La novela española de posguerra: Evolución y tendencias

1. La novela española de posguerra

La Guerra Civil española supuso una ruptura total con la literatura anterior y fue un hecho determinante en la vida cultural posterior. Las consecuencias políticas, económicas, sociales e ideológicas influyeron en la labor literaria del momento y condicionaron la creación novelesca. Una de las consecuencias más importantes de la guerra fue el exilio de un gran número de escritores, que configuraron La España peregrina.

Hay tres aspectos temáticos comunes a casi todos ellos:

  • El recuerdo del conflicto bélico y de España.
  • La presencia de los nuevos lugares en los que tienen que vivir.
  • La reflexión sobre temas que afectan a la naturaleza y la existencia del hombre.

1.1. La novela existencial de los años cuarenta

Durante los primeros años de la posguerra se produce un estancamiento del género narrativo. Se publican novelas triunfalistas que relatan la guerra desde el punto de vista de los vencedores o novelas de evasión, con asuntos sentimentales. Sin embargo, surgen en la década de los cuarenta dos novelas con una visión crítica de la realidad: La familia de Pascual Duarte (1942), de Camilo José Cela, y Nada (1945), de Carmen Laforet. Su importancia reside en la ruptura con la literatura oficial y en el testimonio de una existencia desoladora y conflictiva. Son novelas realistas que, sin adoptar los tonos angustiosos de la poesía desarraigada, expresan la lucha del individuo con el destino o con su contexto.

La familia de Pascual Duarte inicia la corriente denominada tremendismo, al profundizar el relato en los aspectos más crudos de la realidad: miseria, violencia, etc. Pascual Duarte es un campesino dominado por sus instintos vengativos y violentos, que acaba convirtiéndose en una especie de asesino en serie.

Nada, la novela más existencialista de todas, cuenta la estancia de la protagonista en Barcelona para estudiar en la universidad. Allí se encuentra encerrada en un mundo burgués, asfixiante y paralizador, que le provoca angustia e insatisfacción.

1.2. La novela social en los años cincuenta

A principios de los cincuenta se produce un renacimiento del género narrativo. En este cambio participan autores como Cela, Miguel Delibes y Gonzalo Torrente Ballester. Pero el hecho decisivo es la aparición de una nueva generación de narradores jóvenes, la llamada Generación del medio siglo, que desarrollan un nuevo tipo de novela.

El primer impulso lo proporciona otra vez Camilo José Cela (1916-2002), con La colmena (1951). Es una novela sin apenas argumento. Su estructura y perspectiva narrativa adelantan algunas innovaciones posteriores:

  • El protagonista colectivo.
  • La ausencia de un final preciso, que la convierte en una novela abierta.
  • El alcance existencial y social de la obra.
  • El desorden cronológico de los capítulos divididos en secuencias.
  • En parte, el objetivismo conductista de la perspectiva narrativa.

También influye Miguel Delibes (1920-2010), autor de El camino (1950), en la que emplea un estilo sobrio y sencillo para retratar el mundo rural castellano. Esa misma sencillez se encuentra en Mi idolatrado hijo Sisí (1953), La hoja roja (1959) o Las ratas (1962).

Los narradores de la Generación del medio siglo parten de un concepto de la literatura muy delimitado: la literatura debe reflejar y denunciar la situación social. El objetivo es conseguir que la gente tome conciencia de las injusticias y de las desigualdades, y que contribuya a su erradicación. El escritor es un ser comprometido con su sociedad; como consecuencia, la estética dominante es la del realismo.

Con respecto a la técnica narrativa y al estilo, la novela social opta por el objetivismo o conductismo, cuyas características más destacadas son:

  • El narrador oculto, que desaparece del relato y pretende reflejar la realidad de un modo imparcial.
  • En los personajes, ausencia de análisis psicológico: solo se sabe lo que hacen y dicen.
  • El predominio del diálogo sobre la narración.
  • El estilo sencillo y fácilmente comprensible.
  • El protagonista colectivo, generalmente un grupo social.
  • El tiempo y el espacio concentrados. La acción transcurre en poco tiempo.

Los temas se centran en los problemas sociales contemporáneos de los escritores:

Temas, obras y autores

  • El vacío y el egoísmo de la burguesía: Juegos de manos (1954), de Juan Goytisolo; Tormenta de verano (1961), de Juan García Hortelano.
  • La dura y mísera vida del campo y la explotación del proletariado: Los bravos (1954), de Jesús Fernández Santos; El fulgor y la sangre (1954), de Ignacio Aldecoa; Dos días de septiembre (1962), de José Manuel Caballero Bonald.
  • La soledad y la incomunicación del individuo: Entre visillos (1958), de Carmen Martín Gaite; Los Abel (1948), de Ana María Matute.
  • El éxodo rural y la vida en los suburbios: La resaca (1958), de Juan Goytisolo.
  • La Guerra Civil vista desde la infancia o la adolescencia: Duelo en el Paraíso (1955), de Juan Goytisolo; Primera memoria (1960), de Ana María Matute.

2. La novela desde los años sesenta

En los años sesenta se conjugan varios factores que determinarán un cambio de rumbo de la novela. Por un lado, la sociedad española experimenta una transformación importante con la industrialización, el turismo y la flexibilización de la censura. Por otro, se produce el agotamiento de la novela social y la irrupción de nuevos modelos narrativos inspirados en los grandes novelistas extranjeros del siglo. El realismo social de los años cincuenta evolucionará hacia la novela estructural, cuya intención es la indagación en la personalidad del individuo a través de su conciencia y de su contexto social.

Con la llegada de la democracia, la novela abandona el experimentalismo anterior para volver al relato tradicional, y evoluciona en los años ochenta y noventa hacia un neorrealismo de gran variedad temática.

2.1. Nuevos modos de contar

La novela en los años sesenta no abandona la reflexión crítica sobre la sociedad española, incluso la amplía a aspectos como los tópicos arraigados en las mentes españolas. Pero su presentación formal es radicalmente novedosa. Lejos del realismo objetivo y de la sencillez expresiva, la novela presenta los acontecimientos de un modo innovador, utilizando un léxico riquísimo, lleno de invenciones y expresividad, y creando estructuras novelísticas complejas.

Técnicas narrativas en la novela de los años sesenta

  • El narrador cambiante: cuando es omnisciente, se utiliza con un distanciamiento irónico, al introducir digresiones e intervenciones irónicas.
  • El cambio frecuente de perspectivas narrativas: en una misma novela, puede pasarse de la narración en tercera persona a la narración en primera persona. Aparece el relato en segunda persona.
  • La importancia del monólogo interior: nos permite conocer el mundo interior de los personajes al reproducir los pensamientos que brotan de un modo incontrolado.
  • La ruptura de la secuencia cronológica: se producen elipsis y saltos en el tiempo hasta formar un rompecabezas temporal.
  • Se juega con la división del relato: desaparecen los capítulos tradicionales para sustituirlos por secuencias separadas por espacios en blanco, o se construye la novela sin divisiones ni separaciones.
  • El argumento deja de tener importancia: lo que importa es el tratamiento dado a la anécdota y el enfoque sobre los acontecimientos.
  • Los personajes son seres en conflicto.
  • La inserción de collages en la narración.

2.2. Del testimonio social a la experimentación

La novela que cambió el rumbo de la narrativa castellana en estos años fue Tiempo de silencio de Luis Martín-Santos (1924-1964). Aunque el contenido es de carácter social, se incluyen grandes novedades a través de una revisión intelectual de la realidad y de una profunda renovación de las técnicas narrativas.

La ironía y el humor son los medios empleados para mostrar los problemas de la sociedad española. El tono existencial y la carga simbólica marcan el contenido de una novela que refleja una sociedad y una existencia vacías. El carácter innovador de la obra lo establecen principalmente su riqueza léxica tendente al barroquismo y el empleo de un vocabulario culto y científico, que resulta chocante con la realidad que se presenta.

Esta línea renovadora va a tener su continuidad en dos generaciones de escritores:

Los autores de la primera promoción de posguerra
  • Camilo José Cela participa de esta experimentación en obras como San Camilo 1936 (1969).
  • Miguel Delibes, escritor de técnica tradicional, publica Cinco horas con Mario (1966).
  • Gonzalo Torrente Ballester (1910-1999) pasa de la trilogía de carácter realista Los gozos y las sombras a la confusión entre realidad y fantasía en La saga/fuga de J.B. (1972).
Los novelistas de la Generación del medio siglo
  • Juan Goytisolo (1931-2017), de teórico y cultivador de la novela social, pasa a defender la renovación narrativa con la publicación de Señas de identidad (1966). El tema de esta novela es la búsqueda de un sentido a la vida. Presenta innovaciones como las rupturas en el espacio y en el tiempo, la narración en segunda persona combinada con la primera y la tercera, y el uso de artificios tipográficos.
  • Juan Benet (1927-1993) se inició en las corrientes experimentalistas y manifestó su oposición al realismo social. Volverás a Región (1967) tiene una estructura muy compleja, en la que los personajes y las acciones se introducen de modo desordenado. Los acontecimientos se ubican en la zona imaginaria de Región, símbolo de España. Se presenta la decadencia de la condición humana, asociada a la ruina de su entorno.
  • Juan Marsé (1933-2020) publica en 1966 su primera obra de importancia, Últimas tardes con Teresa, visión crítica de la burguesía catalana.

2.3. La novela desde la llegada de la democracia

Llegados los años setenta, surge un nuevo grupo de escritores conocidos como la Generación del 68, cuyas características más importantes son:

  • Su evolución hacia formas tradicionales del relato en las que la anécdota vuelve a cobrar importancia, a pesar de que se inician en la narrativa experimental.
  • La organización de la trama según géneros menores (novela policíaca, novela de aventuras, folletín, etc.).
  • La desvinculación del compromiso social y político: los problemas humanos tratados desde la individualidad.
  • El tratamiento temático que transmite una sensación de desencanto, aunque el tono empleado sea jovial y humorístico.

En 1975 Eduardo Mendoza publicó La verdad sobre el caso Savolta. En ella introduce recursos técnicos como la mezcla de materiales narrativos diversos, el desorden cronológico, la parodia de otros géneros y la variedad de registros estilísticos.

Otros autores representativos de esta generación son: José María Guelbenzu, Manuel Vázquez Montalbán, Álvaro Pombo, José María Merino, Luis Mateo Díez, Félix de Azúa y Juan José Millás.

Las tendencias narrativas de estos autores siguen vigentes en la novela actual y vienen a ser reafirmadas por los escritores de la generación de los ochenta, entre los que destacan Javier Marías, Rosa Montero, Jesús Ferrero, Julio Llamazares, Almudena Grandes y Antonio Muñoz Molina.

La novela actual se caracteriza por la utilización de formas narrativas tradicionales y por la importancia que se confiere al relato, en detrimento de otro tipo de exigencia literaria.

Tendencias temáticas de la novela reciente

  • La novela de ambientación histórica: El capitán Alatriste (1996-2006) de Arturo Pérez-Reverte; Los girasoles ciegos (2004) de Alberto Méndez; Historia del rey transparente (2005) de Rosa Montero.
  • La novela de intriga: El bandido doblemente armado (1980) de Soledad Puértolas; La sombra del viento (2001) de Carlos Ruiz Zafón.
  • La creación literaria dentro de la novela: Novela de Andrés Choz (1976) de José María Merino; la serie Antagonía (1973-1981) de Luis Goytisolo; El desorden de tu nombre (1988) de Juan José Millás; Juegos de la edad tardía (1989) de Luis Landero; El mal de Montano (2002) de Enrique Vila-Matas.
  • La novela lírica o intimista: El héroe de las mansardas de Mansard (1983) de Álvaro Pombo; La lluvia amarilla (1988) de Julio Llamazares; Mañana en la batalla piensa en mí (1994) de Javier Marías; Lo raro es vivir (1996) de Carmen Martín Gaite; Son de mar (1999) de Manuel Vicent.
  • Las memorias: El jinete polaco (1991) de Antonio Muñoz Molina; Memorias de un joven fascista (1998) de Francisco Umbral; Carreteras secundarias (1996) de Ignacio Martínez de Pisón.
  • La exploración de la realidad: La fuente de la edad (1986) de Luis Mateo Díez; El metro de platino iridiado (1990) de Álvaro Pombo; Los aires difíciles (2002) de Almudena Grandes.
  • La novela testimonial: Pájaro en la tormenta (1984) de Isaac Montero; Sefarad (2001) de Antonio Muñoz Molina; Soldados de Salamina (2001) de Javier Cercas.