La Guerra Civil supuso una fractura traumática en todos los ámbitos de la vida española y, por supuesto, también afectó a la literatura. Al finalizar la contienda, en 1939, el panorama cultural quedó profundamente empobrecido, debido tanto a la muerte y el exilio de numerosos escritores, como al clima de censura, aislamiento y desconfianza hacia la cultura. En poesía las ausencias son significativas: Unamuno, García Lorca y Antonio Machado habían muerto –Lorca fue asesinado– y Miguel Hernández morirá en presidio poco después en 1942. Viven en el exilio Juan Ramón Jiménez, Pedro Salinas, Rafael Alberti, Luis Cernuda, …
POETA DE TRANSICIÓN: Miguel Hernández
- Etapa relacionada con el 27. Influencia de Góngora: Perito en lunas (1934), en 1936 publica El rayo que no cesa.
- Durante la guerra. Escribe poesía comprometida: Viento del pueblo, El hombre acecha.
- Poesía desnuda y profunda. Las metáforas se han reducido sensiblemente en busca de una expresión directa y esencial. Son los poemas, escritos la mayoría en la cárcel, que se recogen en Cancionero y Romancero de ausencias (1938-1941)
- La poesía de los años 40: Poesía arraigada y desarraigada.
Tras la guerra, se marcan dos grandes tendencias poéticas: poesía arraigada y poesía desarraigada o existencial.
Poesía arraigada. Los temas fundamentales son Dios y la patria, el paisaje castellano, el amor… Tienen un admirable dominio de la técnica. Poesía esteticista y de evasión que Dámaso Alonso denominó ―poesía arraigada–. Ofrecen una visión positiva del mundo obviando la dura realidad española del momento. Se desarrolló en torno a dos revistas: “Escorial”, que reunió a los poetas de la generación del 36 (Luis Rosales, Leopoldo Panero, Dionisio Ridruejo y Luis Felipe Vivanco), que se decantaron por una poesía intimista de temas líricos tradicionales: el amor, la muerte, la tierra, el paisaje. “Garcilaso”, que se fundó con apoyo oficial del régimen franquista para consolidar una poesía que sirviera a los fines de la dictadura. Su director fue José García Nieto y sus autores son básicamente los mismos poetas de Escorial. Los temas fundamentales son Dios y la patria, el paisaje castellano, el amor.
Poesía desarraigada o existencial. Contra esta visión esteticista y de evasión, reaccionan una serie de escritores que reclaman una poesía con mayor contenido humano y existencial, que refleje la desgarradora realidad española de la época: la angustia histórica (causada por la guerra) y la angustia existencial (la ausencia de Dios, la soledad, la muerte…). Fecha clave es el año 1944 en que se publica Hijos de la ira de Dámaso Alonso y Sombra del Paraíso de Vicente Aleixandre, así como la creación de la revista “Espadaña” (1944). En este grupo destacan: Eugenio de Nora, Victoriano Crémer, y Blas de Otero, quecultiva una poesía desarraigada con estilo tremendista. Redoble de conciencia, Ángel fieramente humano fundidos en Ancia.
Al mismo tiempo, surgen movimientos minoritarios que tendrán relevancia más tardíamente: elvanguardismo de los postistas y el esteticismo del grupo Cántico. Intentan enlazar con la Generación del 27 (el grupo Cántico de Córdoba) y con el surrealismo: la revista “Postismo” –abreviatura de postsurrealismo– de Carlos Edmundo de Ory.
- La poesía de los años 50: poesía social.
En torno a 1950 la poesía existencial evoluciona hacia la poesía social, se pasa de expresar la angustia individual a manifestar la solidaridad con los demás. Se convierten en elementos centrales del poema los factores sociales que aparecían como elementos secundarios en la poesía existencial de los años cuarenta. Hacia 1955 se consolida —en todos los géneros— el llamado «realismo social». De esa fecha eran dos libros de poemas que marcan un hito: Pido la paz y la palabra de Blas de Otero y Cantos iberos de Gabriel Celaya. En ellos, ambos poetas superan su anterior etapa de angustia existencial, para situar los problemas humanos en un marco social. Su estela será seguida por muchos de los que antes se inscribían en la «poesía desarraigada»: Crémer, de Nora y, sobre todo, José Hierro. En cuanto a la temática, hay que destacar la gran proporción que alcanza el tema de España, más obsesivo aún que en los «noventayochistas» y con un enfoque distinto (más político). Dentro de la preocupación general por España y del propósito de un «realismo crítico», se sitúan temas concretos: la injusticia social, la alienación, el mundo del trabajo, el anhelo de libertad y de un mundo mejor. Estilísticamente se trata de una poesía que emplea un lenguaje claro de tono coloquial, pues va dirigida «a la mayoría».
- La poesía desde 1960: poesía del conocimiento
A finales de los cincuenta apareció un grupo de poetas que, sin dejar los temas sociales, buscaba una mayor elaboración del lenguaje poético y un desplazamiento de lo colectivo a lo personal. Para ellos el poema es un instrumento que permite al ser humano conocer el mundo, conocerse a sí mismo. Son los poetas conocidos como la Promoción de los sesenta: Ángel González, Jaime Gil de Biedma, José Ángel Valente, Francisco Brines, Claudio Rodríguez Se puede establecer una temática común a todos ellos: La reflexión sobre el paso del tiempo; el amor como cauce del erotismo y la amistad; la reflexión sobre la creación poética. En el estilo es muy visible que el lenguaje conversacional es compatible con una exigente labor de depuración y de concentración de la palabra. Cada poeta se propone la búsqueda de un lenguaje personal, nuevo, más sólido.
- Poesía en los años 70: los Novísimos.
Desde los años sesenta se venía gestando un cambio en la poesía, que quedará reflejado en la antología poética de José María Castellet Nueve novísimos poetas españoles (1970). La nueva poesía rompió con el realismo de los cincuenta, mantenido en parte en la década siguiente, y abandonó el humanismo literario que veía en la literatura un instrumento de lucha contra las injusticias. Los poetas más relevantes de esta década fueron Guillermo Carnero, Ana María Moix, Leopoldo María Panero, Pere Gimferrer, Vicente Molina Foix,
Félix de Azúa,… Como grupo les caracteriza la preferencia por la cultura de masas y la preferencia por la literatura europea e hispanoamericana. Dentro de esta estética se incluye también a Luis Alberto de Cuenca con Los retrasos; Luis Antonio de Villena con Sublime Solarium, y Antonio Colinas con Truenos y flautas en el templo. A partir de mediados de los setenta se produce una poesía nueva que rescata la continuidad con el pasado literario español y halla sus modelos en los poetas de fin de siglo, en los del 27 y en los de los cincuenta, especialmente Gil de Biedma, Valente y Brines (Blanca Andreu, Jaime Siles, Ana Rossetti, Julio Llamazares...).
- La poesía desde los años ochenta.
La tendencia que parece tener una mayor repercusión en el panorama poético actual es la llamada poesía de la experiencia. Esta orientación busca un público más amplio y se aleja de la élite de los novísimos. Abarca un espectro temático que incluye desde los hechos cotidianos y la realidad urbana al más profundo intimismo o la preocupación por el paso del tiempo y su influencia en las personas y las cosas. La reflexión sobre la vida se tiñe de un contenido anímico y emotivo, y la presencia de la anécdota conduce muchas veces a poemas narrativos. Sus principales autores son Luis García Montero, Jon Juaristi y Miguel d’Ors.