1. La Novela de Posguerra (Década de 1940): Existencia y Realismo
La Guerra Civil española tuvo un efecto devastador en la literatura. Durante la inmediata posguerra, la narrativa vivió un período de desorientación. En las décadas de los 40 y 50, el aislamiento internacional impidió la entrada de las nuevas formas narrativas y hubo que esperar hasta la década de los 60 para que se iniciara una renovación. Tras la muerte del dictador y la llegada de la democracia, la novela se convirtió en el género más popular y coexistieron diversas generaciones, tendencias y estilos.
La novela de posguerra (década de 1940) estuvo condicionada por las enormes penurias y las imposiciones del régimen (represión, censura). Aparecieron novelistas vinculados al bando vencedor que practicaban una literatura triunfalista (Agustín de Foxá). Pero, en general, predominó un realismo convencional. Dentro de él, algunas obras mostraron ambientes y personajes sórdidos que suponían ya cierta renovación, aunque recurrieran a técnicas narrativas tradicionales. A este camino renovador pertenecen las siguientes novelas y autores:
La familia de Pascual Duarte (1942) de Camilo José Cela
Primer libro de Camilo José Cela, que desarrolla una historia de violencia y miseria en un contexto rural. Su obra aporta una visión tremendista, cercana al pesimismo existencial. Posteriormente publica La colmena (1951), novela coral sobre el Madrid de posguerra y que influirá en el realismo social de los 50. Después Cela se suma a la narrativa experimental (Mazurca para dos muertos) y escribe libros de viajes (Viaje a la Alcarria). Destaca por su dominio del lenguaje, la capacidad de crear ambientes y describir tipos humanos únicos.
Nada (1945) de Carmen Laforet
Inaugura la corriente existencialista. A través de los ojos de una joven se describe el ambiente sórdido y asfixiante de una familia en la Barcelona de posguerra.
La sombra del ciprés es alargada (1948) de Miguel Delibes
Inicia la temática existencial. Delibes desemboca en el realismo rural con El camino, donde aparecen ya sus preocupaciones habituales (el mundo rural, los humildes), temas presentes en Las ratas o Los Santos Inocentes. También aplica el realismo al análisis de los ambientes urbanos como en Mi idolatrado hijo Sisí y El príncipe destronado. Dentro de la novela experimental destaca Cinco horas con Mario (1966), que narra el largo monólogo de Carmen, utilizando la segunda persona, ante el cadáver de su marido, Mario. La obra de Delibes se define por su compromiso ético, el dominio del castellano y la capacidad para captar tipos y ambientes.
El Exilio
Finalmente, es necesario destacar que el final de la Guerra Civil llevó al exilio a numerosos narradores. Entre ellos destacan Ramón J. Sénder (Réquiem por un campesino español), Max Aub (El laberinto mágico), Francisco Ayala (Muertes de perro), Arturo Barea (La forja de un rebelde) y Rosa Chacel (Memorias de Leticia Valle).
2. La Novela en los Años 50: El Realismo Social (1954-1962)
Se trata de obras realistas que reflejan la falta de libertad, la desigualdad social y la miseria del momento (el atraso rural, la explotación obrera, la emigración urbana, los vicios de la burguesía). Bajo el nombre de realismo social se agrupan escritores que habían vivido la Guerra Civil como niños o adolescentes.
Se pueden distinguir dos tendencias:
- a) La novela objetivista: que refleja de forma objetiva los comportamientos de los personajes, reduce al máximo la presencia del narrador, utiliza técnicas cinematográficas y antepone los diálogos.
- b) El realismo crítico: que comparte la mayoría de los rasgos del objetivismo, pero con una intención crítica más explícita, con personajes que encarnan los valores y problemas de ciertos estereotipos (obreros explotados, burgueses frívolos, etc.).
Además, esta novela se deja influir por las técnicas del cine, la novela norteamericana o el neorrealismo italiano. Algunos de los principales autores, también conocidos como Generación del 50 o del medio siglo, son:
- Rafael Sánchez Ferlosio: autor de la novela objetivista más importante, El Jarama (1955), que refleja mediante una técnica casi magnetofónica las conversaciones triviales de la jornada dominical de unos jóvenes.
- Ignacio Aldecoa: quien destaca, sobre todo, por sus cuentos, que retratan la vida cotidiana de gente humilde.
- Carmen Martín Gaite: que evoca la asfixiante sociedad provinciana en Entre visillos o El cuarto de atrás (1978).
- Ana María Matute: la cual combina el componente poético con la intención social en Pequeño teatro o Primera memoria, entre otras. Su obra alterna el realismo crítico con perspectivas más fantásticas, como en Olvidado Rey Gudú.
- Otros autores destacados: Jesús Fernández Santos (Los bravos), José Manuel Caballero Bonald (Ágata ojo de gato) o Juan Goytisolo.
3. La Década de los 60 y 70: La Renovación Narrativa y Experimentalista (1962 hasta 1975)
El realismo social se agota y, aunque no se renuncie a la intención crítica, los novelistas abandonan la estética social e inician un proceso de renovación basado en la experimentación formal, inspirada por los narradores hispanoamericanos del boom y por los grandes renovadores de la novela del siglo XX (Proust, Joyce, Kafka, Faulkner). Recurren a gran variedad de técnicas (perspectivismo, monólogo interior, ruptura de la linealidad, experimentación con el lenguaje) para presentar a personajes a veces irracionales y caóticos.
Los autores más relevantes son:
- Luis Martín-Santos: autor de Tiempo de silencio (1961). Esta novela modifica el realismo e influye en todos los novelistas de la época: mantiene el compromiso, la intención crítica y la denuncia, pero con técnicas ya mencionadas.
- Juan Marsé: Las novelas de Juan Marsé sintetizan el realismo y las técnicas renovadoras, con las que retrata todos los estratos sociales de su Barcelona natal (Últimas tardes con Teresa, Si te dicen que caí).
- Juan Benet: experimenta al máximo con el lenguaje en Volverás a Región.
- Otros autores destacados: Gonzalo Torrente Ballester (La saga/fuga de JB), Juan Goytisolo (Señas de identidad) y Luis Goytisolo (Antagonía).