Lírica del Barroco
En la lírica del barroco se sigue cultivando la temática amorosa, moral y satírico-burlesca, tal y como se venía haciendo tradicionalmente. Sin embargo, comienzan a mezclarse temas y formas que hasta entonces se empleaban exclusivamente en la vertiente popular o en la culta de la lírica (por ejemplo, el empleo del soneto como forma de un poema de carácter satírico). Aunque los temas del Renacimiento se mantienen durante esta etapa, el desengaño, o la visión desengañada del mundo – que se contempla como un conjunto de falsas ilusiones-, hace que en muchas de las composiciones se perciba cierto sentimiento de melancolía. Los tópicos que se hallan con más frecuencia en la lírica del Barroco son:
- Beatus ille
- Aurea mediocritas y desprecio de Corte y alabanza de aldea
- Traspasados de la lírica renacentista a la poesía de carácter estoico del barroco.
Tempus fugit. Con el que se expresa como el paso del tiempo marchita la belleza y todas las cosas (una de las obras del momento donde mejor se refleja es en la Canción a las ruinas de Itálica, del sevillano Rodrigo Caro).
Carpe diem. Este tópico que exhorta a disfrutar del momento suele aparecer de forma menos vivida que en el Renacimiento, pues ese disfrute se contempla como algo escurridizo que pasará con el tiempo (el tópico del carpe diem se ve ensombrecido por el del Tempus fugit).
Concepto en la Lírica Barroca
En la lírica del Barroco surge el concepto como un principio de creación poética mediante el cual se buscan relaciones insólitas entre los elementos del poema para ahondar en el significado de la composición y enriquecerlo con diferentes matices. El concepto y la forma de trabajarlo en las composiciones fue estudiado por Baltasar Gracián (1601-1658) en su obra Agudeza y arte de ingenio, donde se recoge la brevedad como fórmula para concentrar el golpe de efecto deseado con los juegos conceptistas. Los recursos que con más frecuencia se empleaban para trabajar el concepto dentro de las composiciones eran: hiperbatos, comparaciones y metáforas. Además se buscan fuertes contrastes, juegos el lenguaje, etc. Según la forma en la que se trabajaba el concepto, la teoría literaria estableció la diferencia entre dos tendencias estéticas que tan solo se diferencian en el tratamiento del aspecto formal del lenguaje:
- El conceptismo. El concepto se elabora con un lenguaje sencillo y poco ornamentado (tendencia representada por la lírica de Quevedo, del que puedes leer unos sonetos en la Antología de textos).
- El culteranismo. El concepto se trabaja con un lenguaje ornamentado, de sintaxis compleja y cargado de cultismo y latinismo (tendencia representada por la lírica de Góngora).
La Novela en el Barroco
Aunque en el Barroco sí existen formas narrativas en verso, la mayor parte de la narrativa del momento se orienta a cultivar el género de la novela. Se continúan cultivando los subgéneros de la novela que emergieron en etapas anteriores:
- La novela pastoril, de Lope de Vega.
- La novela griega (cuyo antecedente medieval se encuentra en el Libro de Apolonio) como Los trabajos de Persiles y Segismunda, obra póstuma de Cervantes.
- La novela cortesana (enmarcada en ambientes de la alta sociedad y generalmente de temática amorosa) los Desengaños amorosos.
- La novela de pícaros (estructura narrativa iniciada con el Lazarillo) por ejemplo, El buscón de Quevedo. Barroco es el de la gestación de la novela moderna, inicia con el Quijote.
Temas y Formas del Teatro en el Barroco
Durante el periodo del Barroco, la gran acogida de las representaciones teatrales por parte del público, que ya venía dándose desde el Renacimiento, desembocó en una gran producción de obras dramáticas, los corrales de comedias se consolidarán como lugares destinados a la representación diaria y las compañías de teatro lograron conseguir su independencia económica. En esta época, se establecen diferentes tipos de teatro, en función del público al que va dirigido y de los temas abordados:
- Teatro religioso. Las representaciones se realizaban, generalmente, en la plaza pública y durante el día de Corpus. Allí se representaban normalmente autos sacramentales, género derivado de los autos medievales y renacentistas y en el que destacó el dramaturgo Pedro Calderón de la Barca (con obras, por ejemplo, como El gran teatro del mundo o El gran mercado del mundo).
- Teatro cortesano. Las representaciones, en un principio se realizaban en salones de palacios para monarcas y nobles; posteriormente se procedió a construir teatros con una estética similar a los de la cultura grecolatina de la Antigüedad. Para este público de la alta sociedad, se solían representar comedias (término que pasó a designar todo tipo de obras) situadas en ambientes cortesanos y protagonizadas por nobles y monarcas y sus criados, como se encuentra en muchas de las obras de Lope de Vega (por ejemplo, El castigo sin venganza o El perro del hortelano).
- Teatro popular. Las representaciones se realizaban a diario en los corrales de comedia. Los temas de las obras representadas se centraban en el puro divertimiento, como en las comedias de capa y espada, o en abordar asuntos como el poder del pueblo contra el poder establecido (Fuenteovejuna, de Lope de Vega), o en la transgresión de los valores de la sociedad (dando relevancia, por ejemplo, al papel de la mujer, como ocurre en muchas obras de Tirso de Molina). Dado que la duración de estas representaciones se prolongaba durante horas, se gestaron nuevos géneros breves, cuyo precedente fueron los pasos de Lope de Rueda, para ser insertados a lo largo de la representación:
- La loa. Pieza con la que se abría y presentaba la obra.
- El entremés. Pieza de carácter cómico que se situaba entre el primer y segundo acto (en este género destacó Cervantes, con obras como El retablo de las maravillas).
- La jacara. Pieza poética, ubicada entre el segundo y tercer acto, que trataba sobre asesinatos, disputas, etc. (a veces esta se sustituía por un baile).
- La mojiganga. Desfile carnavalesco de los actores, bailando disfrazados al son de una música estrepitosa, que servía de cierre de la obra.
Finalmente, cabe destacar el intento de renovación del teatro que pretendió llevar a cabo Cervantes; este finalmente fracasó en su empeño y fue Lope de Vega quien lo hizo posible con sus obras y con el tratado teórico de El arte nuevo de hacer comedias en este tiempo, de 1609, donde formuló las características de un nuevo concepto de teatro, acuñando, así mismo, el término de “tragicomedia” (presente ya en La Celestina).