La literatura hispanoamericana contemporánea: poesía americana después de las vanguardias, la novela regionalista, la novela del boom, la narrativa posterior al boom. Hasta la actualidad (siglos XX y XXI)El inicio del siglo XX en Hispanoamérica estuvo dominado por conflictos y problemáticas. Estados Unidos sustituye a España como metrópoli dominante, la economía se centra en la exportación de materias primas, y se lleva a cabo un proceso de ajuste de las fronteras. Durante estos años se instauran dictaduras militares. Tras el revolucionario planteamiento de renovación literaria planteada por las vanguardias, la poesía del realismo crítico se centra en temas como la denuncia de las dictaduras, de la represión y de las injusticias sociales. Sus máximos representantes son Mario Benedetti, con “Inventario”; Juan Gelman, con “El juego en que andamos”; o César Vallejo con “Los heraldos negros” y “España, aparta de mí este cáliz”. También destaca Pablo Neruda, con “Veinte poemas de amor y una canción desesperada” u Octavio Paz, que trata temas como el amor, el erotismo y el concepto del tiempo en obras como “Ladera este”. En cuanto a la narrativa, a partir de los años 20, los autores se ocupan de realidades hispanoamericanas cuyo contenido se centra en cuatro bloques temáticos. En primer lugar, la Novela de Tierra, cuya protagonista es la todopoderosa naturaleza americana que hace sucumbir al ser humano en obras como “La vorágine”, “Doña Bárbara” o “Don Segundo Sombra”. En segundo lugar, la Novela Indigenista, en la que destaca la denuncia frente a las injusticias sociales tomando la figura del indígena como referencia en obras como “Raza de bronce”, “Huasipungo” o “El mundo es ancho y ajeno”. En tercer lugar, hay que nombrar la novela de la Revolución Mexicana, que narra acontecimientos históricos con obras como “Los de abajo” o “El águila y la serpiente”. Por último, no podemos olvidar la Novela urbana del Plata, concentrada en los problemas del hombre en la ciudad, especialmente en Argentina, como en “Los siete locos”. A partir de las décadas de los 30 y 40 surge una nueva novela que se centra en la realidad vital del hombre contemporáneo y se hace más compleja en cuanto a forma y contenido. Destacan autores como Miguel Ángel Asturias con “El señor presidente”, Alejo Carpentier con “Los pasos perdidos”, Juan Carlos Onetti con “El pozo” o Ernesto Sábato con su obra “Sobre héroes y tumbas”. El realismo mágico surge como producto de la incorporación de elementos míticos, legendarios y mágicos, que se integran sin contradicción con el plano real de la historia narrada. Este fenómeno definirá durante décadas la literatura hispanoamericana. El conocido como Boom de la literatura hispanoamericana de la década de los 60 integra influencias de autores anteriores, el realismo mágico, el surrealismo, la denuncia social y las innovaciones técnicas. En cuanto a autores principales, destaca Mario Vargas Llosa, Nobel de Literatura en 2010, con obras como “La ciudad y los perros”; o Julio Cortázar y su “Rayuela”, destacada por su complejidad estilística al experimentar con la estructura y el lenguaje. Carlos Fuentes profundiza en la realidad mexicana y la crítica hacia la burguesía con “La muerte de Artemio Cruz”. No podemos olvidar a Gabriel García Márquez, nacido en Colombia y premiado con el Nobel en 1982. Sus obras más reconocidas son “El coronel no tiene quien le escriba”, “Crónica de una muerte anunciada”, “El amor en tiempos del cólera” y “Cien años de soledad”, la novela más famosa del autor y una de las obras cumbre de las letras hispanas. Destaca además Juan Rulfo, quien integra los modos narrativos de la tradición oral mexicana con nuevas técnicas narrativas en obras como “Pedro Páramo”. Tras el boom, los caminos de la narrativa hispanoamericana son de un marcado carácter individual que hacen difícil establecer características comunes. Destacan autores como Bryce Echenique, Eduardo Galeano, Zoé Valdés, Laura Esquivel, Cabrera Infante o Isabel Allende. Merece una mención especial el cuento hispanoamericano, no influido particularmente por las vanguardias europeas y el realismo mágico. Jorge Luis Borges con “El Aleph” o Bioy Casares con “La invención de Morel” serán sus mayores exponentes.
La lírica y el teatro posteriores a 1936 Tras una guerra cruenta, los vencedores desarrollan una intensa política de represalias. La guerra civil rompió de forma abrupta un periodo de esplendor de la cultura española. En poesía, bajo el nombre de generación del 36, se conoce a un grupo de escritores cuyas trayectorias creativas están profundamente marcadas por la guerra civil. Miguel Hernández es considerado el puente de unión entre la Generación del 27 y la del 36, con obras como “El rayo que no cesa” o “Viento del pueblo”, con más contenido político. La poesía española de posguerra se divide en dos bloques. Por un lado, la poesía arraigada, en torno a revistas como Garcilaso o Escorial. Simpatiza con el nuevo régimen, tratando temas como el amor, la familia o la fe católica con un estilo sobrio. Destaca Luis Rosales con “La casa encendida”. Por otro lado, la poesía desarraigada, que surge a partir de la publicación de “Hijos de la ira” de Dámaso Alonso. Tratan temas como la búsqueda del sentido de la existencia humana, la patria perdida, el recuerdo de la lucha y la derrota. Destacan autores como Blas de Otero, Emilio Prados, Manuel Altolaguirre o León Felipe. En el teatro predomina el teatro burgués y la alta comedia con el objetivo de entretener. Siguen la tendencia que Jacinto Benavente y Jardiel Poncela habían iniciado antes de la guerra. Sus principales características son la defensa de los valores tradicionales y la crítica contenida. Como temas destacan las desavenencias amorosas y los mundos fantásticos que distorsionan la realidad. Estéticamente son piezas redondas desarrolladas en ambientes burgueses y se introducen técnicas cinematográficas para dar dinamismo. Los autores más representativos del teatro de posguerra son Miguel Mihura, fundador de la revista La Codorniz, con obras como “Tres sombreros de copa” y Edgar Neville con obras como “El baile”, que destaca sobre todo la alta comedia utilizando escenarios madrileños. Otros autores continuadores de la comedia burguesa fueron Joaquín Calvo Sotelo, José Ignacio Luca de Tena o José María Pemán. En la España franquista de los años 50 y 60 surge en la poesía una corriente social o comprometida con autores como José Hierro, José María Castellet, Blas de Otero con su obra “Pido la paz y la palabra”, Gabriel Celaya con “Cantares íberos”, Claudio Rodríguez y Ángel González. En el teatro, afectado por la censura, Buero Vallejo inaugura el teatro existencial, y destaca con obras como “Historia en una escalera” y “El tragaluz”, pero, pasa por una etapa histórica con “El concierto de San Ovidio” y su última obra, “La fundación”. Otros autores relevantes incluyen a Alfonso Sastre, Laura Olmo, José Martín Recuerda y Antonio Gala con “Los verdes campos del Edén”. En la década de los sesenta se observa una tímida apertura de la censura franquista que permite la entrada de corrientes europeas que se convierten en influencias fundamentales para el teatro español. Destacan autores como Fernando Arrabal con “Pic-nic” o Francisco Nieva con su obra “Con pelo de tormenta”. En la década de los setenta, surge la generación poética de los novísimos, que rechaza el realismo social y enfatiza un estilo selecto y contenido culturalista. Entre sus miembros se encuentran Pere Gimferrer, con su obra “Arde el Mar”, L. Ma Paneto, Ana Moix y Félix de Azúa.
Las vanguardias en Europa, España e Hispanoamérica La agitación política y social de principios del S. XX tiene su reflejo artístico en una serie de movimientos que reaccionan contra el orden establecido. Estos movimientos son comúnmente conocidos como Vanguardias y su mayor auge en literatura fue durante el periodo de entreguerras. Sus características principales son su rechazo hacia manifestaciones artísticas anteriores, creatividad y originalidad, experimentación, irracionalidad, elitismo, rebeldía, provocación y su intención lúdica. España recibió de forma rápida los movimientos de vanguardia que en Europa estaban implantando un nuevo aire de modernidad gracias a precursores como Gómez de la Serna, fundador de la revista Prometeo, Guillermo de la Torre y Ortega y Gasset con su revista Occidente. Las principales características de los autores vanguardistas españoles son la plena conciencia artística y la aceptación del pasado. Surgen en España dos movimientos vanguardistas destacados. Por un lado, el Ultraísmo, liderado por Rafael Cansinos, que se inclina por la ausencia de lo sentimental y el arte efímero. Tuvo un recorrido muy breve y fue difundido por revistas como Ultra. Algunos de sus fundamentos fueron recuperados por los poetas del 27. Por otro lado, destaca el Creacionismo con autores como Gerardo Diego, Juan Larrea o Vicente Huidobro, quien concibe este movimiento como un arte nuevo en el que destaca una similitud entre el poeta y Dios y se caracteriza por un novedoso lenguaje poético. El poeta chileno destaca por su inusual creatividad y una gran capacidad para la invención de nuevas imágenes. Su obra cumbre es su poemario “Altazor”. Ramón Gómez de la Serna, destacado autor español, difunde las vanguardias europeas a través de su revista “Prometeo” y crea el movimiento del ramonicismo, presente en todos los géneros y caracterizado por una visión fragmentada de la realidad, cosificación, asociaciones insólitas y humorismo. Destacan sus “Greguerías”, definidas como asociaciones de imágenes humorísticas que buscan la sorpresa. Cabe destacar, dentro de las vanguardias españolas, a tres autores que las desarrollan en sus novelas: Benjamín Jarnés con “Profesor inútil”, José Bergamín con “Caracteres” y José Díaz Fernández con “El Blocao”. Comparten rasgos como ambientes urbanos, predominio de la intelectualidad, importancia del mundo interior de los personajes, uso de la imaginación y léxico ingenioso. En Europa, las tendencias vanguardistas literarias se expresaron a través de manifiestos, dando lugar a movimientos destacados. El Futurismo, fundado por Marinetti, abogó por el rechazo total al pasado y la exaltación de la violencia. El Dadaísmo de Tristán Tzara se caracterizó por renunciar al significado, buscar la espontaneidad e improvisación, y oponerse al arte y la belleza. Aunque más influyente en la pintura, el Cubismo también dejó su huella en la literatura con la superposición de planos y diversas tipografías, destacando los caligramas de Apollinaire. El Expresionismo, basado en la realidad interna y con temas recurrentes como el miedo y la guerra, tuvo una significativa influencia en autores como Kafka. Por último, el Surrealismo, desarrollado por André Breton, exploró el subconsciente y los sueños. Utilizó técnicas como la escritura automática o los cadáveres exquisitos. En Hispanoamérica, las vanguardias literarias, fuertemente influenciadas por movimientos europeos de entreguerras, destacaron por su carácter revolucionario. Destacan el Ultraísmo y Creacionismo con Borges o Huidobro, aunque surgieron también otras corrientes como el Simplismo peruano o el Estridentismo mexicano. Se utilizaron técnicas como la jitanjáfora, que busca despertar sensaciones auditivas mediante la estructura silábica. Es necesario mencionar también la poesía negra de Nicolás Guillén y la huella que dejará en el Surrealismo de Neruda o Vallejo. El realismo crítico denuncia las dictaduras, la represión y la injusticia social. Destacan autores como Benedetti con su obra “Inventario”, César Vallejo, quien rompe con la estructura tradicional en “Los heraldos negros”, Neruda, con 20 poemas de amor y una canción desesperada, u Octavio Paz, que trata temas como el amor, el erotismo, la soledad o el tiempo en “Ladera este”.
SIGLO XX (Obra posterior a 1975) La verdad sobre el caso Savolta, publicada en abril de 1975, constituye la primera novela de Eduardo Mendoza, que obtuvo el Premio de la Crítica de narrativa castellana. La obra se desarrolla entre 1917 y 1919 en la ciudad de Barcelona, y en ella se narran las declaraciones que Javier Miranda realiza ante el juez Davidson en Nueva York 10 años más tarde de los hechos ocurridos en la empresa armamentística ‘Savolta’. Con la muerte de Franco en 1975 se inicia una nueva etapa política caracterizada por la desaparición de la censura, el regreso de los autores exiliados, la apertura hacia la literatura extranjera y la expansión de los grandes grupos editoriales y de comunicación que permitieron una mayor difusión de las obras. A pesar de ello, en la obra aún se pueden apreciar signos de censura y represión, siendo un claro ejemplo el cambio de título de la novela, que en un primer momento iba a llamarse Soldados de Cataluña. La obra supone una renovación del género policiaco mediante los procedimientos típicos de la novela experimental, como el desorden cronológico o el uso de distintas modalidades del discurso. Las novelas policiacas se caracterizan por captar el interés del lector mediante la intriga y por elaborar un retrato crítico de la sociedad de transición. En cuanto a la narración, primordialmente se da en primera persona, aunque también se introduce un narrador omnisciente en tercera persona en algunas partes de la obra. Esta variedad de narradores muestra un interés perspectivista por querer mostrar las distintas versiones de un mismo asunto. *Además, se emplea la técnica del contrapunto al saltar de una secuencia a otra sin respetar un orden lineal. En cuanto a la estructura externa, la obra se compone de dos partes, divididas en cinco y 10 capítulos respectivamente. Toda la novela gira en torno a un tema central, siendo este, el ambiente social en Barcelona durante la Primera Guerra Mundial. A este tema principal están sujetos otros temas secundarios como las diferencias entre clases sociales, la explotación de la clase obrera, la lucha social, el amor y la indecisión. En cuanto al estilo, en la novela podemos apreciar un lenguaje coloquial en ocasiones culto “Yo quería presentarte mis disculpas por nuestro infortunado encuentro”, y en ocasiones vulgar “¡Te sobra finura, putarranco!”. Además, se emplea la técnica impresionista y se aprecia la influencia del esperpento. “Zalacaín el Aventurero” es una novela escrita por Pío Baroja que fue publicada en 1909. La obra corresponde al periodo literario que está entre 1900 y 1939, un momento de profundos cambios en España debido a la Guerra Civil, la consolidación de la Segunda República y la influencia de movimientos literarios como el Modernismo y la Generación del 98. Zalacaín aventurero, aunque no sea la primera obra de Pío Baroja, es una de las más destacadas y aportó significativamente a su reconocimiento como autor. Es conocido por su estilo directo y de la narrativa realista. Cuando se publicó la obra, se sitúa en una época de agitación en España. El país estaba pasando por tensiones políticas y sociales, la generación del 98, a la que pertenece. Esta generación de escritores buscaba explorar y comprender la realidad de España, que a menudo daba un enfoque crítico y pesimista. La obra narra la vida de Martín Zalacaín, un comentario en la España rural de finales del S. XIX. La historia se desarrolla en un entorno rural montañoso y remoto y sigue las aventuras de Zalacaín, un personaje rebelde que busca aventuras y se enfrenta a las limitaciones sociales de la época. A medida que avanza la novela, Zalacaín se convierte en un malhechor local y se involucra en un conflicto entre bandos opuestos. Pero, sobre todo, destaca por su enfoque en la vida en el campo y en la lucha contra la opresión. Lo que me ha llamado la atención ha sido cómo era de realista y directo, la capacidad que tiene para capturar cómo era la vida en la España rural y también cómo logra transmitir las peculiaridades y el ambiente de la época. En cuanto al personaje de Zalacaín, es carismático y complejo y su búsqueda de aventuras y su rebelión contra las normas sociales reflejan las tensiones de la época. Además, la novela trata cuestiones sociales, políticas y culturales fundamentales, lo que la convierte en una prueba de la España de finales del S. XIX. En conclusión, Zalacaín el aventurero es una obra literaria que destaca por su tono realista y fiel relato de la vida rural española de la época. La estructura de la novela genera algunas críticas, pero a pesar de ello sigue siendo importante para la literatura española y facilita información relevante sobre una época de cambios culturales y literarios en España.