La Poesía Española de Posguerra: De la Propaganda al Existencialismo

La Poesía Española de Posguerra

La Guerra Civil marcó la vida y obra de los autores nacidos a principios del siglo XX, la mayoría rechazó el arte puro que tanto éxito tuvo en los años 20-30. Las consecuencias de la guerra se sienten en la lírica hasta los años 60. Por tanto, la poesía sigue un camino condicionado por la política convulsa de la época que influye en la conciencia del poeta; hasta que no comiencen a ser más favorables, la poesía no volverá a ser meramente literaria. La poesía en los años de la Guerra Civil e inmediatamente posterior es una literatura propagandística de la ideología del régimen, además de carente de calidad. Como excepción se encuentra Miguel Hernández, cuya poesía se caracteriza por el típico equilibrio de la Generación del 27, entre inspiración-rigor y popular-culto.

Generación del 36: Miguel Hernández

Estos autores reflejan en su obra las consecuencias socio-políticas de la Guerra Civil, son conocidos como Generación del 36 o Generación escindida. Tras dicho conflicto se experimenta una rehumanización poética, iniciada antes de la Guerra Civil. Esta rehumanización consistía en la expresión de preocupaciones y sentimientos humanos (individuales, sociales). Esto supuso que renunciasen al arte puro predominante en las vanguardias y sus derivados. Miguel Hernández actúa como puente entre la Generación del 27 y la Generación del 36. Su vocación poética lo llevó a realizar una intensa educación autodidacta.

ESTILO

Caracterizado por la forma auténtica y apasionada con la que expresa su mundo humano y doméstico, alejándose de la frialdad propia de la vanguardia. Destacan sus originales metáforas, creadas a partir de un lenguaje inmediato y familiar, además del dominio de metros tradicionales (sonetos, romances, etc.)

CONTENIDO

Su lírica gira en torno a temas universales: la vida y su manifestación suprema, el amor, la muerte (siempre acechando), el compromiso político y la lucha por la justicia social. La gran diferencia que presenta con los integrantes de la generación es la carencia de una formación académica ortodoxa. La palabra que resume su poesía es: emotividad. Toda su obra gira en torno a 3 temas:

  • Amor: en ocasiones roza el erotismo. Al principio no es correspondido (fuente de dolor, sufrimiento), a medida que se ve correspondido (distinta óptica, expresado dichosamente). La amada aparece simbolizada con términos que hacen referencia a la luz y elementos de la naturaleza.
  • Muerte: tema recurrente como el dolor, causado por circunstancias personales (cárcel, pérdida de seres queridos…) e históricas (guerra). Los símbolos que destacan son: armas y comparaciones con animales. La muerte se presenta como noche, oscuridad, vacío y asociada al toro.
  • Vida y esperanza: a pesar del tono pesimista predominante en los poemas, el autor encuentra motivos dichosos que lo impulsan al vitalismo, esperanza en un futuro mejor a partir de la solidaridad y el amor.

Su trayectoria es similar a la de la Generación del 27, se divide en las siguientes épocas:

  1. Época de EXPERIMENTACIÓN: en la que busca un lenguaje poético propio ayudado por las vanguardias, pero también con la tradición como en el caso de Perito en lunas. Por el contrario se encuentra El rayo que no cesa, cuyo tema principal es el amor no correspondido, concebido como un rayo destructor (símbolo de fuego pasional).
  2. De COMPROMISO: época en la que se convierte en poeta social y militante. En Viento del pueblo su poesía se compromete con el pueblo junto con una voz airada. Además defiende sus ideas revolucionarias en forma de protesta a través del sufrimiento de pobres/niños. El amor se encuentra como un receptor amplio dirigido (además de a la mujer) al pueblo y a la tierra.
  3. De MADUREZ Y REFLEXIÓN: últimos poemas escritos en la cárcel, recogidos en Cancionero y romancero de ausencias; gira en torno al sentimiento de la ausencia (la muerte de su primer hijo y la ausencia del segundo y de su mujer) y a la ausencia de libertad. A su hijo dedica Nanas de la cebolla donde el lenguaje se vuelve más espontáneo y la sintaxis más sencilla. A pesar de que la guerra solo causa odio, el poeta establece un ápice amoroso, la esperanza, amor al hijo (=futuro) y amor a la esposa (=plenitud afectiva amorosa y erótica que alcanza).

SÍMBOLOS HERNADIANOS

  • Vientre y sexo femenino: centro de la vida, plenitud amorosa, refugio seguro.
  • Rayo: relacionado con la idea del fuego pasional que consume al amante, además de la herida que provoca.
  • Toro: virilidad, pasión, libertad, todas ellas…

Poesía Años 40: Existencialista

El fin de la Guerra Civil supuso un “año cero”: poetas muertos, encarcelados, en el exilio que provocan una división cultural entre desterrados y “los que se quedaron” o vencedores-perdedores. La más difundida es la poesía de vencedores o poesía arraigada, donde destaca José María Pemán con temas amorosos, religiosos e imperiales. En 1940 surge la revista falangista Escorial, representante de los ideales del régimen épicos e imperialistas. Su temática es heroica, imperialista junto con temas religiosos y amorosos. Dicha revista estaba dirigida por Dionisio Ridruejo, que evoluciona de Poesía en armas a posturas más abiertas. Aunque la revista más representativa es Garcilaso, caracterizada por sus poetas que traen de vuelta al soneto, al endecasílabo; también se caracteriza por el optimismo de sus obras alejadas de la triste realidad y del papel protagonista de la religión que les rodea. Otras figuras importantes son: Luis Rosales (La casa encendida), Leopoldo Panero (Escrito a cada instante), Luis Felipe Vivanco (Continuación a la vida) y Dionisio Ridruejo (En la soledad del tiempo).

Esta corriente se caracteriza por lo siguiente:

  • Visión del mundo serena y armónica: distanciada de la realidad cotidiana de España. Los autores se resguardan en un existencialismo agradable y ordenado centrado en lo doméstico y lo familiar, el paisaje, el amor, las cosas bellas…
  • Religiosidad armónica: en la que Dios es un elemento fundamental de orden que aporta serenidad y confianza.
  • Uso de una métrica clásica: reflejando un espíritu desequilibrado, por eso retoman estrofas y composiciones clásicas, en especial el soneto. Posteriormente utilizarán el verso libre.

Los poetas “arraigados” son Luis Rosales, cuya obra La casa encendida (1949) es considerada como una de las mejores de nuestra lírica, Leopoldo Panero (Escrito a cada instante, 1949), Luis Felipe Vivanco (Continuación a la vida, 1944) o Dionisio Ridruejo (En la soledad del tiempo, 1944).

A posteriori aparece la poesía desarraigada que refleja la peripecia individual del humano en tiempos angustiosos-dolorosos, de continua zozobra (interior y exterior) además de la falta de fe en el futuro. Una poesía existencialista, cuyas características son las siguientes:

  • Sentimiento de angustia-desesperación ante las circunstancias: la idea de haber sido arrojados a un mundo absurdo les produce un vacío difícil de llenar. Dios ya no es símbolo de equilibrio y serenidad, sino la única posibilidad de salvación del hombre, por lo que cuando se dirigen a él le increpan y le muestran el sufrimiento del mundo. Los temas están más presentes en la realidad del momento (muerte, soledad, violencia). Ahora la existencia se concibe como una lucha con el medio o con el mundo interior.
  • Abandono del ámbito personal para dirigirse a los demás: como intento de solidaridad, posteriormente sentará las bases de la poesía social.
  • El estilo deja de ser clásico, tornándose desgarrado, casi violento: reflejado con el uso de un lenguaje coloquial brusco y duro, la métrica tradicional es sustituida por el verso libre o versículo; dejando mayor manifestación de la angustia existencial.

A esta corriente pertenecen los siguientes autores: Dámaso Alonso (Hijos de la ira) y Vicente Aleixandre (Sombra del paraíso) como representantes de la Generación del 27. Junto a poetas jóvenes como Gabriel Celaya (Movimientos elementales) y Blas de Otero (poemas como Hombre) que evolucionarán hacia la poesía social.