La Novela Española de Posguerra: Del Realismo Existencial al Social

La Novela Española de Posguerra

T.6:

La guerra civil supuso un profundo corte en la evolución literaria española debido a una serie de razones:

  • La muerte de algunos de los grandes modelos de la novela española del siglo XX
  • El exilio obligado de autores que habían comenzado a destacar en la década de los treinta.
  • Las nuevas circunstancias políticas y la censura que impiden seguir las tendencias extranjeras o las tendencias novelísticas anteriores

Como consecuencia, la novela española en la década de los 40 debe prácticamente comenzar de nuevo. En lo referente a la novela que se inicia después del año 1939, la crítica literaria ha señalado tres etapas sucesivas y varias generaciones de novelistas que se han ido incorporando a lo largo de estas décadas:

  • Realismo existencial en los años 40 y realismo social en los 50,
  • Desembocando ya en los años 60 con el experimentalismo y la renovación técnica.

1. La Generación de la Posguerra: El Realismo Existencial

Tras la guerra, la novela conoció unos años de desorientación. Tendió primero a temas sobre la contienda, vistos con los valores de los vencedores. Novelas de duro ataque a los vencidos. Pero se darán a conocer otros escritores que ven la guerra y sus consecuencias con dramatismo y entran en el fondo de la desolada soledad española. Es la Generación de la Posguerra, integrada por novelistas nacidos antes de 1920, que viven la guerra en su juventud. Su obra constituye el primer intento de renovación frente al tipo de novela triunfalista que fomentaba el régimen, al presentar la realidad de tonos sombríos y grises en la que los personajes, desarraigados y marginales, desorientados y angustiados, soportan a duras penas su desasosegado mundo interior y su falta de esperanza. Sus temas son la soledad, la inadaptación, la frustración y la muerte. Hay varios representantes muy destacados de la Generación de la Posguerra: Camilo José Cela, Miguel Delibes, Gonzalo Torrente Ballester y Carmen Laforet.

• Camilo José Cela (1916-2022)

Con La familia de Pascual Duarte (1942), Cela inaugura una corriente denominada “tremendismo” que consistiría en una selección de los aspectos más duros y sórdidos de la vida. Tras estos inicios existencialistas y tras la etapa realista testimonial de La Colmena, continúa en Mazurca para los muertos con un tipo de novela discursiva característica de la vanguardia experimentalista de los años 60 y 70. Recibió el premio Nobel en 1989.

• Miguel Delibes (1920-2010)

Su evolución es coherente. Existencialista primero en la década de los 40 con La sombra del ciprés es alargada, social en la década de los 50 con El camino o Las ratas y renovador en la década de los 60 con Cinco horas con Mario. A partir de la Transición vuelve a sus temas de siempre y al estilo realista que ha caracterizado lo mejor de su obra, con excelentes novelas como Los Santos Inocentes.

• Gonzalo Torrente Ballester (1910-1999)

En su trayectoria hay que distinguir cuatro etapas. La primera con una novela sobre la Guerra con Javier Mariño. La segunda realista y tradicional está representada por la trilogía histórica Los gozos y las sombras. La tercera el humor y la parodia del experimentalismo con La isla de los jacintos cortados. De la cuarta, que progresa en humor y juego literario, citamos Filomeno a mi pesar.

• Carmen Laforet (1921-2004)

Aunque sus obras posteriores no han logrado el éxito obtenido con su primera novela, Nada (1954) con la que obtuvo el premio Nadal en su primera convocatoria y produjo verdadero asombro. Se considera iniciadora del realismo existencial de la década de los 40. En esta obra se recoge implacablemente la irrespirable realidad cotidiana tras la guerra con un tono desesperadamente triste.

2. La Generación Realista del Medio Siglo: El Realismo Social

Caracteriza a los novelistas del realismo social su preocupación por acercarse a la verdad para reflejarla lo más fielmente posible. Se sienten comprometidos en la tarea de mostrar la realidad española sin tapujos para que los lectores tomen conciencia de ella. Les mueve un deseo de transformación social. La plenitud de la etapa abarca desde 1954 a 1962. En el 54 se dan a conocer cinco novelas que ponen de manifiesto la consolidación de la tendencia:

  • El fulgor y la sangre de Ignacio Aldecoa,
  • Los bravos de Jesús Fernández Santos,
  • El trapecio de Dios de Jorge Ferrer-Vidal,
  • Juegos de manos de Juan Goytisolo y
  • Pequeño teatro de Ana María Matute.

Dentro de la novela social es habitual distinguir dos grandes tendencias: el objetivismo y el realismo crítico.

El objetivismo se limita a ofrecer el simple testimonio de los hechos, sin emitir juicios de valor. Este objetivismo llega a su punto culminante en El Jarama de Rafael Sánchez Ferlosio en la que el diálogo sustituye a la intriga, y Entre visillos de Carmen Martín Gaite.

En el realismo crítico el novelista toma partido por una literatura comprometida para agitar las conciencias y denunciar las desigualdades e injusticias sociales. Destacan

  • Juan García Hortelano Nuevas amistades,
  • José Manuel Caballero Bonald, Dos días de septiembre y
  • Alfonso Grosso, La Zanja.