La Poesía Española de Posguerra
Tras la Guerra Civil española (1936-1939), la figura del General Franco dominó todos los aspectos de la vida del país, incluida la cultura. Muchos artistas e intelectuales de la época se vieron obligados a exiliarse, otros acabaron malogrados; mientras que solo aquellos afines al régimen o que se sometieron a la censura, pudieron permanecer en España. Teniendo esto en cuenta, podemos hablar, dentro de la poesía de posguerra, de diferentes grupos, generaciones o tendencias.
Poesía Arraigada
Por un lado, la dictadura difundirá los valores tradicionales, idealizando el pasado histórico y artístico. Por ello aparecerá un tipo de poesía a la que Dámaso Alonso bautizará con el nombre de “Poesía arraigada”. Sus autores ofrecen una visión serena del mundo con un estilo sobrio y empleando formas métricas clásicas. Los nuevos poetas ven en Garcilaso un ejemplo a seguir, provocando así una huida de la realidad y una idealización que poco tenía que ver con el momento. También podemos destacar la figura de Luis Rosales con obras como: Abril o La casa encendida, en esta última se expresa el sentido de la vida en valores como la amistad, el amor, la familia o los recuerdos, la casa cuyas habitaciones se van iluminando simboliza la vida.
Poesía Desarraigada
Junto a aquellos poetas afines a la dictadura, hemos de mencionar a aquellos que permanecieron en España, pero que tuvieron que someterse a la censura, aunándose en lo que Dámaso Alonso denomina “Poesía desarraigada”. En este mismo grupo es donde él se incluye. Todos ellos transmiten en sus obras una profunda angustia. Suelen emplear un tono dramático y un lenguaje directo, desgarrado. Dentro de este grupo destacaremos las figuras del propio Dámaso Alonso cuya obra más sobresaliente es Hijos de la ira, un poemario en el que se reflexiona sobre la condición humana, contra la injusticia, la miseria material y moral y el odio. Junto a él Sombra del paraíso, de Vicente Aleixandre.
Otros nombres relevantes serán Manuel Altolaguirre con obras como Las islas invitadas; Emilio Prados, León Felipe con Español del éxodo y del llanto o Juan Gil-Albert con obras como Misteriosa presencia o Candente horror. Todos ellos escribieron desde el exilio donde trataban de asimilar su nueva situación en países hispanoamericanos.
Poesía Social
A partir de 1950, surge la llamada “Poesía social” que busca convertirse en herramienta de transformación social siguiendo la línea iniciada antes de la Guerra Civil por autores como Antonio Machado, Miguel Hernández o Pablo Neruda. La poesía deja de ser un “lujo cultural” para convertirse en una necesidad “cantemos como quien respira”, dijo Celaya, uno de los autores más representativos de esta poesía social. Implica un interesante cambio formal a través del lenguaje coloquial y cierto narrativismo nacido de ese enfoque realista, sobre todo predomina ese tono llano y conversacional. La situación de España, la injusticia social y el anhelo de paz y libertad se convertirán en sus temas más recurrentes. Entre los autores más destacados de esta vertiente, podemos citar a Blas de Otero y Gabriel Celaya.
Blas de Otero
En la obra de Blas de Otero podemos apreciar tres etapas marcadas por su vida e ideología. Con títulos como Pido la paz y la palabra, Ángel fieramente humano y Redoble de conciencia. Indagan sobre la existencia del ser humano desvalido que se pregunta por un Dios que nunca aparece. Su estilo destaca por la tensión y el dramatismo.
Gabriel Celaya
Con respecto a Gabriel Celaya, es necesario indicar que su producción poética está marcada por su intento de responder a la historia que le tocó vivir. Su poesía se recuerda por ser la más directa y con mayor carga política. Dos de sus mejores libros son: Las cartas boca arriba y Cantos Iberos.
Los Novísimos
A partir de los 60, la poesía social entra en decadencia coincidiendo con una mayor amplitud de miras en los escritores. Los poetas buscan una poesía más subjetiva, temas universales, y utilizando la ironía como medio de mostrar su disconformidad con lo que les rodea. Fueron significativas en estos años las “escuelas” de Barcelona y Madrid. Carlos Barral, José Agustín Goytisolo, Jaime Gil de Biedma son los más admirados del momento por la sinceridad y la inmediatez de su voz poética. En el grupo de Madrid destacan nombres como Claudio Rodríguez, Ángel González (Tratado de urbanismo) y José Hierro (Cuaderno de Nueva York), suelen presentar una voz más romántica y metafísica. Todos ellos comparten el enfoque humanista pues parten de su propia experiencia y buscan un lenguaje personal como medio de manifestar su conciencia y emoción.
En la década de los setenta, estos autores recrean aspectos más característicos de la sociedad de consumo. Sus temas van desde lo personal a aspectos públicos, como la guerra de Vietnam y la intervención de EEUU, pero siempre con una finalidad estética y actitud neovanguardista. Su denominación de “novísimos” se debe a la antología que publicó José M.ª Castellet bajo el título: Nueve novísimos poetas españoles.
Los rasgos comunes de esta corriente poética son: Rechazo de realismo social, influencias heterogéneas, el aspecto más destacado es la incorporación de cultura popular como el cine, la publicidad, la televisión y el arte pop, junto a el surrealismo o el simbolismo. Refinamiento y artificiosidad. Entre los grandes nombres de este grupo generacional, podemos señalar a Pére Gimferrer, con obras como Muerte en Beverly Hills, Extraña fruta o Tornado ; Leopoldo M.ª Panero con Así se fundó Carnaby Street o Poemas del manicomio de Mondragón o Antonio Colinas con títulos como Truenos y flautas en un templo o Jardín de Orfeo.
Desde los años ochenta aparecen nuevas tendencias propiciadas por la aparición de revistas y premios como Hiperión o el Adonais. Destacan: la poesía de la experiencia cuyo máximo representante es Luis García Montero. El Neosurrealismo recupera el verso largo con Blanca Andreu, o, la Poesía clasicista o el Neoerotismo con Luis Antonio de Villena y AnaRossetti que tratan temas como el erotismo, la juventud perdida, el cuerpo, la homosexualidad.
En la actualidad todas estas corrientes de finales de siglo XX confluyen en diferentes poetas como Elena Medel, Antonio Lucas o María-Eloy García que han recibido premios como el Loewe o El Ojo Crítico y todos ellos comparten rasgos generales como el tono intimista y la visión del mundo y yo.