La novela española y su evolución desde 1975

Tema 8. La novela española a partir de 1975: la renovación de la novela

El paso de la dictadura a una democracia parlamentaria permitió que la producción española se abriera al mundo y recibiera las aportaciones extranjeras, dando como resultado líneas creativas innovadoras. Por otro lado, muchos narradores no solo escriben novelas y cuentos, sino que con frecuencia abordan el ensayo a través de su colaboración en revistas y periódicos.

La narrativa española tardó en encontrar una nueva orientación después del experimentalismo propio de la década de los 60. Se considera que fue en 1975 con la publicación de La verdad sobre el caso Savolta de Eduardo Mendoza, cuando se percibió de manera clara una nueva forma de hacer novela, aunque esta incorporaba todavía elementos formales que la entroncaban con la novela experimental. Esta nueva narrativa retomó el interés por la trama y abordó de forma habitual temas como el choque entre el individuo y la sociedad y la importancia de la memoria en la construcción de la Historia. Salvo excepciones, los escritores ya no siguen necesariamente una corriente determinada, sino que saltan de una a otra en cada libro, e incluso pueden mezclar características de varias de ellas en una misma novela. Las tendencias más comunes en este periodo son las siguientes.

– Novela histórica. Género predilecto del mercado con novelas que sitúan la acción en un tiempo histórico. A menudo, la Historia sirve para hacer una revisión crítica del pasado o para reflexionar sobre problemas universales, aunque a veces simplemente constituye un escenario en el que se enmarcan las aventuras de los protagonistas. Destaca la saga de El capitán Alatriste de Arturo Pérez Reverte o Episodios de una guerra interminable, Malena es un nombre de tango o Atlas de geografía humana de Almudena Grandes. Sobre la Guerra Civil y la posguerra merecen ser mencionadas Luna de lobos de Julio Llamazares o Soldados de Salamina de Javier Cercas.

– Novela negra y novela de intriga. Es un género procedente del cine negro y del thriller de EEUU, Francia y Reino Unido. Se adapta a la cultura con obras que consiguen un gran éxito de público. Cabe mencionar las novelas protagonizadas por el detective Pepe Carvalho de Manuel Vázquez Montalbán, o por la inspectora de policía Petra Delicado de Alicia Giménez Barlett. También destacan El invierno en Lisboa y Beltenebros de Antonio Muñoz Molina y las novelas negras con dosis de humor El misterio de la cripta embrujada o El laberinto de las aceitunas de Eduardo Mendoza o su Ciudad de los prodigios donde incorpora la fantasía.

– Novela intimista. Engloba un gran número de novelas centradas en los problemas íntimos de un personaje que vive en un entorno urbano actual y aborda asuntos tan variados como el amor, la soledad, la memoria, la propia identidad, las relaciones familiares o la incomunicación. Son novelas en las que suelen difuminarse las barreras entre la ficción y la vida real. Destacan Juegos de la edad tardía de Luis Landero, La soledad era esto de Juan José Millás, Historia de un idiota contada por él mismo de Félix Azúa o La escala de los mapas de Belén Gopegui.

– Ficción metanovela. El tema central de las obras de este género gira en torno al mundo de la creación literaria; el protagonista es, con frecuencia, un escritor. Sobresalen Gramática parda de Juan García Hortelano y Doctor Pasavento de Enrique Vila-Matas.

– Novela experimental. Pone el foco en la experimentación por encima de la historia, no cuenta con mucho seguimiento después de los años 60. Destaca Escuela de mandarines de Miguel Espinosa.

Desde los últimos años del siglo XX hasta la actualidad se mantiene la heterogeneidad de discursos narrativos y de corrientes novelísticas que predominaron en las décadas anteriores. Además, en las narraciones más recientes se observan algunos rasgos comunes como la preponderancia de la novela histórica, temas basados en el descontento o la desorientación del individuo y la construcción de la identidad evocando recuerdos como en Las niñas prodigio de Sabina Urraca o Voz de vieja de Elisa Victoria; el espacio suele ambientarse en grandes ciudades, aunque también se da la corriente neorreralista en títulos como Intemperie de Jesús Carrasco o Un amor de Sara Mesa; y es común la mezcla de géneros como el ensayo o la biografía, como en Daniela Astor y la caja negra de Marta Sanz o en Lectura fácil de Cristina Morales.


Literatura hispanoamericana contemporánea: un recorrido apasionante
La literatura hispanoamericana contemporánea es un viaje fascinante a través de las letras, desde las primeras décadas del siglo XX hasta nuestros días. Un recorrido que nos lleva a descubrir movimientos literarios, autores emblemáticos y obras que han marcado la historia cultural del continente americano.
Tras las vanguardias: A principios del siglo XX, la poesía hispanoamericana experimentó una rehumanización, fusionando lo social y lo político con la voz de autores como Neruda, Vallejo y Guillén. La influencia del surrealismo en la década de 1940 marcó un hito, dando paso a una diversidad de estilos que exploraban el existencialismo, la identidad cultural y la reflexión poética. Entre ellos, destaca la figura de Octavio Paz, cuya obra experimental buscaba un lenguaje propio, intenso y sugerente, integrando elementos neorrománticos, comprometidos, existenciales y metafísicos. A partir de los años 60, la poesía se vio ensombrecida por el auge de la novela, pero autores como Parra, Cardenal o Gelman continuaron creando obras significativas. La década de 1970 vio surgir la poesía crítica y testimonial, que enfatizaba la comunicación y el tono coloquial, con representantes como Ernesto Cardenal, Juan Gelman y Roque Dalton. En los años 80, la poesía neobarroca resurgió, junto a otras corrientes como la poesía del silencio, la cotidiana, la neovanguardista y la etnopoesía, esta última reivindicando las raíces de las identidades originarias sudamericanas y denunciando la opresión y el silenciamiento.
Novela: un crisol de realidades Las primeras décadas del siglo XX en la novela hispanoamericana estuvieron marcadas por el regionalismo. La novela de la tierra, con obras como “La vorágine” de José Eustasio Rivera, “Don Segundo Sombra” de Ricardo Güiraldes y “Doña Bárbara” de Rómulo Gallegos, retrató la fuerza de la naturaleza y su impacto en la vida de sus habitantes. Las novelas de la Revolución mexicana, como “Los de abajo” de Mariano Azuela y “El llano en llamas” de Juan Rulfo, plasmaron los acontecimientos revolucionarios y las aspiraciones del pueblo mexicano, reflexionando sobre su identidad y cultura. La novela indigenista, con exponentes como “Raza de bronce” de Alcides Arguedas, “Huasipungo” de Jorge Icaza y “El mundo es ancho y ajeno” de Ciro Alegría, dio voz a la opresión que sufrían los indígenas y mestizos desde la época colonial. La novela urbana de Plata, especialmente en Argentina, reflejó los ambientes marginales y la vida de los inmigrantes a través de técnicas propias del naturalismo, como en “El juguete rabioso” de Roberto Arlt.
A partir de los años 40: Un cambio significativo se produjo en la novela hispanoamericana a partir de la década de 1940. Se alejó del realismo tradicional, adoptando un enfoque más intelectual y centrado en la realidad del hombre contemporáneo. Las técnicas narrativas experimentales se convirtieron en una herramienta clave, incorporando múltiples puntos de vista, narraciones en diferentes planos y recursos cinematográficos. Dos grandes tendencias marcaron este período:
  • Realismo mágico: Esta corriente integró elementos maravillosos en la narración de forma natural, sin generar extrañeza en el lector. Autores como Miguel Ángel Asturias, Alejo Carpentier (“El reino de este mundo”) y Juan Rulfo (“Pedro Páramo”) se convirtieron en sus principales exponentes.
  • Realismo fantástico: A diferencia del realismo mágico, el realismo fantástico introdujo hechos inexplicables o extraordinarios en la cotidianidad, dotándolos de una lógica aparente que generaba perplejidad o incluso la creación de mundos imaginarios. Entre sus representantes se encuentran Felisberto Hernández, Adolfo Bioy Casares y, sobre todo, el argentino Jorge Luis Borges.
La explosión del Boom y su legado: A finales de la década de 1950 y durante la década de 1960, la asimilación de las tendencias anteriores dio lugar al llamado “Boom” de la novela hispanoamericana. Este fenómeno no solo se tradujo en un gran auge literario, sino también en un fenómeno sociológico, ya que la obra de un gran número de autores hispanoamericanos comenzó a difundirse internacionalmente gracias al apoyo de editoriales como Seix Barral. Entre los autores más destacados del Boom se encuentran: Isabel Allende (“Cuentos de Uva Luna”), Alfredo Bryce Echenique (“Un mundo para Julián”), Luis Sepúlveda (“Un viejo que leía historias de amor”), Ángeles Mastretta, Carlos Monsiváis (“Dios de guardar”) y Manuel Puig (“El beso de la mujer araña”).


VALORACIÓN CRÍTICA

La obra sobre la que vamos a hacer el comentario es Usos amorosos de la posguerra española. Su autora, Carmen Martín Gaite, es considerada una de las principales representantes de la generación de narradores de la posguerra española, en cuya obra muestra un realismo social menos implicado en la denuncia explícita, pero sí preocupada por la composición novelística, al igual que Rafael Sánchez Ferlosio e Ignacio Aldecoa, entre otros. Recibió varios premios importantes, como el premio Nadal, el Nacional de Literatura, el Príncipe de Asturias, etc. Por la obra que hemos leído recibió el premio Anagrama de ensayo.

Usos amorosos de la posguerra española es una obra ensayística exhaustivamente documentada, ya que acude a diversas fuentes que aparecen tras cada uno de los nueve capítulos de que consta la obra (revistas, consultorios sentimentales, discursos políticos…). Está escrita en un estilo directo, sencillo, ameno y en ocasiones humorístico e incluso informal. La subjetividad está presente en todo momento, puesto que la autora nos da su opinión sobre los diversos temas presentes en la obra, bien de una manera directa, bien entrecomillando algunas expresiones o poniéndolas entre paréntesis. Con esto consigue que el lector cree su propia opinión y reflexione sobre lo que cuenta.

Carmen Martín Gaite trata en su ensayo algunos de los principales problemas de la sociedad española de posguerra, como el dolor, la prostitución, la miseria, la forma de actuar de hombres y mujeres en cuanto a sus relaciones sociales y amorosas. Aborda, y muy detalladamente, la condición de la mujer de los años 40 y 50, cuya meta era ser la perfecta ama de casa, esposa y madre, siguiendo las consignas políticas dictadas por la Iglesia, el franquismo y por otros movimientos ideológicos como la Sección Femenina. Frente a este tipo de mujer, la autora trata otro tipo, la mujer “topolino”, que, aunque vista y se comporte de manera frívola, su meta es la misma: el matrimonio. Cuenta también que la educación de ambos tipos de mujer solía correr a cargo de monjas (igual que la de los hombres estaba a cargo de frailes), primándose la educación que las condujera a convertirse en amas de casa, madres y esposas hacendosas, dejando en un segundo y hasta tercer plano la educación universitaria. A esto se le añadía el sesgo sexista de la educación que las propias madres daban a sus hijas. Y luego, cita a esas mujeres que viven en los extrarradios de las ciudades, en las que los estragos de la guerra se hacen más evidentes, y en los que la miseria y el hacinamiento las convierte en prostitutas encubiertas, puesto que el régimen sabe de su existencia (el chaval de posguerra se iniciaba en el sexo en gran cantidad de ocasiones con ellas, ya que la otra mujer “casta y pura” debía llegar virgen al matrimonio), pero las ignora y cierra los ojos.

Tras la lectura de Usos amorosos de la posguerra española, el lector obtiene una visión general, pero muy detallada, de la manera de educar, tratar, comportarse, relacionarse… de los hombres y mujeres de esa época. Costumbres algunas, ya totalmente caducas y fuera de lugar en nuestra perspectiva del siglo XXI, que a los lectores más jóvenes y no tan jóvenes puede servirles para reflexionar.