La Narrativa y el Teatro Español del Siglo XX: Un Recorrido por las Corrientes Literarias

1. La Narrativa Española hasta 1939

La Generación del 98

La Generación del 98 constituye un grupo generacional, por edad, actos comunes, relaciones personales, actitudes homogéneas -aunque con el tiempo se irán diversificando-. Sus características más importantes son:

  • Preocupación social, reflejada en su interés por el llamado “problema de España”: en su visión de este tema atraviesan por dos etapas diferentes, una primera de mayor intención crítica e influjo regeneracionista, y otra posterior más elegíaca y centrada en Castilla como símbolo de España.
  • Inquietudes religiosas y existenciales, a tono con la crisis de fin de siglo: el conflicto fe-razón, el paso del tiempo, la lucha por la vida,…
  • Renovación de la novela, superando el modelo realista y naturalista: antirretoricismo, método impresionista, lenguaje sobrio y asequible…

Todos los miembros del grupo, salvo Antonio Machado, escriben novelas:

  • Unamuno (Niebla, San Manuel Bueno, mártir) trata temas como la tradición, la intrahistoria, la conciencia trágica de la existencia y el conflicto entre fe y razón. Sus novelas –llamadas por él “nivolas”- se caracterizan por la sobriedad narrativa, la importancia del diálogo y la ausencia de trama o hilo argumental.
  • Baroja (El árbol de la ciencia, Camino de perfección) es el novelista por excelencia del grupo. Sus novelas son una mezcla entre el pesimismo existencial más radical y el vitalismo individualista de algunos de sus personajes. En sus novelas desarrolla generalmente un esquema de aprendizaje vital de los protagonistas. Su producción es muy extensa, repartida en trilogías.
  • Azorín (La voluntad) tiene un estilo minucioso, lento, casi impresionista. Sus novelas presentan un desarrollo fragmentado, con gran abundancia de descripciones y un cierto tono lírico; la trama argumental es mínima.
  • Valle-Inclán presenta también en el género narrativo la misma evolución de su obra dramática: una etapa de modernismo inicial (Sonatas), una fase de transición (el ciclo de la guerra carlista) y la definitiva etapa esperpéntica, con el ciclo de novelas de “El ruedo ibérico”, entre las que destaca Tirano Banderas.

El Novecentismo y las Vanguardias

Hacia 1914 se percibe el agotamiento de la Generación del 98, y un nuevo grupo toma el relevo: la Generación del 14 o Novecentismo. El Novecentismo supone el primer paso para la introducción de las vanguardias en España, y se caracteriza ante todo por su intelectualismo: hay que desterrar lo sentimental de la literatura. Los miembros del grupo tienen una importante actividad política, basada en ideales europeístas y progresistas. En el grupo novecentista destacan en especial los ensayistas: Eugenio D’Ors, Gregorio Marañón, Manuel Azaña, Ortega y Gasset… Hay también importantes novelistas:

  • Gabriel Miró (El libro de Sigüenza, El obispo leproso), en cuyas novelas prevalece la forma sobre el contenido.
  • Ramón Pérez de Ayala (A.M.D.G., Belarmino y Apolonio), caracterizado por su intelectualismo y su estilo academicista.

En la década de los 20, en superposición con el Novecentismo, se produce la entrada y desarrollo de las vanguardias en España. Aunque su campo de expresión será preferentemente la poesía, existen ejemplos de narrativa vanguardista: Benjamín Jarnés, Ramón Gómez de la Serna… Finalmente, en los años 30 se produce, en todos los géneros literarios, una rehumanización de la literatura como respuesta a las circunstancias históricas. Se escribe entonces una novela comprometida, de carácter social e incluso abiertamente político, cuyos representantes más destacados son César Arconada, Joaquín Arderíus y Ramón J. Sender.

3. La Narrativa Española desde los Años 70 hasta la Actualidad

Tras la muerte de Franco, la vida cultural y literaria experimenta una considerable transformación: desaparece la censura, se recuperan a los autores exiliados, y se produce una apertura hacia la literatura extranjera -europea, norteamericana y latinoamericana, fundamentalmente-. La literatura española de las últimas décadas se caracteriza por la variedad temática y estética, la diversidad de tendencias y corrientes literarias y la proliferación de autores.

El Realismo Renovado

Hacia 1975, empieza a publicar una nueva promoción de novelistas. Reaccionan contra la complejidad experimental y se produce un viraje hacia la concepción realista de la novela. Se habla de REALISMO RENOVADO. Obra clave de esta nueva perspectiva será La verdad sobre el caso Savolta (1975) de Eduardo Mendoza. Se reivindica el placer de narrar: un relato con intriga, aventura, enredo, amoríos – elementos propios de la novela folletinesca. A partir de este momento lo que interesa es contar una historia, la trama y el argumento son el eje. Por lo general vuelven a la concepción clásica, se narra una única acción y de forma lineal. Algunos títulos relevantes son: Los delitos insignificantes (1986) de Álvaro Pombo, Luna de lobos (1985) de Julio Llamazares, La ciudad de los prodigios (1986) de Eduardo Mendoza o Bélver Yin (1986) de Jesús Ferrero.

Tendencias Actuales

En la ACTUALIDAD se observa una gran libertad y diversidad de tendencias:

  • A. Metanovela. El narrador reflexiona sobre los aspectos teóricos de la novela que suele trasladar a la ficción como tema o motivo del relato. Algunos ejemplos: La orilla oscura, de José Ma Merino; Juegos de la edad tardía de Luis Landero o El vano ayer de Isaac Rosa.
  • B. Novela histórica. Se trata de un tipo de narrativa muy valorado por los lectores, que viene a integrarse dentro de una tendencia general europea. Se trata de un tipo de novela de gran precisión histórica que obliga al novelista a documentarse sobre el período, acontecimientos y personajes sobre los que pretende novelar. Pueden servirnos de ejemplos las novelas de Pérez-Reverte, El capitán Alatriste, o Almudena Grandes, Los pacientes del doctor García. Dentro de esta tendencia cabe citar aquella que se ocupa de la reconstrucción de la historia de España desde la Guerra Civil (que constituye una tendencia narrativa en sí misma) a la actualidad. Se trata de obras como Los girasoles ciegos de Alberto Méndez o Crónica de un instante de Javier Cercas.
  • C. Novela de memorias. La memoria de una generación y el compromiso son temas básicos de esta corriente. Las vivencias autobiográficas y de ficción se pueden combinar con otros géneros como la metanovela o la novela de testimonio: Carmen Martín Gaite, El cuarto de atrás; Juan Goytisolo, Coto vedado.
  • D. Novela de intriga y policíaca. En la década de los 70 se produce una invasión de traducciones de novela negra europea y norteamericana. Los autores españoles adoptarán estos modelos y los adaptarán (Andreu Martín, Juan Madrid), y en otros casos los transgredirán para servir a otros fines (la serie Carvalho de Manuel Vázquez Montalbán como crónica sociopolítica, de la transición democrática).
  • E. Novela lírica. El valor esencial es la calidad técnica con que está escrita, la búsqueda de la perfección formal: La lluvia amarilla, de Julio Llamazares, La fuente de la edad, de Luis Mateo Díez, o El lápiz del carpintero de Manuel Rivas se adscriben a ella.
  • F. Novela culturalista. En los últimos años han aparecido una serie de autores jóvenes que hacen una novela que se ocupa de analizar y explicar diferentes aspectos de la cultura occidental desde unas posturas bastante eruditas. Es lo que hace Juan Manuel de Prada con Las máscaras del héroe o La tempestad.
  • G. Novela de pensamiento: cercana al ensayo, se trata de un tipo de narrativa en la que se difuminan las fronteras entre la novela y el ensayo, pues da cauce a múltiples digresiones sobre las preocupaciones del autor, en un tono cercano a veces a lo autobiográfico. Un ejemplo de ello es Sefarad, de Antonio Muñoz Molina, Negra espalda del tiempo de Javier Marías y los diarios que desde hace 15 años publica Andrés Trapiello bajo el título genérico de Salón de pasos perdidos.

También se pueden mencionar autores como Javier Marías (Corazón tan blanco, Tu rostro) y Juan José Millás.

7. La Generación del 27

A la Generación del 27 le corresponde llevar a su máxima expresión la literatura vanguardista en España y también el comienzo de un proceso de rehumanización literaria que se vería truncado por el estallido de la Guerra Civil. Tradicionalmente se ha estudiado un grupo formado por 10 poetas hombres, aunque la actualización realizada en los últimos años ha incorporado a un grupo de mujeres escritoras de la época que participaron de la vida cultural de la generación, con una importante producción literaria.

Autores y Características

Los autores más significativos del grupo son Jorge Guillén (Cántico, Clamor, Homenaje), Pedro Salinas (La voz a ti debida, Razón de amor), Vicente Aleixandre (Ámbito, Historia del corazón), Luis Cernuda, Rafael Alberti, Federico García Lorca (Poema del cante jondo, Llanto por Ignacio Sánchez Mejías, Romancero gitano, Poeta en Nueva York), Gerardo Diego (Alondra de verdad, Imagen, Manual de espumas), Dámaso Alonso (Hijos de la ira), Emilio Prados y Manuel Altolaguirre, Ernestina de Champourcín (Presencia a oscuras), Concha Méndez (Canciones de mar y tierra) y Josefina de la Torre (Marzo incompleto).

De entre los diversos nombres que fueron dados al grupo –Generación de la Dictadura, Generación de la República, Nietos del 98…- el más aceptado fue Generación del 27, motivado por la célebre reunión en el Ateneo de Sevilla para conmemorar el tercer centenario de la muerte de Góngora. También se debate acerca de si forman o no una generación literaria. El grupo cumple algunos de los requisitos “generacionales” (a criterio de Petersen):

  • Edad cercana (sólo hay diez años de diferencia entre Salinas y Altolaguirre, el más viejo y el más joven del grupo, respectivamente)
  • Nivel cultural semejante: casi todos tienen formación universitaria
  • Asistencia a actos comunes, ambientes comunes (la Residencia de Estudiantes de Madrid, sobre todo)
  • Revistas: Litoral, Mediodía, Revista de Occidente
  • Liderazgo externo de Juan Ramón Jiménez

Sin embargo también hay requisitos no cumplidos por el grupo:

  • No hay un líder interno, aunque se habla del eje Guillén-Lorca
  • No hay una circunstancia histórica aglutinante, al estilo del desastre del 98.
  • No hay un evidente rechazo a los modelos literarios anteriores.
  • El grupo presenta una gran diversidad estilística

En cuanto a los rasgos estéticos de la Generación del 27, pueden señalarse algunas características comunes a todo el grupo: sentido trascendente de la poesía, depuración del sentimiento, intelectualismo, poesía de contrastes (lenguaje culto / lenguaje popular, hermetismo / claridad, vanguardismo / tradición), recuperación de las formas métricas clásicas, desarrollo de verso libre…

Etapas de la Generación del 27

En general se admite el criterio de Dámaso Alonso acerca de la evolución del grupo. Él habla de dos etapas:

  • Hasta 1927: es la etapa eminentemente vanguardista, de poesía pura, hermética e intelectual, basada en la metáfora y en la creación de un lenguaje poético elaborado, bajo el modelo de Góngora. No obstante, en esta etapa ya aparecen las primeras muestras del futuro interés por la lírica popular.
  • Desde 1927 a 1936: es la etapa de la rehumanización, del influjo del surrealismo. Lo humano vuelve a tener cabida en la poesía: primero en forma de expresión de los sentimientos y luego derivando incluso hacia una poesía política y hasta revolucionaria acentuada por los acontecimientos históricos.

Habría que añadir una tercera etapa, tras la Guerra Civil. El grupo se dispersa (Lorca ha muerto, unos se exilian y otros permanecen en España). Los poetas que permanecen sufren las dificultades de la posguerra, pero son capaces de marcar el camino a las nuevas generaciones con una poesía existencial (Hijos de la ira, de Dámaso Alonso) o solidaria (Historia del corazón, de Vicente Aleixandre). Entre los exiliados predomina el sentimiento de nostalgia y desarraigo.

4. El Teatro Español hasta 1939

El teatro español del siglo XX, con las excepciones de Valle y Lorca, es bastante pobre, tanto en lo teatral como en lo dramático, sin participar en las innovaciones del teatro europeo. En el período que nos ocupa hay dos modelos teatrales: uno que triunfa, que goza del favor del público, y otro que no alcanza éxito pese a su superior valor literario.

El Teatro Popular

En el teatro popular se incluyen tres tendencias:

  • El drama burgués, realista y suavemente crítico. Se trata de un teatro continuador del realismo del XIX, renovando algunos aspectos para adaptarse a los gustos del público burgués. Su principal representante es Jacinto Benavente (Los intereses creados, La Malquerida).
  • El teatro costumbrista, de raíz romántica y sin pretensiones críticas: su único propósito es entretener al público. Dentro de esta tendencia se encuadran los hermanos Álvarez Quintero, representantes del teatro regionalista andaluz (El genio alegre); Carlos Arniches, autor regionalista madrileño y creador de la “tragedia grotesca” (La señorita de Trevélez); y Pedro Muñoz Seca, inventor del “astracán”, parodia en verso del teatro romántico (La venganza de don Mendo).
  • El teatro poético modernista, de ideología marcadamente conservadora y tradicional, con continuas alusiones al glorioso pasado del Imperio español. Representan esta tendencia autores como Eduardo Marquina y Francisco Villaespesa.

El Teatro Innovador

Frente a este teatro de éxito se levantan otras tendencias más innovadoras e interesantes literariamente, pero que no triunfan -salvo excepciones- porque no se adaptan a los gustos del público. En líneas generales puede hablarse de dos experiencias teatrales:

  • El teatro del 98 y el Novecentismo: Unamuno, Azorín, Ramón Gómez de la Serna, Jacinto Grau.
  • El teatro del 27: Salinas, Max Aub, Alberti, Miguel Hernández, a los que habría que unir a Jardiel Poncela y Miguel Mihura, renovadores del teatro humorístico: ambos alcanzarían su plenitud tras la guerra civil.

Cada uno de estos dos grupos está encabezado por un autor fundamental: Valle-Inclán, el primero; y Lorca, el segundo.

Valle-Inclán y el Esperpento

Valle-Inclán es el autor más importante del teatro español del siglo, y uno de los fundamentales de la escena mundial. Su obra sigue una constante evolución -obras modernistas, las Comedias Bárbaras, farsas…- hasta llegar a su gran creación: el esperpento (Luces de bohemia, Martes de carnaval), una visión grotesca y deformada de la realidad, precisamente para descubrir sus aspectos más profundos. En el esperpento Valle sintetiza los elementos más dispares: lo vulgar y lo literario, lo social y lo existencial,…

García Lorca y el Teatro del 27

García Lorca es el referente principal del teatro del 27. Su obra es igualmente variada, plena de elementos líricos y surrealistas. En su obra dramática –de similar evolución a la poética- se distinguen tres etapas:

  • La etapa inicial, durante los años 20, se caracteriza por la experimentación formal y temática. Lorca busca aún un lenguaje dramático y teatral propio, de ahí la diversidad y heterogeneidad de los títulos de esta etapa: El maleficio de la mariposa, de carácter simbolista; Títeres de cachiporra, piezas breves para guiñol; Mariana Pineda, drama histórico en verso; Retablillo de don Cristóbal, también para guiñol; Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín, farsa de amor trágico. La obra más importante de esta etapa es La zapatera prodigiosa, en la que anticipa elementos de su producción posterior, como la mezcla de verso y prosa.
  • La etapa vanguardista, en los primeros años de la década de los 30, de carácter surrealista, incluye dos obras: El público y Así que pasen cinco años.
  • La etapa de plenitud comprende las obras escritas entre 1933 y 1936. Lorca se muestra muy prolífico, y consigue un gran éxito con sus obras, en las que es capaz de conjugar el rigor estético con el sentido popular. Las dos primeras obras de esta etapa son Bodas de sangre (1933) y Yerma (1934), que formarían parte de una probable “trilogía dramática de la tierra española” junto a la inédita e inacabada La sangre no tiene voz. A continuación, Doña Rosita la soltera (1935), y por último La casa de Bernarda Alba (1936), asociada a veces a las dos primeras como última de la trilogía, pero que se distancia claramente de aquéllas en su dimensión política y social.