La novela existencial-tremendista
Durante la posguerra, destaca una tendencia novelística cuya temática se centra en la angustia existencial y la desorientación vital. Entre estas novelas podemos destacar Nada de Carmen Laforet (Premio Nadal, 1944) o La sombra del ciprés es alargada (1947) de Miguel Delibes. También se dio el tremendismo, pues sus novelas reflejaban los aspectos más desagradables de la realidad para efectuar una reflexión profunda sobre la violencia y la condición humana. La novela más representativa del tremendismo fue escrita por el premio Nobel, Camilo José Cela, La familia de Pascual Duarte (1942).
La novela social
Durante los años cincuenta, España salió del aislamiento internacional apoyada por EEUU. Además, se produjo un cierto crecimiento económico e industrial y se dio una tímida reorganización de las fuerzas de oposición al régimen, lo que tuvo como consecuencia el surgimiento de la novela social. Las novelas se centraron en la crítica a la propia sociedad española: la dureza de la vida en el campo, la explotación del proletariado o la banalidad de la vida burguesa. El estilo de la novela realista es sencillo, tanto en el lenguaje como en la técnica narrativa, pues se pretende llegar a un amplio público para concienciarnos políticamente.
La novela experimental
Con el Plan de Estabilización de 1959 y las divisas que envían a España muchos españoles que emigran por toda Europa, se produce en la década de los sesenta un gran crecimiento económico que da lugar al surgimiento de la clase media. Las novelas (influidas por autores como Joyce, Proust o Faulkner) pasan a ser más complejas y experimentales, dirigidas a un lector con mejor preparación intelectual que en los años cincuenta. Ya no se pretende sólo denunciar la situación social, sino que también se persigue analizar la condición humana con la introducción de elementos experimentales, como el monólogo interior, los continuos saltos hacia atrás o hacia delante en el argumento o la supresión de los signos de puntuación. Las dos novelas más significativas de las nuevas tendencias son Tiempo de silencio (1962) de Luis Martín Santos y Señas de identidad (1966) de Juan Goytisolo.
La novela poemática
Se trata de una corriente en la que se da la introspección de la voz narrativa en el mundo íntimo de los personajes (a menudo se da el narrador autobiográfico) acompañada por una expresión cuidada e intensamente lírica, muy cercana a la poesía, buscando la perfección formal. Dentro de este tipo de novela podemos encuadrar La lluvia amarilla (1988) de Julio Llamazares o La sonrisa etrusca (1985) de José Luis Sampedro.
La novela histórica
Se trata de un género de gran éxito, nacido durante el Romanticismo en el siglo XIX y que mantiene hoy las mismas claves: en ocasiones los autores recrean el pasado con la mera intención de entretener al lector y en otras lo hacen como forma de reinterpretar la historia aportando su propia visión. Dentro de esta corriente podemos destacar la saga de El capitán Alatriste (1996) de Arturo Pérez Reverte, El oro de los sueños (1986) de José María Merino o Crónica del rey pasmado (1989) de Torrente Ballester. Es destacable el interés que se ha mostrado en las últimas décadas en narrar o ambientar historias en la guerra civil española y la posguerra en novelas como La noche de los tiempos (2009) de Antonio Muñoz Molina, Soldados de Salamina (2001) de Javier Cercas, Los girasoles ciegos (2004) de Alberto Méndez o la saga de Almudena Grandes Episodios de una guerra interminable iniciada con Inés y la alegría (2010). Dentro de este género podríamos incluir también las novelas que en los últimos años han reflexionado sobre nuestro pasado más reciente y entre las que destacaremos la obra de Rafael Chirbes como Crematorio (2007) o la exitosa Patria (2016) de Fernando Aramburu.
La novela de memorias
Encuadraremos aquí aquellas novelas en las que el novelista narra acontecimientos reales de su propia vida, a menudo con un lenguaje lírico o con un cuidado estilo. Dentro de ellas podemos destacar obras como Mortal y rosa (1975) de Francisco Umbral, El cuarto de atrás (1978) de Carmen Martín Gaite; El jinete polaco (1991) de Antonio Muñoz Molina y gran parte de la novelística de Enrique Vila Matas como París no se acaba nunca (2003).