La Narrativa Española de 1939 a 1975: De la Posguerra a la Renovación Experimental

Narrativa Española 1939-1975

La narrativa que se genera en España durante la dictadura franquista supuso un corte drástico respecto a las principales tendencias de la novela occidental contemporánea. Podemos identificar tres grandes etapas que se hacen coincidir con las décadas sucesivas.

La Novela de los 40

En lo relativo a la novela en los años cuarenta, cabe identificar dos corrientes: la Novela Existencial y la Novela Tremendista.

Novela Existencial

Las obras de la primera reflejan la asfixiante realidad de la posguerra y son habitualmente protagonizadas por personajes angustiados y obsesionados con la idea de la muerte. Destaca “Nada” de Carmen Laforet.

Novela Tremendista

La Novela Tremendista acentúa la atrocidad y la violencia y en ella abundan los episodios brutales y truculentos. “La familia de Pascual Duarte” de Camilo José Cela, es la obra más representativa de esta corriente. En ella se plasma con crudeza la inhumanidad y violencia de la España rural.

La Novela Social de los 50

En los años cincuenta destaca la conocida como Novela Social, que se inserta asimismo en la tradición realista. Esta narrativa constituye un testimonio crítico de la España de la época mediante el que se pretende transformar la sociedad. Sus principales temas son la falta de libertad, las injusticias sociales y las penosas condiciones de vida de la gente común.

Las técnicas narrativas características son:

  • La presencia de un protagonista colectivo.
  • El fragmentarismo.
  • El recurrente uso del contrapunto, de modo que suelen presentarse distintas líneas argumentales simultáneas que se entrecruzan.

Asimismo, es frecuente el recurso al objetivismo. Hay dos grandes corrientes de autores que forman parte de la Novela Social:

  • Realismo Social: Inclinados al compromiso político como Antonio Ferres o Alfonso Grosso.
  • Neorrealismo: Escuela considerada de mayor calidad estética. Entre ellos sobresalen Carmen Martín Gaite o Rafael Sánchez Ferlosio, este último es el autor de “El Jarama”, la novela clave de este periodo literario y máxima expresión del objetivismo.

La Irrupción de la Novela Experimental en los 60

A principios de la década de los sesenta, aparece un amplio movimiento de renovación de la narrativa conocida como Novela Experimental. Esta se articula a partir de tres principios clave:

  1. El arte no debe supeditarse a la política.
  2. La realidad no son tanto los hechos como su representación en la conciencia del sujeto.
  3. Se debe conferir rango artístico a la prosa narrativa.

Esta novelística se vale de diferentes técnicas literarias dirigidas a subvertir los rasgos tradicionales de la narrativa. Así, la estructura de las obras a menudo carece de capítulos, de modo que toda la novela constituye una misma secuencia o párrafo. Igualmente, resultan habituales el desorden cronológico o las licencias ortográficas y tipográficas; y es por ello que la creación de espacios simbólicos o míticos es recurrente. En estas obras también se incluyen materiales heterogéneos como informes, rótulos o anuncios. “Tiempo de silencio” de Luis Martín Santos, es una de las principales novelas experimentales españolas. También debe mencionarse “Cinco horas con Mario” de Miguel Delibes.

La Narrativa en el Exilio

Finalmente, debemos referirnos a la narrativa en el exilio, cultivada por escritores contemporáneos de los poetas del 27 que abandonaron España tras la Guerra Civil. El eje temático de esta narrativa lo constituye el análisis de las causas y el desarrollo del conflicto, así como la reflexión autobiográfica por las secuelas experimentadas. Hay que mencionar a Ramón J. Sender y su novela corta, “Réquiem por un campesino español”. Por otro lado, también destaca Max Aub que es el autor de “El laberinto mágico”.

Realismo y Naturalismo

El realismo es un movimiento artístico y literario que alcanza su plenitud en Europa en la segunda mitad del siglo XIX y que tiene su máxima expresión en la novela. Los grandes referentes de este periodo, usan la literatura como vehículo de recreaciones minuciosas y análisis rigurosos de la vida. De este fin se derivan los rasgos más característicos. Entre ellos, la verosimilitud de unos argumentos que huyen de lo sobrenatural; de modo que las novelas se ambientan en escenarios contemporáneos y reconocibles gracias a descripciones extensas y detalladas.

Los personajes son individuos corrientes que pugnan por abrirse camino en los ambientes clasistas y hostiles del liberalismo burgués. Suelen incluir una crítica al mundo retratado, lo que propicia que la ideología del autor impregne el punto de vista narrativo, aunque este se oculte tras una pretensión de objetividad.

El Realismo en España

El realismo español tiene un desarrollo tardío y no llega hasta la Revolución de 1868. Como precedentes cabe citar el costumbrismo moralizante de “La Gaviota” o los folletines melodramáticos de orientación progresista. Entre los primeros narradores realistas suelen mencionarse a José María de Pereda o a Juan Valera.

Benito Pérez Galdós

El referente del realismo español es Benito Pérez Galdós (1843-1920). En sus novelas refleja su ideología liberal y su interés por la clase media y su fortalecimiento. Destaca su uso del humor y la ironía, los diálogos preñados de lenguaje coloquial y las estrategias narrativas originales. Se le diferencian tres grandes etapas:

  1. Novelas de tesis: Como “Doña Perfecta”, donde denuncia la intolerancia religiosa como obstáculo para el progreso de España.
  2. Novelas contemporáneas: Destaca “Fortunata y Jacinta”, que ofrece un mural del Madrid de la Restauración.
  3. Novelas espiritualistas: Donde personajes abnegados y caritativos alcanzan la perfección moral como en “Nazarín”.

También fue el autor de los “Episodios nacionales”, novelas que recrean la historia de España del siglo XIX desde una perspectiva ideológica liberal.

Leopoldo Alas “Clarín”

Por otro lado, Leopoldo Alas, más conocido por “Clarín”, es considerado el otro maestro del realismo español, especialmente por su novela “La Regenta”. Ambientada en Vetusta, presenta un triángulo amoroso y a través de estos personajes, Clarín lleva a cabo crítica de la burguesía española de provincias, a la que caracteriza de falsa religiosidad y de mezquindad vital.

El Naturalismo

Por otra parte, el naturalismo, cuyo fundador y principal figura es Émile Zola (1840-1902), consiste en una intensificación de los rasgos realistas con la premisa inalcanzable de convertir las novelas en estudios de naturaleza científica. En España, su implantación resultó polémica al considerarse que las obras incluían relatos inmorales y materialistas.

Emilia Pardo Bazán

La máxima representante del naturalismo español es Emilia Pardo Bazán, quien a pesar de desaprobar algunos rasgos naturalistas, se valió de técnicas narrativas afines para recrear con viveza y crudeza el parto, la enfermedad, la muerte o la miseria en obras como “Los pazos de Ulloa”.

Poesía y Teatro durante el Realismo

En lo relativo a la poesía, el realismo español no produjo obras reseñables. Los grandes autores son Gustavo Adolfo Bécquer y Rosalía de Castro, cercanos ambos a la poética romántica. Otros como Ramón de Campoamor o Gaspar Núñez de Arce cultivaron una poesía prosaica, sencilla y escéptica que hoy recibe escasa atención crítica. El panorama teatral resulta similar. El mismo Galdós escribió obras que cosecharon un considerable éxito en su momento, pero inferiores de calidad respecto a su narrativa. Y autores como Manuel Tamayo y Baus o José Echegaray ponen sobre las tablas comedias y dramas a medio camino entre el romanticismo y el costumbrismo moralizante dirigidos a un público burgués.

Generación del 27

La generación del 27 está formada por un conjunto de escritores que se dedicaron fundamentalmente al cultivo de la poesía y publicaron sus primeras obras en la tercera década del siglo XX. Destacan nombres como Gerardo Diego, Federico García Lorca, Vicente Aleixandre, Rafael Alberti o Luis Cernuda. A estos nombres hay que añadir una serie de autoras como Concha Méndez, María Zambrano o María Teresa León.

Pese a la singularidad y originalidad de la obra de cada uno, hay una serie de características compartidas:

  1. La mayoría procede de familias burguesas de tradición liberal, llevan a cabo estancias en el extranjero y tienen una sólida formación literaria.
  2. Están unidos por estrechos lazos de amistad que se manifiestan en la abundancia de elegías y de dedicatorias entre ellos.
  3. Comparten cauces de difusión de sus creaciones poéticas.
  4. Sostienen una concepción común de la lírica que nace de un decisivo factor confluyente: desarrollan una notable labor de crítica literaria, enfocada a la tradición hispánica. De esta vena erudita extraen buena parte de sus referentes estéticos sobre temas como el amor, la muerte o el paraíso perdido. Es decir, la poesía de estos autores parte de la síntesis entre tradición y vanguardia.

Etapas de la Generación del 27

La trayectoria poética de la generación del 27 puede dividirse en etapas conectadas con el contexto histórico.

Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930)

Combina tres líneas de desarrollo:

  • Neopopularismo: Constituye la encarnación del primitivismo vanguardista. Las obras más destacadas son “Romancero gitano” de García Lorca y “Marinero en tierra” de Alberti.
  • Poesía Pura: Iniciada por Juan Ramón Jiménez, se trata de llegar a la realidad esencial e inmutable que se esconde tras las apariencias eliminando para ello lo descriptivo o anecdótico. La obra más importante de esta corriente es “La voz a ti debida” de Pedro Salinas.
  • Creacionismo: Se aprecia la huella de la poesía vanguardista europea, con elementos del ultraísmo y del creacionismo. Su máximo representante es Gerardo Diego, autor de “Imagen” o “Manual de espumas”.

Segunda República (1931-1936)

El influjo del movimiento surrealista es decisivo y se plasma en una expresión más directa y angustiada de conflictos íntimos y una marcada rebeldía frente a las convenciones sociales. Los autores llevan a cabo un viraje hacia la rehumanización frente al carácter más intelectual de los referentes vanguardistas. Podemos resaltar “La realidad y el deseo” de Luis Cernuda, y “La destrucción o el amor” de Vicente Aleixandre.

Posguerra

Tras la Guerra Civil y el asesinato de Lorca el grupo se dispersa. La mayor parte marcha hacia el exilio. Tres poetas del 27 permanecieron en España: Gerardo Diego, cuya fe católica lo llevó a tomar partido por el bando sublevado; Vicente Aleixandre, que cayó enfermo y recluido en su finca de Madrid; y Dámaso Alonso, que desarrolló una intensa actividad intelectual como catedrático de filología o director de la RAE.

El Teatro de Federico García Lorca

Inser to en este movimiento, debe destacarse el teatro de Federico García Lorca. Podemos agruparlo en dos grandes bloques:

  1. Obras experimentales y vanguardistas: Hacen que su puesta sobre las tablas sea compleja. Destacan títulos como “Mariana Pineda” o “La zapatera prodigiosa”.
  2. Trilogía: La parte más celebrada de su obra dramática: “Bodas de sangre”, “Yerma” y “La casa de Bernarda Alba”. Todas ellas comparten la frustración o insatisfacción que nace del choque entre dos fuerzas: el deseo de libertad, representada por personajes femeninos oprimidos; y la realidad social que se opone a esta desencadenando finalmente la tragedia. En ellas Lorca emplea tanto el verso como la prosa y el lenguaje es siempre poético. Destacan los signos no verbales como la música, la danza, el vestuario, los cuales configuran un teatro espectacular que reconcilia al público y a la crítica.