy Sánchez Rosillo, Metales pesados de Carlos Marzal, Santa deriva de Vicente Gallego, La miel salvaje de Miguel Ángel Velasco, Eros es más de Juan Antonio González Iglesias, y Puntos de fuga de Lorenzo Oliván, influenciadas por autores como Francisco Brines y Claudio Rodríguez.

Federico García Lorca

Federico García Lorca es, junto con Rafael Alberti, el principal dramaturgo del 27. Federico García Lorca, nacido en 1898 en Fuente Vaqueros, Granada, tuvo una vida marcada por su estancia en la Residencia de Estudiantes de Madrid, amistades con Salvador Dalí y Luis Buñuel, viajes por América, dirección del grupo La Barraca para difundir teatro clásico y conflictos por su orientación homosexual. Trágicamente, fue asesinado en Granada en 1936 al inicio de la Guerra Civil, convirtiéndose en un símbolo universal de la barbarie y la ignorancia.

Teatro vanguardista

  • El público. A través de un diálogo alusivo, la obra sugiere la necesidad de romper con el disimulo y los convencionalismos, tanto en el teatro como en la vida.
  • Así que pasen cinco años, donde se reflejan algunos de los temas característicos del poeta: la frustración íntima, el amor, la muerte, la amargura existencial.

Teatro mayor

Destacan las grandes tragedias de la última etapa de sabor clásico, en las que mezcla la prosa y el verso, utiliza los coros como en las tragedias griegas para comentar la acción, y maneja ciertos elementos simbólicos y alegóricos que le dan carácter mítico. Están caracterizadas por el sentido social, el ansia de libertad, justicia y realización personal de la mujer.

  • Bodas de sangre: amor imposible que choca contra las estructuras sociales. La fatalidad de un amor irreprimible y prohibido que lleva a la tragedia. El personaje llamado Novia, es el arquetipo de la mujer lorquiana, encerrada en sus tierras que se calla y se quema, hasta que no puede más y toma una decisión, aun sabiendo que va a tener unas trágicas consecuencias.
  • Yerma: tragedia de la maternidad frustrada de una mujer que no puede tener hijos, pasión que destruye la posibilidad de su cumplimiento.
  • La casa de Bernarda Alba (su obra maestra, donde el conflicto trágico alcanza sus cotas más altas): mundo rural cerrado y agobiante, convencional, violento y primitivo, autoritario, de moral rígida y estrecha, de luto impuesto y riguroso, que ahoga la libertad, el cuerpo y el alma de las jóvenes hijas de Bernarda. Con un lenguaje sobrio y descarnado, pero de gran fuerza expresiva y extraordinaria eficacia dramática, se desarrolla, a lo largo de la obra, el conflicto de dos fuerzas mayores: el principio de autoridad encarnado en Bernarda, y el principio de libertad representado por las hijas.