La Poesía Española desde el Modernismo hasta la Generación del 27

La Poesía desde el Modernismo a las Vanguardias

El Modernismo fue una manifestación literaria efímera que abarca los años 1885 a 1915. Los modernistas muestran un rechazo de los modos de vida burguesa – como sinónimo de trivialidad o vulgaridad – y la ruptura de las normas estéticas imperantes.

El poeta más representativo es el nicaragüense Rubén Darío (Azul, Prosas profanas).

Los temas más frecuentes son: la realidad sensible y, por otro lado, la intimidad del poeta. Son elementos típicos del arte modernista los cisnes, símbolo de la blancura e ideal de belleza, las ninfas, las princesas, los decorados exóticos, París y Versalles, los mitos grecolatinos, el indigenismo y el erotismo. Todos los elementos exóticos son instrumentos para luchar contra el prosaísmo, la vulgaridad y la chabacanería. Por otro lado, manifiestan: la angustia y la desesperación, el espíritu de protesta, la muerte.

La búsqueda de la originalidad les llevó, en la elección del vocabulario, a construir sustantivos a partir de adjetivos, a crear neologismos, a introducir galicismos, incluso a construir adverbios a partir de sustantivos o adjetivos. Asimismo, sinestesias, con brillantes correspondencias visuales, olfativas, gustativas, auditivas o táctiles; combinaciones de recursos fónicos – aliteración, paralelismo, rimas internas que responden a un ideal de musicalidad, a alusiones metafóricas o a imágenes de gran riqueza.

El alejandrino fue su verso preferido, aprendido de los poetas franceses. A esta influencia francesa también deben el dodecasílabo y eneasílabo. Por supuesto, se sigue usando el endecasílabo y el octosílabo. Lugar primordial ocupa el soneto, sino en alejandrinos o con distintas combinaciones de metro.

Es habitual considerar como poeta representativo de la Generación del 98 a Antonio Machado. No obstante, algunos lo consideran miembro epigonal del grupo.

El estilo poético de Machado destaca por su economía expresiva; en esta eliminación de la retórica converge con otros creadores de su tiempo y de su generación que profesaban un abierto antirretoricismo. Por lo que se refiere a sus obras, debemos citar:


a) Soledades, publicada en 1903 y refundida en 1907. No obstante, las formas métricas y los símbolos son modernistas.

b) Campos de Castilla (1912). En él describe un paisaje real, concreto, el de Castilla y reflexiona sobre la realidad de España.

c) Otras obras líricas: Nuevas Canciones (1924) en las que domina el aforismo y en sus últimos poemas se muestra comprometido con la causa republicana.

Hacia 1914 aparece otra generación – el Novecentismo o Generación del 14 – más científica y metódica y europeísta. La decadencia del movimiento llegará a partir de 1930.

Juan Ramón Jiménez

Juan Ramón Jiménez resume mediante su obra las distintas corrientes que atraviesa la poesía española desde el Modernismo. En su obra se advierten tres etapas: etapa sensitiva, etapa intelectual y etapa suficiente o verdadera:

1. Etapa sensitiva (1900-1915). Destacan obras como Elegías, Laberinto y Platero y yo. Su tono es intimista, orientado hacia la contemplación y la confesión sentimental.

2. Etapa intelectual (1916-1936). Con Diario de un poeta recién casado (1916) se abre una nueva etapa. Se marca como propósito la búsqueda de una palabra nueva con dos intereses: la exactitud y la eficacia de la comunicación. Calificó esta etapa suya de “intelectual” y no creía en un arte para mayorías, de ahí su famosa dedicatoria: “A la minoría, siempre”. Habla de poesía pura.

3. Etapa suficiente o verdadera (1936-1958). De los cuatro títulos escritos en su exilio americano dos han merecido una especial atención: En el otro costado (1936-1942) y Dios deseado y deseante (1949).

Ramón Gómez de la Serna

Ramón Gómez de la Serna conecta con las vanguardias europeas. En las revistas de la época, en Prometeo y en las tertulias del Café de Pombo que presidía, defendió y divulgó las nuevas corrientes del arte a las que dedicó además un libro, Ismos (1931). Las greguerías son el eje de su extensa obra. Es definida por el propio creador como humorismo + metáfora. Este arte de la “greguería” es puro juego de lenguaje. Son brevísimas prosas o incluso versos que esconden una pirueta conceptual o una metáfora insólita.


Las Vanguardias

El concepto de Vanguardias engloba a distintos movimientos, como el Dadaísmo, el Futurismo, el Cubismo, el Surrealismo, el Creacionismo o el Ultraísmo. Huyen de cualquier norma establecida. Defienden que el poeta, el creador, debe ser original. La sorpresa y la provocación a través del juego y del humor son primordiales.

A partir de 1920, se observa en España la eclosión de los movimientos de vanguardia.

El Ultraísmo incorpora a la lírica el mundo urbano (el cine, el deporte, el progreso técnico), con la eliminación de la rima y de lo narrativo y de lo sentimental, mediante el humor, las metáforas ilógicas y la sorpresa.

El Creacionismo llegará a través de la revista Carmen, de Gerardo Diego. Su portavoz es V. Huidobro. La obra literaria es totalmente autónoma. El poeta crea un mundo fuera del existente, un mundo que no existe, pero debería existir.

Por último, el Surrealismo es, con su rebeldía, el que aportará mayor riqueza al lenguaje poético; no se propone solo un cambio estético, sino una sublevación de todos los aspectos de la vida, propugna la liberación de los impulsos reprimidos del subconsciente, la emancipación de todas las prohibiciones morales o estéticas. Defiende la escritura automática, calcando en el papel las imágenes que van surgiendo, sin control de la razón: imágenes oníricas, asociaciones insólitas, relaciones a primera vista incongruentes.

El Surrealismo español no fue, por lo general, tan virulento como el francés, pero casi todos los miembros del grupo poético del 27 quedaron marcados por él.

La Poesía del Grupo Poético del 27

¿Generación o Grupo de 1927? Para que al grupo pueda dársele el nombre de “generación” faltan algunas de las condiciones necesarias:

a) No hubo un guía al que seguir.

b) No rompen con el pasado.

Son coetáneos. Es evidente su compañerismo. Además, su educación y herencia cultural y literaria es similar, lo que facilita el intercambio de ideas y se unen en torno a un acontecimiento que pasará a la historia: el tricentenario de la muerte de Góngora.


Componen el grupo la siguiente nómina: Pedro Salinas, Jorge Guillén, Federico García Lorca, Rafael Alberti, Gerardo Diego, Dámaso Alonso, Vicente Aleixandre, Luis Cernuda, Emilio Prados y Manuel Altolaguirre.

Características de la Poesía del 27

a) Intelectualismo. Aunque refrena la emoción, no la excluye sino que la transforma en emoción contenida. Es dominante el uso de la imagen y la metáfora.

b) Virtuosismo y rigor técnico. Lorca decía que quizás era poeta “por la gracia de Dios (o del demonio”), pero lo era, sobre todo, “por la gracia de la técnica y del esfuerzo”.

c) Poesía minoritaria y popular. No se caracteriza por su dificultad léxica en la búsqueda de la sencillez expresiva, pero no necesariamente conceptual, es decir, el hermetismo y la transparencia. La métrica, con tendencia al verso libre, aunque no faltan los sonetos (y es común en todos ellos el romance). Más rara es la décima que sí usarán de forma singular Cernuda y Guillén.

d) Influencias. Establecen un equilibrio perfecto entre lo nuevo y lo antiguo.

Una de sus metas fundamentales es resucitar tendencias y autores: por ejemplo Jorge Manrique, Garcilaso, Bécquer, los místicos, las formas populares del Cancionero y del Romancero, los clásicos barrocos (y, sobre todo, la influencia de Góngora será decisiva). Juan Ramón Jiménez, del que admiraban su virtuosismo verbal y la búsqueda de la perfección y la belleza. Más tarde, en la década de los años 30, se observa el influjo de César Vallejo y, sobre todo, de Neruda, que abogaba por una poesía sin pureza. El concepto de poesía pura que manejan tiene sus raíces en los poetas franceses, especialmente Valéry, que propugnaba una realidad poética al margen de la vida, donde toda señal o indicio de vida y todo sentimiento es eliminado.

Por último, se advierten huellas profundas de los movimientos de Vanguardias: Creacionismo, Ultraísmo, Surrealismo, y valorarán las greguerías de R. Gómez de la Serna.


Cernuda distingue cuatro fases, ha tenido mayor acogida la propuesta de Dámaso Alonso, que señala dos. La primera, hasta 1927, en la que predomina la preocupación por la perfección técnica y la segunda, hasta 1936, que se desborda en el Surrealismo.

Etapas de la Poesía del 27

Distinguimos dos etapas: La primera, marcada por la “deshumanización”, y la segunda, por la “rehumanización”.

1) Hasta 1927: “Deshumanización”

La preocupación por el lenguaje, la necesidad de distorsionar la sintaxis y cargar de significado la distribución tipográfica de los signos, y la confianza en el valor poético de la imagen. También el sentido lúdico y la gratuidad del arte.

La metáfora será de creación poética. Ello provoca dificultades de interpretación, lo que les acarrea acusaciones de poesía intelectual, fría, abstracta y hermética.

También se cultivan formas tradicionales. Por ejemplo, G. Diego y Alberti. Está presente de continuo la lírica popular.

2) Hasta 1936: “Rehumanización”

El cansancio que les produce el formalismo y las actitudes políticas que conlleva el advenimiento de la República explican un cambio de estética. Guerra Civil. Se propugna una nueva función del poeta, que defiende su compromiso social y político.

Aparecen las primeras obras surrealistas: Poeta en Nueva York (1929-30) de Lorca, Sobre los ángeles (1929) de Alberti.

El final de la Guerra Civil supone también la disolución del grupo. Lorca fue asesinado en 1936 y los demás – salvo Dámaso Alonso, Gerardo Diego y Vicente Aleixandre, que permanecen en España – marchan al exilio.