La novela y la poesía española desde 1939 hasta la actualidad

1. La novela desde 1939 hasta la actualidad

1.1 La novela desde 1939 hasta los años 70

1.1.1 La novela del exilio

Los novelistas que se exilian tienden hacia la rehumanización y el compromiso social: Ramón J. Sender, Max Aub, Francisco Ayala, Rosa Chacel…

1.1.2 Años 40: Novela existencial y tremendismo

En la década de 1940 solo hay algunos novelistas excepcionales. En general, en esta época se pueden distinguir dos tendencias:

1.1.2.1 Novela existencial

Paralelamente a lo que ocurre en la poesía desarraigada, la desorientación, la hostilidad de la vida y la angustia marcan los motivos de parte de la novela de estos años. Los temas predominantes son la inadaptación, la soledad, la frustración, la muerte… Los títulos más representativos son Nada, de Carmen Laforet, y La sombra del ciprés es alargada, de Miguel Delibes.

1.1.2.2 El tremendismo

Algunas novelas reflejan los aspectos más desagradables y brutales de la realidad para efectuar una reflexión profunda sobre la condición humana. Destaca La familia de Pascual Duarte, de Camilo José Cela.

1.1.3 Década de los 50: El realismo social

La novela de los 50 tiene sus antecedentes en Galdós, en la Generación del 98 y en el neorrealismo italiano. La colmena de Cela, publicada en 1951, marca el inicio de la novela social. Se observan dos grandes tendencias:

1.1.3.1 Objetivismo

Se centra en los problemas del hombre como ser individual (la soledad, la frustración…), narrados de una forma objetiva (como si se tratara de un documental). La novela con mayor repercusión, y la que lleva el objetivismo hasta lo que ya se denomina conductismo (narrador totalmente objetivo) será El Jarama, de Rafael Sánchez Ferlosio. Otros autores destacables son Ignacio Aldecoa, Carmen Martín Gaite (Entre visillos)…

1.1.3.2 Realismo social o crítico

El tema de la novela es la propia sociedad española: la dureza de la vida en el campo, las dificultades de la transformación de los campesinos en trabajadores industriales, la explotación del proletariado, la banalidad de la vida burguesa… Prima el personaje colectivo frente al individuo. El estilo de la novela realista es sencillo, tanto en el lenguaje como en la técnica narrativa (estructura lineal, narrador omnisciente, estilo directo…): se pretende llegar a un amplio público. Podemos destacar a Jesús Fernández Santos (Los bravos), Armando López Salinas (La mina)…

En ambas tendencias hay compromiso social: en el objetivismo la crítica aparece implícita al reflejarse fielmente la realidad, mientras que en el realismo crítico es explícita.

1.1.4 Años 60-70: La novela experimental

Durante la década de los sesenta, y hasta entrada la de los 70, se detecta un cierto agotamiento del realismo social y una clara evolución hacia la experimentación y la renovación. Los escritores españoles se dejan influir por los autores europeos (Proust, Kafka…), norteamericanos (Faulkner) o latinoamericanos (Vargas Llosa, García Márquez…). Las novelas pasan a ser más complejas y experimentales, dirigidas a un lector con preparación intelectual. Las novedades no afectan sólo al argumento o la estructura: algunos autores suprimen los signos de puntuación, o los párrafos, y es frecuente que se mezclen los géneros. Se persigue la experimentación con técnicas, como el perspectivismo, el monólogo interior o los continuos saltos en el argumento. Dos novelas son consideradas los modelos de las nuevas tendencias: Tiempo de silencio de Luis Martín Santos y Señas de identidad de Juan Goytisolo. También podemos citar Cinco horas con Mario, de Miguel Delibes: largo monólogo de una mujer que vela a su marido. Avanzando ya en los años 70, el fervor experimental se modera y reaparece el deseo de contar historias (La verdad sobre el caso Savolta, Eduardo Mendoza).

1.2 La novela desde 1975 hasta nuestros días

A partir de 1975 se abre un nuevo periodo para la narrativa. El ambiente de libertad en el que comenzó a desarrollarse la cultura española tras la muerte de Franco permitió un mejor conocimiento de la literatura española en Europa y de la literatura occidental en España. A ello contribuyó significativamente la desaparición de la censura y la recuperación de la obra de los escritores exiliados. Las novelas aparecidas tras la muerte del dictador vuelven a otorgar importancia al relato en sí, aunque a veces se usen ciertas técnicas experimentales. Así lo hizo Gonzalo Torrente Ballester con La saga/fuga de J.B., y sobre todo Eduardo Mendoza con La verdad sobre el caso Savolta, que puede considerarse el punto de partida de la narrativa actual: el autor ofrece en esta novela de corte policíaco un argumento que atrapa la atención del lector. En obras posteriores, Mendoza ha mostrado su excepcional capacidad paródica: Sin noticias de Gurb o El misterio de la cripta embrujada subvierten de forma irónica los tópicos de géneros consagrados. En general, los aspectos más significativos de la novela española de esta época son:

  • El carácter aglutinador (eclecticismo). Acoge prácticamente todas las tendencias, modalidades, temas, experiencias y preocupaciones personales.
  • La individualidad. Cada novelista elegirá la orientación que le resulte más adecuada para encontrar un estilo propio con el que expresar su mundo personal y su particular visión de la realidad.
  • La importancia de la trama.
  • Orientación hacia un lector medio.

Por otra parte, no resulta fácil separar unas corrientes o escuelas definidas; sí es posible, no obstante, identificar ciertas tendencias temáticas. Las más relevantes son estas:

  • Novela policíaca (de intriga y suspense). Este subgénero resurge con especial fuerza. A menudo este tipo de novela posee una fuerte carga crítica. Entre sus cultivadores destaca Manuel Vázquez Montalbán (Los mares del sur).
  • Novela histórica. Se pueden citar como ejemplos El hereje, de Miguel Delibes, así como la saga protagonizada por el capitán Alatriste, de Arturo Pérez-Reverte, ambientada en el Siglo de Oro.
  • Novela de la reflexión íntima. Este tipo de narrativa se centra en la búsqueda personal y la reflexión sobre la propia existencia. Obra representativa de esta tendencia puede ser El desorden de tu nombre, de Juan José Millás.
  • Novela poemática. Se recrean de forma lírica los espacios y los objetos, el ritmo suele ser lento y la profundización en la psicología de los personajes fundamental, con un lenguaje muy cuidado. Ejemplo de ello sería La lluvia amarilla, de Julio Llamazares.
  • Novela de memorias y autoficción. La vida del escritor forma parte de la misma novela, difuminando la frontera entre realidad y ficción. La negra espalda del tiempo, de Javier Marías, es un buen ejemplo. Aquí también podría incluirse El cuarto de atrás, de Carmen Martín Gaite.
  • Novela de testimonio. Se caracteriza por la cuidada ambientación y el carácter crítico. Podemos destacar Crónica del desamor, de Rosa Montero. Aparte de los autores ya nombrados, especialmente destacable es Antonio Muñoz Molina: en su narrativa se conjugan de forma armónica el rigor en la construcción del relato y la preocupación por elaborar un argumento atractivo para el lector. Sobresalen entre sus obras El invierno en Lisboa y El jinete polaco.

A principios del siglo XXI, una nueva generación de narradores nacidos en torno a los 70 encabeza un cierto giro en la novela. Se percibe en ellos el influjo de la estética híbrida y fragmentaria de las nuevas tecnologías. La obra “fundacional” es Nocilla dream, de Agustín Fernández Mallo, que da nombre precisamente al grupo: generación “Nocilla” (también se le conoce como Afterpop). En estos últimos años continúan también las tendencias anteriores, destacando quizá las novelas históricas contextualizadas en épocas cercanas, especialmente en la Guerra Civil, como Soldados de Salamina, de Javier Cercas; La voz dormida, de Dulce Chacón, o Los girasoles ciegos, de Alberto Méndez. Por último, no podemos dejar de nombrar al menos la relevancia que ha ido adquiriendo la novela gráfica, con autores tan destacados como Paco Roca (Arrugas).

2. La poesía desde 1939 hasta la actualidad

2.1 La poesía desde 1939 hasta los años 70

2.1.1 Años 40: Poesía testimonial

No podemos empezar sin al menos citar a Miguel Hernández, muerto en la cárcel en 1942. Clasificado como “epígono del 27” o como perteneciente a la “Generación del 36”; de entre sus obras podemos destacar Cancionero y romancero de ausencias, conmovedor conjunto de poemas de inspiración popular sobre la cárcel y la angustia por el destino de su esposa y de su hijo. Durante esta década la literatura permanece en general al servicio de los vencedores, y sometida a una doble censura gubernativa y eclesiástica. Por otra parte, el férreo control sobre ediciones y traducciones provoca un extraordinario empobrecimiento intelectual. Por ello, formalmente prevalece la continuidad de lo tradicional, lo que significa una vuelta al realismo que, en estos años, tendrá con frecuencia carácter testimonial y existencial. La poesía en esta década se suele dividir en dos tendencias:

  • La “poesía arraigada”: surgió fundamentalmente de las revistas “Garcilaso” y “Escorial”, con apoyo oficial del régimen franquista. Los temas fundamentales son Dios y la patria, el paisaje castellano, el amor… Con un admirable dominio de la técnica, ofrecen una visión positiva del mundo. Entre sus autores destacan los de la llamada Generación del 36 (en especial Luis Rosales).
  • La “poesía desarraigada”: nace en la revista “Espadaña”, y debe su denominación a Dámaso Alonso (Hijos de la ira). Los temas fundamentales son la angustia social (causada por la guerra) y la angustia existencial (la ausencia de Dios, la soledad, la muerte…). En este grupo destacan especialmente Gabriel Celaya y Blas de Otero. No obstante, en los años 40 hay también voces que se alejan de estas dos tendencias predominantes, como el grupo “Cántico” y el “Postismo”.

2.1.2 Años 50: Poesía social

Hacia 1955 se consolida —en todos los géneros— el llamado «realismo social». De esa fecha son dos libros de poemas que marcan un hito: Pido la paz y la palabra de Blas de Otero y Cantos iberos de Gabriel Celaya. En ellos, ambos poetas superan su anterior etapa de angustia existencial, para situar los problemas humanos en un marco social. También sobresale José Hierro. En cuanto a la temática, hay que destacar el tema de España, más obsesivo aún que en los «noventayochistas» y con un enfoque distinto (más político): la injusticia social, el mundo del trabajo, el anhelo de libertad y de un mundo mejor… Se trata de una poesía que emplea un lenguaje claro, de tono casi coloquial.

2.1.3 Años 60: Poesía renovadora

A finales de los cincuenta apareció un grupo de poetas que, sin dejar los temas sociales, buscaba una mayor elaboración del lenguaje poético y un desplazamiento de lo colectivo a lo personal. Son los poetas conocidos como la Promoción de los sesenta (o Generación del 50, o “niños de la guerra”; también “poesía del conocimiento”): Ángel González, Jaime Gil de Biedma, José Ángel Valente, Claudio Rodríguez… Se puede establecer una temática común a todos ellos:

  • La reflexión sobre el paso del tiempo
  • El amor como cauce del erotismo y la amistad
  • La reflexión sobre la creación poética
  • En algunos poemas tratan asuntos de tema social y político, con ironía

Estilísticamente, se rechaza tanto el patetismo «desarraigado» como el prosaísmo de los poetas sociales y se busca un estilo aparentemente conversacional, compatible con una exigente labor de depuración y de concentración de la palabra. Cada poeta se propone la búsqueda de un lenguaje personal, nuevo, más sólido.

2.1.4 Años 70: Los novísimos

El nombre de “novísimos” procede de una antología publicada en 1970 por el crítico José María Castellet con el título “Nueve novísimos poetas españoles”, entre los que incluía a Pere Gimferrer, Félix de Azúa, Manuel Vázquez Montalbán… La intención era presentar a una generación que esgrimía una nueva forma de hacer poesía: rompía con lo anterior y se insertaba en la línea de la literatura experimental. Estos poetas ya no creen en la poesía como vehículo de comunicación, abandonarán el tono intimista y autobiográfico de la década anterior y llevarán a cabo una renovación total del género: desde su propia concepción, hasta la temática y las técnicas. Son autores nacidos tras la Guerra Civil, que sienten fascinación por los tebeos, el cine, la incipiente televisión, etc.

2.2 La poesía desde los años 70 a nuestros días

Con la instauración de la democracia, acaba desapareciendo la censura y vuelven poetas exiliados como Alberti, pero no se transforman las condiciones de difusión del género poético, que siguió reducido a un público minoritario. Durante esta época se han dado múltiples tendencias poéticas, entre las que destacamos las siguientes:

2.2.1 Los novísimos. Poesía culturalista

El nombre de “novísimos” procede de una antología publicada en 1970 por el crítico José María Castellet con el título “Nueve novísimos poetas españoles”, entre los que incluía a Pere Gimferrer (la principal figura), Félix de Azúa, Manuel Vázquez Montalbán… La intención de este volumen era presentar a una generación que llegaba esgrimiendo una nueva forma de hacer poesía: rompía con lo anterior y se insertaba en la línea de la literatura experimental. Estos poetas ya no creen en la poesía como vehículo de comunicación, abandonarán el tono intimista y autobiográfico de la década anterior y llevarán a cabo una renovación total del género: desde su propia concepción, hasta la temática y las técnicas. Son autores nacidos tras la Guerra Civil, que sienten fascinación por los tebeos, el cine, la incipiente televisión, etc. Se trata de una poesía de gran variedad temática. Así, habría que señalar la coexistencia en esta generación de dos tendencias diferentes: una que reivindica el uso de materiales tradicionalmente considerados ‘no poéticos’, como frases hechas, refranes, versos de coplas o la cultura pop, y otra de lenguaje más artificioso y preciosista, la que sería propiamente poesía culturalista, en la que se encuadran también autores no recogidos en la antología, como Antonio Colinas.

2.2.2 Poesía de la experiencia

La poesía de la experiencia (Luis García Montero, Felipe Benítez Reyes…) dominó el panorama poético desde los 80 hasta mediada la década de los 90. Propugna una nueva sentimentalidad, una poesía realista, que habla de la vida cotidiana, urbana, y que revaloriza la experiencia, el humor y la emoción. Vuelven a aparecer temas como la incomunicación, la soledad en la ciudad y el escepticismo filosófico y religioso. El poeta busca transmitir su emoción al lector y que este le comprenda: existe una vocación clara de comunicación, por lo que se hace uso de un lenguaje poético accesible. También se vuelven a usar formas métricas reconocibles.

Progresivamente, esta tendencia se fue manifestando en favor de un compromiso social del poeta frente a lo que consideran un mundo injusto e insolidario con el sufrimiento ajeno.

2.2.3 Poesía neovanguardista

A partir de los años ochenta y noventa del siglo pasado se extiende la estética de la posmodernidad que asume los presupuestos artísticos transgresores de las vanguardias de inicios del siglo XX, pero sin manifestar la carga política anti-burguesa que las caracterizaba. Sobresalen entre ellos poetas que desarrollan elementos surrealistas como Blanca Andreu o Leopoldo Panero. También podemos añadir la corriente de la llamada poesía visual, que parte del futurismo, el dadaísmo y el cubismo y que por medio de palabras intenta reflejar imágenes siguiendo estructuras caligramáticas y jeroglíficas. Entre sus autores podemos destacar a Fernando Millán.

2.2.4 Poesía actual

El panorama actual es muy complejo, entre otras cosas porque muchos poetas de anteriores generaciones siguen publicando. Aunque en los últimos años se puede destacar como características el cambio en los canales de comunicación poética que supuso la popularización de Internet (blogs, encuentros en la red, revistas digitales…) y la aparición de un nuevo “género”: la micropoesía (pildorazos poéticos de consumo rápido). También se habla de “postpoesía” (Agustín Fernández Mallo) de la llamada generación “afterpop”, que puede caracterizarse por la hibridación de géneros, el collage, la fragmentación… Se habla también últimamente de una “Poesía 2.0”, breve, inmediata, inconformista, crítica, ecléctica… Aquí podrían incluirse autoras como Elvira Sastre o Elena Medel.